jueves, mayo 29, 2008

Sola

Me siento sola. No sola en materia de hombres. Sola de sola. O sea, echo de menos a mis amigos, echo de menos el calor de sentirme en casa. Sé que sólo es la consecuencia de tener demasiado tiempo libre pero no por ello se me pasa.

Me siento perdida. Una vez más, desconozco la dirección de mi vida, cómo organizarla, qué decisiones habré de tomar en breve y si serán las acertadas.

Me siento frágil, un fácil objetivo para cualquier posible daño que me ronde. Quisiera un hombro para apoyarme y descansar. Dejar de pensar, sin cesar, en lo mismo hasta dolerme la cabeza.

Hace unos meses dejé pasar una oportunidad amorosa por priorizar todo el esfuerzo logrado, el bienestar de mis hijos, la estabilidad. Ahora no tengo amor, ni estabilidad ni recompensa.

No me gusta no saber dónde estoy. Me fatiga física y moralmente. Estoy cansada. Me agota buscar y no encontrar. Me agota no poder quitarme pesos de encima.

Sigo esperando que mi vida encuentre su orden dentro de la permanente entropía que la caracteriza pero tengo la desagradable sensación de que no me corresponde. De que ni esperando ni moviéndome consigo objetivos. Y eso es lo peor. Que nada sirve. Que desconozco cómo enderezar el rumbo.

Sí, está claro. Estoy cansada.

Y estoy sola.

martes, mayo 27, 2008

Dando guerra

Salgo de mi ostracismo voluntario para asomar la nariz y que veáis que, a pesar de las apariencias, no tengo ni valor ni ganas de cortarme las venas.

No he querido escribir porque no me apetecía, en primer lugar, y en segundo lugar porque no me gustar convertir mi blog en El Rincón de Plañidera. Es saludable y catárquico echar la basura fuera en forma de texto pero no me gusta escribir bazofia, aunque _como he leído hoy en un periódico gratuito_ sea bueno para la salud.

Sin embargo, hubo una ocasión en que renegué de las letras durante demasiado tiempo (casi dos años) y sabiendo que es fácil que vuelva a recaer en ese modelo de autodestrucción no me dejaré llevar. Así que aquí estoy.

He visto recientemente a uno de esos que dice que “ya no me lee” y que pretende saber todo de mí a través de mis páginas. La ignorancia (nunca me cansaré de repetirlo) es muy atrevida. A pesar de no leer mis textos los calificó de “derrotistas”, adjetivo que queda perfecto para mis tres últimos posts pero que no reflejan para nada el espíritu de este blog, ni a la Ninfa, ni a la escritora. En cualquier caso, no me sorprende que cada uno vea lo que quiere ver.

Otra cosa que me ha hecho gracia es que el mismo personaje aseguraba estar al tanto de mi vida sentimental cuando yo jamás aludo directamente al momento personal que puedo estar viviendo. Es decir, nadie puede decir que yo relate en ningún momento lo que he hecho la noche anterior en compañía de un hombre, si estoy o no saliendo con alguien, si he tenido o no sexo tal o cual día. Jamás hablo de mi vida sentimental de modo directo. Pero los listillos aluden a ilusiones rotas, amores que me abandonan y sexo a diestro y siniestro.

Es penoso que algunos ni se planteen que las letras tristes no siempre hablen de amor o pasión sexual. A mí me apasionan muchas más cosas y me producen profundas sensaciones cuestiones tan cotidianas como la amistad, la nostalgia, mis hijos, el dolor ajeno, una bonita letra, un talentoso texto, un vino de gusto alegre y vivaz o denso y ponderado… La vida me produce sensaciones muchas veces dolorosas y una canción de amor cuenta muchas de esas vivencias.

Una amiga bloguera acaba de cerrar su espacio privado y me ha dado una serie de razones poderosas que a mí me han sorprendido no por elegirlas (me dicen mucho de su valor como ser humano) sino por el corrillo que, por lo visto, se forma también en ciertos ambientes blogueros. Envidias, falsa compasión, chismorreos… Será que yo siempre vivo en las nubes _en mis nubes literarias porque, por lo demás, con tanto hostiazo estoy bien en la tierra_ que no participo de chismes y demás. No fomento la compasión porque me asquea hasta cuando la practico conmigo misma y, a pesar de alguna pataleta en la bitácora, la rehuyo en público.

Me gusta la solidaridad y la comunicación, no la compasión ni la lástima. Lo dicho, para lástima, la que siento por mí misma de vez en cuando. Si he resultado lastimosa (lo sé, lo sé, así ha sido) os ruego me disculpéis y no le déis más importancia. No tengo la menor idea de cómo pero saldré adelante. No sé con cuánta fortuna pero habrá que salir.

