domingo, noviembre 27, 2011

Diciembre de crisis

Y llega diciembre... con todo lo que eso supone. A mí me salva que, en mi familia, la Navidad no se vive. O sea, ni grandes cenas ni comilonas ni regalos ni nada de nada. Me salva y me condena, claro, porque la única que hace regalos a los pequeños roedores soy yo... y no tengo un duro.

La bola de nieve de la tarjeta de crédito y el fantasma de la amenaza de la suspensión de la pensión alimentica de mis hijos hace que los números rojos campen por sus fueros en esta nuestra casita de papel. Lo que más me fastidia son los niños porque es el primer año que saben que la magia no existe y lo van a descubrir cuando menos dinero tenemos... Así que ni sé qué voy a regalarles ni cómo.

Para más inri, es el cumpleaños de mi hijo y si se celebró el de su hermana, él no va a ser menos, habida cuenta que el año pasado ya no tuvo fiesta. Así que, recordando toda la infancia, juventud y el resto de mi vida en que mis aniversarios han pasado desapercibidos, no privaré de esa ilusión a mis peques, tan maduros ellos que no pedirán grandes cosas por Reyes, a la espera de que entonces (¡Pobres!) yo tenga algo más de dinero para regalarles porque con la generosidad de su padre no cuentan hace mucho.

Me paso el día en infojobs apuntándome ya a cualquier cosa: dependienta, comercial y lo que sea en que puedan aceptarme... Pero no es tan simple. Es triste creer que tienes un potencial intelectual y que no vale para nada pero mi prioridad es ingresar dinero en cuenta, criar a mis vástagos y que el potencial de ellos salga adelante. No sé qué he hecho mal pero a mí no me toca realizarme en ese aspecto, así que si acabo de cajera del Carrefour, pues mira, qué le vamos a hacer. Es lo que tiene la crisis: democratiza la caída a los infiernos.

Otro sábado más me lo paso encerrada en casa a cal y canto. No tengo con quién salir y tampoco lo busco. Entre mi situación económica (por llamarla de algún modo) y la apatía existencial, tengo ganas de tener otro gato que complete el círculo de mi soledad ya elegida.

Quizá si la programación televisiva fuese menos infame, no echaría tanto de menos algo de compañía. O sí, para qué engañarnos, aunque mi última pareja se quedaba dormida mientras le hablabas (al menos conmigo). En cualquier caso, he asumido mi soledad, no me entristece. No me parece lo ideal pero es mi forma de vida actual. De todos modos, ya lo sabemos: cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana...

Estoy cansada, la verdad. No estoy deprimida, o sí, pero ya no me doy cuenta. Estoy aburrida y desmotiva. Agotada de pelearme con los números, de pensar que siempre estamos al borde del abismo y que no sé qué futuro les daré a mis hijos. Supongo que como millones de españoles, lo que pasa es que yo llevo más tiempo en esta guerra.

Me haría bien distraerme, sentirme útil, volver a sentirme bella...

Pero no tengo ganas...

sábado, noviembre 19, 2011

Bichos raros

Hasta hace poco tenía muchas ganas de recuperar mi vida social en Galicia. Ya no.

Tras la debacle económica -más vale decir, ruina total u holocausto monetario- que sufre nuestra pequeña gran familia, se me han quitado las ganas de poner un pie en la calle. A esta actitud colaboran activamente varios factores: la llegada del invierno y las grandes lluvias, no conocer ni al tato y no tener un céntimo.

Visto mi status (formamos parte de esos núcleos que se encuentran en el umbral de la pobreza aunque mi capacidad de escarbar la tierra hace que mis hijos, por ahora, sigan siendo niños protegidos y con una vida normal) es lo mejor y, ciertamente, me he vuelto casera de un modo casi insano pero me da lo mismo. Con la excepción de los cuatro amigos a los que les importo (léase, mi querida primísima, Sonia, la reina del estilismo, Inesita, la incombustible hermana mayor y Luis, ése que está siempre como quien no está) nadie es capaz de moverme de casa.

Eso sí, he vuelto a transitar por la red, con la esperanza de hallar una conversación inteligente sin moverme del sofá, alguien que me produzca curiosidad o me despierte de esta oscuridad intelectual. En algún momento aparece alguien... pero la red está tan enferma como la sociedad exterior. A la tercera charla, se transforman en bichos raros, con historias emocionales retorcidas, ex que montan en cólera porque estoy en el facebook (¡¡cuando ni he tomado un café con el ínclito ni estoy todavía emocionalmente disponible!!) y yo, que ya he sufrido lo mío con inválidos emocionales, salgo huyendo antes de que me salpiquen más inseguros o inestables que no saben organizar su vida personal. Y sólo busco conversación... Menos mal que el amor y hasta las aventuras las tengo aparcadas...¡Señor, cómo está el patio!

Y eso que tengo más éxito que la Coca-cola en los portales de marras, a pesar de haber puesto un perfil cuasi borde. Pero les da igual, todo el mundo tiene el ego por las nubes o no lee. He dicho que el físico me importa, que la estatura importa, que no quiero rollos, que no me contacten tíos mayores y que soy exigente. Es igual, me hacen la ola. Es un reto. Igualmente, me escriben feos, bajitos, viejos, demasiado jóvenes. Que les importa un bledo mi opinión, vamos.

Luego conversas y, a veces, parece que das con hombres de verdad. Hasta que surge algo que les toca el ego o les llama su ex novia y dice que tú eres una zorra (una tía que no te conoce de nada, claro).  De repente, ya no puedes tener una conversación, independientemente de que ni te planteas una relación ni nada, de que tomar un refresco con alguien culto es más que suficiente, es edificante y si surge la chispa bien, porque me encuentro preparada pero tampoco necesitada. Y si no surge, estupendo también, porque llevo tiempo sin ella y me siento cómoda con mis hijos, mi gata y conmigo misma.

Me pregunto si queda ya algún hombre equilibrado. Los que no son unos golfos, son peleles con mujeres que les hacen daño y les gusta, los que son buenos, están pillados, claro. Ni siquiera la amistad es viable porque yo no busco pareja hace tiempo. Es como si encontrar mentes estables fuese utópico y sólo la fachada de una cara bonita les atrajese.

Estamos todos muy enfermos, creo yo. Debe ser la soledad extrema de los que viven en compañía de personas destructivas.

Por eso he aprendido a estar a bien conmigo. Ya lo decía mi padre.

 No hay como estar uno solo, llevándose bien.

miércoles, septiembre 14, 2011

El tiempo es oro... menos en Galicia, que es húmedo y lluvioso

Lo de los medios de comunicación con el tiempo en Galicia es de Juzgado de Guardia, muy especialmente la Televisión. Mira que hay pocas personas que despotriquen más que yo contra el clima de nuestra verde y fermosa comunidad autónoma pero es que hay cosas que dan ganas de partirle la cara a más de uno. En el plazo de tres días, yo he sentido ganas de partir la cara dos veces. Dos.

La primera, el lunes. Telediario, no me acuerdo del canal (casi mejor). Imagen abriendo el informativo "Llega el otoño": plano lluvioso, ropa invernal y gente con paraguas. Subtítulo: "Santiago de Compostela, esta mañana". Siguiente plano: playa maravillosa, sol y gente en bañador. "Mallorca, esta mañana".

En ese momento estaba yo en mi casa, en SANTIAGO DE COMPOSTELA, por la noche, con un pijama de verano (aprovecho para comentar que muy sexy, de topitos, pantalón corto y tiras), ventanas abiertas y temperatura del salón, 24 grados, después de ver una excepcional puesta de sol, promesa de un siguiente día de calor de justicia, una luna llena preciosa y de pasar una tarde de calor de la leche. Sí, amaneció brumoso, pero a la hora de comer ya lucía un sol radiante, todos íbamos en ropa de verano y eso se les olvidó comentarlo en el programa de marras. Primer mosqueo. Pero no queda la cosa ahí.

Hoy, abre el informativo de mediodía de Telecinco (esta vez ya me fijé porque clama al cielo) y el presentador anuncia sin despeinarse: "Nuevo accidente de carretera provocado por el mal tiempo y, esta vez, no ha sido, COMO ES HABITUAL, EN GALICIA, sino en el País Vasco". Luego sale el paisano diciendo que todos los meses hay siniestros en esa curva, aunque esté a cientos de kilómetros de nuestros célticos caminos. TÓCATE LOS...

Pero vamos a ver, señores, por partes: primero, la noticia no es en Galicia... ¿Por qué la citan para algo negativo siempre? Segundo, en toda la cornisa cantábrica el tiempo es cien veces peor que en aquí y nunca se matiza. Ante la duda, nos ponen lluvias, llueva o no. La cornisa cantábrica es Asturias, Cantabria, País Vasco y la costa de Lugo, una mínima parte de Galicia donde SÍ, tienen el mismo mal clima que en esa parte norte.

En toda esa zona hay poquísimas horas de sol, está cubierto casi todo el invierno y hace mucho más frío. Nada que ver con el resto de Galicia, señores. En la provincia de Pontevedra las temperaturas son muy buenas, en Ourense llueve poco y hace muchísimo calor en verano. Se perjudica gravemente al turismo con este tipo de comentarios que hacen creer que en esta tierra el mal tiempo es norma. Además, es mentira.

Por no hablar de que pagamos el seguro de coche más caro del país por la supuesta siniestralidad que nos acompaña debido a cuestiones climáticas. Me pregunto a quién le interesa todo esto pero me pone de mal humor ver la predicción y que, cuando hace buen tiempo y en toda España hace una temporada de perros, ni se cite que nosotros estamos en la playa.

Hablar del tiempo es lo más prosaico del mundo. Sin embargo, en este caso, supone un perjuicio económico gravísimo y un agravio comparativo con respecto al trato que reciben informativamente otras comunidades.

Me molesta, nos molesta. Es una información sesgada, manipulada y vergonzosamente no contrastada. Sólo eso va contra todos los principios del periodismo más elemental.
 
Y a mí, como periodista y como gallega, me pone de muy mala uva.

Ea, ya lo he dicho.

(Esta canción me pone triste pero es preciosa. Como Galicia y la lluvia)

miércoles, agosto 24, 2011

El derecho al pataleo

Hoy han rechazado mi candidatura número... ¿mil? para una empresa de comunicación. Poseo una extensa experiencia, una probada profesionalidad, un indudable y muy inusual talento tanto para comunicar como para escribir. Tengo oficio, años y años de oficio en prensa, radio, comunicación corporativa y hasta ventas. Y todo eso no vale para nada.

Y no vale para nada por varios motivos: en primer lugar, porque mi perfil es demasiado "senior". Cuando empecé en el periodismo, el problema era que tenía poca experiencia, ahora es demasiada. Para hacerme un hueco en la profesión trabajaba hasta 15 horas diarias, hacía mi trabajo y el de los demás, dirigía mi propia sección de Nacional e Internacional, escribía para un suplemento dominical y también lo coordinaba, hacía de criada para mis compañeros que se tomaban la vida con muuucha tranquilidad y tenían sus puestos estables, luchaba con uñas y dientes por demostrar que, además de ser mujer e inexperta, era una luchadora y me sobraba talento. Me costó casi la salud pero los convencí. Mi compañeros me llamaban "la máquina".

Estuve en Madrid, me reinventé, aprendí nuevas tecnologías, nuevos trabajos, organicé eventos, trabajé como relaciones públicas, en comunicación corporativa, aprendí, aprendí, crecí. Y llegó la crisis.

Ahora buscan niñas muy jóvenes a las que contratar como becarias, que sepan poco y a las que poder pagar 800 euros. De poco vale que yo, con dos hijos y divorciada, esté dispuesta a trabajar on line también por esa miseria a pesar de mi deslumbrante currícullum. Al parecer, nadie quiere un comunity manager que sepa escribir más de tres frases seguidas. En el mundo de Twitter o facebook cualquiera puede escribir pero saber hacerlo casi está mal visto. Y soy una firme defensora de la democratización de la comunicación pero no de que eso signifique que la profesionalidad juegue en contra.

