Me paso el día completo pensando en escribir, recopilando temas, saliéndome del batiburrillo personal y encontrando, al final, un montón de razones para no hacer nada. Que si estoy muy liada con mi apretado horario de canguro de mi madre, de mis hijos, de mi casa, de mí misma, de mis pequeños trabajos sueltos, de mi mala salud de hierro... El caso es que no escribo y no comprendo por qué. Y eso que he vuelto a la política y escribiendo una crónica de un mitin central recordé lo buena que soy para mi decadente profesión... Una profesión que ha evolucionado pero para la que un máster me cuesta un dinero que no puedo invertir. En fin, ya buscaremos el modo de reinventarnos una vez más.
La gripe de marras me ha durado cinco semanas y he ido al neurólogo después de diez años. Me ha dado una nueva medicación maravillosa: me duele la cabeza más que nunca pero una de las pastillas quita el apetito y entre eso y la gripe interminable he perdido los tres kilos que se me habían metido entre los huesos y estoy divina de la muerte. Y lo que es mejor, no tengo ni pizca de apetito. Lo único malo es que no sé qué comer nunca porque no es que no tenga hambre entre horas, es que he perdido el paladar y comer se ha convertido en un trabajo... De cara a la operación biquini es la madre de todas las no-dietas (no tengo que hacer nada porque comer ya es un esfuerzo en sí mismo), tengo que pensar qué coño de cosas apetitosas y sanas comprar que me apetezca tragar porque como muy poquito. En fin, esbelta como he estado siempre, coñe, ya era hora. Eso sí, tengo que volver al médico, porque la cabeza me duele muchísimo, un rollazo.
Por lo demás, a la espera de que mi madre pueda retomar su vida normal para hacer lo mismo, contando los días para volver al Madrid de mis entretelas (¡Dios mío, cómo lo añoro!) y, por supuesto, buscando trabajo aunque me falta la fe y ése es mi mayor pecado. Salgo poco, la noche compostelana me aburre, no porque sea aburrida sino porque mis amigos están retirados y porque, qúizás, yo sí estoy aburrida de la noche y lo que me encuentro por ahí. Me divierto más con mi gente de Madrid, estamos más en la misma onda, a veces pienso que mi destino nunca ha dejado de estar allá y que, sin saber cómo ni cuándo, acabaré de vuelta. Es sólo un pensamiento sin ningún razonamiento. Pero esos suelen ser los mejores.
Me dejo acariciar por el sol de vez en cuando en la playa aunque mis pequeños roedores se aburren rápido de ella. He de confesar que yo también. A mí me gusta más que nada el resultado y el tumbing. Nuestras aguas son frías así que ni las huelo salvo que haga un calor endiablado pero ciertamente relaja el aire, ese color azul del mar y el cielo, la arena fina y blanca, esa sensación de libertad tras el largo encierro invernal. Para los gallegos es casi una obligación echarse a la calle, agotados como estamos de ver la vida tras los cristales.
Echo de menos un poco de emoción en mi vida al mismo tiempo que la rehúyo. Me agrada la tranquilidad de no sufrir por nada ni nadie, ni esperar a nada ni a nadie. No quiere decir que me haya metido a monja pero sí que me he retirado de pardilla. Tengo el corazón a buen recaudo y mi parte más crédula cerrada con candado. A pesar de las apariencias y de que por las buenas soy una auténtica Watie Katie, cuando toca defenderme soy un peligroso adversario y me hace sonreír que se rasguen las vestiduras los que un día me maltrataron cuando no me tiembla el pulso a la hora de reclamar lo que me corresponde. Les extraña que parezca buena con los buenos y les dé lo que se merecen a los que son crueles. Para ellos es maldad, para mí, justicia. Yo no voy de buena persona por la vida. Voy de ser humano, imperfecto, sí, a mucha honra.
Hace mucho que no escribo, quiero retomar la costumbre diaria y salir del plano personal. A ver si lo logro. Ayudaría el hacer algo más que esta vida tan monótona que tengo ahora mismo pero nunca se sabe cómo y cuándo puede cambiar. Y si no, prometo sentarme en un banco y ponerme a criticar.
Se me da de lujo
2 comentarios:
Antes que nada, y mucho antes de sentarte en ese banco para hacer lo que se te da de lujo, cuidate y mucho.
Disfruta de todos esos pequeños detalles que nos cuentas y que te hacen sentirte bien, y seguro que el resto irá llegando.
Un placer leerte.
Gracias Javi, en estos últimos tiempos a nadie le importa un comino si me encuentro bien o mal, si me cuido o no y, básicamente, el diablo con piel de cordero del pasado no hace otra cosa que intentar joderme.
Qué falta hace un mimo de vez en cuando...
Gracias por seguir leyéndome.
Publicar un comentario