jueves, marzo 31, 2011

Un príncipe o un dentista

Qué complicado es pensar en cosas graciosas, cambiar el chip y hacer una entrada entretenida y amable cuando llevas prácticamente cinco días metida en cama por culpa de una infección molar.

Eso por no hablar del presupuesto que me ha hecho la dentista... 500 euros por salvar la pieza. Estoy pensando seriamente en arracármela porque, si a eso le sumamos que se me han roto las gafas y lo más barato que he conseguido son 275 euros de precio (habida cuenta de que uso lentillas y tengo todas las dioptrías del mundo), no tengo la menor idea de dónde voy a sacar para una cosa y la otra. Es más, ni lo pienso, lo dejo en las manos del Creador... o de quién sea. Se aceptan donativos.

Por otra parte, tengo una visita muy especial este viernes. Procede de ultramar, de Brasil, para ser más exactos, y hace dos largos años que no nos vemos. En aquella ocasión, fue Madrid el punto de encuentro. Mañana, Galicia parece que quiere portarse y recibirle con casi tan buen tiempo como otrora en la capital de mis amores. No es fácil ser amigos en la distancia, mucho menos con tanto tiempo por medio pero lo hemos logrado y con doble mérito: somos de diferente sexo, sanos y jóvenes y con eso y con todo, somos amigos.

C. es peculiar, la misma noche que me conoció personalmente ya se enfadó conmigo (es curioso, esto me ha pasado ya más de una vez con grandes amigos cuando apenas nos conocíamos: por algún motivo que no me explico se muestran celosos y/o susceptibles) pero, por suerte, tuvimos oportunidad de tratarnos más y me retiró la etiqueta de niña mona y listilla. Más difícil es seguir al día de la vida uno del otro a través de la red, porque lo normal es hablar un poco y luego ya, con los meses, ir dejándolo. Pero no, aún nos peleamos también por la red.

Es un chico verdaderamente especial, capaz de llamarme por teléfono desde el otro lado del océano para decirme que, para él, soy una mujer completa, con todo lo que se puede desear en una pareja y en un ser humano. Aunque no sea verdad, cuando te han pisoteado el alma o, simplemente, las cosas no van bien, un gesto así ayuda a -por enésima vez- levantarse. Llevamos meses esperando el reencuentro y pensando qué pinta tendré el día que llegue porque llevo una semana con la cara hinchada y, aunque sólo somos amigos, una es coqueta hasta en el hospital. En cualquier caso, rezo para que el dolor haya terminado y pueda disfrutar de este corto reencuentro.

También se acerca el final de un ciclo. Tengo proyectos para ser libre laboral y económicamente formándome en los próximos meses. Aunque no dispongo de demasiados recursos (y menos que voy a disponer en muy breve) habrá que intentarlo como se pueda. Ahí reside la importancia de conservar buenas amigas que se buscan estupendas parejas que están dispuestas a ayudar aún cuando te conozcan de unas horas. Mi Madrid me espera en quince días. Iré a darle un achuchón largo a la Latina (de los míos, de 14.00 a 02.00 horas de fiesta sin interrupción...), a los buenos amigos que están por allí, a ponerme al día para volver a entrar con fuerza en las nuevas tendencias de mi profesión y a llenar mis pulmones de ese aire contaminado que a mí me tiene enamorada. Soy un perro verde, lo sé, pero eso forma de mi dudoso encanto.

Quería hacer un post sobre cosas cotidianas de esas a las que siempre les encuentro yo gracia pero, claro, si te pasas cinco días metida en casa y lo más que ves es los prados verdes que la rodean a través del ventanal pues, claro, ni cotidianeidad ni nada. Bueno, mi gata está todo el día tratando de atrapar las gotas de lluvia que se deslizan por la ventana o besuqueándome cuando estoy acostada, dando brincos de atleta o atrapando ratones de pega por la casa. Menos mal que está porque, hasta que llegan los peques es mi compañera en la salud y en la enfermedad. Lo más parecido a una buena pareja... ¡Si hasta dormimos juntas y todo! No es exactamente lo que había imaginado en mi pasado, (especialmente después de las pesadillas que he tenido esta noche de las cuales ni quiero acordarme) pero está claro que, a veces, no hay como estar uno solo llevándose bien...

Os dejo, me esperan los niños en el cole, los antibióticos y los calmantes. A ver si el fin de semana rompo la racha de momentos apasionantes como éste, yo que soy tan guapa y tan lista, yo, que me merezco un príncipe...

