martes, octubre 28, 2008

Cosas de meigas

A veces, una ha de tomar decisiones que se ajustan poco o nada a la razón y a lo políticamente correcto. Decisiones incomprensibles vistas desde fuera y muy especialmente si no se me conoce en profundidad. Sin embargo, a sabiendas de que me cargaré de penas si no remonto luego, creo haber hecho lo correcto.

Un post de mi querida Crika me ayudó a llevar adelante una iniciativa amparada sólo por mis más básicos valores humanos, mi tradicional tendencia a no gustar de lo que hago mal y hacer mal lo que no me gusta y una inefable, inexplicable y clarísima intuición previa incluso a darse la situación.

He dicho adiós a una oportunidad que para mí no era tal. No lo era porque no había perspectiva, porque estaba fuera de mi elemento y porque trabajar en un ambiente adverso es, por encima de todo, lo que más rechazo me produce a nivel laboral. Puede sonar cobarde y hasta puede que lo haya sido pero yo he reunido mucho valor para decir no. Es algo que se aprende con la edad y no es tarea sencilla.

Me han dicho que mi problema es de actitud y no de aptitud. Y es verdad. El sentirme a disgusto con mis jefes o en mi ambiente de trabajo reduce mi motivación. Tener un jefe que me hace sentir hostigada, llegar a una empresa donde no hay organización alguna, se te ordenan labores que nadie hace ni sabe cómo hacer y te abroncan por no hacerlas es algo que choca con mi natural espíritu crítico y rebelde. Me bloquea, es algo irracional pero no falla. Es como si parte de mí se haya marchado antes aún de haberme ido físicamente.

Como buena capricornio, soy una cabrita terca y tenaz para el trabajo. Pero en todos los trabajos en los que he estado hasta ahora había alguien dispuesto a pasarte el testigo. Si no existe ese alguien (o no se lo permiten, lo cual me parece más surrealista todavía) que te ayude y conozca la empresa, la organización y las labores estén departamentadas, a la cabra lo que le da es por volver al monte.


Pero, sobre todo, lo indispensable para mí es contar con apoyo en la empresa. Al menos las primeras semanas. Aunque yo entrase mañana en un periódico, nadie tendría que enseñarme a redactar pero seguro, seguro, sí tendrían que explicarme cómo se organizan las secciones, con qué herramientas trabajan y me darían un período para conocer la línea editorial.

Me dicen que hago las cosas mal porque no presto atención y no tengo espíritu crítico. Sí lo tengo, por eso me retiro, porque no soy la adecuada. No lo soy porque no es el tipo de trabajo para el que valgo, porque mi carácter me impide someterme a las críticas injustas y los mensajes contradictorios. Y a los jefes que viven obsesionados por el refuerzo negativo casi sin darse cuenta.

Yo no quiero acabar así. No quiero ser una persona que disfruta sermoneando una y otra vez a los que le rodean. Que olvida la importancia de generar un ambiente humano en el trabajo y que no conoce los enormes beneficios de que la gente trabaje contenta y no sintiéndose una cucaracha o permitiendo que la traten como tal, Y no quiero acabar pensando que soy genial y que todos los demás que no han llegado donde yo, son estúpidos. Hay jefes que, aún sin tener mal corazón,se han olvidado de su vertiente más humana, que la tienen, seguro, pero su ausencia de la autocrítica que proclaman para los demás no les deja ver que su vida es triste, que su permanente tensión es triste, su imagen es triste. Curiosamente, no he conocido una sola persona en Madrid que haya triunfado económicamente antes de los cuarenta que sea feliz o sepa organizar su vida emocional. Y pierden toda visión de la humildad.

No quiero ser desagradecida. Doy gracias por la oportunidad tanto por lo aprendido (a nivel moral) y por el gesto de generosidad. Mi gesto recíproco es no ser una carga y, en caso de ser escuchada, recordarle a quien pueda entenderlo que vivir permanentemente agitado, enfadado, temblando y criticando no puede compensar.