La gente me dice que escriba un libro como si eso fuese la panacea que mañana me convertirá en millonaria como a la autora de Harry Potter. Pero es que yo, como cinco millones de personas de este país, necesito dinero y trabajo aquí y ahora. Y lo único que yo hago bien de verdad es escribir. Ciertamente, escribo bien demasiadas palabras, muchas más de las que caben en un tweet, pero eso también puedo hacerlo, poseo una gran capacidad de síntesis. Y una necesidad aún mayor de ser valorada por mi talento y mi experiencia.

Estoy cabreada y triste por ser una profesional y tener años de experiencia.

Es lo que se llama el derecho al pataleo. Lo único que me queda.

Demasiado largo, claro.






miércoles, agosto 03, 2011

Espíritu de gourmet

Si al final tengo siempre que aclararlo todo. Me ha escrito una amiga muy amiga preocupada, ella, como siempre, por mí y por mi imagen. Pocos saben que cuando escribo, escribo, no trato de contar mi vida, no pretendo ser autobiográfica, aunque muchas veces lo sea pero no es el propósito de este blog. Pero, en fin, para los que, al parecer, se sienten aludidos una y otra vez y para los que creen que yo intento enviar dardos envenenados a diestro y siniestro, vaya por delante este post:

Mi texto anterior es de Ninfa, mi personaje, mi otro yo, una parte importante de mí, mitad real, mitad etérea, mitad personaje, mitad impulso, mitad mujer, mitad fantasía. Mi ente liberador, que me da alas, que me salva de mí misma cuando las cosas se ponen feas y tiene vida propia a veces. Una vida propia que no tiene por qué tener lugar en el mundo que todos conocen. Puede ser en el real, en el onírico o en la más pura fantasía. Que tenga la cualidad de hacer que todo lo que hace y dice cobre visos de realidad es sólo un don: le llaman literatura.

En el post en que Ninfa se hace pecadora y sale la Diana que hay en ella no hay despecho como dice mi amiga. No está dirigido a mi último fracaso aunque sea cuarentón y algo fofo, ni al anterior, que no es cuarentón pero no tiene los abdominales planos. I., mi amiga dice que estarán ellos muy contentos porque yo estoy despechada. No, reina, no.

Lo que recordó la amazona es que a ella siempre le han gustado los hombres guapos y jóvenes y tiene la suerte de que los atrae como moscas. Que si ha salido alguna vez con hombres de más edad no es porque le hayan atraído físicamente a primera vista sino porque, en busca de la estabilidad y siguiendo consejos de sus amigas, probó a salir con otro tipo de hombre, bajando el listón: mayor, que se suponía que podría buscar una relación, que sabría lo que querría aunque su atractivo fuese menor.

Cuando conocí a C., por ejemplo, físicamente no me dijo nada. No me gustan los hombres que visten de señores, con el pelo blanco, que no hacen deporte y que usan gafas. No me gustan los señores. No me gustó nada más verle. Me pareció un señor agradable que, con el trato, puesto que era culto y parecía amable, podría llegar a gustarme. O no. Simplemente, había decidido darle oportunidades a hombres mayores para ver si conocía a alguien maduro aunque no me gustase tanto físicamente, aunque hubiese que sacrificar la atracción y el morbo en pro de una relación estable.

La primera vez que tuvimos relaciones, no ardía de deseo; se trataba de probar a ver si me encontraba a gusto aunque las feromonas no me estuviesen matando y el sexo no fuese tan fantástico como con un hombre joven, dispuesto a experimentar, sin vicios y costumbres de hombre casado.

Y así fue. Poco a poco. Pero es un hecho que, si no hubiese deseado una relación estable que creía no podía tener con alguien más joven, si no hubiese seguido consejos "bien intencionados" de "búscate uno mayor", jamás hubiese salido con ese hombre.

Visto que, por el hecho de tener más edad, no sólo no son más maduros sino que más bien todo lo contrario, no veo ningún motivo para no volver a disfrutar de la pasión plena con hombres bellos que no doblan la ropa antes de hacerte el amor y te llevan en volandas a la cama. Visto que sigo siendo una mujer atractiva, que puede tener al hombre que quiera, pues elijo tener al hombre que quiero, aunque sólo lo quiera para pasar un buen rato.

Pero no, no hay despecho, no tengo nada por lo que estar despechada. Yo no amo a ningún ex, no les envidio sus miserables vidas. Si vienen a leer aquí, los que no están muy bien son ellos. Hace siglos que rompí con el último, si he llegado a odiarle ha sido por su ruindad en temas materiales y por haberme tratado mal gratuitamente. Pero no tengo nada que recordar o desear de él ni de nadie del pasado. Cualquier hombre que haya estado conmigo sabe que puedo tener a quien quiera. Al menos, en la cama. El amor es otro cantar pero ni lo estoy buscando ni estamos hablando de eso.

Y para los que dicen que pensaban que Ninfa era más que eso... ¿Aún vivimos en el mundo en el que una mujer libre disfrute es algo feo y sucio? ¿Aún pensamos que una mujer pasional elija no dormir sola es de...

Putas...?

Regalos para la Ninfa cazadora

Salió tarde. La fiesta más monumental de año. Llevaba años rehuyéndola, ya las multitudes no le hacen la misma gracia. Pero ese día las alas mandaban y la sacaron en volandas a pesar del terrible atasco, la pereza, los miles y miles de personas deambulando en busca de diversión en el Día Grande de la ciudad.

Se perdió entre ellos sin expectativas, sin buscar nada. Sólo dejar de golpearse las alas contra las paredes, aletear fuera un poco,desplegarse en su esplendor, sin pudores, como antaño.

La llevaron a un local conocido, amable por su música, por las grandes noches compartidas con amigas, con amantes, con amores... Entró sin ver, derecha a la barra, tenía sed. Una copa, un sorbo y media vuelta. Y ya no pudo ver nada más. La larga melena negra de mataora, los labios rojos, su legendaria mirada pícara y ardiente y la llegada de Diana tomaron el mando al descubrir aquella deslumbrante y perfecta sonrisa, adornada por unas facciones perfectas y unos ojos verdes brillantes como esmeraldas.

La amazona visualizó las cualidades de su presa perfecta: máximo 30 años, cuerpo perfectamente modelado por el deporte, bellísimo, educado y elegante. Una pieza irresistible. Un hombre en plenitud que tampoco podía apartar la vista de la Ninfa. La suerte estaba echada.

"No sigas mirándome así, ¿No ves que se me cae la baba?", espetó la Ninfa pecadora, aprovechando que un sorbo de la copa se escurría por su barbilla. Y la noche se acabó. O empezó. Pocos pueden decir que no cuando ella toma las riendas y se muestra en todo su esplendor.

Una noche y una mañana perfecta para una criatura de la naturaleza que ha recordado que, como buena náyade, no tiene necesidad alguna de permitir que su cuerpo sea ensuciado por hombres ya decadentes, algo fofos, creyendo que va a hallar madurez donde sólo hay inseguridad y egocentrismo.

Probablemente esos mismos defectos estén en hombres más jóvenes pero... son más bellos, sus cuerpos son perfectos, sus abdominales planos, su capacidad sexual acorde con las necesidades de una hembra en plenitud, son dulces, elegantes, saben apreciar a una mujer de verdad, son atentos, imaginativos y pueden repetir...

¿Para qué conformarse con los cuarentones? Esos, las Ninfas los dejan para las que buscan solucionarse la vida con hombres grises, como mujeres del montón, que tengan la casita recogida para recibir regalitos y les hagan sentirse seguros, con su aspecto gris, su sexo gris y sus abdominales... blandos.

Como su cerebro.

viernes, julio 22, 2011

Seriemanía

Me he convertido en una yonky de las series. Me ofrecen continuidad, me evaden de mi realidad diaria -tan monótona, tan hueca- y es como una cita diaria con el entretenimiento. Ahora mismo estoy atrapada por Anatomía de Grey, que no vi en su día, y que repiten en varios canales en diferentes temporadas sin ton ni son. Así que os podéis imaginar el estrés de estar saltando de un canal a otro viendo la tercera temporada, la sexta a las cinco de la mañana (por obra y gracia del insomnio) y las ocho de la tarde, la séptima. En Divinity repiten los capítulos con una compulsión que me está volviendo loca y en Cosmo, más de lo mismo. En fin, cuando me encuentro un episodio que no he visto la emoción me embarga hasta extremos ridículos.

Esta serie me pone porque están todo el día trabajando como locos. Como estoy en el paro, los niños se han ido de vacaciones, no tengo casi nadie con quien salir, el verano ha salido rana y no hace calor suficiente para ir a la playa y estoy deprimida por todo lo dicho, ver a esa gente currando sin parar me da envidia. Y ligando sin parar también me da envidia a pesar de que, en este momento, estoy rechazando toda clase de propuestas masculinas. No tengo el cuerpo ni el alma para ruidos. Sólo uno me hace gracia y está peor que yo. Creo sinceramente que necesita una dosis de ternura para recuperar la fe y el amor por sí mismo y a mí me la produce pero, ya ves, para uno que me comería... me da que no se deja. Le asusta la Ninfa. Es demasiado traviesa, la verdad, y es posible que le gusten más modositas. De todos modos, la Ninfa es ruidosa pero también dulce. Es algo complicado hasta para ella. En fin, la he castigado con pena de arresto unos días. Ya sabes J. tú no te asustes, en directo se comporta. Aunque insiste en que resucitar un ratito te haría bien ;-)

Otra serie que me encanta es Los Tudor, a pesar de su ausencia de rigor histórico. La historia me apasiona, leo todas las novelas de este tipo, que son menos de las que quisiera porque ni hay tantas bien escritas ni tengo mucho dinero extra. El caso es que al amigo Enrique VIII lo conozco bien y a todas sus mujeres también, casi como si hubiesen vivido hace poco.

Lo más curioso de esta serie es que, con la excepción de Catalina de Aragón, la pobre, que sale poco agraciada, todas son guapísimas y están cambiadísimas. Y Enrique está macicísimo por lo menos hasta Catalina Howard que es por donde vamos. Con sus dos primeras mujeres aún era joven y atractivo pero a partir de Jane Seymour (que en la serie es una rubia cachondísima cuando en la realidad era una chica regordeta y sumisa, que gustaba al rey por su carácter dulce y porque se murió rápido pero no se parece nada a la belleza explosiva que sale en la tele) ya la gota le daba problemas y empezó a engordar seriamente.

Cuando llega Anne de Cléves -que elígió engañado por un retrato retocado que no reflejaba un rostro feo picado por la viruela, una mujer alta, gruesa y tosca, que apenas hablaba inglés, mayor de lo que le habían dicho- sale una chica monísima que uno no se explica, si no conoce la historia, por qué al rey le da tanto repelús y es incapaz de consumar el matrimonio con una mujer que le espanta y a la que acaba repudiando.

Catalina Howard, es prima de Ana Bolena y nadie se acuerda de citarlo, era morena, ahí sale una chica flaca rubia, el rey está cojo pero sigue estando buenísimo (ni envejece, ni la gota le hace más repugnante, cuando en esta etapa la cintura de Enrique VIII era de 1.35 cms), tiene 50 años, el actor tendrá 30 y está que yo no veo la hora de hacer el casting para ser la siguiente... No sé. Me queda sólo una esposa y pocos años de vida. Casi me alegro que no hayan deformado al protanista, porque estoy en un momento en que sólo me deleito con la tele pero para hacer una serie con tanto presupuesto... deberían ser un pelín más rigurosos.

Bueno, yo la critico pero no me pierdo un capítulo, como veis. Menos Águila Roja, que ni es histórica ni nada y me pone del hígado, las historias de época me van. el medievo me interesa especialmente. Eso sí, si a vosotros también os gusta la historia, un consejito: divertíos con la tele pero para saber algo, no queda otra que leer.

Afortunadamente.
´

sábado, julio 09, 2011

Matar a una Ninfa

Llevo semanas intentando sacarla de ahí pero ni sé cómo ni me escucha. Cierto es que no tengo grandes cosas que decirle: por una parte, ni yo misma me las creo y, por la otra, no se me ocurre ya nada. Se ha metido dentro de sí misma hasta extremos desconocidos incluso para ella. No sale de casa, no hay estímulo exterior que la saque de la apatía, de esa amarga desilusión vital.

