jueves, julio 27, 2006

Temores

Acabo de charlar con una amiga de ultramar. Regresó recientemente de un encuentro sorpresa con su novio al que conocía sólo por internet. La verdad es que yo no creo en estas cosas. Me refiero a crear relaciones reales a semejante distancia y a comprometerse sin verse. Seguro que yo no lo haría. Pero no puedo evitar envidiarlos cuando me cuentan, tan emocionados, cómo han vivido su luna de miel.

A lo mejor es cuestión de edad. Ellos están en la veintena, una edad hermosa, llena de fe y de sentimientos a flor de piel. Los de mi quinta ya estamos tan resabiados que da asco. Pero, insisto, me dan envidia. Se equivoquen o no, viven su momento con intensidad, con pasión, sin temor. Sobre todo sin temor.

El temor en las relaciones es algo que preside las mías. No sé si porque veo a los hombres tan absolutamente caguetas a la hora de sentir que, por si las moscas, ya me ocupo yo de no implicarme. Así tengo mi lucha a muerte. ¿Me implico? ¿No me implico? ¿Sufrir? ¿No sufrir? Y con esto estoy haciendo lo que más critico: convertirme en un hombre.

En cuanto el individuo en cuestión me empieza a gustar más de la cuenta ya me invade el pánico. A la mínima señal de desidia por parte del otro, mi impulso es salir corriendo. O sea, igualita que un tío. Una parte de mí quiere apostar y la otra, la más experta, dice que las posibilidades son escasas y repite: ¡Huye!

Digo que busco un valiente y me estoy convirtiendo en una cobarde. Una cobarde pragmática, eso sí. Procuro por todos los medios buscar un sustituto que borre el anterior sentimiento. Un clavo saca otro clavo. Y como parto de que, en cualquier caso, todo será un fraude, siguen defraudándome.

Estoy perdiendo la capacidad de disfrutar el momento y punto. O a lo mejor es que ya no me apetece disfrutar el momento sino también el antes y el después. Aborrezco la sensación que me dejan las relaciones en que falta sentimiento. Antes no me pasaba. Pero supongo que ya he tenido suficiente. Sin embargo, ante la posibilidad de sentir y no ser correspondida, me decanto por no sentir. Así no se sufre. Puede que se disfrute menos pero reconozco haber perdido la fe en encontrar una respuesta valiente y sin medida. Que es lo que me hace falta.

Y pasa el tiempo. Si, como espero, vuelvo al trabajo no habrá sitio para tonterías. O sea, para hombres. Así que, como le decía a mi compa, ya me veo como una jefilla solterona que trabajaba en mi anterior periódico. Corte profesora, vestida de Adolfo Domínguez (tan masculino para las mujeres...), pensando que está divina de la muerte porque se gasta pasta en ropa de señora de marca. Y más sola que la una. Ésta vive para trabajar. Tampoco tiene más opciones. Yo quiero trabajar, es lo que más me importa, pero quiero seguir teniendo opciones. El caso es que sigo teniendo la sensación, cuando me implico "algo", de que estoy echando margaritas a los cerdos.

Y ahora no sé quién se equivoca, si ellos o yo. O todos.

Pero, en fin, Carol, que me dais una envidia que no puedo con ella. Os dure lo que os dure.

¡Cachis!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

entiendo la sensaciòn... he llegado a ella hace algunos meses.

al final la soluciòn siempre es unica y subjetiva, pero no prescinde del coraje del que tu hablas.

Al final, para no sentirme asì, para no querer sentirme cobarde, me he focalizado sobre alguien que me gustaba en serio y he reunido mi valor para decirselo.

bueno... en realidad para escribirselo y dibujarselo en un tebeo.
lo que me ha costado!

sin embargo el ogullo, por los suelos, se me ha sustuituido con autoestima (que no es exactamente lo mismo) por haber sabido arriesgarme con entusiamo.

y el miedo se ha pasado mientras me daba cuenta de lo que estaba haciendo... y se ha transformado en una euforia muy parecida a las que se tienen a 20 anos.

al comienzo su reaccion ha sido un fracaso , pero por lo menos - para mi - ha sido como aprender a poner banderitas en terrenos desconocidos y potencialmente peligrosos, en vez de escapar.
al final ha vuelto el, encontrando el valor que no habia tenido.
ahora todo va tan bien que da miedo.

el viejo istinto me empujaria a tener mas atenciòn, porque las desilusiones se esconden en todas partes. Pero el nuevo istinto (mas sano) me recuerda que aunque una bonita historia acabe mal... lo importante es el viaje... mas de la meta, no?
suerte

Laura italia

Anónimo dijo...

Ya sé que somos taintañeros, que ya estamos de vuelta de todo, que queremos jugar sobre seguro, que estamos escarmentados, que no queremos sólo el momento...pero...¿nos estaremos volviendo demasiado exigentes?...creo que es un estado de ánimo general en los de nuestra quinta, estemos atados o no...los sensibles del amor estamos eternamente insatisfechos...mierda de vida!

No tengas miedo, no te veo yo como tu exjefilla (por cierto, no había pensado eso acerca de la ropa de AD, pero es cierto!). No te veo como una solterona, pero, ¡ojo con el trabajo!...es adictivo...te lo digo por experiencia!

por cierto, mañana me tomo el día libre y voy a pescar a Sigüeiro, al Tambre,...voy a estar cerquita de tu ciudad, que pena no haberlo organizado antes y tomar un café juntos..otra vez sera, prometido!

un biquiño

Santibichos

ninfasecreta dijo...

Cuando esté a mi alcance estaré encantada de lucir ropa SP, jajajaa!

Y por qué te muerdes la lengua?? No ves que te vas a envenenar, muhéee!!!

Larga, larga!

Santi, no puedo ser como la solterona esa porque yo soy separadorra con hijos, jajajaaa!

Pero tan sola como ella es más que probable que me quede. Igual es lo mejor, sinceramente.

Anónimo dijo...

Los, tú si que eres un bicho...ains!