No hay dinero en el mundo que compense eso.




Y que Dios me ayude si me equivoco...

sábado, octubre 25, 2008

¡Viva la crisis!

Yo no sé vosotros pero yo, pasar más de 24 horas encerrada en casa, lo llevo francamente mal. Encima, ejerciendo de maruja. A mí me educaron para ser un perfecto hombre: independiente, enfocada a trabajar fuera desde siempre y sin dejarme ni amagar en las tareas del hogar. No es que esté orgullosa pero así es.

Ahora que soy madre soltera (o viuda de vivos, como diría la llorona de mi compatriota Rosalía de Castro), trabajadora (de momento, porque este trabajo me durará dos telediarios) y mujer (a ratos, muchos menos de los que a mí me gustaría) estoy agotada. No doy abasto.

Aborrezco planchar, me gusta mi casa limpia pero me gustaba más cuando lo hacía la asistenta, cocino lo justito para que no muramos de hambre _no tengo mala mano, lo que no tengo son conocimientos ni interés en adquirirlos a estas alturas…_ y me repatea estar todo el día fregoteando por ahí, además de poner ochocientas cincuenta lavadoras a la semana y llevar la casa.

Mi vida actual es puro divertimento: a las ocho y media dejo los niños en el cole, a las nueve entro en el trabajo; como en media hora, salgo a las cinco y media corriendo a recoger a los niños, les doy la merienda y me enfrento con la casa totalmente patas arriba; hago camas, lavadoras, desmonto mochilas, monto mochilas, me peleo con los pequeños roedores para que hagan los deberes, hago cena, recojo lo que puedo, limpio la cocina por enésima vez, acuesto los niños, le robo horas al sueño para hacer algo más que trabajar, me acuesto (sola) y, al despertar, se me ofrece otro apasionante día igualito que el anterior. Añadimos a todo esto la precariedad económica y las malas perspectivas laborales y ya tenemos el círculo perfecto.

La verdad, esto no es lo que soñaba cuando era una adolescente. Incluso he tenido bastantes años de cierta solvencia. Cuando mi ex dio la campanada y acabamos los dos en la calle tras diez años en el periódico no me podía ni imaginar que, habiendo trabajado desde los 17 años, mi vida estaría en manos de cualquiera menos de mí misma.

Tener que prescindir de algunos bienes materiales, comprar marcas blancas y privarme de viajes no ha sido un gran problema. Mi ex decía que yo era “un animal de lujo” porque mi piel siempre ha querido cremas de gama alta _si no, se me desgracia y, sin embargo, está perfecta con un buen producto_, lo que mejor me sienta es siempre lo más caro (aunque no me compro ropa de marca) y, sin saberlo, en un escaparate elijo siempre el producto de mayor precio. Me encantan los buenos hoteles, la buena mesa, los buenos vinos. Pero soy un camaleón y adaptarme a las circunstancias se me da muy bien.

Sin embargo, no puedo prescindir de la tranquilidad y la he perdido. Aguantas situaciones que no aguantarías en el pasado ni de broma para poder seguir tirando. Pero yo soy una disfrutadora, no me gusta tirar, me gusta vivir. Y no me quejo, dentro de lo malo, nunca hemos vivido mal mis peques y yo. Pero hemos recibido ayuda y eso no durará siempre.

Yo quiero despertarme en un mundo mínimamente estable. La crisis para mí empezó hace cuatro años y ahora las cosas están peor que nunca. A ZP no le preocupamos los curritos, le preocupan los bancos. Y digo yo… Si en vez de darle dinero a los bancos se lo damos a la gente para que salga adelante… ¿No sería mejor para todos? Los puñeteros banqueros seguirían inflándose de pasta y la gente conservaría su vida.

Y no hay que pensar sólo en los hipotecados. Que algunos no tenemos para comprarnos un piso y también pagamos alquileres demenciales. Y las familias monoparentales hemos de pagar para poder trabajar. Paradójico ¿no?

