jueves, marzo 31, 2011

Un príncipe o un dentista

Qué complicado es pensar en cosas graciosas, cambiar el chip y hacer una entrada entretenida y amable cuando llevas prácticamente cinco días metida en cama por culpa de una infección molar.

Eso por no hablar del presupuesto que me ha hecho la dentista... 500 euros por salvar la pieza. Estoy pensando seriamente en arracármela porque, si a eso le sumamos que se me han roto las gafas y lo más barato que he conseguido son 275 euros de precio (habida cuenta de que uso lentillas y tengo todas las dioptrías del mundo), no tengo la menor idea de dónde voy a sacar para una cosa y la otra. Es más, ni lo pienso, lo dejo en las manos del Creador... o de quién sea. Se aceptan donativos.

Por otra parte, tengo una visita muy especial este viernes. Procede de ultramar, de Brasil, para ser más exactos, y hace dos largos años que no nos vemos. En aquella ocasión, fue Madrid el punto de encuentro. Mañana, Galicia parece que quiere portarse y recibirle con casi tan buen tiempo como otrora en la capital de mis amores. No es fácil ser amigos en la distancia, mucho menos con tanto tiempo por medio pero lo hemos logrado y con doble mérito: somos de diferente sexo, sanos y jóvenes y con eso y con todo, somos amigos.

C. es peculiar, la misma noche que me conoció personalmente ya se enfadó conmigo (es curioso, esto me ha pasado ya más de una vez con grandes amigos cuando apenas nos conocíamos: por algún motivo que no me explico se muestran celosos y/o susceptibles) pero, por suerte, tuvimos oportunidad de tratarnos más y me retiró la etiqueta de niña mona y listilla. Más difícil es seguir al día de la vida uno del otro a través de la red, porque lo normal es hablar un poco y luego ya, con los meses, ir dejándolo. Pero no, aún nos peleamos también por la red.

Es un chico verdaderamente especial, capaz de llamarme por teléfono desde el otro lado del océano para decirme que, para él, soy una mujer completa, con todo lo que se puede desear en una pareja y en un ser humano. Aunque no sea verdad, cuando te han pisoteado el alma o, simplemente, las cosas no van bien, un gesto así ayuda a -por enésima vez- levantarse. Llevamos meses esperando el reencuentro y pensando qué pinta tendré el día que llegue porque llevo una semana con la cara hinchada y, aunque sólo somos amigos, una es coqueta hasta en el hospital. En cualquier caso, rezo para que el dolor haya terminado y pueda disfrutar de este corto reencuentro.

También se acerca el final de un ciclo. Tengo proyectos para ser libre laboral y económicamente formándome en los próximos meses. Aunque no dispongo de demasiados recursos (y menos que voy a disponer en muy breve) habrá que intentarlo como se pueda. Ahí reside la importancia de conservar buenas amigas que se buscan estupendas parejas que están dispuestas a ayudar aún cuando te conozcan de unas horas. Mi Madrid me espera en quince días. Iré a darle un achuchón largo a la Latina (de los míos, de 14.00 a 02.00 horas de fiesta sin interrupción...), a los buenos amigos que están por allí, a ponerme al día para volver a entrar con fuerza en las nuevas tendencias de mi profesión y a llenar mis pulmones de ese aire contaminado que a mí me tiene enamorada. Soy un perro verde, lo sé, pero eso forma de mi dudoso encanto.

Quería hacer un post sobre cosas cotidianas de esas a las que siempre les encuentro yo gracia pero, claro, si te pasas cinco días metida en casa y lo más que ves es los prados verdes que la rodean a través del ventanal pues, claro, ni cotidianeidad ni nada. Bueno, mi gata está todo el día tratando de atrapar las gotas de lluvia que se deslizan por la ventana o besuqueándome cuando estoy acostada, dando brincos de atleta o atrapando ratones de pega por la casa. Menos mal que está porque, hasta que llegan los peques es mi compañera en la salud y en la enfermedad. Lo más parecido a una buena pareja... ¡Si hasta dormimos juntas y todo! No es exactamente lo que había imaginado en mi pasado, (especialmente después de las pesadillas que he tenido esta noche de las cuales ni quiero acordarme) pero está claro que, a veces, no hay como estar uno solo llevándose bien...

Os dejo, me esperan los niños en el cole, los antibióticos y los calmantes. A ver si el fin de semana rompo la racha de momentos apasionantes como éste, yo que soy tan guapa y tan lista, yo, que me merezco un príncipe...

¡¡O un dentista!!!!

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