lunes, febrero 26, 2007

¡Hala Madriz!

Ya he aterrizado. En el sentido más literal de la palabra, ojo. Mi primera noche la he pasado con los pies, los brazos y la espalda en la tierra porque el colchón hinchable en que me habían acomodado se desinfló al verme (no sé cómo tomarme eso... es como la cerveza, que ya no me responde más que de vez en cuando _esto os lo explico otro día y, si no, que lo comente algún graciosillo que conoce el asunto_).
Me encaramé como pude al sofá pero era de dos plazas y... bueno, muy descansada no se puede decir que esté...

Primer día de trabajo. Ninfa aprende a manejar el sistema como Dios le da a entender y braseando a los compañeros. Hay uno que está comestible de veras peeeero... como todos aquí, pillado. Y lejos, mecachis... De todos modos, yo no soy excesivamente celosa, siempre y cuando sea la otra la que caiga en la batalla.

Comida con mi próxima compañera de piso. Chica 30 años, simpatiquísima, solterísima y dispuestísima a enseñarme las bonanzas de Madrid. Así que ya tenemos programadas unas fiestas en Santiago, Segovia, Málaga y Madrid, todo ello sin haber pasado más de 24 horas juntas. Pero promete, sí señor, vaya si promete.

He hecho mi primer viajecito desde el quinto Pinto hasta la oficina y he llegado viva y con tiempo a desayunar.

Escribo desde el trabajo, robándole horas a mi tiempo libre porque no tendré internet en casa así que, por no dejaros a todos echándome de menos y pensando que estoy fatal _aún no he tenido tiempo de agobiarme_ pues unas letras para llenar el día.

Me he enterado que por aquí los domingos POR LA MAÑANA se sale de marcha por La Latina, señores, y eso lo tengo que descubrir yo a la orden de ya. No sé cuándo tendré una cama de verdad pero todo se andará.

Como me suele pasar, ha reaparecido mi ex no-novio como sólo lo hace él, en momentos extraños. Aún estaba llegando a Madrid desde el aeropuerto y recibo un sms para quedar esta semana a tomar una botellita de vino. No había reconocido el número _ya sabéis, los borro_ pero la botella me dio la referencia. Si no, ya me hubiera visto preguntántole quién coño era con lo que le jo... fastidia. Pero he sido bueno y no le he dicho que no reconocí el teléfono. ¡Si es que, en el fondo, soy un pedazo de pan!

Si esto es siempre así. Cuando no estás, ahí tocando las narices. Cuando estás, pues asustados y escurridizos cuanto más les gustas. Lo de toda la vida. Qué aburridos y poco imaginativos son los ex.

Pues me voy, que me pilla hora punta y como que paso. Ya cuando empiecen a ocurrirme cosillas y esté algo descansada os animaré la velada. Como veis, paso de estar introspectiva, tanto mirar para dentro no me deja ver la luz de fuera.

Por cierto, nenas, esto está lleno de maromos. Mamonazos, seguro, como dice mi Belén, pero mamonazos nuevos.

¡Tiembla Madrid!

domingo, febrero 25, 2007

Cambios y praxis

Es el principio del fin o a la inversa. O sólo un viaje de ida y vuelta pero el momento ha llegado. Cambiaré finalmente de ambiente, desconectaré de un lugar que durante tres años me ha sido hostil y sin luz para intentar ser deslumbrada por la gran ciudad. Creo que me hace falta.

Pasé una entrañable noche de fiesta con mi primo _ese simpático chiflado que siempre me recuerda que, de no ser su prima, jamás saldría indemne de sus fauces..._, mi compi y su amiga y un amiguito que tenía por ahí. Es de esas noches que sales sin grandes expectativas, casi arrastrada por unos y otros y luego te lo pasas de cine. Cómo no, me dispuse a dormir a las ocho de la mañana, me despedí de una de mis hermanas con lágrimas en los ojos _ambas aunque yo disimulo mejor_. Mis niños me ayudaron a elegir un par de maletas nuevas (una verde metalizado y otra azul claro para contentar a todo el mundo), tuve el consiguiente rato de mal rollo con mi ex, que prefiere que le pague 160 para llevar a los niños en autobús a que le preste el coche y se haga cargo de la gasolina. Por último y por supuesto, procedo a posponer el coñazo de hacer la maleta.

Me voy con la pena de no haber visto a mi prima justo antes de marcharme pero tampoco me mudo a Tombuctú.

Conservo una agenda interesante para tener visitillas cuando regrese e intento hacerme una nueva para no comer sola y cenar sola todos los días. Eso sí, todos mis amigos que van a Madrid periódicamente han prometido visitarme (¡Espero que cumpláis, malditos!) y tengo la impresión de que mi vida laboral va a ser tan intensa que no tendré mucho tiempo para otras tonterías, de lo cual casi me alegro. Aunque para darle una alegría al cuerpo siempre me las arreglo bien, afortunadamente. El alma es otra cuestión, está claro que lo idóneo es aparcarla. Vivo más tranquila cuando soy un hombre casi al cien por cien...

Tal vez no pueda escribir con la misma asiduidad por no tener internet en casa o porque esté deslomada pero mantendré mi cita con vosotros. Seréis mis compañeros así que os quiero a todos en fila porque pasaré lista.

Estoy en tránsito hacia mi hemisferio más pragmático y menos emocional. La emotividad da siempre mal resultado y cuando opto por la praxis, me divierto y no sufro ni padezco. Es de cajón que me gusto y gusto mucho más cuando soy más fría. Y esa frialdad es mi especialidad. Un puntito de femme fatalle y... a vivir.

Nos vemos por la capital...

viernes, febrero 23, 2007

En tránsito

¿Y qué diablos os cuento hoy?

No he hecho nada apasionante, aparte de cobrar un porquería de mi ex empresa _lo cual confirma mis sospechas de que lo mejor que podía haber hecho era largarme_, pegarme un tute de coche que ni os cuento bajo esta lluvia que, o te convierte en Carlos Sáinz o te mudas a Madrid, cepillarme una botellita de vino con una amiga suiza que está por aquí y con la que farfullo un inglés tan abstruso que dudo muchísimo que entienda ni jota de lo que digo y que me estoy preparando para salir de jarana _cómo no_ por penúltima vez... esta semana.

Tengo que preparar la maleta, hacer otra para la ropa de mis hijos y, en mi línea, todo lo que he hecho es ir al Corte Inglés a comprarme una mochila para mi ordenador que de portátil sólo tiene el nombre porque es como llevar una piedra de esas que usan los vascos para hacer deporte. Un poco de consumismo siempre me pone de buen humor. Como de ejecutiva agresiva no puedo ir, intentaré ir de ejecutiva "casual/cachonda" (no hay que olvidar que Barajas está llena de ejecutivos forrados de pasta y tipejas de esas con ropa a la que yo jamás tendré acceso).