Nos falta dinero a todos, señores. Nos falta trabajo a todos.

Y a mí me hace falta salir a dar una vuelta que iba a hacer un post divertido y me ha salido un sermón.

Será que estoy en crisis.


miércoles, octubre 22, 2008

Actualidad y pistachos

Noche de atiborramiento pistachero. Como siga dándole rienda suelta a mis compulsiones acabaré saliendo de mi casa rodando por las escaleras. Es que no puedo parar, empiezo y me pongo ciega de la porquería que toque y de coca-cola. Y aunque mi línea no es algo que me preocupe habitualmente, digo yo que no me puedo relajar, que si una quiere permanecer en el mercado tiene que seguir librando y ganando la batalla contra ese cabrón inexorable que es el tiempo.

Esta mañana escuchaba en la radio que el Gobierno se había gastado el pasado año dos millones de euros en renovar los móviles de “sus señorías”. Estoy tan escandalizada como el locutor aunque no voy a decir que sorprendida. En un país en el que los políticos cobran cifras astronómicas y reciben un importante plus por cada vez que se dignan acudir a un pleno, la estupidez de nuestros gobernantes (y de los que les votamos) no tiene parangón.

A veces me pregunto cómo en tiempos de crisis a los sindicatos nos les da por convocar manifestaciones o huelgas reclamando el recorte de los macrosueldos de los que nos han llevado a la bancarrota .Sí, sí, que Europa también tenga culpa no me consuela. Yo siempre he creído que nos reportaría más problemas que beneficios y a las pruebas me remito. En realidad, he apostado más por el célebre “Europa acaba en los Pirineos”. Amén.

Pero los sindicalistas son políticos también. Una clase trabajadora que deja de trabajar para defender a los trabajadores. Una paradoja inexplicable que suena fatal.

Por eso procuro no ver el telediario. Me pone de mala leche y me deprime. Y por eso procuro divertirme todo lo que puedo. Porque es lo único que me mantiene vivita y coleando.

Los pistachos me hacen divagar. O el exceso de cafeína. O el de hormonas. O lo que sea. Mañana prometo dejarlo. Alguna de las tres cosas.

Bueno, mejor sólo los pistachos. La coca-cola y las hormonas son la chispa de mi vida.

Y menos da una piedra.

martes, octubre 21, 2008

La cruda realidad

Heme aquí, fatigada y echando de menos mi rincón no tan privado. No tengo espacio casi para nada, tengo un empleo para el que no tengo formación ni experiencia y no me dará tiempo de adquirirla satisfactoriamente. Añoro desesperadamente una oportunidad que haga que mi don sirva para algo más que para momentos de desahogo u oscura lucidez en el túnel internáutico.

Nunca me he explicado muy bien cuál es el motivo de que mi vocación y lo único para lo que tengo claro que sirvo no me sirve a mí. La gente acostumbra a decirme que soy “lista”, “muy inteligente” y que, con eso, podré hacerlo todo. Pero no es así. Es una tontería.

Una se cansa de reinventarse una y otra vez. De tratar de ser estupenda en todo porque, aunque me consta que soy estupenda en algunas cosas, también sé que soy torpe en otras. Hay labores que no me gustan o que no ejerzo como quisiera. Y no tiene nada que ver con mi coeficiente intelectual.

Tiene que ver con que soy un ser humano. Un ser humano que necesita que le den margen para adaptarse, que necesita espacio para SER y ESTAR, un ser humano que necesita no sentirse al borde del abismo una y otra vez. Un ser humano de lo más vulgar.

Y saberlo no me hace peor, ineficiente o estúpida. Me hace real.

Con todo el dolor, la fragilidad, el peligro y la maravilla que ello supone.

domingo, octubre 12, 2008

¿Erotismo o sexo descafeinado?