Así que no permitiré que las circunstancias me roben también lo único que poseo y nadie puede arrebatarme: el amor por las letras, la satisfacción de comunicarme con vosotros, el poder de transmitir más allá de mis propios sentimientos llegando a los vuestros y que ello nos permita a cada cual ordenarlos como deseemos.

Estoy lejos de estar al cien por cien y de ver mis deseos mínimamente cumplidos. Sigo rodilla en tierra pero aún queda una respetable y saludable porción de rebeldía dentro de mí. No batáis palmas, estoy lejos de estar bien. Muy lejos pero, aún así, ESTOY.

He perdido unas cuántas batallas… pero queda mucha guerra.

Y esta Ninfa es muy guerrera. Vaya si lo es.


miércoles, mayo 14, 2008

El árbol caído

Me siento como un árbol seco. Como uno de esos ejemplares centenarios que se mantienen ahí de modo casi inexplicable, bellos por fuera, huecos por dentro.
Desearía llorar y considero que sería hasta bueno, al menos por su efecto naturalmente catárquico. Sin embargo, hasta para eso estoy seca. Me levanto y hago las cosas con una actitud casi autista. Tras el golpe, viene el estado shock. Ese estado en el que no asumes lo que te pasa porque no te lo puedes ni creer.

Pienso que sería más saludable y natural que fuese un mar de lágrimas pero ya no me quedan. Pienso en cómo eran las cosas hace cinco días y en cómo son (o mejor dicho, no son) ahora.

Me siento de luto. Cuando muere alguien allegado, el momento de la muerte te desborda siempre, aunque sea esperada. Las lágrimas fluyen, lo vives con incredulidad. La gente te apoya, te abraza, te dice que lo superarás. Cuando pasa el funeral, el entierro, todo, vuelves a casa y te encuentras el vacío. Has de continuar solo. Durante el primer mes no eres consciente que la vida que se ha ido no volverá. Escuchas los sonidos de la puerta y aguardas que aparezca, feliz, aquel que se fue. Pasan los días y no llega nadie. Cesan las llamadas, los arropamientos, los demás también tienen que continuar vivos

Y te quedas dudando si guardar la ropa o empeñarte en olvidar. Y olvidar te parece casi blasfemo. Así que pasas un mes abstraído de la realidad, sin tomar decisiones, sin saber en qué consiste la vida con un nuevo hueco.

Así me encuentro ahora. Sin ilusión, sin valor ni deseos de creer en nada. Intentando comprender qué ha pasado, en qué momento y por qué volvieron a robarme mi vida. Y no lo sé. Y no lo entiendo.

No tengo confianza en nada porque precisamente eso es lo que me han robado. Quiero lo mejor para mis hijos (incluido una madre más o menos sosegada) y nunca estoy en posición de dárselo. Quiero ser una persona “normal” y no lo logro.

Me voy a casa a que mis amigos del alma me den palmaditas y sean capaces, con suerte, de arrancarme alguna lágrima. Nadie me va a salvar, eso lo sé hace mucho tiempo.

Tal vez el día de eso que llaman muerte (que debe ser tan liberador) me salve. Aunque finalmente sea cierto que no hay nada.

O precisamente por eso.


lunes, mayo 12, 2008

Una vida sindiós

Por primera vez en mi no tan larga como densa vida, me encuentro cuestionando la existencia de Dios. A mí me educaron como creyente a la antigua usanza. Con los años me fui quitando de encima muchas señales de esa educación pero he seguido teniendo un grado importante de espiritualidad.

Me he creído durante mucho tiempo que las cosas tenían un sentido, que había un ser que, de un modo u otro, me protegía o me observaba y que conocía las claves. Hoy no tengo nada claro que ese ser exista.

He pasado por muchas pruebas desde que nací. He padecido una infancia en un ambiente familiar difícil _por decirlo de un modo suave_, he visto morir repentinamente a un padre aún joven, a dos hermanos en la plenitud de la vida, he visto derrumbarse mi matrimonio, mi trabajo y mi supuesto plan de vida estable. He visto desvanecerse mi tan cultivada independencia, me ha mortificado el paro durante años, he vivido y vivo en soledad pero nunca, nunca, hasta ahora, había dudado de que el Dios en el que yo creía acabaría por darme un motivo, una salida.