Ya voy procurando llenar los fines de semana en que puedo hacer algo diferente y abriendo mi agenda madrileña a ver qué me depara el futuro. Estoy muerta de curiosidad. La semana que viene supongo que estaré muerta de cansancio porque mi jefe amenaza con curro a tutiplén. Pero bienvenido sea, ya era hora.

Y cada día de asquerosa lluvia me alegro un poco más de irme de aquí. Lo malo es que los fines de semana también lloverá y estaré en estos lares pero, en fin, será temporal, espero.

Sigo despidiéndome de unos y de otros. Una de mis hermanas me ha escrito una hermosa carta en la que dice cosas no tan merecidas pero hermosas de leer. Lo bueno de haber pasado malos tiempos es que tienes muy claro quién se ha quedado contigo y por qué. Estamos todos un poco tristes y alegres al mismo tiempo. Es una sensación confusa porque no soy demasiado consciente de vivir esto como un traslado. De hecho, para empezar no me llevaré gran cosa en la maleta porque aún no sé dónde voy a vivir aunque todo indica que con una compañera de trabajo.

Será divertido tener un pisito de soltera, yo me salté esa fase juvenil, a ver cuántas nuevas fases más me depara mi nueva vida. Ya sé que todo no será bueno pero, si alguna virtud tengo, es que le saco partido a cualquier cosa. Incluso a los fracasos porque siempre pienso que lo que fracasa es como cuando el cuerpo humano aborta naturalmente: no va adelante por es insano, deforme o defectuoso. Pues fuera del útero es lo mismo _la verdad, al hacer esta descripción no he podido evitar pensar en algunos hombres y juro que no era la idea... ¡Así soy yo!_

Pues nada más por hoy. A los que salís de mi vida: bon voyage; a los que llegáis para quedaros: bienvenidos a casa; a los que estáis de paso: por favor, no molesten;

A todos os deseo lo mismo que para mí: mucha suerte.

Y que la Fuerza nos acompañe

miércoles, febrero 21, 2007

La armada vencida

"Yo no mandé mis naves a luchar contra los elementos". La famosa frase de Felipe II es como un sonsonete que, periódicamente, me repito.

A veces, uno se ve envuelto en relaciones que no sabe cómo empiezan, ni siquiera si han empezado, relaciones por las que caminas solo y la otra parte apenas se tropieza contigo. A mí me ha pasado alguna vez.

Tengo mucho cuidado en dónde y cómo me meto en todos los ámbitos de mi vida. Pero no soy más que un ser humano. Así que, aún a sabiendas de que la experiencia me dicta lo contrario, de vez en cuando los sentimientos fluyen por cuenta propia.

Creo que todos hemos tenido esas extrañas aventuras que, de pronto, son otra cosa. Pero no se sabe qué cosa. Aventuras en las que, sin darte cuenta, empiezas a sentir cosas, a apreciar detalles, a encontrar elementos nuevos, a ver que hay una corriente común. Pero las armaduras son más poderosas que cualquier sentimiento naciente. Esta clase de sentimientos son como los recién nacidos, frágiles, vulnerables y necesitados de atenciones. Es sencillo dañarlos. La indiferencia es la mejor de las armas letales.

Te resistes, eres fuerte. Conoces todos los mecanismos para no dejarte arrastrar, para que no te afecte la ausencia de compromiso, de sentimientos compartidos. Hasta que te aburres de mentirte. Hay gente que nunca se aburre de hacerlo o no se da cuenta. Le llaman pensar diferente. Es probable que sea cierto pero es una gran pérdida para ellos mismos no permitirse romper sus propias normas y aceptar que hay personas que pueden llegar a ser importantes, a aportar cosas valiosas y que no tienen en sus vidas, sin que ello presuponga renunciar a nada.


Pero no puede ser. Cuando no se puede aspirar a ser otra cosa que un pasatiempo, un rato entretenido para cuando no hay ninguna otra cosa que hacer, una noche de placer de vez en cuando (sin gran necesidad de repetirla, siempre al final de todas las prioridades)hay que saber cerrar la puerta. Cuando puede explicarte con claridad todas las diferencias y no citar un sólo punto en común, te estás equivocando.

Hubo un momento en que creí que había un sentimiento compartido aunque negado, por ambas partes, he de admitirlo. Ahora ya sé que no. Una de las grandes diferencias reside en que cuando uno se implica, hace lo imposible por estar al lado de la persona que le importa. Sin embargo, cuando cualquier disculpa es buena para no ceder a la tentación de poder sentirse desnudo, aunque sea un flash de un segundo, hay que reconocer la derrota.

Las armaduras autoprotectoras evitan el sufrimiento pero también disfrutar de lo bello que es sentir la piel por dentro y por fuera. Hubiese querido hablar contigo pero, visto lo visto, no tendría sentido. Todo lo que dijese sonaría, dada tu actitud, simplente ridículo. Tú seguirás con la vida que has elegido y yo intentaré aprender a elegir mejor. Por eso, por mucho que yo sé que sientas, yo ya no enviaré más mis naves a luchar contra los elementos. Ya he movido pieza demasiadas veces. Te toca a ti, y no quieres. Merezco algo más que un café o una sobremesa para los ratos solitarios. Y sí, la canción era para ti. Te darás cuenta cuánta razón tengo, ¿verdad?

Me daré nuevas oportunidades con personas que tal vez quieran descubrirme y descubrirse. Y si no, me largaré a Madrid y conoceré a algún maromo que me lleve a la cama y me recuerde que soy una mujer atractiva.

Aunque a nadie le importe una mierda si soy inteligente, sensible y valiosa.

martes, febrero 20, 2007

Con las botas puestas

El lunes fue un día de despedida y reencuentros. Un pariente cercano mío falleció y, como suele ocurrir, se produce ese encuentro que tiene lugar cada cierto número de años en una familia tan grande y desperdigada como la nuestra.

Los funerales son momentos tristes y tiernos a la vez. Yo sólo acudo cuando el fallecido o su familia son importantes para mí. Todas las hijas del finado son estupendas personas, así como sus nietas. Gente que nunca faltó a ninguna de mis citas previas con la muerte, que siempre me tendió una mano, que estuvo y está ahí.

Por eso, a pesar de que su tristeza sea el motivo de nuestro encuentro, yo me siento feliz de poder estar, en el segundo o tercer plano que me corresponde, pero estar por si uno de mis humildes abrazos o besos puede ofrecer el más leve consuelo.

Hay que decir que los entierros son dignos también de todo un estudio sociológico. Por otro lado, estaban el grupo de los orkos (esto es, mis ex hermanos), con su verborrea incesante y esa sensación de ridículo que me produce tenerlos cerca. Menos mal que, como soy la antipática oficial, pues me mantengo al margen estupendamente.