¿Cómo se puede hacer soñar a quien lo ha visto todo, a quien a creído tenerlo todo y se le ha deslizado como arena entre los dedos? ¿Qué apósito se le pone a una herida causada a un corazón abierto de par en par que ha sido apaleado, ninguneado, maltratado y expuesto al escarnio con una crueldad sólo comparable a la de un rey medieval? ¿Cómo le vas a hacer entender a una Ninfa que han confundido sus alas con las de un vulgar moscardón?

No ama la Ninfa y no quiere hablar de amor. Está seca pero es que un ser de agua deshidratado se muere, se muere lentamente. Más aún en un ambiente que cada día le es más ajeno, sin afines, en un lugar que no le corresponde, sin nada que le induzca a creer en la magia vital, que no en la amorosa. No quiere amor y yo tampoco se lo recomiendo. Pero necesita aire, necesita risas, necesita compañía, necesita volver a ser el cascabel, el alma de la fiesta que siempre fue. Y no tiene con quien volar, ni una aprendiz de ninfa, ni una amiga que se rebele a su papel de madre de familia, de persona corriente, de... vida limitada.

Y ya no puedo convencerla de que haga algo con su talento, que luche por él porque está lejos del mundo donde las letras aún valen algo y no tiene fuerzas para pelear. Es demasiado tiempo. Es fácil decirle: sigue, lucha, pelea... pero es que el muro es muy grande, el cansancio mayor, las cargas enormes y las alas están rotas.

Para más inri es tiempo de recuerdos y mayormente tristes. Este pretendía ser un verano que compensase de las amarguras del pasado: los plantones, las mentiras, las infidelidades, los desprecios. Pero no hay nadie. Sólo el recuerdo de un viaje a París que fue maravilloso sólo para ella y por culpa del cual nunca podrá regresar, los preparativos de unas vacaciones que fueron maravillosos sólo para otra y cientos de humillaciones en la ignorancia.

Tiene el corazón roto. No es amor, ya no puede amar, pero el dolor y los daños son peores casi que el desamor. La desconfianza, la ausencia de fe, el rencor se han hecho un lugar en un alma que se mantenía casi pura en este aspecto. Por eso se llamaba Ninfa, porque, en el fondo, siempre creyó que la vida podía ser´, algún día, de color de rosa. París parecía el primer paso a esa promesa. Una gran mentira, una gran herida.Y no se cura. Ahora, el centro de mi pequeña hada ya no sale al mundo. Tal vez haya muerto.

¿Y cuál es la condena por matar a una Ninfa?

(Para los que aún pueden soñar con el amor y su ciudad, una canción inolvidable, para que nunca les haga sufrir)

martes, junio 28, 2011

La crisis no me deja soñar

No hay nada más inspirador que el insomnio, cruz con la que cargo, a mi pesar, desde los doce años. Las vacaciones de mis hijos me permiten desordenar aún más mi sueño y mi caótica tendencia a pensar sin parar favorecen que ni los somníferos puedan con mi hiperactivo cerebro.

Me paso la noche pensando en noticias tristes como que el periódico donde me formé como profesional ha cerrado hoy sus puertas. Era una mierda de diario, lo mismo que es una mierda de empresa, dirigida por un cacique cateto y con aires de grandeza para compensar sus complejos por no pasar del metro cuarenta. Sin embargo, las cosas como son, que los medios cierren es lo mismo que decir que los que pertenecemos a ese mundo estamos en desuso y es que así es. No me gustaba trabajar allí, me explotaron hasta el límite de mis fuerzas pero sabía que era muy buena, que mi capacidad de trabajo era incombustible y me curtí hasta extremos inimaginables.

Aprendí que podía escribir de cualquier cosa, que podía hacer legible y hasta interesante un montón de temas que me aburrían y no me interesaban ni lo más mínimo. Eso es oficio y eso es lo que diferencia a un profesional de un becario o de un redactor pretencioso. Y aunque parece que estoy presumiendo, nada más lejos de la verdad, porque antes de entrar en el periodismo yo era muy versátil: en el instituto, durante las vacaciones, trabajaba en una tienda de recuerdos, fui auxiliar de acupuntura durante dos años,subencargada en una cadena de moda, tras mi periplo por el periódico trabajé como relaciones públicas y comunicación en Madrid, asesora de prensa aquí en Galicia... Secretaria malhadada aunque después de decirme que era la peor y que no era nada personal, el tipo (o séase el jefe) puso a su nueva querida en mi puesto, lo cual me da mucha tranquilidad, así todo lo que dice que está mal por mi culpa todavía ya sabemos que son excusas de la nueva -que tiene mala leche y muy poca discreción, grandes dotes para una secretaria- cuando meta la pata. De todos modos, es cierto, el trabajo de secretaria es para mentes mediocres, organizadas, sin ambición (ojalá la mía fuese así). Realmente, no es mi destino.

No quería hablar de trabajo, quería hablar de insomnio. Yo creo que no me favorece no tomar nada de vino pero no me gusta beber en soledad (ya sabéis, es de alcohólicos), hay poca compañía y yo la busco menos. Me preocupa la supervivencia casi hasta la enfermedad. La gente se va despidiendo a la francesa y casi lo prefiero, ahorro de aquí y de allá y que les den a todos.

Con la crisis ha nacido otro nuevo tipo de prostitución, lo he descubierto en la red. Yo chateo, ya lo sabéis, por puro aburrimiento. A veces conozco gente interesante, en general, conozco mentecatos. Pues en los últimos tiempos ya van dos fulanos que se ofrecen a ser mis "amigos especiales" a cambio de conseguirme trabajo, hacerme regalos caros y todo lo que, como querida, no quise sacarle a mi ex pareja, que aún tiene la osadía de echarme en cara los cuatro regalos que me hizo en su día  (mala memoria: en París me iba a comprar un bolso, un reloj  -nada de nada-, se ofreció a entrar en una tienda de jeans de 300 euros y la buitre de Ninfa se negó, entramos en Hermés y ni un perfume quise, hasta las camisetas de regalo para mis niños las pagué yo... mientras en otras se invertía 800 euros en un vestidito y unos zapatitos, se iba de vacaciones a la playa a un destino exótico que había preparado conmigo a mis espaldas...).

Pero fui muy interesada, qué duda cabe... Y no sigo rajando pero cualquier día de estos hago un inventario porque me da la gana y como éste no tiene nada mejor que hacer que mirar mi blog pues así hace memoria. La consecuencia de todo esto es que, por su culpa, yo no puedo ver París, no sé si podré volver algún día, que con este tipejo y el Cobarde (otro que tal baila) cualquier recuerdo relacionado con el amor me produce arcadas y malas vibraciones. Nada bello, nada digno de recordar. Sólo dolor, desprecio y vergúenza ajena.

Pues eso, que los tíos con pasta, hacen como el zorro plateado, compran las parejas y a mí ya me han ofrecido el oro y el moro sin darles amor a cambio -porque de eso ya he dejado claro que ni tengo ni quiero sentir más-. El caso es que, aunque estaría bien eso de encontrar un cretino que pagase mis gastos, nunca he sido capaz y, aunque fuese con todo claro, si el individuo no me  gusta mínimamente, creo que no le soportaría más de una tarde de paseo. En fin, una pena, porque está la cosa muy mala.

No sé si sentirme halagada o asqueada.

Creo que ya no siento nada.

viernes, junio 24, 2011

La Ninfa no tiene quien le escriba

Me he dado, después de bastantes años sin acercarme siquiera, una vuelta por el fuego purificador. Santiago de Compostela es una de las ciudades de Galicia y, muy probablemente de España pero sin  la publicidad de otros lugares, donde las cacharelas tienen más tradición. Y eso que con la movida de los permisos se han reducido mucho pero, con eso y con todo, ayer había autorizadas unas 227 fogatas en una ciudad de poco más de cien mil habitantes plagada, eso sí, de guiris, estudiantes, funcionarios y demás...

Era la primera vez que iba con mis niños. El peque como siempre dijo que no y luego no se lo pasó tan mal y mi hija se pasó el rato besándome y abrazándome por haberla sacado a tener una experiencia nueva. Santiago es una ciudad con mucha vida per se pero, en estas ocasiones, las calles se llenan y estaba todo el mundo, grandes y pequeños aunque, claro está, la juventud y el botellón autorizado presidía las calles.

Bueno, a lo nuestro, que no he saltado la cacharela, como siempre, porque el fuego me gusta verlo pero no salto sobre él para espantar el meigallo y me temo que debería arriesgarme a quemarme un poco para acabar con la racha de sinsabores o malosabores o putosabores...

Lo que está claro es que era un día para quemar muchas cosas pero como lo de ir de hogueras surgió un poco sobre la marcha, ni quemé asuntos que quisiera extinguir de mi vida, ni nada de nada. Y mira que este año era el de calcinar... y no sólo cosas. Tiraría al fuego recuerdos, tipejos con doble cara y ningún corazón, maleducadas desconocidas que se meten donde nadie las llama, malos momentos al por mayor, el paro, el mal de amores -ya superado pero dañino y, por lo tanto, indeseable siempre-, los engaños, los insultos, el paro, las pocas fuerzas para escribir, la soledad, la incertidumbre, la tristeza, la pérdida del respeto, la desconfianza, la cobardía ajena, la pérdida de fe en el género humano, la angustia por un futuro que no tal vez no exista... Tantas cosas...

Muchas de ellas están superadas pero queda la marca, la cicatriz de los daños que, sin estar ya presentes, te las miras y son un recuerdo omnipresente de que hay situaciones que te encantaría no haber vivido y personas que borrarías de tu registro.

Se me han quitado las ganas de escribir. Bueno, no exactamente, pienso en hacerlo constantemente pero una fuerza superior a mí, una desidia extraña me detiene. Es lo mismo que mi correo. Es puro spam, me deprime revisarlo. La Ninfa no tiene que le escriba y tampoco quien la inspire y mira que, al fin, ha llegado al punto en que no sólo no siento la necesidad de tener a un hombre a mi lado sino que lo considero hasta contraproducente. Salvo una excepción (que, como suele pasar, no está tampoco para fiestas, hasta en eso nos parecemos) los tipos en general me tiran para atrás. No sólo no aprecio la idea de depender emocionalmente de nadie sino que no me imagino sintiendo gran cosa. Es como el que tiene su corazón seco. A mí me ha costado años y, por fin, cuando he dejado de intentarlo, ha sucedido. Ya no creo que la felicidad vaya de la mano de un compañero, no echo de menos a nadie. Supongo que las dos últimas experiencias fueron unos fiascos de tal envergadura que, definitivamente, me he dado cuenta de que el amor es un cuento chino y que me encuentro más segura y tranquila sola.

Ahora lo único que me roba la paz es la incertidumbre laboral, como buena española, y la pérdida de inquietud intelectual porque eso sí estaba acostumbrada a compartirla y ya no tengo a nadie a quien le interesen esos temas. Me convierto en una ameba, mi intelecto apenas vive de rentas y mi legendaria chispa se apaga en esta ciudad donde casi no veo a nadie. Tengo que ponerle solución, sé cuál es pero para eso necesito fuerza interior, ilusión y estabilidad económica. Y no tengo ninguna de las tres cosas. Quizá la primera sí pero me falta un empujón, un toque de suerte, un sueldo cada mes, un poco de orden. Y un mail estimulante de vez en cuando. Unas letras que me hagan brillar los ojos.

"Porque escribo igual que sangro, porque sangro todo lo que escribo"...

Y es que la Ninfa no tiene quien le escriba...


viernes, junio 17, 2011

Prendida en una red que no me atrapa

Cómo me aburre internet. Sí, ya sé que es una paradoja que lo diga aquí, precidsamente en un blog que se publica en la red. Pero es así. Reconozco el valor de las redes sociales como elemente unificador y de difusión de información y, puesto que es para lo que sirvo, me encantaría estar en ellas trabajando pero he de admitir que, como ocio, las encuentro soporíferas. Alguna excepción, algún amigo o amiga especial que no puedo ver habitualmente me sacan de mi sopor pero... poco más.