No le encuentro el menor sentido al permanente desatino que es mi existencia. He dado saltos mortales para rehuir un destino que se antojaba inexplicablemente amargo. No he temido dejar todo lo que conocía atrás para caminar hacia delante. Pero nada parece suficiente. Los golpes nunca son bastantes. El Dios en el que yo creo me da la espalda, como si se solazara en esas estúpidas parábolas tipo santo Job con las que la Iglesia intentaba convencerte de que cuanto más sufrieses, más compensaciones recibirías para que te convirtieses en un buen vasallo para los señores feudales.

Yo ya estoy cansada de luchar contra los elementos y de ver cómo tras cada muro hay otro que, al menor despiste, se me cae directamente encima. No sé qué tengo que hacer porque nada sirve, nada es suficiente. Y ya sé que hay gente que sufre mucho más que yo pero también la hay a mares que sufre mucho menos. Yo sólo le pedía a ese Dios una vida normal, con sus alegrías, sus sinsabores pero con un mínimo de serenidad. Desde niña no he pedido otra cosa y nunca me ha sido dada.

Estoy hastiada de que la vida se burle de mí y de que nada parezca tener solución. Estoy aburrida de pelear y no recibir más que golpes. Desde luego, tal vez vivir sea bello, pero más para unos que para otros. Yo sólo vivo, desde hace décadas, porque es mi obligación. Una obligación cada vez más pesada que, por mucho entusiasmo que le ponga, por mucho que intente disfrutarla, se complace en hacerse más y más difícil.

Hoy estoy enfadada con Dios, si es que existe. Porque no le entiendo, porque no me cuida y no puedo entender que quien se supone que me ama permita que todo me salga tan mal. Hay vulgares seres humanos que me quieren mucho más. Al final, será verdad que no existe y yo llevo toda mi existencia haciendo el primo.

Como en la canción de Serrat, la vida me besó en la boca, me hizo creer que estaba en buenas manos… y un día me desperté sin saber qué pasa, chupando un palo sentada… sobre una calabaza.

Durante un año complejo pero esperanzador pensé que la pesadilla había terminado. Me equivoqué, era entonces cuando dormía. Me ha despertado con otra bofetada.

Y todo es mentira.

sábado, mayo 10, 2008

Vuelve la noche más larga

Esta mañana he abierto los ojos y he deseado volver a cerrarlos. Era una sensación ya olvidada: al despertar recordé que el mundo era un lugar hostil donde no encuentro mi lugar. Recordé que no tenía nada que ofrecerle a mis hijos y a mí misma. Recordé que volvía a ser una paria de la sociedad. Recordé que, de poder elegir _que no puedo_ no despertaría nunca, dormiría el sueño de los muertos y estaría tranquila (hasta feliz si conociese el verdadero significado de esa palabra) flotando en la nada. Recordé que la vida había vuelto a abofetearme y ni siquiera le había visto levantar la mano.

Mis alas están resquebrajadas de nuevo. Estoy otra vez en el principio (o el final). Estoy otra vez acabada.

Vuelve la noche más larga.


jueves, mayo 08, 2008

Y volver la vista atrás...

De vez en cuando, releo mis viejos posts. No sé exactamente por qué (nunca los cambio incluso si veo alguna errata… cosas de Ninfas). Algunos siguen emocionándome como el día en que los escribí, me hacen llorar como si lo que cuento hubiese ocurrido ayer y, sobre todo, como si lo hubiese contado ayer.

Muchos de ellos deben su valor a los comentarios que recibieron. “Feliz cumpleaños” es un ejemplo. Cuando veo los comentarios, esa comunión entre desconocidos (y otros no tanto) proyectando sus felicitaciones al otro lado del espejo se me cae la armadura y las lágrimas corren por mis mejillas.

Podría elegir mis favoritos, unos por su calidad y otros por su humanidad y por todas las emociones que, inexplicablemente, siguen produciendo con su lectura incluso a mí, que casi los sé de memoria.

Hay sentimientos que el tiempo puso en su lugar y ya no valen nada, hay sensaciones que son eternas, hay ilusiones imposibles “como no morir”, parafraseando a Alejandro Sanz.

Hace poco me contactó otra blogger y lectora también. Dice que se sorprende de que no tenga muchos más comentarios. He de admitir que la autopromoción no es lo mío, soy perezosa y ni siquiera sé cómo funciona. Pero como ella, conozco a muchos que leen en el silencio, sin ruido, sin comentar pero me siguen.