Mi único ex hermano casado me contaba que se había gastado casi 400 euros en regalarle un móvil a su hijo de 16, sin preoucuparse ni de preguntar por mi situación económica o la de mis hijos. Por suerte, el discurso es muy otro y, como suele pasar, espero que todas sus palabras se las tengan que tragar por partida doble. Y ni siquiera se da cuenta, que es lo más alucinante de todo. Por el otro lado, los parásitos oficiales, gordos y rubicundos de alcohol y ociosidad. Yo creía que en la familia éramos delgados por naturaleza. Ahora va a resultar que, en realidad, somos gordos por vicio.

También vi a familiares que soy muy entrañables para mí. Mi favorita, la que hubiese deseado y quiero como a mi hermana mayor; a su hija, mi hermana pequeña igual de deseada. Una familia numerosísima unida y fuerte ante esa adversidad que le tocó vivir en abundancia. Aquella prima de la otra rama que no te traga desde siempre sin que sepas por qué (o sí, por su manifiesto complejo de inferiodad y ansiedad por su soltería cuasi irremediable) y los hijos de primos que ya son hombres y mujeres y te hacen sentir mayor.

Es ese extraño momento en que aprecias cuánto han envejecido algunos y, me imagino, ellos aprecian que a mí pueda pasarme lo mismo. Eso sí, todo el mundo decía que estaba guapa (qué cosas...), quizá porque soy de las primas más jóvenes.

Visité las lápidas de mis hermanos fallecidos. Nunca vuelvo al cementerio, no veo nada allí. Pero sí reconozco que, cuando las veo, renace la tristeza vieja y, al tiempo, ese sentido fatalista de que la vida hay que vivirla a bocados porque no es más que un paseo y se nos escapa entre los dedos. Sus nombres en las lápìdas me hacen imaginar la mía y presentir cuán cerca está _quede el tiempo que quede_ el momento en que yo también las ocupe.

Llovía. Siempre llueve mucho cuando entierro a mis parientes. Invariablemente hace ese desastroso tiempo. Como si las nubes y los llantos quisieran presidir la despedida.

Apenas conocía al finado directamente. Sé toda su vida por vía indirecta y sé que era todo un personaje. De cáracter muy difícil, culto, buen escritor y en terrible confrontación con mi madre desde que tengo uso de razón. Eran demasiado parecidos para llevarse bien.

Fui sola y volví acompañada de mi nueva hermana. No sé si está bien o mal, no se deja ablandar, es digna sucesora mía. Mi familia directa hizo bloque a un solo lado _nada nuevo bajo el sol, ni siquiera son conscientes de cuánto se lo agradezco_ y yo fui por libre, como a mí me gusta.

Hoy es otro día. Él ya no está aquí. No sé si su vida fue modélica o no. Sólo que sus hijos y nietos sí lo son. Un hombre muy afortunado. Luchó en la guerra y no le rozó una bala y vivió casi 90 años completamente lúcido. Organizando y mandando hasta el último suspiro.

Lo que se llama morir con las botas puestas, sí señor.

lunes, febrero 19, 2007

La mala educación

Hay que ver lo que me cabrea la mala educación. Siempre digo que puedo acostumbrarme a cualquier cosa menos a eso. Hace muchos años tenía una "amiga" (que, por supuesto, acabó dejando de serlo) que unos días te veía y te echaba los brazos al cuello y, otros, simplemente te decía un seco "hola" o, directamente, se hacía la sueca.

Nunca he soportado a este tipo de personas. Este post podría ser abstracto o decir que conozco a quien que no sé qué pero no. Me apetece ser clara y diáfana como es mi natural estilo, tan poco atractivo para los gallegos. Esto va dirigido a una persona en concreto. Una de esas cuyo número de móvil se ha ido al valle de los caídos de las ondas de vodafone. Se ha caído otro, éste, como todos, por méritos propios.

Un día me pediste que dedicase un post. Esta vez, sin que me lo pidas, lo haré yo de "motu proprio" porque me da la gana. Me parece asqueroso que haya personas que puedan comer contigo, charlar, reír, dormir y contar intimidades y que, luego, en la trasnformación nocturna entre humo y alcohol, se comporten como si no te conociesen de nada y te digan un "hola" de compromiso.

Me parece triste que tengas tan poquita calidad humana para no tomarte la molestia de tomar un café con una persona para despedirte y desearle buena suerte en su nueva vida porque tienes un compromiso ineludible con tus amigotes (si es que parece que tienes dieciséis años) para alternar con loritos reales y hacer "barring".

Lamento profundamente _y por ti, no por mí, aunque no te lo creas_ que te empeñes tanto en repetirte tu película y que, en el fondo, ni siquiera consigas creértela. Que digas que te caigo "tan, tan bien" y que luego, como prometiste, lo hagas todo mal y estropees algo que podría haberse convertido en una bonita amistad. Y no como tú pensabas que a mí me podía molestar, con esa vanidad masculina que tan felices os hace. A mí no me preocupa con quien se acuestan los demás _y si me importa y no tengo compromiso, asumo mis decisiones y hago uso también de mi libertad. Me funciona de maravilla_ pero sí cuál es su comportamiento conmigo.

Soy lo bastante natural y auténtica para esperar esa mínima correspondencia. Es triste que, de tanto posar, no des para más. Dices que no tienes ni quieres tener amigas. No me extraña nada. Dice muy poco de ti que cambies radicalmente su actitud social sólo porque una no está disponible sexualmente o porque no lo estás tú.

Te precias de tener buena relación con todo el mundo, de ser un gran relaciones públicas. Será en el trabajo, muchacho, porque en las relaciones humanas careces de muchas dotes que tienen que ver con el saber estar, la clase y apreciar lo que vale la pena de cada persona.

Lo dicho. No quieres amigas. Peor para ti, créeme. Yo lo soy y de las buenas. Es una pena que, atrincherado en tu disfraz de carnaval, te niegues a reconocer lo que sientes, lo que te duele, lo que no y que, incluso, tengas el valor necesario para decirle a alguien: Adiós.

Lo siento por ti. No sabes cuánto.

domingo, febrero 18, 2007

Dispersión y canciones sentidas

Y sigue el carnaval. No me gusta nada. Un montón de gente con ropa horrible estorbando en todos los pubs. Menos mal que cada vez hay menos y, como en Santiago siempre llueve, el clima no colabora.

La noche del sábado me sentía "mataora" así que opté por vestirme a tono. Elegí la minifalda más escasa que tengo, botas altas (era demasiada cacha para enseñar aún con ellas...), top no demasiado exagerado pero con su escotillo y tal y... ¡hale, de marchita!

Una de mis amigas me quemó las medias en el primer local y menos mal que estábamos con las celebraciones de Don Carnal y Doña Cuaresma. Así, si alguien preguntaba, siempre podría contestar que había intentado disfrazarme de tía buena y me quedé en putón verbenero. El chico más guapo de la noche se perdió a primera hora de la ídem (arf, qué fastidio) y eso que cruzamos miradas de lo más evidentes. Entre bareto y bareto, festejé mi más que presumiblemente última noche loca tomándome un cubata en vez de cerveza, algo que no hacía desde hace años, y un pitillito que acabé tirando porque me estorbaba.