¡¡O un dentista!!!!

domingo, marzo 27, 2011

Palabras de amor

Llevo un fin de semana apasionante: me duele una muela y creo que la infección se ha extendido al oído (ayer creía que era el oído porque además estoy medio sorda pero creo que es al revés, motivo por el cual me duelen la muela, el oído y la cabeza). No tengo antibióticos porque ahora es lo mismo que pedir cocaína en las farmacias y tendré que esperar a mañana para que mi farmacéutico de confianza sí me los venda y el dentista, me arruine...

Cambiando de tema, hace un par de días, revisando mi correo desde el año de maricastaña pude rememorar, paso a paso, una relación con una de las mejores personas con las que he conocido.

Es lo bueno de internet, cuando ya todos habíamos perdido el hábito de escribir cartas, el mail nos ha devuelto a la rutina de comunicarnos. Y fue hermoso reencontrarme con aquella mujer que fue muy amada por un hombre que sí valía la pena. No podía ser, él tenía serios problemas con la distancia y, en aquella etapa de mi vida, yo tenía serios problemas con el compromiso y sacar mi corazón encapsulado de su nevera.

Ahí estaban todas las fases: la ilusión inicial, las cartas a diario, los mensajes matinales y las llamadas nocturnas y diarias. Esas cartas y esa relación -bonita pero un poco tortuosa, sobre todo para él- me recordaron a esos hombres buenos que saben dar el corazón (tan escasos) y a lo bien que me iba cuando no le permitía al mío llevar las riendas de mis relaciones. Aunque bien es verdad que si lo hubiese dejado un poco más suelto, quizá habríamos salido mejor parados, al menos yo. Pero eso es el pasado.

Sin embargo, el Viento, como yo solía llamarle, es la demostración de que el cariño y la amistad reales pueden permanecer cuando una relación amorosa se termina. A día de hoy, él tiene una pareja y un niño con los que es muy feliz, una vida emocional plena y no por ello hemos dejado de llamarnos de vez en cuando, vernos cuando se puede y desearnos lo mejor. De corazón, además. Es cierto que hay una etapa de duelo en el que hay que poner distancia por el bien del que más sufre pero cuando el amor es de verdad, de algún modo se mantiene, en forma de cariño y amistad genuinas.

Son pocas las personas lo bastante maduras para saber estar cuando todo acaba pero el tiempo lo cura todo, si no han habido malos sentimientos ni mentiras. Él era un ferviente creyente en el amor más puro, un idealista romántico, le llamaba yo. Pero lo ha logrado. Y me alegro muchísimo por él.

Tiempo después yo viví ese flechazo a primera vista del que me hablaba A. y comprendí cuánto duele perderlo y lo inevitable que es caer rendido ante esa evidencia. No es que me haya pasado más veces pero es un hecho que al Valiente nunca le he olvidado ni le olvidaré del todo. Aunque, al final, sólo fuese un hombre corriente, emocionalmente hablando, y le pudiese más el entorno que el amor, o lo que sea que fuera que sintiese por mí.

Supongo que he querido transmitir la belleza y la nostalgia de aquellas frases, de aquel reconocimiento y hasta de aquellas discrepancias... Tal vez llegue el día en que alguien vuelva a escribir cartas sinceras y no me pille con el corazón congelado. O se tome la molestia de descongelarlo.

Mientras, aún tengo esas hermosas y nostálgicas cartas llenas de palabras de amor...

Aunque ya no tenga quince años.

viernes, marzo 25, 2011

La Censura

Está claro que, demócratas o no, anónimos o no, sinceros o no, absolutamente nadie, ni siquiera alguien tan insignificante como yo, escapa a la censura.

Mi blog tiene un pequeño problema: todos los que me han conocido, tratado, amado y/u odiado se ven reflejados en mis letras tarde o temprano. No es la primera ni la última vez que me pasa: cada cierto tiempo alguien me escribe para ponerme verde porque se siente maltratado, aludido o directamente citado en mi texto. No importa que yo jamás dé nombres, que muchas veces lo que cuento (y lo he reiterado ya en varias ocasiones a lo largo y ancho de esta bitácora) no sea cien por cien verídico ni autobiográfico, que hay opiniones generalistas (sí, a mazo y a propósito), que esto no es una carta abierta a novios, ex novios, amantes, amigas, ex amigas, jefes y personajillos varios, con mensajes entre lineas para enviar señales, hacerme notar o dañar a alguien.

