lunes, julio 31, 2006

Tristeza

Tengo una sensación de malestar desde días atrás. Es difícil de definir. Me acompaña un desagradable hueco en el estómago, los sentimientos a flor de piel y una vieja conocida: la tristeza.

Procuro no ser/estar triste. De hecho, creo que soy alegre y razonablemente positiva. Sin embargo, sigue doliéndome la pobreza de espíritu del ser humano. Normalmente, a estas alturas del partido, miro con lupa a las personas a las que me muestro tal y como soy a niveles más profundos y más allá del aspecto de chica ácida, graciosa y con mucho carácter. Soy muy empática, a pesar de todo. Rara vez me equivoco cuando descubro a alguien con quien me comunico más allá de las palabras.

Esto me ha pasado recientemente. Por un lado, estoy más cerca de alguien de mi familia a quien conocía poco pero con quien siempre empaticé mucho. Ahora tengo la fortuna de contar con ella en mi vida y es como un tesorito que tenía por ahí esperándome. Tan parecidas en algunas cosas que asusta. Con una actitud vital que, en ciertos aspectos, envidio mucho. Pero con ese algo indefinible que te hace creer firmemente que esa persona es importante y que va a permanecer en tu vida. Es muy difícil encontrar seres que aporten algo, que pongan luz en nuestra existencia. Cuando uno de ellos se cruza no se le puede perder de vista (¡No sea que te quedes a oscuras!) porque son escasos, demasiado bellos y diferentes para tener la oportunidad de encontrarte otro que se le acerque siquiera. Una hermosa sorpresa.

El otro lado de la balanza es el error. Ya os he hablado de mi armadura, de la vuestra, de la de todos. Yo procuro no ser esclava de la mía. Pero me temo que la experiencia me dice que no me la quite nunca más. Si no sientes, no padeces.

La ternura es algo que aprecio mucho. Que me llega muy dentro. No he tenido mucha que digamos, supongo que es por eso. A mi manera, y sin que nadie se entere demasiado, yo soy tierna. Pero me consta hasta qué punto me convierto en vulnerable cuando me muestro. A veces, muy a veces, la ofrezco a raudales, sin miedo, a alguna persona que, en las circunstancias que sean, pasa las puertas y la necesita. Lo normal es que esté reservada sólo a seres muy cercanos, aquellos a los que amo y a las que no temo. Que sé que no me harán daño porque me quieren y confío en ellas. Puedo permitirme el lujo de ser accesible _y por lo tanto débil_ a su lado porque no corro peligro.

Recientemente, regalé ternura a alguien que la necesitaba pero tal vez no la merecía. No me arrepiento, la sigue necesitando, pero hay personajes que no aprenden nunca. Me duele y agravia que me usen. Y para alguien tan cuidadoso como yo, en este aspecto, permitir que alguien lo haga es un error sólo achacable a mí. Por eso estoy tan enfadada conmigo misma.

Me siento utilizada. No, la expresión es "usada", que suena peor. Cuando ofrezco atención, ternura y un poco de cariño a quien pasa un mal momento no espero recompensa. Pero tampoco que me arrojen a la basura sin miramientos. Me cuesta mucho acostumbrarme al egoísmo, a la mala educación, a la inconsciencia. Y mira que abunda.

Estoy triste porque sigue existiendo "gente" (que no personas) que viven mirando a su ombligo, que te dan la espalda cuando no te necesitan. Que cambian radicalmente cuando se sienten seguros, cómodos o _tal vez sea esto_ inseguros. No lo sé. Para mí son incomprensibles. Que alguien me ofrezca su hombro cuando lo necesito es un gesto inolvidable. Cuando me otorga su atención y su apoyo, un tesoro incalculable. Cuando me regala su compañía a cambio de arrancarme una sonrisa o unas palabras de desahogo, un detalle para conservar en mi cajita de recuerdos valiosos.

Pero no todo el mundo es así. Yo siempre lo he sabido. Pero me quité la armadura un rato para suavizar el dolor de otro. Y cuando su dolor (o lo que fuese) se mitigó, me aparcó como ser humano sin miramientos.

Y eso es lo que no ME perdono.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Bah, no le des más vueltas...y debes de perdonarte a ti misma, es fundamental. Llevar todos los días la "armadura" esa que dices debe ser agotador, es normal que algún día te la quites para poder "respirar"...aunque con los años se soporta mejor su peso.

A mi me cuesta muy poco "darme, ofrecerme", por eso constantemente sufro "abusos" de la gente de mi entorno (y de la no tan cercana, que es peor!)...y lo peor es que a veces me utilizan y no me doy cuenta...

Hoy tengo mucho calor...necesito refrescarme...!

Un bico,

Santibichos

Anónimo dijo...

Como tú dices es fundamental en la vida estar atentos a esa gente que pasa por nuestro lado y se nos enciende la lucecita de "vale la pena", no podemos dejarles escapar. Pero por otro lado tenemos que día a día buscar más consistencia en alguien que no nos fallará: nosotros mismos.

Y no te duelas porque te hayas quitado la armadura para acercarte a alguien que no lo merecía, lo importante es que hayas sido sincera contigo misma. El problema no es tuyo sino de esa persona. Un besote.

ninfasecreta dijo...

Lo más gracioso, Los, es que, como siempre, la mala de la peli soy yo.

O sea, me lo encuentro en una situación surrealista, sin previo aviso, me comporto educadamente y la mala soy yo. Así es la vida. En fin, he borrado el número. Siempre duele pero funciona.

ninfasecreta dijo...

Yo sé que es su problema. Pero estoy un poco aburrida de repetirme que quien pierden son ellos. Sé que es rigurosamente cierto pero... Dónde están los que saben ganar???

A mí no me gusta que me hagan pupa en la armadura. Prefiero ser insensible, como ellos.

ninfasecreta dijo...

Jejeeee, sí Los mía, procuro aprender rapidito y no dar demasiadas oportunidades a quien me defrauda. Al menos, de cagarla, que sólo sea una vez... Al día...!!!

New-Moni dijo...

" Recientemente, regalé ternura a alguien que la necesitaba pero tal vez no la merecía. No me arrepiento, la sigue necesitando, pero hay personajes que no aprenden nunca. Me duele y agravia que me usen. Y para alguien tan cuidadoso como yo, en este aspecto, permitir que alguien lo haga es un error sólo achacable a mí. Por eso estoy tan enfadada conmigo misma."

No te confundas Ninfa, y sé que no es consuelo, pero no sos la única que adolece de este mal. Diría Arjona: "Al otro lado del sol" Ahí donde yo estoy, hago lo mismo, y sufro lo mismo.

Hoy, Inside, my heart is breaking. Y básicamente o más, es por lo mismo. Sincronicidad le llamo!

Un abrazo fuertísimo