Estoy mirando los precios de pisos compartidos en Madrid y me dan espasmos. Quiero conservar mi casa aquí, así que no sé cómo diablos voy a poder con tanto gasto. Es carísimo pero no tiene sentido compartir piso e irme a vivir al quinto pino. Ya de estar sólo unos meses, que sea cerca de la oficina. Y he de conservar el piso de Santiago. Es mi seguro de vida para volver cuando me dé la gana y mi reposo a la vuelta de cada semana. Pero todo quizá sea mucho dinero. En fin, haré como siempre, seguir improvisando.

Compartir tiene su aspecto atractivo. Si me encuentro gente maja, al menos conoceré a alguien. Si no, tampoco pasa nada, en verano me largaré. Qué complicado es esto de instalarse.

Por otro lado, me queda un sábado de semifiesta antes de partir. Tal vez ni salga o me monte una fiesta privada. Tampoco tengo mucho concepto de despedida, estaré aquí todas las semanas pero, qué sé yo, dentro de mí sé que todo está cambiando y sucede tan deprisa que no tengo el menor control de la situación. O sí, pero con el piloto automático.

Charlando con el chico más macizo que he conocido en los últimos años me habían salido un montón de temas para desvariar en cuanto a las relaciones humanas pero se me han olvidado. Es lo que tiene la locura, cuando te saltas una pastilla, estás lobotomizada.

Creo que por hoy ya he dicho bastantes tonterías. Gracias por vuestra paciencia al leerlas. Es que ando algo dispersa. ¿Se nota mucho?

Ya decía yo...

Por cierto, ésta es la canción que quería poner el otro día. Esta canción va dedicada a, como decían las cartas de recomendación, en otro tiempo...

A QUIEN PUEDA INTERESAR:

sábado, febrero 17, 2007

Maletas en el alma

Pues ando ampliando mi agenda de cara a mi triunfante llegada a los madriles. El día 25 aterrizo en tierra extraña y, en esa semana, tengo que apañármelas para conseguir un piso compartido con alguien que no sea el estrangulador de Boston o alguna Whitney de la vida , con síndrome de Diógenes, que llene de basura mi microespacio en la City.

La noche de ayer fue fructífera. Hice un nuevo fichaje de jóvenes madrileños dispuestos a darme su teléfono para que cene algún día frente alguna cara amable, bebí lo que no está escrito, lucí compañía de lujo y me recogí a una hora casi tan pecaminosa como mi alma.

Ahora toca actualizar tarjeta de las SS, firmar el finiquito con la productora de tv, hacer compras necesarias para las que no tengo un duro e intentar despedirme de todos los que pueda. Supongo que seguiré viendo a mucha gente pero, por si las moscas, aprovecho para disfrutar las noches de farra que pueda. Después será más difícil aunque sigo pensando en canguritos hasta no demasiado altas horas...

Estoy ilusionada. Nerviosa pero ilusionada. Hice alguna cosita para mi nuevo jefe, le gustó y me felicitó. Eso es más de lo que yo conseguí en diez años en la prensa escrita. Un par de veces me felicitaron pero por causas mayores: recuerdo el día de gloria en que Telecinco abrió sus telediarios con una exclusiva mía. Era una entrevista a un forense compostelano que es un erudito a nivel internacional. El FBI le llamaba para cosas complicadas y en España, aún estando retirado, hacían más de lo mismo. El caso es que lo entrevisté sobre la autopsia a un perro de ETA que apareció muerto en un río de por aquellos lares y acusaban a la policía de haberlo ahogado en una bañera. El caso es lo de menos, simplemente, aportamos datos que no había hasta entonces y de primera mano. Ese día me felicitó el jefe. No me subió el sueldo ni me tuvo más consideración, sólo me dio una palmadita.

Mi fugaz paso por la radio fue, curiosamente, bastante triunfal. Era osada, descarada y políticamente incorrecta en una tertulia femenina y gustaba mucho. La envidia y el acoso sexual acabaron con mi rutilante minicarrera en las ondas.

Ahora empiezo en un ámbito laboral completamente nuevo. Me gustan las novedades aunque ya sé que para trabajar es mejor conocer el terreno que se pisa al dedillo. Pero siempre hay una primera vez para todo. No me lo voy a creer hasta que me vea de nuevo en la sede de Gran Vía pero, en parte, lo estoy deseando.

A ver cómo me las arreglo para que no se me note que soy una provinciana de las narices. Iré con mi naricilla bien alta, disimulando que miro el plano del metro absolutamente para todo y procurando no equivocarme de puerta o de salida para no tener que preguntarle luego al guardia de seguridad que por dónde se sale (sí, lo he hecho, más de una vez y me da mucha vergüenza). Procuraré no coger todo lo que me extienden los repartidores porque sólo en la puerta de la oficina tengo para montar una editorial. El Dunkin Donnuts de al lado no me hace tanta ilusión como a la mayoría porque lo mío es el clásico pero ¿a que da envidia? Intentaré resistir la tentación de las tropecientas atractivísimas tiendas de los alrededores, buscaré menús económicos _en caso de que existan_ para diario y aguardaré a conocer gente que me muestre algo de la noche madrileña, que me está esperando.

Como veis, semana de planificación, de expectativas, de cambios. El final de una etapa y el comienzo de la vida que, tal vez, me correspondía ya por derecho.

Cruzaré los dedos

viernes, febrero 16, 2007

Emociones encontradas

Se llama emoción. No sé exactamente qué tipo de emoción (demasiados sentimientos encontrados, la ilusión, la realidad, el sentido común, el romanticismo, la vulnerabilidad y el valor...) pero desde luego ha sido emoción, y a raudales, lo que me ha producido una sentida carta recibida hoy. Heme aquí, gimoteando y agradeciendo a un tiempo que todavía alguien pueda transmitirme tantas sensaciones. De todo corazón, gracias.

Me gustaría poder reproducir una pequeña parte de ella por su belleza, tanto en el fondo como en la forma, pero eso no se hace sin permiso del autor. Tengo que reconocer que, por primera vez, me ha hecho consciente de que mi vida ya ha emprendido una senda sin marcha atrás. Así debe ser, así lo he decidido, por no tener elección y porque creo que es lo mejor, pero... qué cosas tan bonitas se dejan atrás a veces.

Es la doble faz de la emigración: se supone que te vas a una vida mejor pero no puedes evitar sentir añoranza y lástima por todo lo que abandonas e, incluso, por lo que podría haber sido y jamás será.

En cualquier caso, seguiré omnipresente hasta agosto, al menos, pero mis amigos están ya de luto. Me hace sentir querida y, al mismo tiempo, perdida. Me voy lejos, donde no tengo a nadie _los amigos que viven allá se marcharán en junio_ a empezar de cero. Si bien esto me atrae, sé que el tiempo hace que los lazos se aflojen, que la vida continúa sin uno, que en nada seré un recuerdo amable para algunos, alguien definitivamente olvidado para otros.

