domingo, julio 23, 2006

Tigresas y rayas

Me ha sorprendido mucho la reacción de mi blog en algunas personas. Yo pretendía huir de la sensiblería y el aspecto más sentimental de mi personalidad. Realmente se me da mejor escribir estas cosas que expresarlas en público. De hecho, tengo una imagen de chulita que no puedo con ella... Aunque sólo para los conocidos.

A poquito que se me trate ya se ve dónde tengo el punto flaco. Soy una sentimental, que me reblandezco más que una galleta en leche por una muestra de cariño (no indiscriminada, ojo). No puedo soportar que me abracen cuando pasa algo grave porque me deshago. Vamos, que estoy resistiendo como una jabata no sé cuánto, haciendo de tripas corazón y un abrazo de oso me destroza la armadura y me puedo poner a moquear como una loca. ¡Con la subsiguiente vergüenza que eso produce en los que tenemos una imagen que mantener!

Tuve una época de mi vida en que no podía ver el telediario. ¿Por qué? Porque me resulta imposible pasar de casi nada. Así que si hay asesinatos, terrorismo, políticos corruptos y todo eso tan bonito que sale en la caja tonta o me pongo que echo chispas o me disgusto muchísimo. Cuando hay noticias agradables y conmovedoras también, claro. No soy una morbosa. Al menos, no en este terreno.

Siempre recordaré cómo me puse a llorar como una loca cuando liberaron al funcionario de prisiones secuestrado por ETA, Ortega Lara. Lloraba de pura alegría porque siempre tuve claro que le iban a dejar morir. Porque no valía dinero y el coste político no se podía pagar. Así que cuando me enteré que lo habían encontrado no cabía en mí de gozo. Era el primer día de mis vacaciones. Me fui a Egipto y cuando volví me encontré con todo el drama de Miguel Ángel Blanco ya terminado. Me sentí hasta mal conmigo misma por no haber estado aquí para echarme a la calle, para rezar por él, para acompañar en el dolor de su muerte que era la muerte de la libertad de todas las personas de bien.

Otra de las cosas que más me emocionan son las familias unidas. No fue mi caso, yo provengo de un entorno muy complejo y tampoco cumplí el sueño de que me saliera bien mi proyecto de vida de papi, mami y sus increíbles hijos. Ahora estamos la increíble mami, el INCREÍBLE e iluminado papi y, eso sí, mis increíbles niños. Qué se le va a hacer. Al menos no oyen bronca en casa y su entorno es estable. Al menos el que yo les proporciono. Del otro lado prefiero no opinar.

Algo que me conmueve muchísimo son las personas que son capaces de verme. No son muchas pero quien me ve, lo hace de manera diáfana, mejor que yo misma. Y me cuentan cosas de mí que yo desconocía ¡Algunas hasta son buenas! Así que cuando me castigo con mi autocrítica (he mejorado mucho pero siempre he sido muy exigente conmigo misma) tengo alguna voz amiga y con criterio que me devuelve a la tierra para lo bueno y para lo malo.

También pienso con frecuencia en mi padre. No quiero hablar aún de él (ya sabéis demasiadas cositas de mí). Le conocí muy tarde. Me refiero a su interior, a sus posibilidades como ser humano y como progenitor. Siempre estuvo en su nube, con sus crucigramas, abstraído de nosotros, su fuente de gastos. La juventud y las informaciones sesgadas me pusieron en su contra muchos años. Luego pasa la vida, pasa, pasa y te enseña nuevos prismas a través de los cuales mirar. Con los años juzgas menos, estudias más, observas más, analizas demasiado (ésa soy yo...). He descubierto muchos parecidos entre nosotros dos que no suponía siquiera. Lástima que él no haya podido. O tal vez sí y no tengo oportunidad de saberlo.

Me rompe todos los esquemas el que alguien pueda llegar a un mensaje hacia ninguna parte como era mi felicitación a mi hermano Jaime. Se me saltaron las lágrimas cuando todos le felicitásteis también. No fui una gran hermana, no lo soy ahora tampoco. Era la primera vez que le ponía palabras a su marcha y a su vida. Por primera vez recordé con detalle cosas que se habían borrado por los malos momentos. Y le volví a ver tan joven, tan lleno de vida como debería haberse mantenido siempre. Me alegro de haber podido transmitir eso. Yo escribo del tirón, sin hacer croquis, sin corregir, sin cambiar párrafos. Sale a borbotones, como todas las heridas abiertas. Pero no me desangro ya. Crezco, me depuro y me alivio.

Soy tan extraña e impredecible como la vida misma. Debe ser por eso que todos me dicen que soy camaleónica. No es eso. Soy una superviviente. Y cada vez me adapto más al medio. Pero no cambio de color. Las tigresas no podemos borrar nuestras rayas.

Pero sí limar las uñas. Lo intento cada día. Pero dejo un poquito de punta ¿eh? Tengo una reputación que mantener... Después de todo, me chifla ser una chica mala.

O parecerlo

3 comentarios:

ninfasecreta dijo...

A mí no me preocupa como debo ser, porque yo SOY sin poder evitarlo. Simplemente, me gusta curiosearme por dentro y observarme desde dentro y fuera, como si no fuese yo quien mira.

Pero, creedme, si algo yo es SER.

Aunque es verdad qeu los gallegos le damos muchas vueltas a las cosas, :P!!

Anónimo dijo...

Siiii!, le dáis demasiadas vueltas a las cosas...es cierto!...pero tampoco esta mal, o sí!

Yo os envidio, a la gente que puede llorar con las desgracias ajenas, que puede soltar sus lágrimas para dejar salir su rábia ante injusticias...yo no soy capaz, aunque llore por dentro...no pude llorar ni en el funeral de mi abuela, y sufrí muchísimo, con lo que la quería...puta hormona!

me encantan las tigresas...unmmm, no te limes las uñas, porfa!

santibichos

ninfasecreta dijo...

Jejeeee, por mucho que las lime las conservo, igual que las rayas!!!