La noche del pasado sábado la pasé en casa, zappeando. No recuerdo bien en qué cadena del TDT ponen una serie nocturna supuestamente erótica. Y nunca puedo dejar de alucinar cuando la veo.

La cosa tiene su punto. Es como un culebrón en el que todas las nenas están buenísimas, operadísimas (estupendamente, por cierto, yo soy una defensora de la cirugía estética) y pasan casi todo el tiempo desnudas. Lo que me llama la atención de este programa, supuestamente caliente, es el modo tan diferente que tienen de elaborar los contenidos . No sé si es la diferencia cultural pero, lo dicho, yo alucino.

Os pongo al día: cruzan cuatro frases, como en las pornos, y en un pis-pas están ellas en pelota picada y ellos se supone que también pero no se les ve nada (así es de injusta y machista la tele…).

Lo que me hace gracia es la mojigatería que hay en toda esta supuesta transgresión. La chica de cuerpo perfecto se desnuda, se pone encima o debajo y empiezan a menearse con lentitud (una lentitud sólo para vírgenes y estrechas, desde golfo mi punto de vista).

Se supone que están “consumando el acto” (intento no poner palabrotas en el blog) pero los genitales de unos y otras están a medio kilómetro, sin posibilidad de rozamiento _no hablemos ya de penetración_ y comienzan un vaivén con ruiditos cachondos de ella (pero voz en off, queda rarísimo).

Algo han ido progresando pero he visto escenas (o sea, polvos) enteras en que el tío no le toca ni una teta a la muchacha _yo creo que gime de desesperación más que de placer_. Unas tetas que deben haber costado 3000 euros cada una, a la altura de la boca y el tío empeñado en tocarle la espaldita, tímidamente el perfecto culo y suspiros de mentira. A mí, en lugar de ponerme, es que me da la risa. Y eso que ellos también están buenísimos pero eso de hacer una serie erótica en la que casi no se puede tocar… No sé yo.

Bueno, no digo nada que ayer uno de los tíos se comió los pechos de la supermodelo mientras bailaban el vals (porque si eso es una penetración yo ya no sé nada de sexo).

En fin, es muy curioso de verdad. ¿Será que en Sudamérica eso es una guarrería de alta tensión? ¿Tan cochinotes somos los europeos que a mí eso me parece casto y puro salvo por los catarrazos que tienen que pillar las conejitas (y sus conejitos) de tanto estar al aire para nada?

¡Bah!Donde esté la magia del directo… aunque sea con cuerpo no perfecto _léase el mio_ pero que me da mis satisfacciones… No hay color. Para esto del sexo soy muy clásica: sólo con hombres, en directo, de uno en uno y sin amontonarse.

A lo mejor lo que da más resultado es el vaivén sin rozamientos. Por lo menos para el calentón nocturno en solitario.

De todas formas, yo sigo apostando por tenerlo... TODO.

Y estos caracoles son cien veces más morbosos:

viernes, octubre 10, 2008

Oro rubí y cordura para locos

He echado mano de uno de mis más antiguos y placenteros rituales. Ha sido una semana aciaga, no tanto por lo sucedido como por lo que no ha tenido lugar. Son tiempos en que mi cabeza (esa entropía imparable que jamás descansa) me agota, me hace infeliz, deja que los acontecimientos se hagan a mis ojos más grandes de lo que son y la ausencia de ellos me afecte de modo irracional. A mí, la prisionera de la razón. No es fácil ser una paradoja en permanente actividad.

He llenado mi copa de un rioja alegre y sabroso. Como yo, cuando estoy en plenitud; como la vida, cuando decide estar “tan bonita que da gusto verla”; como mi alma, cuando es libre de sus propias cadenas; como mi cuerpo, cuando decide tomar las riendas y someterme exactamente como a mí me gusta.