También he repetido hasta la saciedad que este es MI blog, no el espejo de la culpabilidad o la grandiosidad de nadie. No está destinado a que nadie venga a encontrarse en él. Si lo hace en positivo, estupendo, pero si es en negativo, que cada palo arríe con su vela porque yo voy servida en lo que a mí se refiere. Por ello, porque es MI espacio, en el que deposito MIS letras, MI alma o MI imaginación, no me gusta ni pizca que nadie venga a decirme qué puedo o debo plasmar en él, especialmente cuando, como persona que soy que lo he perdido todo varias veces en su vida y se ha recuperado, si algo debía, lo he pagado ya con creces.

Cuando tenía más lectoras que lectores (ahora, por lo general, se animan más a comentar los hombres) muchísimas de ellas me decían: "Yo soy como tú, Ninfa, yo siento igual que tú". Me sentía halagada aún cuando sabía que no era verdad. Es, simplemente, que tomo sentimientos universales y, según mi estado de ánimo, los reflejo. Claro que hablo de cosas que me pasan, de sentimientos que vivo o padezco, de vivencias que me han forjado, de opiniones totalmente subjetivas que eso es exactamente lo que pretenden ser.

Como digo, también he vivido esta situación en su aspecto menos amable: la rabia de aquellos que me acusan de atentar contra su dignidad por sentirse mentados y no les gusta lo que leen. No es mi intención convertir mi blog en un vertedero de rencores, mentiras o bilis varias. Es cierto que es catárquico pero su vocación es mucho más empática que biográfica o vengativa.

Así que, descansad tranquilos los que os sintáis aludidos porque no hablo directamente de nadie que me importe de verdad, que si os veis u os encontráis, siempre seréis sólo vosotros porque, o bien lo escribo de modo que esté claro sólo para mí o, con mucha más frecuencia, os estáis equivocando. Descansad porque, paradójicamente, prácticamente ningún amigo personal lee mis desvaríos blogueros y el resto del mundo, no os conoce. Es más, muchas veces, yo tampoco.

Cuando quiero enviar un mensaje lo hago directamente y con dedicatoria. Aún así, insisto, me dejo alcanzar por la censura, básicamente para que me dejéis en paz a mí y no a la inversa. Es más, el único motivo es que yo tampoco tengo ganas de que algunos de vosotros os busquéis en mí (aunque os parezca imposible cuando alguien deja de importarme, no le dedico ni siquiera mala leche) porque si quisiera hablar de alguien lo tendría tan fácil como crear otro blog (cosa que hice en su día para evitar a ciertas personas que no me dejaban expresarme en libertad) rajando lo que tuviese a bien y, mal que os pese, cuando paso página, lo hago con todas las consecuencias y me niego a regodearme en mezquindades. Eso sí, yo puedo hacer ficción pero ni miento ni difamo.

Y con esta declaración de principios y finales, reitero: esto no es una carta abierta, es mi CASA, nadie está obligado a entrar ni mucho menos a leer. Si algo me caracteriza es mi honestidad, guste o no guste lo que opino, no voy a dejar de ser yo misma. Ni en la red, ni en la vida real. Ni como Ninfa, ni como ser humano.

No estoy aquí para dañaros pero nadie me ha puesto ni me pondrá jamás una mordaza. Si opto por obviar un tema que a alguien moleste lo hago, simple y llanamente, porque considero que es lo correcto. No porque me sienta presionada u obligada moralmente.

Y con esto cierro este dichoso capítulo. Hacedlo vosotros también.


jueves, marzo 24, 2011

Egocéntricas naderías

Ya ha vuelto el cielo de Galicia a su gris natural. Así es la vida, el gallego medio añora profundamente esta tierra, este color, esta vida... Y yo no tengo la menor idea de qué pinto aquí. Ni aquí ni en ningún lado pero con deciros que me he planteado largarme a Canadá o un sitio así, donde hay trabajos y hombres solos a barrer... Pero el frío me puede. Si fuese Australia y pudiese, os garantizo que me largaba, quiero comprobar que hay otros mundos, otras maneras de pensar y personas auténticas y con una visión más progresista de la vida y las mujeres.

Pero no hay caso, he de seguir aquí, de momento sin saber por qué pero tendré que descubrirlo. Me dice uno de mis lectores favoritos que quien me dejó ir no me merece. He oído eso tantas veces... del mismo que, en algún otro momento de mi vida, me dejó ir...

Siempre pienso en la frase de Rita Hayworth, que seguro ya he repetid: ella decía que los hombres se acostaban con Gilda y se despertaban... con ella. Salvando las distancias, yo pienso lo mismo: los hombres se acuestan con la Ninfa y se despiertan conmigo... pero es que mi Ninfa y yo somos inseparables y no saber apreciar la naturalidad y la vida normal y corriente de quien lleva mi nombre de pila, no deja de ser una falta de madurez.