Hay polvo de estrellas que, probablemente, abre esta puerta “espacial” y viaja un rato conmigo, en ese avión imaginario que nunca compartiremos. Hay duques que fueron míos en vidas paralelas pero nos hemos equivocado de línea. Hay ángeles de la guarda que sé que nunca _dentro y fuera del ciberespacio_ me abandonarán. Hay escritores que me fascinan y atraen como una polilla a la luz hasta caer en una admiración platónica que roza la post-adolescencia. Hay hermanos y padres que viven para siempre en mi blog y han muerto en la memoria de quien debería mantenerlos vivos. Hay vientos que se quedaron en brisas pero, con todo, refrescaron el ambiente aunque fuesen, como todo en esta vida, volubles y pasajeros. Hay lobos que nunca hechicé y, sin embargo, me pertenecen más de lo que jamás estarán dispuestos a admitir.

Hay sueños que nunca se cumplirán y desilusiones que ya no duelen. Hay una carrera de obstáculos en la que sigo empeñada, tanto en no abandonarla como en superarla. Hay posibles amores ocultos entre las líneas, hay lectores-amigos que son el alma del blog y, sobre todo, hay sentimientos a raudales que ninguna armadura puede impedir que lleguen al teclado.

No he encontrado el amor en estos dos años de letras con vida propia, que me usan como un mero vehículo para reunirse y decir lo que les parece. Estuve cerrada a él, con la sabiduría de la racionalidad. Lo malo es que la razón y el amor no viajan juntos y yo soy un torturado pack. He conocido a algún posible candidato pero ellos mismos se ocuparon de abortar cualquier posible fisura en la chatarra que me envuelve.

Está también ahí, paso a paso, el diario de la Ninfa emigrante, con sus monotemas laborales, movidas con ex maridito, bloqueos y hasta recuerdos envueltos en sensualidad que siguen a la espera de ser realidad… por un rato, como siempre.

Todo esto venía a que mi blog sigue haciéndome vibrar y vuestros comentarios siguen haciéndome llorar. Es tan simple como que quería devolveros el favor de hacerme sentir viva. A todos los que, de alguna manera, habéis sido protagonistas _lo sepáis o no_ y más aún a los que, atentos, abrís las páginas de este libro que jamás se verá impreso en ningún papel.

Me conformo con imprimirlo en mi alma.


(Luis Miguel tiene la capacidad de hacerme vibrar, de hacerme sentir tal y como cuentan sus canciones. Por esto lo comparto con vosotros, aunque no tenga nada que ver con lo que cuento... o sí).

A ver si aparece uno que se atreva a no renunciar al paraíso.

martes, mayo 06, 2008

Pesimismo esperanzado

Hoy charlando con mi ángel de la guarda sobre mi monotema de preocupación actual (papaíto, cómo no) hablábamos de un regalito que me dejó mi escritor favorito . Un premio bloguero de esos que tanta ilusión hacen por cuanto es totalmente libre y ausente de otra pretensión que recordarle a alguien que tu blog le gusta.

Viniendo de quien viene el honor es doble (puesto que me fascina como escritor y, aún sin conocerle, admiro los trocitos de su alma que deja entrever). Según mi ángel de la guarda, esto son lisonjas pero no es así. De hecho, a ese ángel endemoniado le puedo mandar a hacer puñetas cuando no estamos de acuerdo y así lo he hecho.

En fin, me gustó la definición del premio: “Por esa forma tan natural, amable y divertida que tiene de contarnos su no-encontrar el camino”. Parece que las no-relaciones, los no-novios y las no-metas son ya mi sello de identidad. Como dice L, la pesimista esperanzada. Sí, esperanzada de tener que tragarme mis palabras pero con poquita fe de poder hacerlo.

Nos pusimos a retrotraernos a lo logrado en estos intensísimos y desaforados cuatro años que llevo sola luchando contra los elementos (de toda índole). La verdad es que si me pongo a contar todos los avances, uno por uno, tengo para una novela por entregas y me estoy planteando seriamente hacer un recopilatorio de logros y batallas de una mujer que lo perdió todo y sigue trabajando para tenerlo todo… aunque peque de ambiciosa y nunca lo consiga.

Miro atrás y, aunque papaíto se prepara para volver a ser una presencia problemática en mi vida, me siento razonablemente orgullosa. Me falta mucho, me falta todo el resto de mi existencia pero hasta yo misma puedo ver que le he echado valor y tampoco me puedo quejar de lo conseguido. Estoy lejos de vivir tranquila y relajada, de sentirme segura _no creo que vuelva a sentirme así nunca_, de atreverme a hacer planes que rara vez se cumplen y de pensar que sólo hay que dejar la vida rodar… porque yo no puedo hacer eso. O la empujo o me empuja. Ésa es nuestra peculiar relación.