Lo paladeo en la boca largo rato. Nunca más de una copa en soledad. “Beber más a solas es de alcohólicos”, acostumbro a decir. Por ello la hago larga, interminable, lenta y aprecio su poso con delectación. Corre por mi garganta, como debería hacerlo tu lengua por mi cuello. Me incita, como sólo tú puedes, aún sin estar aquí. Me vuelve peligrosamente consciente de cada poro de mi cuerpo a pesar de que, inexplicablemente, no estás a mi lado para acariciarlo.

Los verdaderos placeres de la vida cuestan muy poco a nivel material pero mucho a nivel personal. Aprender a valorar cada instante es fruto de una madurez que suele llegar algo tarde.

Me encantaría tenerte ahora entre mis brazos, preso, indefenso, sumiso, para hacer de tu cuerpo mi fuente más egoísta de placer. Sé que mi placer es el tuyo, que tu sufrimiento es un gozoso infierno, que mi cuerpo, un pecado intocable que matarías por destrozar… y yo moriría por permitir que lo destrozases.

Ahora el vino debería correr por mi piel y por la tuya, como a mí me gusta regarte. Chuparía, lamería, acariciaría cada poro para recuperar la deliciosa mezcla de tu aroma, tu sudor, mi saliva y el color rubí con que te cubro. Pero no estás.

Mis sensaciones están tan a flor de piel que habré de dormirlas para poder dormir mi cerebro. Ése que maquina y me incomoda. Ése órgano maldito que no te deja libre para sentir, para vivir, para dejarme que te arrastre al averno.

En cambio, continúo degustando el oro granate que no me calma, no me amaina. Sólo me hace más consciente de que aquí está tu lugar. Y ni siquiera lo sabes.

Hoy dejaré que me haga perder la cabeza tu recuerdo.

Mañana haré que sea mi cuerpo quien te haga perder la cordura.

Y te cubriré de cordura sólo para locos.


miércoles, octubre 08, 2008

La búsqueda del Viento

La última vez que vio al Viento le pareció el mismo de siempre. Pausado por fuera, un huracán por dentro. En su imparable caminar se volvieron a cruzar. Le encontró bien, más fuerte, más tranquilo pero aún perdido. Sigue soplando aquí y allá, sin encontrar su rumbo, sin conocer su destino. Vuelve una y otra vez a los lugares donde se sintió ora en paz, ora enfermo de agitación.

El Viento necesita hallar la brisa que le complemente pero no sabe cómo ni dónde encontrarla. Sin embargo, no ha nacido para estar solo. Ha nacido para abrazar, para envolver, para acariciar. Mira y busca fuera pero la paz está dentro de él. Y, si algún día deja de girar desasosegadamente, tal vez vea que ahí mismo, a su lado, está lo que andaba buscando. Y no se había dado cuenta.

En este día, un año más, ella le desea que encuentre lo que se merece, que lo amen como se merece, que abra bien los ojos para descubrir que lo que necesita está en él… y en la que, tal vez sin saberlo, le espera ya.

Donde quiera que esté.

Feliz cumpleaños, Viento

lunes, octubre 06, 2008

Cuenta atrás

Me encuentro en plena cuenta atrás. Este mes cobro el paro por última vez (y sólo medio mes). Me debato entre la angustia y mi resistencia a dejarme llevar por la amargura. Estoy en el proceso final de selección de una empresa pero la próxima entrevista será definitiva, para mí y los demás finalistas. Así que puede ser un éxito u otra gran bofetada del destino.

Como ave fénix vocacional y forzosa que he sido toda mi vida creo que, como siempre, remontaré en el último minuto pero cada vez quedan menos minutos… Sin embargo, me niego a dejarme amedrentar aunque una parte de mí tiemble y tema tener que claudicar y volver a casa con el rabo entre las piernas. La otra, la incombustible, cree en milagros aunque no le guste decirlo en voz alta pero, ya veis, aquí, bajito y sólo para vosotros, lo repito una y otra vez esperando que sea verdad

Para compensar esta locura semanal he pasado un fin de semana estupendo. He disfrutado de esa noche madrileña que a mí me encandila como buena juerguista que soy. Me gusta salir en Madrid. Nadie te conoce, puedes hablar con todo el mundo, todos somos más abiertos, conscientes, quizás, de que nunca nos volveremos a ver. Pero así es la vida en realidad, momentos fugaces que van pasando… Y hay que disfrutarlos a tope porque, si no, te pierdes lo mejor pensando en lo que podrías perder o ganar.