Aprecio mucho encontrar información sobre cualquier cosa en los buscadores. No tanto que ésta sea tan sesgada y que no sepas a qué carta quedarte demasiadas veces. O que entres para leer opiniones sobre algún tema y salgas tan confundido con todas las chorradas y diferentes versiones con y sin fundamento que acabas más perdido que un pulpo en un garaje.

Me gusta porque me permite conocer gente pero se cuentan con los dedos de la mano aquéllos que he conocido por este medio que valen la pena. Valga también reconocer que tampoco valen gran cosa la mayoría de los seres que me he ido encontrando por la vida por la vía tradicional. Y que estoy poco receptiva, ciertamente, a casi cualquier nueva influencia exterior. Me ahogo en casa y apenas salgo.

Busco trabajo y me deprimo. Infojobs se repite como el ajo y es agotador intelectual y moralmente buscar. Es útil, seguro, pero yo nunca encuentro nada útil por esos lares. Será que no estoy en racha.

Nunca he sido amante de navegar por navegar. De hecho, en los comienzos era muy mala. Ahora me gusta pero siempre con un propósito. Estar ahí, buceando para nada, no es lo mío. Es como pasear, no me gusta, no soporto andar sin destino. Y cuando llego no me apetece seguir andando, busco una cafetería. Debería haber algo parecido en la red. Mira, acabo de tener una idea brillante, debería patentarla.

Me gusta leer pero me agota la pantalla aunque adoro poder crear posts acompañados de música, algo que no se puede hacer en el papel. Internet ha revolucionado mi vida para bien, está a mi lado en largas jornadas de soledad y me permite llegar con mis letras a lugares y personas jamás soñados. La amo tanto como la odio por permitirme ser escritora sin serlo del todo y por no ser capaz de magnetizarme como parece que a la mayoría. No soy lo bastante friky y no lo digo con desprecio. Con tanto tiempo libre, más me valdría serlo. Quizá mi vocación es serlo profesionalmente. Estoy acostumbrada a usar el ordenador por dinero...

En fin, espero no haberos aburrido yo...

O que si quiera se me haya entendido.

martes, junio 07, 2011

Para que Salga el Sol

Nunca he confesado que, además de Ninfa, soy una vaga de cuidado. He tenido paralizado mi blog por numerosas razones: mesura, descanso, pereza, mala salud y... un algo indefinible que, del mismo modo que me incita a escribir compulsivamente por temporadas, me detiene por otras...

Pero ya he vuelto, para alegría de unos y malestar de otros -no tendrán la conciencia tranquila-. He de admitir que es muy reconfortante encontrarse con lectores que te cuentan que se les hace largo abrir la página, dia tras día, y no hallar letras nuevas... supongo que no hay nada más estimulante para quien escribe. El mejor regalo que se le puede hacer a un escritor frustrado, o no.

He estado en mi Madrid del alma, con algo de luces y sombras, no Madrid, claro, mi entorno, pero el balance, desde luego ha sido más que positivo. Pude vislumbrar, más a través de las pantallas que físicamente pero con la voz en directo, a una verdadera Ninfa triunfante.

Tiene los cabellos rubios como el sol, las caderas cimbreantes, talento para componer, tocar instrumentos, bailar sin descanso con un estilo único y cantar con un estilo también único que, puede gustar o no, pero nadie puede negarle el talento para haber llegado a lo más lo más alto por méritos propios.

Siempre me he preguntado por qué algunos afortunados seres llegan a lo más alto y otros nos quedamos entre la oscura multitud. Obviamente, porque no tenemos el mismo talento en ciertas esferas pero... ¿De qué misteriosa materia está constituida el éxito que unos les llega y les catapulta a lo más alto y a otros, el maregmanum de la gente corriente, nos deja a un lado, peleando con unas vidas que a veces nos merecemos y a veces no tanto? Es posible que haya quien diga, como lo haría mi peor error, que no sé hacer nada bien, (después de ser la más inteligente de la faz de la Tierra, la mejor escritora, blablabla...), o que estoy tan especializada que, como digo yo, lo único que hago bien no vende. O no lo sé vender. En fin, qué más da.
A mí me gustaría ser Shakira con el kit completo: caderas, cuerpo, cerebro, talento, duende y Piqué... Pero sólo soy la Ninfa del Pelo Azul, como dice una querida amiga... Y ya no sé para qué me sirve eso.... Tal vez en otra vida...

He tenido la suerte de reconocer a un escurridizo afín en mi parte favorita de Madrid, el centro-centro, aunque la zona de los Austrias me apasiona pero los fines de semana hay demasiado guiri (me cuesta asumir que yo también debería ser considerada como tal pero me es imposible).

Unos ojos verdes de una intensidad sólo comparable a las esmeraldas pero con la vida de la que las piedras carecen, sonrisa franca, boca jugosa y un corazón de oro que alguna mujer y él mismo deberían disfrutar. Soy una romántica impenitente y, aunque ya no busco (mis dos últimas experiencias han sido tan de mentira y tan traumáticas que se te quitan las ganas de ir a por más) estoy convencida que la vida con amor es la plenitud porque se da y se desprende. Y él es de esos contados hombres que, estoy convencida, ha nacido para hacer feliz a una mujer que lo merezca. Es injusto que los pocos espécimenes buenos no estén en el mercado y que yo viva en el quinto pino.

¡Ay,ay, ay, que ya me veo pidiendo donaciones de Bosquecitos de Noruega para mi estrafalario futuro de solterona fumadora...!

Es extraño, sigo pensando que mi lugar está en Madrid, con mis queridos vecinos colombianos, donde mis hijos son tan queridos como sobrinos, yo estoy como en mi casa, tengo amigas solteras para salir y hacer vida y no encerrarme en casa como una maruja en esta hermosa pero limitada ciudad, llena de amigas casadas y ennoviadas a las que les importo un pepino.

Ahora he vuelto. Disfrutaré del mar, lo único que me compensa de haber vuelto a mi Galicia, tan hermosa ella pero de la que me siento una visitante.

Sigo buscando trabajo, esperando que mi madre se recupere, que la vida se sosiegue y que la estabilidad llegue, de algún modo. Sigo deseando que llegue la paz, sigo soñando que un día viviré tranquila y feliz y que me aceptarán tal cual soy, unos y otros. Mientras os regalo dos canciones: una porque me produjo una gran sensación ver que, de las pocas canciones que Shakira comentó, señaló como una de sus favoritas y lo es también la mía y la segunda porque ahora lo es también, un canto a la esperanza... que a ella le funcionó y espero que a mí también. Te la dedico, Javi.

Porque hay cosas de mí Inevitables y espero, de corazón que, al igual que para ella, Salga el Sol

Deja que salga el sol, "no seas perro", Lo mejor siempre está... Adelante!



Esta me la dedico a mí.... xD!!!

sábado, mayo 21, 2011

Crónicas de una mala enfermera

Esta mañana mi augusta madre me ha recibido de morros (ya tardaba). El motivo: que no me da la gana de salir corriendo a las nueve de la mañana para su casa, hora en que ha decidido que debo estar allí para que, en mi condición de mujer y única hija, me ocupe nada más levantarme de ella: léase ver si hace sus necesidades, hacer el trabajo sucio, cambiar pañales, camas, etc, mientras mi hermano ni recoge la mesa y tiene la casa hecha una pocilga.

Me ha cogido de mala leche porque hace días que no me encuentro bien, porque no me gusta que me llamen todos los días a las nueve y cuarto para ordenarme que acuda corriendo a "mis obligaciones" cuando podria estar en mi casa atendiendo mis hijos, arreglando papeleos, buscando curro, atendiendo mis obligaciones con el Concello de Negreira, haciendo la compra, limpiando mi casa y teniendo una vida, mientras ella vive con un hermano que no la atiende nada y al que llama "pobre chico" porque "trabaja".

Como tenía ganas de guerra y yo no hago más que recibir patadas de gentuza de la que no quiero saber nada (incluidas nuevas novias que luego recibirán las mismas acusaciones de malas mujeres que hoy se me dan a mí pero que, para más inri, no tienen clase y se ponen a opinar por teléfono -el colmo de la zafiedad... cada uno tiene lo que se merece, sin duda-). Cuando un tipo te cuenta que él siempre fue bueno y que todas sus ex son unas arpías, sal corriendo, el hijo de puta es él. No hay opción posible.

La buena de mi progenitora me ha puesto a parir porque tras dejarla aseadita y tal, apareció mi sobrino al que sólo hacía la friolera de siete años que no veía, cometí el error de quedar con mi prima a tomar un refresco de una hora con ella y mi desconocido sobrino y me fui porque estoy hasta el coño de que no me dé el sol y de no tener una vida. Así que esta mañana ya me recibíó en son de guerra y me preguntó que a qué coño me iba a tomar nada con nadie, que qué vida tengo que tener yo, que también la tiene que tener ella y que tal y cual. Así que me ha salido mi proverbial mala hostia cuando se me acaba mi proverbial, y perdonad que me repita, paciencia y le he dicho que no tengo el coño para ruidos.

Será que soy una mala hija pero soy una mala hija a la uqe mi madre le pide cuentas porque considera que mi vida no es importante, mientras mi hermano dedica las tardes a emborracharse en los bares y llega bien calzado a dormirla. No cambia pañales porque eso es cosa de mujeres y, encima, me chupo broncas. Y yo ya no tengo edad para que me eche la bronca ni el tato, que estoy muy cansada de pelearme con la vida y no recibir ni una gotita de agradecimiento.

Así que paso de complejos de culpabilidad. Hago lo que debo hacer y sí, vivo, lo poco que me dejan, trabajo, lo poco que me dejan, y salgo, lo poco que puedo. Y si mi madre se cabrea, qeu se cabree. Lleva 82 años cabreada con la vida.

No pienso seguir su ejemplo.

(Perdona mamá pero yo pienso seguir teniendo una vida hasta que muera, que espero qeu sea pronto, coño)

P.D. He puesto muchas veces la palabra coño pero no se me ocurre otra más apropiada... xD!

jueves, mayo 19, 2011

Días corrientes

Me paso el día completo pensando en escribir, recopilando temas, saliéndome del batiburrillo personal y encontrando, al final, un montón de razones para no hacer nada. Que si estoy muy liada con mi apretado horario de canguro de mi madre, de mis hijos, de mi casa, de mí misma, de mis pequeños trabajos sueltos, de mi mala salud de hierro... El caso es que no escribo y no comprendo por qué. Y eso que he vuelto a la política y escribiendo una crónica de un mitin central recordé lo buena que soy para mi decadente profesión... Una profesión que ha evolucionado pero para la que un máster me cuesta un dinero que no puedo invertir. En fin, ya buscaremos el modo de reinventarnos una vez más.

La gripe de marras me ha durado cinco semanas y he ido al neurólogo después de diez años. Me ha dado una nueva medicación maravillosa: me duele la cabeza más que nunca pero una de las pastillas quita el apetito y entre eso y la gripe interminable he perdido los tres kilos que se me habían metido entre los huesos y estoy divina de la muerte. Y lo que es mejor, no tengo ni pizca de apetito. Lo único malo es que no sé qué comer nunca porque no es que no tenga hambre entre horas, es que he perdido el paladar y comer se ha convertido en un trabajo... De cara a la operación biquini es la madre de todas las no-dietas (no tengo que hacer nada porque comer ya es un esfuerzo en sí mismo), tengo que pensar qué coño de cosas apetitosas y sanas comprar que me apetezca tragar porque como muy poquito. En fin, esbelta como he estado siempre, coñe, ya era hora. Eso sí, tengo que volver al médico, porque la cabeza me duele muchísimo, un rollazo.

