Y sigue el carnaval. No me gusta nada. Un montón de gente con ropa horrible estorbando en todos los pubs. Menos mal que cada vez hay menos y, como en Santiago siempre llueve, el clima no colabora.
La noche del sábado me sentía "mataora" así que opté por vestirme a tono. Elegí la minifalda más escasa que tengo, botas altas (era demasiada cacha para enseñar aún con ellas...), top no demasiado exagerado pero con su escotillo y tal y... ¡hale, de marchita!
Una de mis amigas me quemó las medias en el primer local y menos mal que estábamos con las celebraciones de Don Carnal y Doña Cuaresma. Así, si alguien preguntaba, siempre podría contestar que había intentado disfrazarme de tía buena y me quedé en putón verbenero. El chico más guapo de la noche se perdió a primera hora de la ídem (arf, qué fastidio) y eso que cruzamos miradas de lo más evidentes. Entre bareto y bareto, festejé mi más que presumiblemente última noche loca tomándome un cubata en vez de cerveza, algo que no hacía desde hace años, y un pitillito que acabé tirando porque me estorbaba.
Estoy mirando los precios de pisos compartidos en Madrid y me dan espasmos. Quiero conservar mi casa aquí, así que no sé cómo diablos voy a poder con tanto gasto. Es carísimo pero no tiene sentido compartir piso e irme a vivir al quinto pino. Ya de estar sólo unos meses, que sea cerca de la oficina. Y he de conservar el piso de Santiago. Es mi seguro de vida para volver cuando me dé la gana y mi reposo a la vuelta de cada semana. Pero todo quizá sea mucho dinero. En fin, haré como siempre, seguir improvisando.
Compartir tiene su aspecto atractivo. Si me encuentro gente maja, al menos conoceré a alguien. Si no, tampoco pasa nada, en verano me largaré. Qué complicado es esto de instalarse.
Por otro lado, me queda un sábado de semifiesta antes de partir. Tal vez ni salga o me monte una fiesta privada. Tampoco tengo mucho concepto de despedida, estaré aquí todas las semanas pero, qué sé yo, dentro de mí sé que todo está cambiando y sucede tan deprisa que no tengo el menor control de la situación. O sí, pero con el piloto automático.
Charlando con el chico más macizo que he conocido en los últimos años me habían salido un montón de temas para desvariar en cuanto a las relaciones humanas pero se me han olvidado. Es lo que tiene la locura, cuando te saltas una pastilla, estás lobotomizada.
Creo que por hoy ya he dicho bastantes tonterías. Gracias por vuestra paciencia al leerlas. Es que ando algo dispersa. ¿Se nota mucho?
Ya decía yo...
Por cierto, ésta es la canción que quería poner el otro día. Esta canción va dedicada a, como decían las cartas de recomendación, en otro tiempo...
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2 comentarios:
La canción me ha encantado, lo que me ha dejado un cierto halo de tristeza, pero no sé por qué, a lo mejor porque soy una sentimental incurable. Menos mal que por muy lejos que te vayas, siempre quedará internet para seguir teniéndote cerca.
¿Si te vas a Madrid estamos más cerca no? o_-
Besotesssssssss
Claro que sí!!
La canción es preciosa y tiene ese punto de tristeza que da el saber que uno no sólo no es indispensable sino tampoco importante para algunas personas.
En cualquier caso, no es más que una acotación, de tantas, a la vida.
Un besazo
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