Así que, con subidón de ego incluido, estuvimos mis amigas y yo bailando, tapeando y bebiendo como buenas españolitas de pro. El sábado fue muy especial. Pude combinar mis ansias de ver nuevos lugares, de salir de la rutina, con la sensación de volar en un precioso albatros de mi color favorito, el rojo, todo ello en la mejor compañía. Y viví una de esas veladas que tanto extraño en el día a día y que sólo con contados seres puedes llegar a experimentar y sentir. ¿Qué no duran para siempre? ¿Y qué es para siempre? ¿La muerte? Pues no perdamos el tiempo pensando y a vivir, que son cuatro días y dos de ellos los pasamos durmiendo.

Ver la televisión no ayuda. Sólo hablan de aumento del paro y las ocasiones parecen cada vez menores, por eso procuro verlo lo menos posible. Lo que me hace falta son los ánimos de las noticias…

Mi ser lúdico quiere abstraerse de todo y vivir a mil, como es mi naturaleza. El racional, lucha con pico y pala por un salario digno y un poco de paz. La extraña mezcla de un capricornio con ascendente en piscis. Esa rara avis soy yo.

Qué seria me he puesto. Prometo volver más poética, o más romántica, o más graciosa. Lo que es seguro es que vuelvo.

Aquí os espero. Con las botas puestas.

domingo, octubre 05, 2008

Siempre tan oportuna...

Llevo unos días apartada del mundo de las letras. En parte, porque tengo la sensación de no tener nada que contar y, lo que podría ser interesante leer, no quiero exponerlo al universo de la red. Sin embargo, las ganas de escribir (esa extraña sensación de que algo falta, algo se muere en tus dedos, algo se malgasta cuando no lo compartes) me pueden y vuelvo, como no podía ser de otro modo.

No estoy en un momento glorioso emocionalmente pero, como eso ya es costumbre, me apetece compartir otras cosas. He tenido visita de mi hermana y su novio y hemos disfrutado de las tradicionales cañitas de La Latina, de la terracita y de nuestro habitual ritmo de vacile con el que ambas nos retroalimentamos.

La llegada tuvo, cómo no, su punto surrealista, obviamente aportado por mí. Llegaron de madrugada y yo había ido a cenar fuera. Pensé que, como buenos forasteros, se perderían al llegar (que es como tiene que ser) y me avisarían cuando estuviesen cerca. Pero no. Así que, mientras tomaba un vinito tranquilamente en buena compañía (tremendo pedazo de compañía…), me llaman que ya están casi en mi casa. Salgo disparada y les digo que esperen en la gran y solitaria avenida paralela a mi calle donde les saldré al encuentro en coche.

Allá voy, rauda y veloz por la m-45, llego a calle en cuestión y veo, parado y con las luces puestas (aunque ya no estoy muy segura…) un coche. Un solo coche. Así que, no corta ni perezosa, les hago luces, me paro delante, les hago señas de que me sigan… Y nada. Un poco extrañada, llamo a M. para que se dé cuenta de que soy yo y que me sigan con su coche… Y nada.

De pronto, el coche de atrás pasa delante de mí, despacio, mientras sus viajeros me miran con cara de… ¿culpabilidad? Por supuesto, no eran mis amigos, así que me disculpé y se marcharon.