Por lo demás, a la espera de que mi madre pueda retomar su vida normal para hacer lo mismo, contando los días para volver al Madrid de mis entretelas (¡Dios mío, cómo lo añoro!) y, por supuesto, buscando trabajo aunque me falta la fe y ése es mi mayor pecado. Salgo poco, la noche compostelana me aburre, no porque sea aburrida sino porque mis amigos están retirados y porque, qúizás, yo sí estoy aburrida de la noche y lo que me encuentro por ahí. Me divierto más con mi gente de Madrid, estamos más en la misma onda, a veces pienso que mi destino nunca ha dejado de estar allá y que, sin saber cómo ni cuándo, acabaré de vuelta. Es sólo un pensamiento sin ningún razonamiento. Pero esos suelen ser los mejores.

Me dejo acariciar por el sol de vez en cuando en la playa aunque mis pequeños roedores se aburren rápido de ella. He de confesar que yo también. A mí me gusta más que nada el resultado y el tumbing. Nuestras aguas son frías así que ni las huelo salvo que haga un calor endiablado pero ciertamente relaja el aire, ese color azul del mar y el cielo, la arena fina y blanca, esa sensación de libertad tras el largo encierro invernal. Para los gallegos es casi una obligación echarse a la calle, agotados como estamos de ver la vida tras los cristales.

Echo de menos un poco de emoción en mi vida al mismo tiempo que la rehúyo. Me agrada la tranquilidad de no sufrir por nada ni nadie, ni esperar a nada ni a nadie. No quiere decir que me haya metido a monja pero sí que me he retirado de pardilla. Tengo el corazón a buen recaudo y mi parte más crédula cerrada con candado. A pesar de las apariencias y de que por las buenas soy una auténtica Watie Katie, cuando toca defenderme soy un peligroso adversario y me hace sonreír que se rasguen las vestiduras los que un día me maltrataron cuando no me tiembla el pulso a la hora de reclamar lo que me corresponde. Les extraña que parezca  buena con los buenos y les dé lo que se merecen a los que son crueles. Para ellos es maldad, para mí, justicia. Yo no voy de buena persona por la vida. Voy de ser humano, imperfecto, sí, a mucha honra.

Hace mucho que no escribo, quiero retomar la costumbre diaria y salir del plano personal. A ver si lo logro. Ayudaría el hacer algo más que esta vida tan monótona que tengo ahora mismo pero nunca se sabe cómo y cuándo puede cambiar. Y si no, prometo sentarme en un banco y ponerme a criticar.

Se me da de lujo

miércoles, mayo 11, 2011

Madres de abuelos, hijos y nietos

"Tienes suerte de tener una hija", Éste es el modo de mi madre de reconocer, después de muchos años repitiendo que ella siempre ha querido tener hombres y sólo hombres, que siente que la que tiene suerte de tener una hija es ella. No porque su hija (yo misma) sea modélica, especial o brillante. Mi único mérito es ser la única mujer descendiente directa de su estirpe y a las féminas nos viene asignado, desde la cuna el papel de cuidadoras de niños y ancianos, hijos y padres, por igual, tarde o temprano.

Mi madre, que es ya octogenaria aunque disfruta -o disfrutaba- de buena salud, se ha caído y se ha roto. La  pelvis para ser más exactos. Las personas mayores son frágiles y se rompen con facilidad y no se recomponen con la misma facilidad que los infantes. Así que, de un día para otro, las hijas-madres eternas volvemos al correquetepillo del cambio de pañales, las cuñas, las inyecciones, las discusiones infantiles sobre "para qué me voy a lavar en cama si ya estoy limpia de la semana pasada", de dar la comida en la boca a salir pitando a recoger a los, éstos sí, hijos-hijos al colegio, para hacerles la comida, que estudien, que no estén solos, que coman, que se duchen (estos son tan independientes que "se olvidan") y no sabes -una vez más- en qué lugar se ha quedado tu vida, sí, ésa, la de mujer (¿Mujer...? Bueno, ésa).

Y yo, que no he tenido vocación de heroína nunca, que he admirado y admiro con devoción a mis amigas que se han pasado años cambiando a sus pobres y ancianos madres y padres pañales llenos de heces y vergüenza, preparando comidas que se quedan en el plato, obviando la fortuna de los hombres que, sólo por haber nacido varones, pueden mirar a otro lado y dedicarse a cualquier otro menester, bien lejos, me siento ruín y egoísta aunque llevo mejor de lo que esperaba mi nuevo rol de mamá de niña grande.

Admiro a todas las generaciones de mujeres que han tenido que apencar durante años, sin ningún reconocimiento por parte de familias, sociedad, instituciones, hombres ni nada de nada con su rol de cuidadoras, un trabajo duro, valiente y generoso. Como sólo pueden hacerlo las madres.

Por eso yo no me alegro de tener una hija. No me alegro de que tenga que tocarle ser la obligada esclava de mis miserias. De lo que sí me alegro es de tener el hijo y la hija que tengo pero, lamentablemente, seguramente mi hijo y yo también sentiremos pudor cuando yo sea un juguete roto.

Ojalá no dure yo tanto tiempo....

jueves, abril 28, 2011

Una de rupturas

Es curioso esto de las rupturas. Cuando comienzas una relación -o algo parecido- con alguien, todo es precioso. Venga piropos, venga cariñitos, eres la más inteligente, la más dulce, la más sexy, las más tierna, la más honesta... y, cuando todo acaba... ¡Que empiecen los juegos!

En mi ya, me temo, larga trayectoria (no sé si decir amorosa, digamos, más bien, de relaciones varias) he vivido y padecido de todo. Depende también de quién tome la decisión de terminar y por qué, claro está.

Hay varios tipos: el Despechado, el Comprensivo, el Enamorado y el Culpable. Bueno, estoy segura de que existen muchísimos más pero de algún modo tendremos que resumirlo.

El Despechado no asume la ruptura. Primero se enfada, luego llora, después suplica y, por último, procede a ponerte a parir allá por donde va. De ser el amor de su vida a ser una guarra, pasando por no importarle un bledo hasta convertirte en nadie, todo es uno. Ventaja: normalmente, te la trae al pairo porque a ti esa persona no te intersa pero, sinceramente, mucho mejor sería acabar educadamente, al menos.

El Comprensivo puede ir (o no) de la mano del enamorado. Puede mostrarse amable y nada beligerante porque la ausencia de sentimientos es mutua o porque de verdad te quiere y, cosa poco frecuente pero posible -yo conozco a más de uno-, es un caballero. En caso de estar enamorado puede que tropecéis alguna vez más y si no es así hasta os podréis ir de vinos. El final perfecto.

Pocas veces los finales son agradables pero los peores, sin duda, son los que se alargan y se alargan... Así que pasas de estar enamorada a estar tristísima, luego enfadadísima, después desilusionadísima y, finalmente, hasta las pelotas, con perdón.

Y es que prolongar una ruptura saca lo peor de cada cual, especialmente cuando nadie quiere apechugar con su parte de culpa y siente la necesidad de quedar bien a ultranza. Y yo me pregunto... ¿Qué más da? Pongamos que la has cagado (tú o él), que uno ha sufrido y el otro no, que como no ha sufrido no quiere sentirse responsable del dolor ajeno... Pues vale, quítate de en medio y no machaques a tu víctima. Pero no, esto no es así. Estoy hablando, claro está, del Culpable.

Al Culpable no le gusta serlo. Le gusta parecer bueno, aunque no tenga interés en pasar el trabajo de ejercer como tal. Cree firmemente que lo es: niño malcriado y adorado, desconoce lo que es el sufrimiento por rechazo ni tener que ganarse el cariño de las personas con méritos y no regalos. Si se cansa de su juguete, echa cuentas del dinero invertido en su víctima y se reconforta pensando en lo estupendo que ha sido porque le ha comprado una tele, le ha pagado una factura y ha cambiado amor por dinero. De ahí a la frase: " Me he portado de putísima madre contigo porque te he comprado esto, esto y esto"  hay un paso. Y de ese paso a los insultos (mutuos), menos todavía.

Y es que para el que valora la compañía por números, lo que se le da en especie -léase amor (ya lo sé, qué tontería...), cuidados, atención, las puertas de tu casa, tu familia, tus amigos, apoyo incondicional, sinceridad, lealtad, fidelidad, sensualidad, paciencia, caricias y toda suerte de inutilidades que carecen de valor alguno porque no están en venta - el otro no ha dado nada, no merece nada y todos los cuernos, mentiras, humillaciones, manipulaciones y maltratos psicológicos infligidos al muerto de hambre que no hace regalos caros, no tienen importancia alguna. Es más, jamás han tenido lugar. No recuerda nada. Amnesia.

De pronto, eres una persona rastrera porque te permites pensar mal del que traiciona y por reclamar que cumpla sus promesas. Para él, eso y expresarte libremente por escrito, es ser lo peor. Y se sorprende de que, cuando viene a por más, reciba. Culpables, no vamos a ser estúpidas eternamente.

Nosotras también sabemos odiar o, aún peor, ni eso. Y hacer daño, sí, para defender lo que más queremos.

Los Culpables lastiman, deforman la realidad, faltan al respeto e insultan sólo para no querer ver quiénes son. Y ahora resulta que la parte apaleada tiene que aceptar sin rechistar insultos, vejaciones para que se sientan mejor. Pero no se sienten mejor. Y sí, rechistamos.

Es lo que tiene la mierda. Por mucho que te tapes los ojos, por mucho que mires a otro lado, salpica.

Y huele. Más aún, APESTA.

(Y puesto que soy digna de toda clase de insultos y considerada la peor persona de la faz de la Tierra, me permito colgar esta canción que tan bien resume las "virtudes" del Culpable que, con un masoquismo inexplicable, viene raudo a leer aquí).

viernes, abril 08, 2011

Por el bien de los dos

Se ha terminado. Pase lo que pase, se ha terminado. He cerrado el ciclo de la negatividad, de dejarme poseer por la energía oscura de otros, de lo mal que me hacen sentir y, espero, dejar de hacerles sentir mal.

Yo no soy este pequeño monstruo vengativo, insultante, que se revuelve como animal herido a cada zarpazo. Ya está bien, ya hemos traspasado todos los límites. Vamos a dejarlo ya.

No voy a permitir que el dinero, el sentido de la escasez, el no tener un duro en el banco sin haber pagado el alquiler (pero lo haré), que me chillen, que me humillen, que me blasfemen en el oído y me ninguneen, me hagan ponerme a la misma altura. Y lo he hecho.

No estamos enamorados, no he hecho nada de lo que pueda arrepentirme o avergonzarme, salvo entrar en esta guerra ridícula, histriónica y en la que he sacado lo peor de mí misma. He amenazado por miedo a que mis hijos pierdan su bienestar, he contestado cuando se me ha tratado mal pero estoy harta. No quiero más culpables ni más broncas. No quieres vínculos y yo tampoco. Quieres que cumpla mi palabra y tú no cumples la tuya pero ya no importa.

Yo estoy llamada a ser feliz, ya he pagado por mi Karma de cuatro vidas. No creo en la reencarnación pero, por si fuese verdad, y he hecho daño emocional en otras o en esta vida, me arrepiento profundamente. Sólo busco la paz. La paz conmigo misma y, si puede ser, con los demás, incluso con quien va dirigido este blog. Tú me odias pero no deberías desperdiciar tanta energía en mí, no te hace bien, no nos hace bien.

Yo sólo quiero zanjar el asunto como se acordó. Quiero abrir el ataúd, echar los restos del dolor, del rencor, de la falta de respeto mutua, de todo lo malo que ha rodeado aquel error que yo creí una relación, cerrarlo, echar las flores sobre la tumba vacía de mi amor muerto, donde no había correspondencia, y seguir con mi vida que es tranquila y amable cuando no nos cruzamos.

Los dos queremos olvidar que nos hemos conocido. Hagámoslo, no dudes más. Yo no iré a ninguna guerra, prefiero disfrutar del sol que viene, del verano, de mi futuro en el mundo de la comunicación y poder continuar sin mirar atrás. Creo que, por una vez, estamos de acuerdo.

Hagámoslo. Por el bien de los dos.

domingo, abril 03, 2011

¿Soy o parezco?

Esta entrada debería haberla escrito mi hermana mayor, alias Luján las contadas veces que comenta aquí en la red, porque por teléfono y en directo es mi mayor crítica.