Sin embargo, he pasado de ser una mujer sin trabajo, en el paro con dos hijos, sin maridito, sin apenas ingresos, sin vida emocional ni sexual, sin expectativas laborales en una ciudad pequeña y limitada a tener un puesto razonablemente pagado, una bonita y carísima casa para mis hijos, a ser independiente (o casi), a tener una vida sexual como poco… interesante y otras muchas cosas.

Sí, creo que voy a hacer un post _o varios_ recopilando logros. Será bueno para mi moral y la de todos aquellos que, por lo que sea, anden en un período vital de esos cabrones que te hacen sentir perdido o desesperado.

Os espero en mi club donde los locos encontramos nuestra pequeña dosis de cordura. La justa para no desaparecer pero no tanta como para no aguantar el tirón y seguir ejerciendo nuestro derecho a la insurrección.

¿Te vienes?


lunes, mayo 05, 2008

Afilando cuchillos

Aquí estamos, preparándonos para la guerra. Mi queridísimo ex ha tomado la decisión del año: mudarse a vivir a Toledo. De entrada sonaba bien pero, vista la actitud del ínclito, se avecinan malos tiempos. Se me ha asomado a la puerta con ese aire beligerante que le caracteriza desde que nos separamos y ha insistido sobre su extraña idea de proclamarse familia numerosa a la salud de mis pequeños roedores y una supuesta candidez que no sé de dónde puede haber sacado que yo tengo.

El muchacho quiere hacerse con las desgravaciones, los descuentos en préstamos, coches, matrículas, beneficios fiscales y de acceso a la vivienda a cuenta de que yo pase por el aro de permitir que mis hijos sean considerados parte de su unidad familiar gracias a los 340 eurazos que me pasa por los DOS. Eso sí, el favor me lo hace él a mí porque así tienen descuentos en el comedor y la matrícula. Hay que joderse (no me gusta escribir tacos pero hay cosas que sólo se pueden decir de una manera).

Es curioso que se le haya olvidado lo listísima que era la titi aquella con la que se casó el siglo pasado. Dejando a un lado que, en breve, las familias monoparentales con dos hijos seremos consideradas numerosas _razón por la cual yo seré la que disfrute de esas ventajas con mucha más justificación que él, que llevo tirando del carro sola hace cuatro años_, este señor no ha mostrado en todo este tiempo ni la menor inclinación a hacerse cargo de las necesidades de sus hijos fuera de lo que la ley le obliga a abonar. Así, ni colegios ni material ni ropa ni medicinas ni una pensión digna ni nada de nada es considerado por él algo en lo que deba colaborar. Eso sí, ahora, ante la ley quiere ser un padre opusino. Pues va a ser que se jode.

Lo curioso es que con esta milonga ya me salió hace unos meses y le contesté lo mismito. Pero él sigue dale que dale. Se lo debe haber vendido muy bien a la pobre acompañante _que no tiene ni idea de con quién está_ porque sigue emperrado. Eso dejando a un lado sus casi seguras oscuras intenciones.

Por de pronto, ya les ha explicado que la nueva casa tiene una terraza “más grande” que la de mamá y que se van a ir al colegio en Toledo. La osadía de los ignorantes no tiene límites. Encima de pretender anexionarlos a su unidad familiar, de paso, me los quita. ¿Por amor paternal? No. Simplemente, hace sus cuentas: lo que me deja de pasar a mí, más la pensión que me sacaría en función de mi salario (que, obviamente, sería mucho más que la basura que me pasa él a mí), más los beneficios fiscales y la madre del cordero… ahí anda, relamiéndose de gusto. Eso sí, no quiere poner cien euros para que el niño entre en un club de fútbol (la mitad de lo que hace falta) pero es un padrazo.

Tiene las santas pelotas de decirme que él tiene “todas las cargas” así que, muy tranquilamente, le recordé que yo no había elegido tener estos dos niños en soledad, que su churri y él son dos para mantener a sus nenas y que ellos sí han elegido meterse a procrear habiendo otros dos niños que no tienen que apechugar con las consecuencias de sus decisiones.

Ahora vendrá la movida veraniega: se negará a coger los niños en julio para fastidiar, yo tendré que organizarme y me negaré a darle los niños en agosto. Y se armará, un año más. Previsible, después de todo.

Al menos, los niños le verán más _aunque a mí me amargue la vida con más frecuencia_, no viajarán tanto, les tendré cerca y hasta puede que yo tenga algún fin de semana para mí. Con todos los demás desvaríos habrá que tomar la pertinente actitud: pasar.


Ya veis, hoy el blog es el diario de la señorita Francis. Pero no os preocupéis, que la ninfa sigue in crescendo.

Mientras, a afilar cuchillos tocan…