Me he propuesto este año dejar de creer que todos son iguales, porque así siempre atraigo a los que son iguales... entre sí. Quiero tener fe en que me descubrirán, pero esta vez de verdad, sin relumbrones ni palabras bonitas. Quiero que me descubran en la cotidianeidad, en mi día a día, sin maquillar o vestida de princesa, gata sensual y pecadora o madre, inteligente en lo que lo soy y una completa petarda en lo que no... pero sin desilusionar. Y no ronco, pero seguro que algo malo haré que moleste al prójimo...

Manejo varios proyectos para poder ser independiente laboralmente. Rica no me haré pero a ver si logro que algo fructifique y me haga sentir tranquila. No siento necesidad de tener pareja y eso es bueno porque hacía mucho tiempo que no me pasaba. No quiero decir que si aparece mi alter ego miraré hacia otro lado pero no busco, ni echo de menos los mensajitos tiernos del principio que tan mal te hacen sentir cuando desaparecen, ni hacer planes románticos y sentir que se me sale el corazón por la boca. Me gusta donde está: en su sitio, es el primer paso para que yo encuentre el mío. Si me quedo sola es porque así había de ser, llevo mucho tiempo así, en realidad, no sé por qué me empeñaba en cambiar de status. Bueno, sí lo sé pero no me valen las medias tintas y las cosas no han ido por donde debían nunca, hasta ahora.

Intento -que no es fácil- crecer yo y cambiar yo. Es cierto que a estas edades no es tan sencillo pero procuro seguir aprendiendo, lo cual no impedirá que siga errando. El mundo no va a cambiar, la crisis no se va a arreglar así que, como cabeza de familia que soy, procuraré cambiar esa parte de mí que no me gusta y que, objetivamente, tampoco es tan estupenda. Eso sí, no penséis que os voy a contar cuáles son, que luego me tenéis tomada la medida...

La verdad es que soy una experta escribiendo naderías. A partir de mañana voy a escribir sobre temas de actualidad y dejarme de autorreflexión y chorradas. Será más ameno y ya tenemos todos una edad... ¿no?

Se aceptan sugerencias.

martes, marzo 22, 2011

¿Astenia o histenia primaveral?

Hay que ver lo puñetero que es el cuerpo humano, al menos el mío. Soy una mujer aparentemente sana, al margen de mi migraña que es el doble castigo a cualquier mal emocional que me aqueje. Ayer mismo, el simple hecho de tener que rememorar por encima las circunstancias de mi despido, tan vergonzosas, tan tristes, tan inimaginables para mí y para mucha otra gente, acabó con mis pocas fuerzas.

Me fui al gimnasio con cierto estado de ansiedad que combatí corriendo y quemando adrenalina pero llevo dos semanas sintiéndome débil, decaída, con dificultad para hacer mis ejercicios. No sé si es astenia primaveral pero me cuesta mucho dormir de noche, vivir de día y llevar adelante al ritmo que tenía (que es bastante fuerte) en mi entrenamiento.

En fin, que antes de acabar la actividad tuve que ir al baño a vomitar y marcharme a casa porque me siento mal, decaída. Soy un vampiro de energía negativa, me lo han dicho mil veces y lo he percibido un millón más pero me preocupa, no por mí, las madres no nos preocupamos por nuestra salud porque sea nuestra: es de nuestros hijos. Si yo no estoy bien, mis hijos no lo estarán tampoco, por eso temo a la enfermedad.

Hace unos meses me vi expuesta, sin saberlo y por pura fe en el género humano -hace falta ser gilipollas- a sufrir enfermedades evitables, alguna de ellas muy peligrosa, debidas, exclusivamente, a la ausencia de escrúpulos y responsabilidad de un individuo que se quiere tanto, que no siente la menor preocupación por el daño que pueda generar a los demás. Es sorprendente, de hecho, la cantidad de personas que me han hecho saber su mala opinión de él desde que dejamos de tener contacto. Y eso que yo me guardo muy mucho de abrir la boca pero no hace falta, ya lo dicen elloos todo.

Bueno, a mí lo que me preocupa es que parece que mi salud no está muy allá y no sé a qué se debe, disgustos al margen. Necesito hacer ejercicio por mi cabeza y mi cuerpo no me deja, el caso es llevar la contraria...