Me comentaba hoy que la imagen que doy en el blog es el de una persona diferente a quien yo soy en el día a día. Dice que parezco una devorahombres (¡jajajajajaa! ¡Pero si estoy retiradísima!), que doy la impresión de tener un carácter terrible, una especie de huracán que destrozará a aquél que pierda su favor... Al tiempo que se lamenta de que ofrezca un aspecto que puede asustar porque, según sus palabras, yo soy buena, tolerante e incapaz de hacer daño a una mosca...

Supongo que mi vehemencia me traiciona. Que cuando sufro o estoy dolida, las letras me resultan tan catárquicas que no necesito hacer daño ni molestar a nadie más pero, lo reconozco, en ocasiones algunos se han sentido lastimados por mi modo de expresarme. En la práctica no es mi intención castigar a nadie con mis escritos, quizá mi castigo es no saber liberarme del dolor de otro modo.

No sé si la impresión que os causo a vosotros, que no me conocéis, es la misma. La de una persona dura o capaz de comerse sin miramientos a quien la perjudique. Reconozco que, alguna vez, me gustaría poder hacerlo pero soy esa clase de bobalicona a la que se gana con una buena palabra o una sentida disculpa. Aún recuerdo, cuando el que entonces era mi amor, volvió a mì después de una buena faena. Me dijo que era muy "generosa" por darle otra oportunidad. Le respondí que no era generosidad, era amor, simplemente. No sé si lo entendió. No sé si alguien lo entiende.

Pues aquí estoy, en nombre de mi hermana mayor, para deciros que soy inofensiva, incluso para los que me hacen daño, que soy muy razonable y tolerante en directo y que la polémica escrita me gusta a pesar de que, en persona, no me atrae lo más mínimo.

Que soy frágil por fuera y también a ratos por dentro. Soy valiente cuando no queda otra y también caigo cuando la vida me viene grande. Un día me dijeron, en un mal momento de tantos, que no me tendían una mano, me tendían las dos: y así fue durante un tiempo. Pocas veces me sentí tan segura y tan apoyada como en esa etapa en que alguien estaba dispuesto a creer en mí y hacer lo necesario, con fe plena, para devolverme la dignidad. No me importa admitir que me siento pequeña y perdida cuando las manos tendidas desaparecen y vuelvo a mirar al horizonte sin ver... Que soy insegura fuera de mi terreno, que no comprendo que no me correspondan cuando lo doy todo aùn cuando sé que esas cosas no se comprenden. Suceden.

Que mis alas son delicadas, por eso me disfrazo de oruga protestona o defensiva para no descubrirme, pero no es mi deseo aparentar ser una especie de Atila al que temer cuando las cosas se ponen feas. Reconozco que yo no me percibo así, agresiva, peligrosa... pero tal vez lo transmito cuando es necesario sacar fuera de uno los malos sentimientos porque guardados sí que hacen daño... especialmente a mí.

Me produce tristeza dar una imagen de alguien que pueda causar miedo o demasiado respeto o rechazo. Soy humana y suave en el trato personal. Graciosa en la charla, amiga incondicional, amante sin medida, amazona de mis roedores. Algo terca, curiosa, ruidosa, de natural alegre aunque la vida no colabore mucho, con una mala salud de hierro y muchas ganas de dar, de dar sin control.

Os dejo que me critiquéis si realmente me veis así. Quisiera que me contáseis cómo me veis, por si ya no transmito esencia y me he pasado al perfume barato. Hay lectores muy especiales para mí. Unos porque llevan tanto tiempo conmigo -y se han tomado la molestia de leer y hasta RELEER de pé a pá mi blog- que creo que sí me entienden, o al menos no los sorprendo con mis malos momentos o mi impulsividad, o el modo cáustico en que me río de mí y de la vida. Otros porque sí, porque algo me hace resonar con ellos y, aunque nunca les he conocido y puede que nunca les conozca, permanecen en contacto conmigo a través de las ondas, incluso cuando no me leen.

He tenido hasta amores platónicos literarios y no tanto, y hasta he sido capaz de callar como una quinceañera. He tenido feroces críticos que han terminado siendo mis amigos aunque Luján insiste en que mi modo de contestar es demasiado frontal. A mí no me molesta la crítica constructiva pero siempre ejerzo mi derecho a réplica y eso no es siempre del gusto de todos. Pero no falto al respeto a nadie que me comente con educación. Otra cosa es que mi dialéctica puede ser muy certera y no para todos los públicos pero... aún así, me resisto a creer que parezco una mujer de la que hay que huir, que se comerá al que no sea bueno con ella o que es intransigente.

No sé, queridos...¿Realmente, así me veis?

(Yo me identifico más con este maravilloso mensaje de Miguel Bosé.Espero no estar lejos de él).

jueves, marzo 31, 2011

Un príncipe o un dentista

Qué complicado es pensar en cosas graciosas, cambiar el chip y hacer una entrada entretenida y amable cuando llevas prácticamente cinco días metida en cama por culpa de una infección molar.

Eso por no hablar del presupuesto que me ha hecho la dentista... 500 euros por salvar la pieza. Estoy pensando seriamente en arracármela porque, si a eso le sumamos que se me han roto las gafas y lo más barato que he conseguido son 275 euros de precio (habida cuenta de que uso lentillas y tengo todas las dioptrías del mundo), no tengo la menor idea de dónde voy a sacar para una cosa y la otra. Es más, ni lo pienso, lo dejo en las manos del Creador... o de quién sea. Se aceptan donativos.

Por otra parte, tengo una visita muy especial este viernes. Procede de ultramar, de Brasil, para ser más exactos, y hace dos largos años que no nos vemos. En aquella ocasión, fue Madrid el punto de encuentro. Mañana, Galicia parece que quiere portarse y recibirle con casi tan buen tiempo como otrora en la capital de mis amores. No es fácil ser amigos en la distancia, mucho menos con tanto tiempo por medio pero lo hemos logrado y con doble mérito: somos de diferente sexo, sanos y jóvenes y con eso y con todo, somos amigos.

C. es peculiar, la misma noche que me conoció personalmente ya se enfadó conmigo (es curioso, esto me ha pasado ya más de una vez con grandes amigos cuando apenas nos conocíamos: por algún motivo que no me explico se muestran celosos y/o susceptibles) pero, por suerte, tuvimos oportunidad de tratarnos más y me retiró la etiqueta de niña mona y listilla. Más difícil es seguir al día de la vida uno del otro a través de la red, porque lo normal es hablar un poco y luego ya, con los meses, ir dejándolo. Pero no, aún nos peleamos también por la red.

Es un chico verdaderamente especial, capaz de llamarme por teléfono desde el otro lado del océano para decirme que, para él, soy una mujer completa, con todo lo que se puede desear en una pareja y en un ser humano. Aunque no sea verdad, cuando te han pisoteado el alma o, simplemente, las cosas no van bien, un gesto así ayuda a -por enésima vez- levantarse. Llevamos meses esperando el reencuentro y pensando qué pinta tendré el día que llegue porque llevo una semana con la cara hinchada y, aunque sólo somos amigos, una es coqueta hasta en el hospital. En cualquier caso, rezo para que el dolor haya terminado y pueda disfrutar de este corto reencuentro.

También se acerca el final de un ciclo. Tengo proyectos para ser libre laboral y económicamente formándome en los próximos meses. Aunque no dispongo de demasiados recursos (y menos que voy a disponer en muy breve) habrá que intentarlo como se pueda. Ahí reside la importancia de conservar buenas amigas que se buscan estupendas parejas que están dispuestas a ayudar aún cuando te conozcan de unas horas. Mi Madrid me espera en quince días. Iré a darle un achuchón largo a la Latina (de los míos, de 14.00 a 02.00 horas de fiesta sin interrupción...), a los buenos amigos que están por allí, a ponerme al día para volver a entrar con fuerza en las nuevas tendencias de mi profesión y a llenar mis pulmones de ese aire contaminado que a mí me tiene enamorada. Soy un perro verde, lo sé, pero eso forma de mi dudoso encanto.

Quería hacer un post sobre cosas cotidianas de esas a las que siempre les encuentro yo gracia pero, claro, si te pasas cinco días metida en casa y lo más que ves es los prados verdes que la rodean a través del ventanal pues, claro, ni cotidianeidad ni nada. Bueno, mi gata está todo el día tratando de atrapar las gotas de lluvia que se deslizan por la ventana o besuqueándome cuando estoy acostada, dando brincos de atleta o atrapando ratones de pega por la casa. Menos mal que está porque, hasta que llegan los peques es mi compañera en la salud y en la enfermedad. Lo más parecido a una buena pareja... ¡Si hasta dormimos juntas y todo! No es exactamente lo que había imaginado en mi pasado, (especialmente después de las pesadillas que he tenido esta noche de las cuales ni quiero acordarme) pero está claro que, a veces, no hay como estar uno solo llevándose bien...

Os dejo, me esperan los niños en el cole, los antibióticos y los calmantes. A ver si el fin de semana rompo la racha de momentos apasionantes como éste, yo que soy tan guapa y tan lista, yo, que me merezco un príncipe...

¡¡O un dentista!!!!

domingo, marzo 27, 2011

Palabras de amor

Llevo un fin de semana apasionante: me duele una muela y creo que la infección se ha extendido al oído (ayer creía que era el oído porque además estoy medio sorda pero creo que es al revés, motivo por el cual me duelen la muela, el oído y la cabeza). No tengo antibióticos porque ahora es lo mismo que pedir cocaína en las farmacias y tendré que esperar a mañana para que mi farmacéutico de confianza sí me los venda y el dentista, me arruine...

Cambiando de tema, hace un par de días, revisando mi correo desde el año de maricastaña pude rememorar, paso a paso, una relación con una de las mejores personas con las que he conocido.

Es lo bueno de internet, cuando ya todos habíamos perdido el hábito de escribir cartas, el mail nos ha devuelto a la rutina de comunicarnos. Y fue hermoso reencontrarme con aquella mujer que fue muy amada por un hombre que sí valía la pena. No podía ser, él tenía serios problemas con la distancia y, en aquella etapa de mi vida, yo tenía serios problemas con el compromiso y sacar mi corazón encapsulado de su nevera.

Ahí estaban todas las fases: la ilusión inicial, las cartas a diario, los mensajes matinales y las llamadas nocturnas y diarias. Esas cartas y esa relación -bonita pero un poco tortuosa, sobre todo para él- me recordaron a esos hombres buenos que saben dar el corazón (tan escasos) y a lo bien que me iba cuando no le permitía al mío llevar las riendas de mis relaciones. Aunque bien es verdad que si lo hubiese dejado un poco más suelto, quizá habríamos salido mejor parados, al menos yo. Pero eso es el pasado.

Sin embargo, el Viento, como yo solía llamarle, es la demostración de que el cariño y la amistad reales pueden permanecer cuando una relación amorosa se termina. A día de hoy, él tiene una pareja y un niño con los que es muy feliz, una vida emocional plena y no por ello hemos dejado de llamarnos de vez en cuando, vernos cuando se puede y desearnos lo mejor. De corazón, además. Es cierto que hay una etapa de duelo en el que hay que poner distancia por el bien del que más sufre pero cuando el amor es de verdad, de algún modo se mantiene, en forma de cariño y amistad genuinas.

Son pocas las personas lo bastante maduras para saber estar cuando todo acaba pero el tiempo lo cura todo, si no han habido malos sentimientos ni mentiras. Él era un ferviente creyente en el amor más puro, un idealista romántico, le llamaba yo. Pero lo ha logrado. Y me alegro muchísimo por él.

Tiempo después yo viví ese flechazo a primera vista del que me hablaba A. y comprendí cuánto duele perderlo y lo inevitable que es caer rendido ante esa evidencia. No es que me haya pasado más veces pero es un hecho que al Valiente nunca le he olvidado ni le olvidaré del todo. Aunque, al final, sólo fuese un hombre corriente, emocionalmente hablando, y le pudiese más el entorno que el amor, o lo que sea que fuera que sintiese por mí.

Supongo que he querido transmitir la belleza y la nostalgia de aquellas frases, de aquel reconocimiento y hasta de aquellas discrepancias... Tal vez llegue el día en que alguien vuelva a escribir cartas sinceras y no me pille con el corazón congelado. O se tome la molestia de descongelarlo.