No soy de las que pretenden perdurar, como dice mi admirado Manolo García, "sé que sólo soy un accidente". Dice Bach que hay muchos futuros posibles. No sé cuál de ellos me sería más benévolo pero poca elección queda. Estoy ilusionada con mi nuevo trabajo, me dará muchas satisfacciones, estoy segura. Perderé parte de mi esfera personal pero, después de todo, tampoco era tan rutilante.

Más tarde pondré un enlace de youtube con una canción de La Quinta Estación: "La frase tonta de la semana". Está dedicada a quien sea que pueda creer que ese mensaje está dirigido a él. Si, a quien/quienes va dirigida no se percatan, entonces es que no era para ellos.

Creo, sin embargo, que para alguna persona hasta puede ser un alivio que no exista ninguna posible previsión de peligro en mi persona. Alguno hasta parece poner tierra de por medio antes de tiempo, no sé si por no hacerse daño o porque ni le preocupa.

Espero que mi nueva vida me traiga algún sueño que me distraiga de lo que nunca tendré. El factor tiempo no ayudará _voy a convertirme en una frenética trabajadora que corre del trabajo a casa, de casa al trabajo, del aeropuerto a por mis hijos, de mis hijos al aeropuerto..._. En cualquier caso, siempre he deseado que alguien encuentrase la manera de encontrarme. La verdad es que llevo tres años constatando empíricamente que eso no ocurre y, sin embargo... hay que seguir creyendo en los imposibles porque de ilusión ES de lo que se vive.

Sólo quería traspasar un poquito de la emoción que me produce la tristeza de mi querídisima hermana Ana, de Sonia y otras personas más que no cito. Puede que se alegren más de los que yo creo _en el peor sentido_ y que algun@ que no imagino, me eche de menos. Sería bonito esto último, ¿no?

Acabo de descubrir que soy una mentirosa. Sí sé que soy un accidente pero, a pesar de todo, quiero perdurar....

Como todo el mundo

miércoles, febrero 14, 2007

Una vida reinventada

Pues ahora es verdad. Me voy. Me marcho, me mudo, me traslado, emigro. He tenido una oferta interesante en Madrid y ha llegado el momento de darle un giro a mi vida. Como me ha dicho alguien a quien quiero mucho, tengo derecho a reinventarme mi propia vida. Crearé otra en un lugar donde no seré la ex de nadie, ni la mamá de nadie, ni la ex periodista de ningún sitio. Seré yo y mis nuevas circunstancias.

Estoy algo ilusionada y muy, muy asustada. Aunque nunca se ha visto que el miedo me detuviese para hacer ninguna cosa así que no vamos a cambiar eso ahora. Tendré que negociar con papaíto _que me va a chulear, fijo_ cómo se queda con mis niños. Me paso el día mirando vuelos de ida y vuelta para que mis hijos y yo suframos lo menos posible el impacto de esta separación temporal y me preocupo pensando en si daré la talla (que lo haré, soy una curranta) y en cómo va a cambiar mi existencia.

Tengo que reconocer que lo que más me va a costar es perder la vida social. Cansada de acá para allá y tratando de dedicarles toda la atención a mis peques, poco espacio me quedará para salir un poco y desconectar. Como no tengo arreglo, ya me planeo echar mano de alguna amiga-canguro para poder salir y ver al resto del planeta porque yo necesito esas cosas.

Me dejo por el camino algún amante, buenos amigos (que se alegran por mí, sin sonreír, pero se alegran), alguna ilusión que no iba a ninguna parte, una ciudad pequeña y cómoda que nada tiene que ver con lo que está por venir y una existencia en la que, si bien ha habido cosas maravillosas, hay muchas otras para olvidar.

Sueño con no equivocarme y conocer caras nuevas, ambientes nuevos, amigos nuevos, valores nuevos. Desde niña me han gustado los cambios. No sé si ahora descubriré que estaba tan loca como todos decían pero, al menos, lo habré intentado.

Espero seguir teniendo tiempo y red para escribiros, quizá seáis mi mejor contacto con la ninfa que sigue dentro y mantiene su secreto.

A quien quiera conservarme, que sepa que yo siempre estoy donde me aprecian y no desaparezco salvo que sea estrictamente necesario. Seguiré por mi tierra todos o casi todos los fines de semana, continuaré encantada de ver a todo el que quiera verme y pretendo no cambiar más que para mejorar.

Sé de sobras que muchos se perderán por el camino, me olvidarán, quizás porque nunca fui importante. A ellos, mi más rendido pésame. Soy una buena amiga, no merece la pena dejarme escapar.

Respecto a los que están por llegar, deseo que la gran ciudad no sea tan fría como juran y perjuran por aquí, que mi capacidad de adaptación se demuestre una vez más y con nota, que aparezcan nuevos amigos que me hagan sentir en casa. Que el trabajo me ofrezca la satisfacción que mi vida personal aún no ha encontrado y que no pierda nunca la esperanza de que esto deje de ser así. Que algún día haya brazos abiertos en cualquiera de los dos aeropuertos.

Espero, egoístamente, que alguien me eche de menos por aquí. Si no, mayor motivo para irse, las cosas como son.

Emprendo una aventura. Puede ser que, en breve, me oigáis quejarme de lo sola que me encuentro, de lo patosa que me siento, de lo perdida que estoy. Cuento con vosotros para darme caña, tenderme una mano o simplemente escucharme.

En cualquier caso, valor y al toro.

martes, febrero 13, 2007

Blog de todos los colores

Me siento culpable. Estoy de ¿vuelta? _no lo sé_ pero me he sentido impelida a escribir tras echar una ojeada puramente informativa al contador de visitas.

Me ha conmovido vuestra fidelidad. Además de los mensajes de aliento, las llamadas riñéndome por abandonar este nuestro rincón (porque ya es tan vuestro como mío), me he quedado petrificada viendo que, a pesar de la despedida, las visitas no se redujeron en absoluto. A lunes había 89 personas que se habían pasado a revisar este blog moribundo. Me he sentido abrumada y avergonzada al mismo tiempo.

Que sigáis ahí cuando yo considero que lo que ofrezco no vale gran cosa, que repaséis una página cerrada y las visitas no desciendan, es algo... devastador. Cuando empecé el blog, ya lo he dicho en otras ocasiones, no esperaba un público. Tampoco soy de las que escribe para poner en papel lo que no se atreve a decir. Sólo tenía que sacar de mí lo que sabía hacer, dejar de odiarme por no ser más que una ratita de letras... Y me encontré con todos vosotros: los que me criticáis por radical _en el fondo no lo soy tanto pero esa etiqueta forma parte de mi dudoso encanto_; los que os identificáis conmigo, no porque nos parezcamos en nada sino porque hablo de sentimientos universales, al fin y al cabo; los que os sentís agredidos _mis queridos hombres sin los que, sin embargo, no hay manera de vivir..._; los que habéis llorado conmigo y los que me hacéis llorar con toda vuestra energía.