Unos segundos después mi cerebro empezaba a articular una teoría al tiempo que me sentía mezquina por tener la clara sensación de acertar. ¿Qué leches hacía a las cuatro de la madrugada un coche aparcado en una avenida en la que no hay NADA? Me pongo a pensar en el aspecto de la pareja. Ella era una rubia entrada en años y escasa de dientes y él… el clásico cliente de parada en avenidas de madrugada…

Imposible describir las burlas de las que fui objeto por parte de mis queridos amigos (que estaban más adelante, fuera del coche haciendo señas). Que si me había cargado la mamada del pobre hombre, que si le había fundido el negocio a la pobre mujer, que si pensarían que era la Policía u otra pilingui dispuesta a unirse a la fiesta… Lo malo es que tenían razón, los condenados.

Yo no sé cómo me las apaño para meterme en estas situaciones tan raras, la verdad. En fin, queda para el anecdotario de la náyade despistada e inoportuna. Está claro que les di un buen susto. O un subidón.

Vete tú a a saber…

(Este texto está recuperado de mi otro blog. Es reciente y me gustaría compatirlo aquí también. Gracias por vuestra paciencia a los que lo habéis leído)

jueves, octubre 02, 2008

Actos de fe

Tras quitarme la mordaza, vuelvo a mí yo más profundo con renovadas fuerzas. El impulso natural de la Ninfa me ha llevado a dar unos cuantos portazos que ya hacía mucho que tenía que haber dado. He dejado de aceptar migajas de nada a cambio de todo, he dicho algunas verdades de las que duelen pero si alguno tiene ganas de crecer _aunque no sea a mi lado_ debería analizar, no he tragado con excusas poco creíbles y he decidido seguir caminando sola, como es mi sino. No es que me guste pero es un hecho.

Estoy en temporada de reapariciones. Seguro que me habréis oído hablar de esto en otras ocasiones pero es que no falla. Tras la pertinente desaparición del cobarde o maleducado de turno, un tiempo después, siempre vuelven a llamar a mi puerta como si no hubiese pasado nada. Y es que yo ejerzo tan poca presión que algunos confunden que yo sólo quiera a alguien a mi lado por su propio deseo con que estoy disponible para cuando les parezca. Alguno hasta se sorprende de que la Ninfa encantadora se convierta en un témpano de hielo. Parafraseando al señor Trillo: “Manda huevos”.

Pues a esos pares de huevos los he mandado a tomar viento y punto pelota. Y entre mi jornada de cambios está el positivismo forzado (porque no me siento positiva pero tengo que sobrevivir y eso sí es mi especialidad). Así pues, a la espera de la tercera y definitiva entrevista de un trabajo que me interesa mucho, he cambiado las ruedas de mi coche, que lo necesitaban con urgencia y el coche será mi herramienta de trabajo (en mi nuevo empleo, cuando lo consiga…), me he comprado un gps y he inscrito a los niños en actividades extraescolares que económicamente ahora no me vienen tan bien pero me permitirán recogerlos más tarde y ahorrarme la asistenta (cuando tenga mi nuevo empleo…).

Este tipo de cosas son las que yo califico como actos de fe. De fe porque, dadas las circunstancias, debería ahorrar hasta el último céntimo para batirme en retirada. Pero no me da la real gana. He dicho que me quedo en Madrid y, en lo que de mí dependa, me quedo. Y no se hable más.

Este fin de semana me iré a la Latina, a tomar las cañas diurnas y echarme unas risas, que son muy buenas para el alma, y el viernes saldré a ligar, que también es bueno para el alma, aunque te quedes en el tonteo puro y duro. De hecho, esto es lo mejor, porque en cuanto caes, se acabó el interés. Qué mastuerzos son los tíos.

Aunque hay de todo. Ayer, una chica me escribió a través de un portal de contactos. Me sorprendió mucho que fuese una mujer pero leí el mensaje. Me contaba que se había puesto en el portal como heterosexual al principio, luego como bisexual y después como lesbiana y los tíos seguían entrando como locos (normal, es el portal de salidos más salidos de internet). Decía que le apetecía hacer amigas y tal. Pues vale, le pasé mi msn.