Mientras, aún tengo esas hermosas y nostálgicas cartas llenas de palabras de amor...

Aunque ya no tenga quince años.

viernes, marzo 25, 2011

La Censura

Está claro que, demócratas o no, anónimos o no, sinceros o no, absolutamente nadie, ni siquiera alguien tan insignificante como yo, escapa a la censura.

Mi blog tiene un pequeño problema: todos los que me han conocido, tratado, amado y/u odiado se ven reflejados en mis letras tarde o temprano. No es la primera ni la última vez que me pasa: cada cierto tiempo alguien me escribe para ponerme verde porque se siente maltratado, aludido o directamente citado en mi texto. No importa que yo jamás dé nombres, que muchas veces lo que cuento (y lo he reiterado ya en varias ocasiones a lo largo y ancho de esta bitácora) no sea cien por cien verídico ni autobiográfico, que hay opiniones generalistas (sí, a mazo y a propósito), que esto no es una carta abierta a novios, ex novios, amantes, amigas, ex amigas, jefes y personajillos varios, con mensajes entre lineas para enviar señales, hacerme notar o dañar a alguien.

También he repetido hasta la saciedad que este es MI blog, no el espejo de la culpabilidad o la grandiosidad de nadie. No está destinado a que nadie venga a encontrarse en él. Si lo hace en positivo, estupendo, pero si es en negativo, que cada palo arríe con su vela porque yo voy servida en lo que a mí se refiere. Por ello, porque es MI espacio, en el que deposito MIS letras, MI alma o MI imaginación, no me gusta ni pizca que nadie venga a decirme qué puedo o debo plasmar en él, especialmente cuando, como persona que soy que lo he perdido todo varias veces en su vida y se ha recuperado, si algo debía, lo he pagado ya con creces.

Cuando tenía más lectoras que lectores (ahora, por lo general, se animan más a comentar los hombres) muchísimas de ellas me decían: "Yo soy como tú, Ninfa, yo siento igual que tú". Me sentía halagada aún cuando sabía que no era verdad. Es, simplemente, que tomo sentimientos universales y, según mi estado de ánimo, los reflejo. Claro que hablo de cosas que me pasan, de sentimientos que vivo o padezco, de vivencias que me han forjado, de opiniones totalmente subjetivas que eso es exactamente lo que pretenden ser.

Como digo, también he vivido esta situación en su aspecto menos amable: la rabia de aquellos que me acusan de atentar contra su dignidad por sentirse mentados y no les gusta lo que leen. No es mi intención convertir mi blog en un vertedero de rencores, mentiras o bilis varias. Es cierto que es catárquico pero su vocación es mucho más empática que biográfica o vengativa.

Así que, descansad tranquilos los que os sintáis aludidos porque no hablo directamente de nadie que me importe de verdad, que si os veis u os encontráis, siempre seréis sólo vosotros porque, o bien lo escribo de modo que esté claro sólo para mí o, con mucha más frecuencia, os estáis equivocando. Descansad porque, paradójicamente, prácticamente ningún amigo personal lee mis desvaríos blogueros y el resto del mundo, no os conoce. Es más, muchas veces, yo tampoco.

Cuando quiero enviar un mensaje lo hago directamente y con dedicatoria. Aún así, insisto, me dejo alcanzar por la censura, básicamente para que me dejéis en paz a mí y no a la inversa. Es más, el único motivo es que yo tampoco tengo ganas de que algunos de vosotros os busquéis en mí (aunque os parezca imposible cuando alguien deja de importarme, no le dedico ni siquiera mala leche) porque si quisiera hablar de alguien lo tendría tan fácil como crear otro blog (cosa que hice en su día para evitar a ciertas personas que no me dejaban expresarme en libertad) rajando lo que tuviese a bien y, mal que os pese, cuando paso página, lo hago con todas las consecuencias y me niego a regodearme en mezquindades. Eso sí, yo puedo hacer ficción pero ni miento ni difamo.

Y con esta declaración de principios y finales, reitero: esto no es una carta abierta, es mi CASA, nadie está obligado a entrar ni mucho menos a leer. Si algo me caracteriza es mi honestidad, guste o no guste lo que opino, no voy a dejar de ser yo misma. Ni en la red, ni en la vida real. Ni como Ninfa, ni como ser humano.

No estoy aquí para dañaros pero nadie me ha puesto ni me pondrá jamás una mordaza. Si opto por obviar un tema que a alguien moleste lo hago, simple y llanamente, porque considero que es lo correcto. No porque me sienta presionada u obligada moralmente.

Y con esto cierro este dichoso capítulo. Hacedlo vosotros también.


jueves, marzo 24, 2011

Egocéntricas naderías

Ya ha vuelto el cielo de Galicia a su gris natural. Así es la vida, el gallego medio añora profundamente esta tierra, este color, esta vida... Y yo no tengo la menor idea de qué pinto aquí. Ni aquí ni en ningún lado pero con deciros que me he planteado largarme a Canadá o un sitio así, donde hay trabajos y hombres solos a barrer... Pero el frío me puede. Si fuese Australia y pudiese, os garantizo que me largaba, quiero comprobar que hay otros mundos, otras maneras de pensar y personas auténticas y con una visión más progresista de la vida y las mujeres.

Pero no hay caso, he de seguir aquí, de momento sin saber por qué pero tendré que descubrirlo. Me dice uno de mis lectores favoritos que quien me dejó ir no me merece. He oído eso tantas veces... del mismo que, en algún otro momento de mi vida, me dejó ir...

Siempre pienso en la frase de Rita Hayworth, que seguro ya he repetid: ella decía que los hombres se acostaban con Gilda y se despertaban... con ella. Salvando las distancias, yo pienso lo mismo: los hombres se acuestan con la Ninfa y se despiertan conmigo... pero es que mi Ninfa y yo somos inseparables y no saber apreciar la naturalidad y la vida normal y corriente de quien lleva mi nombre de pila, no deja de ser una falta de madurez.

Me he propuesto este año dejar de creer que todos son iguales, porque así siempre atraigo a los que son iguales... entre sí. Quiero tener fe en que me descubrirán, pero esta vez de verdad, sin relumbrones ni palabras bonitas. Quiero que me descubran en la cotidianeidad, en mi día a día, sin maquillar o vestida de princesa, gata sensual y pecadora o madre, inteligente en lo que lo soy y una completa petarda en lo que no... pero sin desilusionar. Y no ronco, pero seguro que algo malo haré que moleste al prójimo...

Manejo varios proyectos para poder ser independiente laboralmente. Rica no me haré pero a ver si logro que algo fructifique y me haga sentir tranquila. No siento necesidad de tener pareja y eso es bueno porque hacía mucho tiempo que no me pasaba. No quiero decir que si aparece mi alter ego miraré hacia otro lado pero no busco, ni echo de menos los mensajitos tiernos del principio que tan mal te hacen sentir cuando desaparecen, ni hacer planes románticos y sentir que se me sale el corazón por la boca. Me gusta donde está: en su sitio, es el primer paso para que yo encuentre el mío. Si me quedo sola es porque así había de ser, llevo mucho tiempo así, en realidad, no sé por qué me empeñaba en cambiar de status. Bueno, sí lo sé pero no me valen las medias tintas y las cosas no han ido por donde debían nunca, hasta ahora.

Intento -que no es fácil- crecer yo y cambiar yo. Es cierto que a estas edades no es tan sencillo pero procuro seguir aprendiendo, lo cual no impedirá que siga errando. El mundo no va a cambiar, la crisis no se va a arreglar así que, como cabeza de familia que soy, procuraré cambiar esa parte de mí que no me gusta y que, objetivamente, tampoco es tan estupenda. Eso sí, no penséis que os voy a contar cuáles son, que luego me tenéis tomada la medida...

La verdad es que soy una experta escribiendo naderías. A partir de mañana voy a escribir sobre temas de actualidad y dejarme de autorreflexión y chorradas. Será más ameno y ya tenemos todos una edad... ¿no?

Se aceptan sugerencias.

martes, marzo 22, 2011

¿Astenia o histenia primaveral?

Hay que ver lo puñetero que es el cuerpo humano, al menos el mío. Soy una mujer aparentemente sana, al margen de mi migraña que es el doble castigo a cualquier mal emocional que me aqueje. Ayer mismo, el simple hecho de tener que rememorar por encima las circunstancias de mi despido, tan vergonzosas, tan tristes, tan inimaginables para mí y para mucha otra gente, acabó con mis pocas fuerzas.

Me fui al gimnasio con cierto estado de ansiedad que combatí corriendo y quemando adrenalina pero llevo dos semanas sintiéndome débil, decaída, con dificultad para hacer mis ejercicios. No sé si es astenia primaveral pero me cuesta mucho dormir de noche, vivir de día y llevar adelante al ritmo que tenía (que es bastante fuerte) en mi entrenamiento.

En fin, que antes de acabar la actividad tuve que ir al baño a vomitar y marcharme a casa porque me siento mal, decaída. Soy un vampiro de energía negativa, me lo han dicho mil veces y lo he percibido un millón más pero me preocupa, no por mí, las madres no nos preocupamos por nuestra salud porque sea nuestra: es de nuestros hijos. Si yo no estoy bien, mis hijos no lo estarán tampoco, por eso temo a la enfermedad.

Hace unos meses me vi expuesta, sin saberlo y por pura fe en el género humano -hace falta ser gilipollas- a sufrir enfermedades evitables, alguna de ellas muy peligrosa, debidas, exclusivamente, a la ausencia de escrúpulos y responsabilidad de un individuo que se quiere tanto, que no siente la menor preocupación por el daño que pueda generar a los demás. Es sorprendente, de hecho, la cantidad de personas que me han hecho saber su mala opinión de él desde que dejamos de tener contacto. Y eso que yo me guardo muy mucho de abrir la boca pero no hace falta, ya lo dicen elloos todo.

Bueno, a mí lo que me preocupa es que parece que mi salud no está muy allá y no sé a qué se debe, disgustos al margen. Necesito hacer ejercicio por mi cabeza y mi cuerpo no me deja, el caso es llevar la contraria...

Al menos brilla el sol. Este domingo nos acercamos al mar, una de las pocas ventajas de vivir por estos pagos, y mis hijos hasta se bañaron en nuestras gélidas aguas... Ni que decir tiene que yo no me acerqué ni a la arena húmeda pero es cierto qeu el mar es sanador: la luz, el aire limpio, con sabor a mar, el cielo azul, qeu tanto escasea por aquí en invierno. Es relajante. Yo voy en verano sólo por esa sensación: la arena blanca y suave, la sensación de salud, de aire fresco. El agua está tan fría que sólo me arrimo cuando estoy definitivamente al borde de la deshidratación.

Aquí estoy contando nada: que conducir a 110 es una pesadilla, tardamos una hora en un recorrrido a la playa que nos llevaba 40 minutos, todos ahí, pisando huevos, por si aparecen los chicos de verde a hacer caja. No hago más que ver preciosas sandalias que espero poder comprar en las rebajas, que es cuando empieza el verano por aquí... o incluso después.

Echo de menos contaros cosas emocionantes pero mis emociones fuertes, hasta ahora, solían tener tintes negativos y no quiero que esa dinámica continúe. Así que estoy a la espera de que la vida mejore y de que quien prometió ayudarme cumpla sus promesas. Puede que no lo haga, es más que probable, pero yo le voy a dar el beneficio de la duda... Él siempre es duda.

Procuro abrir nuevos nichos laborales pero, aunque alguno dice que tengo todo el tiempo del mundo para encontrar trabajo, el hecho es que eso mismo les pasa a cuatro millones y medio de españolitos. En fin, con o sin ayuda siempre hemos salido adelante, en la incertidumbre, que hará que viva menos años pero alargará la vida de mis hijos.