Me he sentido desleal. Porque sois muchos los que me repetís que tengo un don y, aunque siempre me he resistido a creer que tenía ninguno valioso (algo escrupulosamente aprendido en la infancia), habéis llegado a convencerme de que si algo soy es una comunicadora. No aspiro a mucho más aunque siempre he sido ambiciosa. Pero no con las letras. La sombra de mi ex marido era muy alargada _escribe muy bien, abstruso, extraño, pero muy bien_. Todo el mundo daba por supuesto que el periodista "de verdad" era él.

En realidad, no me siento periodista. Gracias a vosotros estoy empezando a sentirme escritora, a permitirme sentirme humana, frágil, imperfecta, resentida a veces, romántica encubierta a todas horas, sentimental en general.

Y me he dado cuenta de que no me puedo ir. Como ha dicho Toño, si estoy gris, escribiré gris. Si soy luz os enviaré luz. Cuando envíe oscuridad, tendréis la oportunidad de fustigarme o no leerme.

Que tiene razón Jose, no tengo por qué huir de mis temas que son los de todos: la familia, los hijos, el día a día, los malos humores, las rarezas, el aburrimiento. Porque yo sólo hablo de la vida. De la mía y de la existencia como esencia humana.

Me pregunta un amigo si yo tengo tiempo para pensar estas cosas porque él no lo tiene. La autorreflexión es un ejercicio permanente en mi loca mente. No puedo dejar de ejercitarla, ni de observar al resto de la humanidad, ni de intentar descubrir las entrañas del alma. Sé que es un recorrido eterno, no tendrá fin, por eso trabajo tanto en ello. Por eso y porque desconozco cómo se hace para poner la cabeza en blanco. Es malo, es agotador, pero ésa soy yo.

En mi línea, tengo una oferta de trabajo a la que yo he de ponerle el precio. Maldita sea. ¿Cómo se le pone precio a dejarlo todo atrás, a llevar una vida más difícil sin que nadie salga perjudicado? Como siempre, ahí estoy yo, navegando entre dudas, temiendo pasarme o quedarme corta. Decidiendo si registro mis textos para intentar publicar de una puñetera vez (sin la menor fe, todo hay que decirlo), decidiendo si me tiro en piscina a la vida laboral, si _como dice mi Belén_ me marcho a Madrid a complicarme la vida con otros "mamonazos" que, señala, lo serán tanto como aquí pero serán "mamonazos nuevos".

He pensado en muchas cosas estos días. Estoy mejor pero sigo siendo una oruguita metida en su capuchón. Pero oruga y todo, ahí estáis vosotros. Así que, puesto que yo aún no he podido volvar, me recrearé en vosotras, mariposas del blog, para ver si es verdad que soy una ninfa o una farsante.

Gracias

miércoles, febrero 07, 2007

Hasta pronto

ANTES DE EMPEZAR, HAY PROBLEMAS CON LOS ACENTOS Y CIERTOS SIMBOLOS. RUEGO DISCULPEIS LOS FALLOS.

Ha llegado el momento de echar el freno. Tras unos cuantos días de ánimo lúgubre y malas sensaciones creo que es el momento de hacer una parada en este camino de la blogosfera.

Me estoy volviendo reiterativa, monotemática y cansina. Hay muchos motivos para ello pero, para alguien como yo, ninguno para escribir basura. He procurado dejar a un lado temas como la familia, los hijos, el ex marido, el trabajo... Y me he ido quedando con la esfera sentimental que, por otro lado, tampoco está tan llena en mi caso.

No me gusto últimamente. No sé a qué se debe pero no me gusta cómo me siento, ni muchas cosas que hago. Y, en realidad, tampoco tengo razones para estar, cómo decirlo, ¿extraña, inquieta... perdida?

Me falta buena parte de mi proverbial sentido del humor. Me encuentro desubicada en mi pequeño mundo donde mis buenos amigos estan desaparecidos y mis afines demasiado lejos. Le he pedido a mi compañero de piso que luego escriba su tesis privada sobre sus teorias de mi autocastigo. Algunas parecen acertadas.

Una amiga me ha dicho que la imagen que doy es de una persona exigente, falta de ternura y desesperada. Me he quedado horrorizada. Creo que exagera pero, desde luego, a mi tampoco me gusta esta etapa de mi blog. Desde luego, si eso es lo que proyecto, lo mejor es que deje de escribir .

Lo que se es que estoy gris y transmito nubarrones. Asi que me tomare unos dias para recuperar la luz, que supongo sigue por ahi, y cuando tenga algo de aire fresco que traeros, volvere.

Mientras, gracias por vuestra paciencia, por soportarme y por haber estado todo este tiempo ahi. Os echare muchisimo de menos pero esta de ahora no es ninguna ninfa. Es una mortal de lo mas vulgar. Si las musas vuelven a mi y tengo algo nuevo que aportar, asomare la nariz de nuevo.

No es un cierre. No estoy preparada para dejar de escribir pero tampoco para hacerlo mal. Asi que me tomo unos dias, igual pocos, igual muchos y espero regresar con renovados brios.

Hasta pronto

martes, febrero 06, 2007

Naturalidad y corsés

Me ha dicho mi crítico más pesado (porque lo único que hace es criticarme en lugar de decirme piropos y darme mimos como yo merezco...) que _literalmente_ "estoy encorsetada en mi papel de femme fatalle y que he perdido la naturalidad del comienzo" . ¿Esto es lo que se desprende de mis escritos? Porque me pasmo. Si yo otra cosa no seré pero natural... creo que hasta el exceso.

Sí que es verdad que una tiende a ocultar sus sentimientos pero más por no saber cómo van a ser recibidos que porque me guste. Y un poquillo mujer fatal sí que soy, lo justito para ponerle pimienta a la vida. En cualquier caso me sorprende este comentario puesto que hay quien considera que me "desnudo" demasiado también.

A lo mejor sí me coarta sabe que me leen personas que me conocen personalmente. Es algo que ya comenté en el pasado y puede ser que esté haciendo mella. En cualquier caso, sigo desgranando aquí todo lo que pienso y desde luego en el blog no ejerzo tanto mi proverbial chulería.

A lo mejor estoy esperando que alguien sea capaz de hacerme sentir lo bastante tranquila y cómoda para no estar a la defensiva. Después de todo, cuando uno muestra sus sentimientos las posibilidades de ser rechazado se incrementan un montón.

Una amiga me dice que debo bajar el listón de mis expectativas emocionales, la otra que no debo hacerlo en ningún caso. Y ya no sé a qué carta quedarme. Los mismos hombres que te dicen que no te conformes, no ven en ti algo que ellos elegirían. Si elijo un hombre "cómodo" que me dé los mimitos que necesito y encajemos sexualmente, tal vez no sea tan vinculante que haya un sentimiento más apasionado. No es que esta perspectiva me guste pero creo que viven más tranquilas y felices las que eligen esta opción.