Al menos brilla el sol. Este domingo nos acercamos al mar, una de las pocas ventajas de vivir por estos pagos, y mis hijos hasta se bañaron en nuestras gélidas aguas... Ni que decir tiene que yo no me acerqué ni a la arena húmeda pero es cierto qeu el mar es sanador: la luz, el aire limpio, con sabor a mar, el cielo azul, qeu tanto escasea por aquí en invierno. Es relajante. Yo voy en verano sólo por esa sensación: la arena blanca y suave, la sensación de salud, de aire fresco. El agua está tan fría que sólo me arrimo cuando estoy definitivamente al borde de la deshidratación.

Aquí estoy contando nada: que conducir a 110 es una pesadilla, tardamos una hora en un recorrrido a la playa que nos llevaba 40 minutos, todos ahí, pisando huevos, por si aparecen los chicos de verde a hacer caja. No hago más que ver preciosas sandalias que espero poder comprar en las rebajas, que es cuando empieza el verano por aquí... o incluso después.

Echo de menos contaros cosas emocionantes pero mis emociones fuertes, hasta ahora, solían tener tintes negativos y no quiero que esa dinámica continúe. Así que estoy a la espera de que la vida mejore y de que quien prometió ayudarme cumpla sus promesas. Puede que no lo haga, es más que probable, pero yo le voy a dar el beneficio de la duda... Él siempre es duda.

Procuro abrir nuevos nichos laborales pero, aunque alguno dice que tengo todo el tiempo del mundo para encontrar trabajo, el hecho es que eso mismo les pasa a cuatro millones y medio de españolitos. En fin, con o sin ayuda siempre hemos salido adelante, en la incertidumbre, que hará que viva menos años pero alargará la vida de mis hijos.

Bueno, me he comprado una cosa energética con jalea real y no sé qué más para ponerme buena, espero estudiar esta semana y cambiar el sueño (obviamente, por la hora a la que estoy escribiendo no voy por buen camino pero me obligaré) y disfrutar de mi pequeña gran familia: de Hugo, que está hecho un campeón mejorando día a día sus notas sin ayuda de nadie, de Noa, que siempre las ha sacado buenas por pura responsabilidad y de Dharma, que es la gata-despertadora de toda la familia, uno por uno, además de mi compañera que ha logrado, con su amor incondicional, que mi cama deje de estar vacía sin meter hombres (o sucedáneos) dentro.

Mi cama es ahora un altar: loa escrupulosos sabrán que mi gatufa duerme al lado y así no querrán meterse en ella, mis hijos no verán más cantamañanas de ida y vuelta en casa y mi vida sexual la reservo para la vida exterior y las fiestas de guardar... en casa de él.

Os admiro por leerme, el insomnio hace que escriba una chorrada tras otra pero, qué sé yo, no sé hacer otra cosa.

A ver si mañana me inspiro y me pongo profunda o cachonda...

Casi mejor lo último.

jueves, marzo 17, 2011

Te echo tanto de menos

(Este post fue publicado el 19 de diciembre de 2006. Dedicado a Javi. Lamentablemente, nada ha cambiado)

Mimos. Necesito mimos. Después de dar mil vueltas pensando sobre qué postear me vuelvo donde siempre, al país de las sensaciones.

La verdad, con la armadura tan estupenda que tenía esta temporada, no sé a qué vienen estas ganas de que me achuchen todo el día, que me hagan regalitos y me digan que soy única en mi especie. ¡Qué fastidio de vulnerabilidad, narices!

No sé si es la puñetera Navidad _como no me tocan regalos ni nada pues ya se sabe, se pone una tonta perdida_ o que, después de todo, va a ser que soy un vulgar ser humano.

Echo de menos esos fines de semana que no se autodestruían en 24 horas en los que la pasión, muchos mimos (¡MIMOS,MIMOS, MIMOS... cómo me cuesta reconocer y usar esa palabra!), besos asexuados, besos completamente sexuales, baños en compañía y habitaciones cálidas de las que no salir eran todo lo que podía necesitar. Ese maravilloso sentimiento de no querer ni tener que estar en ningún otro lado. Sentirse plena, aunque fuese momentáneamente, sin temor a ser vista.

Echo de menos las risas cómplices, los almohadazos, los cachetes, ese punto adolescente que produce la fantástica estupidez transitoria que es el amor o similares (no soy una purista, si produce el efecto, me vale). Quiero volver a escuchar que soy la única con la que quieres hacer el amor, la más bella, la más sensual. Tampoco me importa si es mentira.