Esa noche se conecta y pone la cam. La muchacha es absolutamente espectacular. Eso sí, está en casa maquillada como para acudir al estreno de “Sin tetas no hay paraíso” (Sin el Duque es como no hay paraíso…) y un escote de vértigo de una talla igual de vertiginosa. Por supuesto, la nena es lesbiana. Y a mí me parece muy bien pero, como le aclaré, inexplicablemente sólo me gustan los tíos. Me sugirió probar. Hasta me sentí halagada, hay que ver qué pedazo de cachondas me ligo… Pero qué le vamos a hacer, me dejan fría.

Luego se empecinó en que me pusiese en contacto con un ex suyo que era maravilloso de la muerte o que probase con una tía. Era complicado hacerle entender a la muchacha que yo no juego así y que no voy tan necesitada. En fin, que hasta las lesbianas mienten en los portales. No somos na.

Y os dejo ya que, como soy una mujer independiente, tengo que hacer las camas.

Mierda de liberación de la mujer…


miércoles, octubre 01, 2008

Volver

He decidido resucitar a la Ninfa. El motivo no es el que me ha parecido habitual en el mundo bloguero, o sea, no me dio la venada de irme para volver como los toreros. Los motivos de mi marcha estaban expuestos en el último post.

Sin embargo, a pesar de haber creado otro espacio, me ha sorprendido que mis propios lectores de “siempre” me encuentren diferente. Ciertamente así es. Creo que soy/estoy diferente pero también es un hecho que el sentirme obligada a prescindir de mi alter ego nínfico ha sido una especie de mutilación tanto literaria como emocional.

Le he dado vueltas un tiempo. He valorado la desagradable sensación de haber permitido que me corten las alas para expresarme libremente sólo porque alguien se cree con derecho a amenazarme por mis contenidos (mucha gente se da por aludida gratuitamente, mis textos son míos, no han de ser reales ni ficticios, sólo son míos) o decidir dejar de escribir para que alguien se dedique a escudriñar mis sentimientos y sensaciones en lugar de centrarse en las suyas propias. Y he decidido que me importa un bledo (un carallo, como decimos en mi tierra).

Así que aquí estoy, con las mismas ganas de siempre de no morderme la lengua, de ser y sentirme libre y, querido amenazante, si tu vida está tan vacía que tienes que dedicarte a curiosear la mía, es que sigo tan presente en ella que deberías hacértelo mirar…

Además, contra todos mis principios de pesimismo y poca confianza en los concursos, me he presentado al III Certamen de bloggers de 20Minutos. Me ha dado el motivo y ha servido de motor de arranque para volver por mis fueros. Soy buenísima (¡jajaja!) aunque estoy segura de que no optaré a ningún premio. Lo único que sé es que la Ninfa no puede vivir ahogada ni silenciada y que si decide poner a parir a los hombres, a los ex y a la madre del cordero, lo seguirá haciendo. También me pondré tierna alguna vez y en ridículo unas cuantas más pero la parte que me faltaba vuelve a estar conmigo.

No desaparece Leonor, la dejaré para otro tipo de momentos o escritos. Pero yo soy Ninfa y me falta algo desde que me empeñé en disfrazarla. Voy a incluir algunos textos que escribí en otra parte que me gustan especialmente (mi querido Jabala…) para compartirlos aquí también y volveré con renovadas fuerzas a repetirme, seguramente, pero ya sé que, en el fondo, os gusta.

Os he echado de menos. Vengo con ganas de guerra, de polémica, de sentimentalismo y de sacar mi esencia oculta que sólo pude llegar a mostrar aquí. Si algún día alguien es capaz de sacarla a la luz verdadera, lo celebraremos como el hecho extraordinario que será. Eso sí, excusad mi ausencia de fe.

Bienvenidos a mi casa. El arroyo de la naturalidad y la osadía.