La otra visión es la de mi otra amiga _pasional y vital como yo_ que me dice que las mujeres que sabemos lo que queremos lo tenemos muy difícil pero que nuestra postura es irrenunciable. Yo he pensado como ella siempre, especialmente desde que me separé, pero he de reconocer que me siento algo sola últimamente. Que tengo ganas de compartir algo, de salir con un chico que me pasee, que me haga carantoñas, que me diga que estoy guapa y que me busque y me desee. No quiero vivir con él ni ser lo único en su vida pero sí ser algo. Y hasta esto tan poquito que deseo no es factible.

Sé por experiencia que cuando no te das mucho, recibes más. Es una paradoja. Disfrutas menos pero estás más tranquila. Me planteo tomar una decisión entre varias opciones: el hombre que me gusta y no se aclara, el que no puedo tener por imponderables, dar una oportunidad a ese encanto de chico que sí me ve como algo más que un colchón y ver qué ocurre o pasearme con el guapo joven que me llevará a cenar aún sabiendo que es malo para mi salud salir con chicos muy jóvenes porque no tenemos futuro.

Está claro que necesito decidirme por algo. O que alguien se decida por mí. Pero da pereza. Te dices: "¿Para qué voy a renunciar a éste si no me he decidido por ningún recambio y no estamos mal aunque no avancemos? "Luego está la otra cuestión: "¿Si no avanzamos, como él mismo dice, y las cosas han de evolucionar naturalmente, he de pensar que no soy lo bastante buena para él y esfumarme?

No sé si estoy encorsetada en una posición de chulilla. Puede ser. A lo mejor es que yo también soy un poco cobarde y sé que, en cuanto diga lo que realmente pienso, tengo más opciones de perder que de ganar. Y al temor al rechazo hemos de sumar la porción de autoestima que se pierde cuando el otro se siente demasiado seguro y se permite tomarte un poco más el pelo.

Vamos, que no sé. Hoy toca consultorio sentimental. Se aceptan apuestas y opiniones.

Por si he perdido la naturalidad...

domingo, febrero 04, 2007

Serenidad versus vida

Tengo el día melancólico. Supongo que la resaca de un fin de semana de juerga y alcohol permanente colabora en estas sensaciones.

Hoy he roto una ilusión. Siempre me da pena dejarlas ir, aún cuando yo misma lo hago para salvar mi pellejo. Pero echo de menos ilusión en mi vida. Yo afronto su falta con serenidad, incluso paz. Pero soy demasiado vital para creerme que eso es bueno. A mí me gusta sentir apasionadamente, reír apasionadamente, amar apasionadamente, hacer el amor apasionadamente. Y todo en la vida te obliga a controlar la pasión. Es una pena.

No soy ninguna niña pero me sigue entristeciendo no poder permitirme el lujo de ser yo de verdad. Sin tapujos, sin miedo, sin vergüenza. Sin sentirme en peligro o con la posibilidad de ser rechazada por ser auténtica.

No me permito enamorarme porque ya sé que no me van a corresponder. No me permito ilusionarme porque no debo enamorarme. No regalo ternura porque toda la que ofrezca se volverá en mi contra, a pesar de tenerla a raudales encerrada en los odiosos tapper wares del corazón. Soy sarcástica e irónica para que no salte a la vista mi posible vulnerabilidad. Soy valiente porque no me queda más remedio. Soy independiente por naturaleza y porque no tengo un hombro donde apoyarme.

Soy muchas cosas que ocultan mi esencia y siento lástima por ello. Me apena vivir en una sociedad donde los sentimientos más dulces, más cotidianos, más tiernos no deben expresarse. Y me apena porque no puedes decirle a ningún hombre que te encantaría quererle si se dejase porque saldrá huyendo.

Creo que soy una mujer auténtica. Por carácter, por mi manera de vivir la vida y amar a quien amo. Sin embargo, no es una virtud. Porque todo lo que tengo de auténtica que me hace fuerte, hace creer que soy invulnerable, que me pueden golpear una y otra vez y no caeré. Es seguro que me levantaré pero estoy cansada y me duelen las rodillas.

Y todo lo que me hace auténtica no permite que me autoengañe, ni que muestre mi lado más amable, más sincero, más débil. Porque me harán daño, no será apreciado, será mi condena.

Por eso, cada vez que muere una ilusión, se muere un trocito de mi lado más tierno. Después de todo, se trata de sobrevivir... ¿No?

Una lástima

sábado, febrero 03, 2007

Prohibido gustar

Estamos en un universo de locos. De copas con unas amigas, nos encontramos al clásico ligue raro de estos que se llevan ahora. Es un lío, o lo que sea, de una amiga bien conocida por mí.

Lo curioso del asunto es que, a pesar de tener bastante "feeling" con el muchacho en cuestión, van y vienen sin rumbo ambos. Todos metidos en el papel de "no te vayas a creer que me importas", "no vamos a quedar porque pasamos" y todas esas chorradas. Total, para encontrarse por la noche y pasárselo estupendamente juntos. Hasta aquí todo normal, el posado de los treintañeros. Lo más curioso del asunto es que el "chico" es de los que le dice a la "chica", después de acostarse que no pensaba volver a hacerlo con ella. El motivo: "me caes tan, tan bien que no quiero que acabemos mal".

Toma paranoia peregrina. ¿Se ha vuelto loco el mundo o yo pertenezco a otro planeta? A saber, el churri, que grita a los cuatro vientos que no tiene amigas ni quiere tenerlas, afirma que quiere retraerse de su manifiesta atracción por la nena porque no quiere perderla en su faceta de "amiga". Sin embargo, no quiere tener amigas. Qué contradicción. Por otro lado, le gusta la nena más que a un tonto un lápiz. Pero se hace el interesante , menudea los encuentros, nadie cede y le agrada creer que es el único en la vida sexual de aquella con la que supuestamente, no quiere estar.

Exactamente, ¿Qué quieren los tíos? ¿Acostarse con mujeres un poco estúpidas, que no les caigan demasiado bien porque el cerebro y la simpatían son contraproducente para el sexo, y dejar de acostarse con ellas porque no les gustan, mientras dejan de acostarse con las que les gustan una barbaridad, porque son demasiado majas? Lo sé, es un trabalenguas.

Esto se coge con pinzas y no se sostiene por ningún lado. Pero a ellos les encanta razonar lo irracional. Se llama miedo. Si una mujer te atrae sexualmente, te encanta personalmente, tienes buen rollo con ella, es el momento de alejarte porque te cae "demasiado bien".

A mí que me lo expliquen porque ahora sí que me he perdido. ¿Lo que mola es ser vulgar, evidente, poco locuaz y no sexy porque, de lo contrario, vas provocando? ¿Y aún hay quien se atreve a decir que esto no es miedo?