Tengo deseos de que vuelvas a acariciarme de arriba abajo, de abajo arriba, sin prisa, con dulzura, con delectación, para luego acabar volviéndonos locos, sudando y pidiéndote sin aliento que me uses _sin límites, sin tabúes_ como tu objeto sexual, tu más preciado objeto creado sólo para tu uso y disfrute.

Siento nostalgia de ese abrazo suave, de espaldas, tras el orgasmo. Que me tapes porque se me pone la piel de gallina. Que me digas lo bien que huelo. Sentir lo bien que hueles. Los dos a lo mismo, a sexo fresco con sentimiento.

Añoro acariciarte con calma de pies a cabeza, hacer de mi lengua, manos y de mis manos, lengua. Que te sientas pleno, que no desees ir a ninguna parte. Que suene el teléfono y lo ignores conmigo. Levantarnos para comer y volver a la cama para la siesta sin sueño.

Regarte con champagne como al mejor de los augurios y sentirme en el cielo sólo con tu aliento cerca. Deseo que te rías conmigo, que no me tengas miedo, no tenerte miedo, poder desnudarme de verdad y que tú lo hagas y nos quedemos ambos extasiados de nuestra ausencia de vergüenza. Que no me abrigue nada más que tu piel, que mi piel sedosa te parezca la única, que mis relaciones dejen de ser un holograma del sentimiento, de los cuerpos y las almas compartidas.

Quiero que me hagas sonreír en la puerta de una cafetería mirándome con admiración después de haberme pasado hora y media convirtiéndome en tu princesa. Y que no te importe que, a ratos, no sea más que una rana.

Echo de menos que me acaricies el pelo, la piel, los ojos, las cejas y hacerlo yo contigo sabiendo que hablamos de lo mismo. Que me malcríes para poder malcriarte. Que me hagas olvidar mi teoría de la autodefensa.

Que vuelvas a hacerme soñar despierta, como ahora, con un imposible.

Necesito que me acaricies el alma en lugar del cuerpo.

Pero... ¿A quién diablos le importa mi alma?

(Quería poner el vídeoclip oficial pero no parece existir...)

lunes, marzo 14, 2011

Insomnio destructor

¡Cómo me jode ser insomne! Los que os caéis redondos en la cama no lo entendéis pero a mí me mata de envidia veros apoyar la cabeza en la almohada y, al segundo, estar emitiendo ondas alfa.

Los insomnes somos unos grandes incomprendidos. Llevo dos horas (con todas las pastillas a mi alcance, al punto de que tengo acidez de estómago y no me atrevo a continuar por si... no despierto nunca más) tratando de que morfeo me tome en sus brazos -ahora mismo es tan mítico que alguien me tome en sus brazos en mi cama como el propio dios del sueño- y me envíe a la dulce inconsciencia, pero ni de coña.

Todo lo contrario: me ha dado tiempo a pensar en que aún no he pagado el alquiler del MES PASADO y de la vergüenza que me va a dar pedirles el recibo del MES PASADO para pagárselo de una puñetera vez... con su gas, su luz, su agua... Galicia Calidade. También en la cuenta corriente (por el modo en que corre el dinero), en que no me gusta mi cuarto y algún día iré a ikea y lo transformaré en sabe Dios qué, que me he fijado que mi cuarto está totalmente decorado por mujeres solas y mi inconsciente es un cabrón, y que he perdido las grabaciones de meditación para vaciar el cerebro de paranoias que tenía en el ordenador viejo. Una noche productiva, vaya que sí.

También me da tiempo a pensar en que, ya que tengo la fortuna de que nadie me ronque al lado, por qué coño no me quedo frita. Que cuando tenía algún roncador (porque todos, todos roncan)sufría pensando en algún momento de apnea prolongado que me permitiese echar una cabezadita. Una de las cosas que más consuelan cuando te la pegan es pensar en que los rugidos los tendrá que aguantar la otra que, tras pasar la etapa de fingir que no importa porque el amor (o la pasta) lo puede todo, acabará mudándose a otro cuarto para no tener que seguir sufriendo los gruñidos de la gárgola antilujuria y, de paso, saltarse los deberes.

Y ahora sí que estoy a punto de entrar en una crisis de mala h...leche porque se me ha borrado medio post y el blogspot éste cada día funciona peor. No me gusta reescribir nada, yo escribo del tirón, ya lo sabéis y se me ha ido al infierno la mitad del speech, con lo cual quedará descafeinado, lo cual no tiene el menor sentido en un post sobre la ausencia de sueño...¡Oh, My God!

