Hace unos días mantuve una conversación en la que la pareja de mi amiga hizo alusión a la serie Sexo en Nueva York. Ya sé queda poco elevado pero soy fan de esta serie. Hay mil frases en ella que me hacen pensar o me hacen sentirme identificada.
Siempre he querido ser Samantha: el lado masculino: la depredadora que sólo busca sexo, ha triunfado laboralmente y no precisa vínculos emocionales. Desgraciadamente para mí, me parezco a Carrie hasta en la profesión (bueno, me gustaría tener un míster Big como ella pero...).
Son cuatro mujeres en las que marcan cuatro estereotipos de actitudes. No pretenden ser personajes reales, al menos en cuanto al concepto de la sexualidad.
En fin, el tema es que Charlotte es el tipo de mujer más a la antigua usanza. De carácter más bien ñoño, buscando marido todo el tiempo, mojigata en algunos aspectos y con vocación de mujer casada que deja su empleo para ser ama de casa y madre.
Charlábamos sobre estos personajes y el hombre dijo que, en este momento de su vida, (unos cuarenta y tantos), después de haber preferido mujeres como Samantha, fuertes e independientes, o Miranda, más trabajadora que sexual, ahora sabía que el tipo de mujer que él necesitaba era Charlotte.
Esa mujercita dulce, que le reciba al llegar a casa, le pregunte qué tal le ha ido a su cariñín y con un carácter dócil. Claro, la ninfa pecadora saltaba como una chinche en el asiento trasero. "¿Qué, qué, quéee?".
Lo más triste de todo esto es que, en realidad, probablemente sea de los pocos hombres lo bastante honestos para admitir que consideran que, para casita y con la pata quebrada, una mujercita de toda la vida es lo mejor. Porque no son minoría.
La atracción fatal de la mujer independiente y sin complejos no es para todos los públicos. Es el efecto polilla, se acercan enloquecidos a esa luz sabiendo que se quemarán y, por lo tanto, nunca pasarán de la superficie de la lámpara.
Sin embargo, está mal visto aspirar a ser sólo ama de casa. Y está mal visto no ser una superwoman que atienda con premura también sus deberes maritales y marujiles.
Me preguntó otra de las personas qué característica marcada buscaría yo en un hombre. Contesté lo que siempre: un valiente. Un hombre que no tenga miedo a sentir. Que no tenga miedo a vivir. Y no sirve la respuesta generalizada. TODOS dicen que pertenecen a este grupo. Pero los números cantan. El pavor al compromiso _especialmente con una mujer que se comporta como un igual_ es, tarde o temprano, la muerte anunciada de cualquier relación.
Mi parte de Carrie _liberal pero, en el fondo, romanticona y esperando que aparezca el milagro del amor, aunque sea por un rato_ sufre pensando que no es factible ser independiente y peligrosa y encontrar otro ser de la misma calaña que no se sienta aterrado. Mi parte de Samantha desprecia esa necesidad y procura divertirse.
Y la ninfa sigue perdida.
6 comentarios:
Qué complejas son las relaciones humanas!Tal vez lo que esperamos a nuestro lado es una pareja camaleón, que cuando queramos mimos esté dispuesta a darlos y cuando estemos callados, desaparezca sin que nos demos cuenta. Que luche cuando no tenemos fuerza o que permanezca anulada cuando queramos demostrar las nuestras...uf que dificil! Besotes.
Muchas gracias. Aún no tengo cuarenta, pero ya se que, si espero unos años, querré una Charlotte. En serio, ¿buscamos algo que se parezca a un patrón? ¿Queremos que lo que encontramos se parezca cada vez más a ese patrón? Groucho pediría que contestes primero a la segunda pregunta.
Yo estaría orgullosa de ser de la minoría de rodillas ... (y te lo completo, para que quede claro y no haya malentendidos) que de la mayoría de pie.
srf
Mi parte de Carrie (liberal pero, en el fondo, romanticona y esperando que aparezca el milagro del amor, aunque sea por un rato) sufre pensando que no es factible ser independiente y peligrosa y encontrar otro ser de la misma calaña que no se sienta aterrado. Mi parte de Samantha desprecia esa necesidad y procura divertirse.
Para que te voy a escribir algo mio, si eso es milimetricamente lo que mi corazón siente.
Te quiero amiga.
Mucha Carrie con ganas de ser Samantha veo yo por aqui...
Yo creo que soy Samantha con ganas de ser Carrie... o quizás soy Carrie con ganas de ser Samantha-con-ganas-de-ser-Carrie.
Ufff, el problema de la igualdad de caracteres. Dos personas independientes tienden a tener una relacion meramente sexual y sin compromiso (son independientes).
Lo malo es que suelen aspirar a tener una relación que les permita seguir siendo independientes y que la otra parte tenga una dependencia de ellos (lo ideal), pero se sorprenden cuando esa relación se rompe (normalmente la parte dependiente se pira con otr@ que la engaña con mas perfección).
La indepencia como la libertad son muy costosas (a todos los niveles) y a medida que te crecen los años mas. Curiosamente cuanto mas mayor eres mas maniaco y te cuesta mas compartir.
Prefiero ver House.
Yo también te quiero, Soni. Lástima que todo sea tan difícil, no?
Juan Miguel, no entiendo el final. Lo de "prefiero ver House". Pero la independencia no quiere decir desapego de la otra persona sino en que te valoren siendo una naranja completa. A mi modo de ver.
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