Bueno, me he comprado una cosa energética con jalea real y no sé qué más para ponerme buena, espero estudiar esta semana y cambiar el sueño (obviamente, por la hora a la que estoy escribiendo no voy por buen camino pero me obligaré) y disfrutar de mi pequeña gran familia: de Hugo, que está hecho un campeón mejorando día a día sus notas sin ayuda de nadie, de Noa, que siempre las ha sacado buenas por pura responsabilidad y de Dharma, que es la gata-despertadora de toda la familia, uno por uno, además de mi compañera que ha logrado, con su amor incondicional, que mi cama deje de estar vacía sin meter hombres (o sucedáneos) dentro.

Mi cama es ahora un altar: loa escrupulosos sabrán que mi gatufa duerme al lado y así no querrán meterse en ella, mis hijos no verán más cantamañanas de ida y vuelta en casa y mi vida sexual la reservo para la vida exterior y las fiestas de guardar... en casa de él.

Os admiro por leerme, el insomnio hace que escriba una chorrada tras otra pero, qué sé yo, no sé hacer otra cosa.

A ver si mañana me inspiro y me pongo profunda o cachonda...

Casi mejor lo último.

jueves, marzo 17, 2011

Te echo tanto de menos

(Este post fue publicado el 19 de diciembre de 2006. Dedicado a Javi. Lamentablemente, nada ha cambiado)

Mimos. Necesito mimos. Después de dar mil vueltas pensando sobre qué postear me vuelvo donde siempre, al país de las sensaciones.

La verdad, con la armadura tan estupenda que tenía esta temporada, no sé a qué vienen estas ganas de que me achuchen todo el día, que me hagan regalitos y me digan que soy única en mi especie. ¡Qué fastidio de vulnerabilidad, narices!

No sé si es la puñetera Navidad _como no me tocan regalos ni nada pues ya se sabe, se pone una tonta perdida_ o que, después de todo, va a ser que soy un vulgar ser humano.

Echo de menos esos fines de semana que no se autodestruían en 24 horas en los que la pasión, muchos mimos (¡MIMOS,MIMOS, MIMOS... cómo me cuesta reconocer y usar esa palabra!), besos asexuados, besos completamente sexuales, baños en compañía y habitaciones cálidas de las que no salir eran todo lo que podía necesitar. Ese maravilloso sentimiento de no querer ni tener que estar en ningún otro lado. Sentirse plena, aunque fuese momentáneamente, sin temor a ser vista.

Echo de menos las risas cómplices, los almohadazos, los cachetes, ese punto adolescente que produce la fantástica estupidez transitoria que es el amor o similares (no soy una purista, si produce el efecto, me vale). Quiero volver a escuchar que soy la única con la que quieres hacer el amor, la más bella, la más sensual. Tampoco me importa si es mentira.

Tengo deseos de que vuelvas a acariciarme de arriba abajo, de abajo arriba, sin prisa, con dulzura, con delectación, para luego acabar volviéndonos locos, sudando y pidiéndote sin aliento que me uses _sin límites, sin tabúes_ como tu objeto sexual, tu más preciado objeto creado sólo para tu uso y disfrute.

Siento nostalgia de ese abrazo suave, de espaldas, tras el orgasmo. Que me tapes porque se me pone la piel de gallina. Que me digas lo bien que huelo. Sentir lo bien que hueles. Los dos a lo mismo, a sexo fresco con sentimiento.

Añoro acariciarte con calma de pies a cabeza, hacer de mi lengua, manos y de mis manos, lengua. Que te sientas pleno, que no desees ir a ninguna parte. Que suene el teléfono y lo ignores conmigo. Levantarnos para comer y volver a la cama para la siesta sin sueño.

Regarte con champagne como al mejor de los augurios y sentirme en el cielo sólo con tu aliento cerca. Deseo que te rías conmigo, que no me tengas miedo, no tenerte miedo, poder desnudarme de verdad y que tú lo hagas y nos quedemos ambos extasiados de nuestra ausencia de vergüenza. Que no me abrigue nada más que tu piel, que mi piel sedosa te parezca la única, que mis relaciones dejen de ser un holograma del sentimiento, de los cuerpos y las almas compartidas.

Quiero que me hagas sonreír en la puerta de una cafetería mirándome con admiración después de haberme pasado hora y media convirtiéndome en tu princesa. Y que no te importe que, a ratos, no sea más que una rana.

Echo de menos que me acaricies el pelo, la piel, los ojos, las cejas y hacerlo yo contigo sabiendo que hablamos de lo mismo. Que me malcríes para poder malcriarte. Que me hagas olvidar mi teoría de la autodefensa.

Que vuelvas a hacerme soñar despierta, como ahora, con un imposible.

Necesito que me acaricies el alma en lugar del cuerpo.

Pero... ¿A quién diablos le importa mi alma?

(Quería poner el vídeoclip oficial pero no parece existir...)

lunes, marzo 14, 2011

Insomnio destructor

¡Cómo me jode ser insomne! Los que os caéis redondos en la cama no lo entendéis pero a mí me mata de envidia veros apoyar la cabeza en la almohada y, al segundo, estar emitiendo ondas alfa.

Los insomnes somos unos grandes incomprendidos. Llevo dos horas (con todas las pastillas a mi alcance, al punto de que tengo acidez de estómago y no me atrevo a continuar por si... no despierto nunca más) tratando de que morfeo me tome en sus brazos -ahora mismo es tan mítico que alguien me tome en sus brazos en mi cama como el propio dios del sueño- y me envíe a la dulce inconsciencia, pero ni de coña.

Todo lo contrario: me ha dado tiempo a pensar en que aún no he pagado el alquiler del MES PASADO y de la vergüenza que me va a dar pedirles el recibo del MES PASADO para pagárselo de una puñetera vez... con su gas, su luz, su agua... Galicia Calidade. También en la cuenta corriente (por el modo en que corre el dinero), en que no me gusta mi cuarto y algún día iré a ikea y lo transformaré en sabe Dios qué, que me he fijado que mi cuarto está totalmente decorado por mujeres solas y mi inconsciente es un cabrón, y que he perdido las grabaciones de meditación para vaciar el cerebro de paranoias que tenía en el ordenador viejo. Una noche productiva, vaya que sí.

También me da tiempo a pensar en que, ya que tengo la fortuna de que nadie me ronque al lado, por qué coño no me quedo frita. Que cuando tenía algún roncador (porque todos, todos roncan)sufría pensando en algún momento de apnea prolongado que me permitiese echar una cabezadita. Una de las cosas que más consuelan cuando te la pegan es pensar en que los rugidos los tendrá que aguantar la otra que, tras pasar la etapa de fingir que no importa porque el amor (o la pasta) lo puede todo, acabará mudándose a otro cuarto para no tener que seguir sufriendo los gruñidos de la gárgola antilujuria y, de paso, saltarse los deberes.

Y ahora sí que estoy a punto de entrar en una crisis de mala h...leche porque se me ha borrado medio post y el blogspot éste cada día funciona peor. No me gusta reescribir nada, yo escribo del tirón, ya lo sabéis y se me ha ido al infierno la mitad del speech, con lo cual quedará descafeinado, lo cual no tiene el menor sentido en un post sobre la ausencia de sueño...¡Oh, My God!

Mi gata duerme la tía con la luz encendida, apagada y como sea. Eso sí, a las siete de la mañana está como un coronel besuqueándome, cosa que agradezco pero un pelín más tarde. Y, encima, empezaré el lunes de la peor manera: hecha un trapo, cuando me toca volver al gimnasaio en plan intensivo y continuar con la operación macizan girl de cara a semana santa y si no, pues al veranito...

Acompañado es más agradable no dormir aunque se cuentan con los dedos de las manos los que no se quedan muertos tras su petite morte, y valga la redundancia. Yo he conocido unos pocos y era una gozada pero... no abundan. Igual al principio sí pero ya, después, cabecean antes incluso de llegar el acto (bueno, esto los cuarentones, por eso los rehúyo en la medida de lo posible, aunque siempre hay alguna honrosa excepción).

En realidad, yo creo que si alguien como el cantante de Mclan, con su piel de viruela y todo me cantase lo que sigue, me quedaría seguro... ¡pero no a dormir!!!


lunes, marzo 07, 2011

Mis maravillosos locos bajitos

Hasta hoy nunca había hablado de ellos directamente. Son el epicentro de mi vida y todo lo que ocurre les afecta y me afecta pero siempre he sido celosa de su intimidad. Sin embargo, creo que es hora de que les otorgue el homenaje que se merecen -sin dar nombres, como siempre- no por ser mis hijos sino por las maravillosas criaturas que son.

La verdad que los últimos años he perdido mucha autoestima a nivel laboral. He pasado de ser una persona que en mucho tiempo no me echaban de ningún sitio a ir capeando el temporal del paro en el peor momento: separada y con dos niños, en su día, muy pequeñitos.

No suelo hablar de ellos porque me importa mucho mantenerlos al margen de la curiosidad exterior. Exponer mi corazón no me importa nada, es mío, hago con él lo que me da la gana, pero ellos no deciden lo que se cuenta o no sobre ellos, por esto, y porque me considero su escudo protector a ultranza, siempre los he mantenido al margen. Sin embargo, son dos personitas tan extraordinarias que creo que se merecen que presuma desde el anonimato de mi blog.

He de reconocer que durante mucho tiempo (y aún a día de hoy) han servido de excusa a más de uno para no apostar por mí. Entiendo y respeto que alguien no quiera convivir con hijos ajenos. Otra cosa es cuando se cambia de idea de un día para otro y sin previo aviso. De cualquier modo, en los últimos tiempos he descubierto que esto me importa un carajo.

Yo siempre he vivido sola. Habitaba en soledad en una familia de ocho personas totalmente desestructurada, conviví en un matrimonio de ficción -aunque nos llevábamos bien- en el que, más que una pareja, éramos dos hermanos y esto provocó en mí una frustración tal como mujer (que, además, por respeto a mi entonces marido, no podía compartir con nadie), que en mi vida ideal de mentira también zozobraba sola y en silencio. Tras la separación no he vuelto a convivir con ningún hombre. Porque no he querido en casi todos los casos y porque la relación se frustró antes de pensar en ello, en otros.

Y ellos son los que logran que cada día no me sienta sola. Me ha costado aprender a apreciarlo, a no buscar el amor fuera, a no desear una pareja para sentirme completa, a disfrutar de las cosas que hago con mis niños. Pero ahora, que son casi dos chicos, con sus maduros nueve y diez años, disfruto cada día más su presencia y sobre todo, su inteligencia, creatividad y energía positiva.

Se llevan poco más de un año y son totalmente diferentes: ella es reservada, muy responsable, perspicaz, demasiado madura para su edad, discreta, sentimental, extremadamente sensible y celosa. Él es extrovertido, con poca tolerancia a las críticas, ocurrente, vital, vago en los estudios aunque muy inteligente también como su hermana y un auténtico fanático de los deportes (como su difunto abuelo, al que nunca conoció). Muy cariñosos los dos. Muy bien educados los dos.

Quizá es de lo único que no dudo que pueda estar orgullosa, especialmente viendo las bestias pardas que otros tienen por hijos. Los míos son modélicos: se duchan solos hace al menos dos años, jamás rompen nada, no me han formado una pataleta infantil fuera de casa jamás en su vida, saben estar donde se les lleve y conocen muy bien el límite entre el cariño y el respeto que nos debemos mutuamente.

Es por esto que hoy debía hablar de mis pequeños roedores, porque además de bellos por fuera lo son, y mucho, por dentro. Aceptan a la perfección los inconvenientes de una economía permanentemente depauperada, jamás piden nada y lo agradecen todo. Generosos en sentimientos con su padre, al que casi no ven, y sus medias hermanas, a las que tratan con gran cariño, no guardan rencor a las diferencias que, ahora sí porque son mayorcitos, perciben que se hace con ellos. Se sienten a cubierto en casa, no es fácil hacer daño a quien es bienamado.

Por esto y por muchísimas cosas que me dejo en el tintero, quiero contar que les quiero, que son los únicos que nunca me han abandonado y no me abandonarán ni cuando se vayan, que estoy orgullosa del trabajo que he hecho con ellos, de su propia naturaleza y de ser su madre.

Como cualquier madre pero, objetivamente en mi caso, con muchísima razón.

Os amo, pequeños roedores.