Mi gata duerme la tía con la luz encendida, apagada y como sea. Eso sí, a las siete de la mañana está como un coronel besuqueándome, cosa que agradezco pero un pelín más tarde. Y, encima, empezaré el lunes de la peor manera: hecha un trapo, cuando me toca volver al gimnasaio en plan intensivo y continuar con la operación macizan girl de cara a semana santa y si no, pues al veranito...

Acompañado es más agradable no dormir aunque se cuentan con los dedos de las manos los que no se quedan muertos tras su petite morte, y valga la redundancia. Yo he conocido unos pocos y era una gozada pero... no abundan. Igual al principio sí pero ya, después, cabecean antes incluso de llegar el acto (bueno, esto los cuarentones, por eso los rehúyo en la medida de lo posible, aunque siempre hay alguna honrosa excepción).

En realidad, yo creo que si alguien como el cantante de Mclan, con su piel de viruela y todo me cantase lo que sigue, me quedaría seguro... ¡pero no a dormir!!!


lunes, marzo 07, 2011

Mis maravillosos locos bajitos

Hasta hoy nunca había hablado de ellos directamente. Son el epicentro de mi vida y todo lo que ocurre les afecta y me afecta pero siempre he sido celosa de su intimidad. Sin embargo, creo que es hora de que les otorgue el homenaje que se merecen -sin dar nombres, como siempre- no por ser mis hijos sino por las maravillosas criaturas que son.

La verdad que los últimos años he perdido mucha autoestima a nivel laboral. He pasado de ser una persona que en mucho tiempo no me echaban de ningún sitio a ir capeando el temporal del paro en el peor momento: separada y con dos niños, en su día, muy pequeñitos.

No suelo hablar de ellos porque me importa mucho mantenerlos al margen de la curiosidad exterior. Exponer mi corazón no me importa nada, es mío, hago con él lo que me da la gana, pero ellos no deciden lo que se cuenta o no sobre ellos, por esto, y porque me considero su escudo protector a ultranza, siempre los he mantenido al margen. Sin embargo, son dos personitas tan extraordinarias que creo que se merecen que presuma desde el anonimato de mi blog.

He de reconocer que durante mucho tiempo (y aún a día de hoy) han servido de excusa a más de uno para no apostar por mí. Entiendo y respeto que alguien no quiera convivir con hijos ajenos. Otra cosa es cuando se cambia de idea de un día para otro y sin previo aviso. De cualquier modo, en los últimos tiempos he descubierto que esto me importa un carajo.

Yo siempre he vivido sola. Habitaba en soledad en una familia de ocho personas totalmente desestructurada, conviví en un matrimonio de ficción -aunque nos llevábamos bien- en el que, más que una pareja, éramos dos hermanos y esto provocó en mí una frustración tal como mujer (que, además, por respeto a mi entonces marido, no podía compartir con nadie), que en mi vida ideal de mentira también zozobraba sola y en silencio. Tras la separación no he vuelto a convivir con ningún hombre. Porque no he querido en casi todos los casos y porque la relación se frustró antes de pensar en ello, en otros.

Y ellos son los que logran que cada día no me sienta sola. Me ha costado aprender a apreciarlo, a no buscar el amor fuera, a no desear una pareja para sentirme completa, a disfrutar de las cosas que hago con mis niños. Pero ahora, que son casi dos chicos, con sus maduros nueve y diez años, disfruto cada día más su presencia y sobre todo, su inteligencia, creatividad y energía positiva.

Se llevan poco más de un año y son totalmente diferentes: ella es reservada, muy responsable, perspicaz, demasiado madura para su edad, discreta, sentimental, extremadamente sensible y celosa. Él es extrovertido, con poca tolerancia a las críticas, ocurrente, vital, vago en los estudios aunque muy inteligente también como su hermana y un auténtico fanático de los deportes (como su difunto abuelo, al que nunca conoció). Muy cariñosos los dos. Muy bien educados los dos.

Quizá es de lo único que no dudo que pueda estar orgullosa, especialmente viendo las bestias pardas que otros tienen por hijos. Los míos son modélicos: se duchan solos hace al menos dos años, jamás rompen nada, no me han formado una pataleta infantil fuera de casa jamás en su vida, saben estar donde se les lleve y conocen muy bien el límite entre el cariño y el respeto que nos debemos mutuamente.

Es por esto que hoy debía hablar de mis pequeños roedores, porque además de bellos por fuera lo son, y mucho, por dentro. Aceptan a la perfección los inconvenientes de una economía permanentemente depauperada, jamás piden nada y lo agradecen todo. Generosos en sentimientos con su padre, al que casi no ven, y sus medias hermanas, a las que tratan con gran cariño, no guardan rencor a las diferencias que, ahora sí porque son mayorcitos, perciben que se hace con ellos. Se sienten a cubierto en casa, no es fácil hacer daño a quien es bienamado.