¿En qué mundo vivimos cuando a los tipos lo que les hace apartarse de una mujer es que les gusta de verdad? ¿Y por qué esa enfermiza costumbre de negarlo, de ir a la contra? ¿Qué se gana? ¿Aplausos de los amiguitos, solos solísimos que, si tuviesen ocasión, se abrirían con una chica que les llenase de verdad pero tienen que seguir la corriente de los colegas?

Por favor, que ya tenemos una edad. Mi amiga lo largó de su cama. Normal. ¿Quién quiere ser el descanso del guerrero de un tipo que, además de pasarse la noche provocando con inconveniencias _qué manía de liarla con tonterías_ pone la guinda al pavo diciéndole que le ha hecho el favor de acostarse con ella aunque está fuera de su lista?

Tengo que admitir que, a pesar de mi reconocida sabiduría a estos niveles (al menos racional, la emocional ya sabemos que va por libre) lo que me ha contado me ha dejado de piedra.

Así que le he dicho que, si quiere tener sexo, (no hablemos ya de sentimientos , relaciones y cosas de esas prohibidas) debe mostrarse superficial, ñoña, borde, sin conversación y disponible como una perrita en celo. Al menos no se espantarán. Se sentirán seguros.

Y seguirán solos besando ratas de laboratorio.

¡Jesús!

viernes, febrero 02, 2007

Romanticismo trasnochado

Sin que sirva de precedente, hoy me voy a poner (en parte, al menos) del lado de los hombres.

En los últimos tiempos, a través de amigos y amigas, me he parado a observar actitudes que, todo hay que decirlo, ponen en evidencia a gran parte del género femenino. Una tiende a pensar _o más bien lo prefiere_ que las mujeres ya hemos espabilado, que sabemos estar, que nos escapamos de los estereotipos que ellos tanto cacarean. Tristemente, va a ser que no.

Me produce mucha vergüenza ajena ver cómo mujeres que son advertidas de no ser otra cosa más que objetos sexuales (opción que pueden disfrutar si les da la gana, a veces es lo más práctico) entran en una dinámica que raya el ridículo. Si te dicen que sólo eres sexo... ¿Qué diablos haces llamando dos o tres veces al día, intentando quedar a todas horas, enrollándote durante más de una hora en una estúpida conversación con alguien que no quiere otra cosa de ti más que tu cuerpo?

¿Por qué casi todas las mujeres se empeñan en querer más donde no hay ni suficiente? No hace mucho le explicaba a un amigo que, digamos lo que digamos, las mujeres en general cuando reincidimos siempre queremos algo. Lo que sea, pero algo. Es falso y una falacia intentar hacer creer al mundo que somos como los hombres. Afortunadamente, no lo somos.

Si frecuentamos a un hombre es porque tiene algo que nos atrae, algo más que sus genitales. Quizá ésta es la diferencia que más nos cuesta asumir con respecto a ellos. Enseguida nos ponemos a valorar que a perenganito le tenemos que gustar muchísimo y que nos quiere para algo más que para saciar sus instintos sólo porque nos llama cada vez que tiene ganas de echar un polvo y eso le ocurre con frecuencia con nosotras. Bien porque estamos buenas, porque nos dejamos o porque no tiene otra cosa mejor en ese momento. Eso a ellos les trae al pairo.

Nosotras, sin embargo, perdemos la objetividad. Es un fastidio pero es así. Yo soy muy objetiva ahora pero es una conducta aprendida, no innata. Cuando era más joven y la vida no me había dado tantas bofetadas también soñaba con alguien especial para siempre, consideraba que un hombre que estaba conmigo sentía algo por mí (que no fuese un calentón... pobre ilusa) y buscaba sentimientos en esa mano cálida o en unas caricias postcoito.

Por eso me cabrea casi como algo personal ver a las mujeres en actitudes patéticas. Si un hombre quiere sexo, pues sexo. Pero no, se sigue creyendo que se puede cambiar a la gente. Nadie cambia y menos un hombre, sobre todo cuando todo lo que habría que cambiar le va de cine y es estupendo para su autoestima y divertimento.

Me fastidia que al primer o segundo polvo se hagan ideas de algo maravilloso cuando está mal visto hasta decir que te gustaría tener algo bonito con alguien (la palabra novios está prohibida). No es que yo esté a favor del sexo por el sexo (para nada, me resulta cargante) pero sí considero que un modo de que las mujeres se hagan respetar es conocer qué terreno pisan y actuar a la altura de las circunstancias.

¿Que él no ve en ti nada más que un cuerpo para su disfrute? Valora si puedes entrar en esa dinámica. Si es así, estupendo, goza y olvídale en cuando cruce la puerta. ¿Que no? Sé honesta contigo misma, no le culpes a él por no sentir lo mismo que tú y no hagas el ridículo presionando y comportándote como una adolescente. Y esfúmate en cuanto puedas _mejor antes_ por tu propio bien.

Alguien que conozco me comentaba un día, todo convencido, que después del sexo "hay que quedarse un rato abrazado porque, si no, quedas mal.. Me hizo mucha gracia el tono lastimero y resignado con que lo dijo. A mí me horrorizaría que un hombre me abrazase sin ganas sólo para "quedar bien". Y esto ocurre.

Por eso yo insisto tanto en usar el término "follar" cuando no hay una relación por medio. Porque a mí me encanta hacer el amor, claro, pero no se hace el amor con casi nadie. Dejo bien clarito que no hacen falta abrazos de mentira, que no hay que quedarse a dormir (incluso lo prefiero en muchos casos), que no me voy a quedar a dormir si no están muertos de ganas de que me quede (y por supuesto me da la gana a mí), no los coso a llamadas _incluso soy extrema, no llamo ni a tiros. Los sms contados y para jugar_ ni pido constantes explicaciones del corte "¿Qué somos?".

Tal vez llevo el tiempo suficiente en el mercado para esperar bien poco o nada. No es que me guste, ojo, tengo mi corazoncito. Pero tengo la suficiente autoestima para no "buscar" a un hombre de ese modo tan desesperado. Y creo que deberíamos hacerlo todas. Nos valorarían un poco más. Con esto no quiero decir que con mi postura se me valore mucho que digamos pero nunca se sabe, en el país de los ciegos el tuerto es rey.

Yo sólo sé que tenemos que querernos más, ser menos melodramáticas, un poquito más orgullosas sin caer en la soberbia y seleccionar (lo sé, esto está difícil, el ganado no da para mucho...). Y si nos gusta un hombre, partir de que lo que vamos a tener y lo que ve en nosotras es sexo. Nos ahorraremos muchos dolores de cabeza y ganaremos en variedad a la hora de comernos las consabidas roscas. Es una pena,chicas, pero esto es lo que hay.

Eso sí, muchachos, luego no vengáis con el discursito tristón de que "ahora, vosotras sois iguales y también nos usáis".

Pues deberíais estar encantados, somos doctas alumnas.