A mí siempre me ha gustado creer en los milagros. Lejos de la imaginería religiosa y más cerca, quizás, de la superstición. Pero es que a mí me gusta creer en cosas bonitas. Es más, si no creyese en que hay fascinantes sorpresas inexplicables que endulzarán mi vida, estaría convencida de que, en verdad, esto es el infierno.
Pues he empezado mi tanda de milagros. Debería haber un nombre para los milagros inversos... Curioso, no se me ocurre nada. Porque los desastres inexplicables, encadenados e interminables también tienen algo de misterioso.
Yo he comido de ese repugnante misterio en los últimos cuatro años de mi vida. Exactamente, desde que diagnosticaron un cáncer a mi hermano mayor. Voy a escribir su nombre porque me encanta pronunciarlo y repetirlo: PABLO. Lejos de causarme tristeza _bueno, una poquita sí, a qué negarlo_ pensar en él y en su nombre me recuerda la lección más dura que me ha tocado aprender. No me refiero a enfrentarme con la muerte (antes había perdido ya dos parientes directos)ni con el dolor físico. Me tocó descubrir cuánto se puede querer a alguien y cuánto se puede sufrir por su sufrimiento. Y ser capaz de relativizarlo porque, por mucho que uno pueda padecer, nada es comparable con lo que ellos padecen.
Aún me esperaban muchas pruebas de gran envergadura. Pero, a pesar de todo lo que vino después, su fortaleza, su dolor, su valentía, su ansia de vivir me mostraron con una dolorosa claridad dónde está lo que importa y de lo que somos capaces por ello.
No voy a hacer un periplo por mis pasadas desgracias porque _me da miedo hasta atreverme a escribirlo_ ya son pasadas. La porquería, mejor no menealla.
El caso es que, cuando crees que tienes una vida hecha, te das cuenta que el destino puede terminar con todo de un manotazo. Y resulta que tenías otras muchas vidas que vivir y ni siquiera lo imaginabas. Los universos paralelos de Bach.
Yo he vivido muchas "vidas" distintas en estos´cuatro años. Algunas para olvidar, otras para recordar y no volver a caer, muchas para guardar como el más precioso de los regalos. Supongo que más que vidas son diferentes Ninfas redescubriéndose según se torcían más o menos las circunstancias.
Y ahora, de pronto, un milagro. O dos, en realidad. O EL MILAGRO. Me pregunto si la Providencia (divina o lo que sea) me va a devolver realmente mi lugar en el mundo. O si me va a llevar a ese otro que tengo que descubrir. No lo sé.
Lo único que me importa es que las personas que quiero continúan a mi lado, las que no me quieren se han ido (gracias a Dios), las que vendrán tendrán que hacerse un sitio de lujo en mi guarida familiar y mi vida, laboral, personal y todas las que me esperan serán productivas y, por favor, un poquito más estables.
Estoy saliendo de la oscuridad. Y la luz me deslubra pero no me ciega.
2 comentarios:
Enhorabuena. Abre los ojos y distruta a tope de tu milagro.
Un bico,
santibichosinacentos
Muchas gracias, queridos amigos del ciberespacio y el campo de gallos cabrones...
Sé que os alegráis de verdad. Y sé que, al menos, Sol, tú sabes cuánto significa.
Qué haría yo sin mis amigos ciberESPECIALES??
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