Por esto y por muchísimas cosas que me dejo en el tintero, quiero contar que les quiero, que son los únicos que nunca me han abandonado y no me abandonarán ni cuando se vayan, que estoy orgullosa del trabajo que he hecho con ellos, de su propia naturaleza y de ser su madre.

Como cualquier madre pero, objetivamente en mi caso, con muchísima razón.

Os amo, pequeños roedores.


viernes, marzo 04, 2011

Menos correr, patalear y poneos a currar

Vengo a escribir, como casi siempre, sin tener la menor idea de lo que voy a contar. Lo mío nunca ha sido planificar textos, me va más la escritura automática.

Me encuentro en un período de cambio. De momento no puedo decir que para bien -aunque tampoco para mal-. Me he sentido más defraudada, si era posible, por alguien que reconozco que jamás me hubiese imaginado que llegase tan lejos a la hora de quitarme de en medio y de un modo tan feo. En fin, obviamente tiene sus miedos, lícitos o no, y yo estaba en sus manos económicamente hablando. A veces hay personas con las que la amistad después del desamor (pasado el previo luto) es posible y otras que reniegan de cualquier pasado o presente, a saber por qué. En realidad, ya no tiene la menor importancia, salvo para mi situación laboral y la pena de sentirme rechazada (mis hijos y yo) como ser humano.

De todos modos, no hay mal que por bien no venga. Con la muerte del amor, se va el sufrimiento, lo malo es tener que cambiarlo por la incertidumbre laboral. La verdad es que el puñetero amor está sobrevalorado: yo creo que estar bien, tener buen sexo y no pillarse demasiado sale más a cuenta. La intensidad acaba revirtiéndose siempre, al menos en mi caso, así que prefiero que las cosas sean más sosegadas y no apostar tanto. Los hombres lo hacen constantemente y son más felices que nosotras, es un hecho.

Por lo demás, busco nuevas salidas laborales. Estoy tratando de aprender, con ayuda de buenos amigos, nuevas vertientes de mi profesión, adaptadas a los nuevos tiempos. Busco infatigablemente y le cuento hasta el cartero que quiero trabajo pero, en estos tiempos... lo más que pueden hacer es darte una palmadita en la espalda.

Sigo disfrutando de mis pequeños roedores, me he dado cuenta, hace tiempo ya, que mi vida discurrirá junto a ellos mientras permanezcan a mi lado y, por lo demás, he de ir por libre. Conozco gente nueva, alguna de ella muy interesante pero con cautela, me han golpeado duro dos veces seguidas y, en el segundo caso, con premeditación y alevosía porque conocía mi debilidad y eso no sólo no le detuvo sino que es más que probable que fuese un estímulo. Así pues, ahora voy tranquilita, con mi escudo, pero con los ojos abiertos por si es verdad que no todos son iguales. Eso sí, no busco, estoy centrada en encontrar laburo y paz interior. No miro atrás, no hay nada que merezca la pena recordar.

Huyo del Telediario porque es una fuente de vibraciones negativas que no me puedo permitir. Me da casi risa que en este país nos suban los impuestos de consumos básicos, nos bajen la velocidad en autopista para hacer caja y ahí estemos, tan tranquilos, calladitos. El euribor (que gracias a mi mentalidad europea a mí me la sopla porque no tengo la menor intención de hipotecarme never again) sube a lo bestia y ZP y el plasta de Rubalcaba -cuántos años viendo el mismo careto: primero con Felipito, el presidente de Exteriores y ahora con el tonto del pueblo- nos tratan como si fuésemos niños pequeños y no tuviésemos derecho ni a protestar.

Todo sea por crear grandes medidas para fomentar el empleo y salir de la crisis... es alucinante. Como me dijo recientemente alguien que no sabe lo que es el paro ni la necesidad (no en vano es un hijo de papá al que nunca le faltó de nada y le va estupendamente en lo suyo porque a río revuelto ganancia de pescadores), a dejarse de pataleos y a buscar trabajo, hombre, que somos unos quejicas de mierda.

Pues eso, somos todos unos vagos, que a currar y a dejarse de quemarse con eso de que no hay trabajo. Será que no buscamos, leñe, que tenemos todo el tiempo del mundo para hundirnos.

Di que sí, vivan los grandes consejos