martes, enero 16, 2007

Encantamiento andalusí

Finalmente, del modo más rocambolesco, pude reunirme con mi Sonia en Málaga. Ha sido de locos, sin dormir, decidiendo salir y hacer maletas a la una de la madrugada para estar en el aeropuerto a las cinco y, por fin, a todo correr, besando el suelo de Al Andalus.

Y acabo de regresar. Y nunca con menos ganas. Me enamorado del plato del monte, del pescaíto frito, del gracejo y la compañía de una hermana. Me he sentido en casa, como si fuese mi lugar. Un maravilloso clima, una gran amiga, nuevas caras acogedoras y una renovada capacidad para soñar con una vida mejor. Una vida mejor que, muy probablemente no me corresponde, pero ¡Es tan bello conservar la capacidad de soñar!

Esa devastadora luz del sur enamora a los habitantes de las tierras oscuras. La vida en la calle, la expresividad de sus gentes, las ganas de vivir. Me he dejado, como no, otro cachito de corazón allá, repartido entre varias personas que esperon no desaparezcan de mi vida para siempre.

Me ha fascinado sentirme amiga, mujer, hermana, persona, querida. También deseada y apreciada. Digna de ser tenida en cuenta para mucho más que el sexo. Por supuesto, bien lejos, para que la sensación dure poco, claro está.

Me he encontrado tan cómoda que no se podía creer. He tapeado y bebido hasta no poder más y sin ningún interés en hacer mucho más que escuchar a mi niña, a los nuevos amigos y ver sus hermosos zapatitos que se compró con la ilusión de una Carrie Bradshow cualquiera.

Me han abrazado como en pocos sitios, hemos saltado de piedra en piedra de madrugada. Me han galanteado, me han cuidado, me han mimado. Hacía tiempo que yo no estaba tan cerca de todo lo que tanto echo de menos y que sólo he tenido a retazos.

Estoy de vuelta y deseando volver. Con la sensación de que mi casa sí que puede ser otro lugar. Con un clima que me fascina y con estupendos amigos al alcance de la mano. Un lugar para disfrutar de la vida, para soñar y, quién sabe, incluso para amar.

Pero la realidad se impone. De vuelta a casa, comienzo a trabajar (buena cosa) y a la cotidianeidad. Nada de abrazos, de mimos ni de calorcito. Simplemente, la cruda realidad.

No podría ser de otro modo... ¿o sí?

6 comentarios:

Patri dijo...

Ya estaba preocupadilla pensando en sí tendrías mucho curro, pero me alegro de que la excusa fuera de que al final pudieras irte de viaje. Y de que te lo pasaras genial, aunque eso ya lo sospechaba.

Ahora de vuelta a casa, es un buen comienzo de año, puede que hayan cambios a mejor, ¿no crees?

Y desde la otra punta de España (es que no pudimos nacer más lejos o_-) te mando un abrazo fuerte y un besote de bienvenida.

ninfasecreta dijo...

Gracias, nena. La verdad es que ni a propósito estaríamos más lejos XD

Lo he pasado de cine, tengo morriña y no de mi tierra..

Anónimo dijo...

Querida Ninfa, yo también estoy enamorado del sur, desde niño. No soy gallego, soy madrileño, y te sigo atento aunque te escriba poco (soy aquél que te hacía críticas literarias alentando tu estilo). El carácter gallego, y la sociedad en general, son difíciles, mucho mucho, no es una sociedad para aficionados. Por eso que esté más sólo que la una en esta bendita tierra que, por otra parte, posee cosas maravillosas. Me gusta seguirte porque siempre me has parecido más gaditana que otra cosa.

Y mi sueño, de niño, de juventud, es surfear los vientos de Tarifa...

Besos

ninfasecreta dijo...

Estás solo en Galicia?? En qué ciudad?? Somos menos extrovertidos pero no creo que sea difícil hacer buenos amigos...

No es bueno que el hombre esté soloa así que ponte las pilas!!!!

UN beso

Chipsoni@ dijo...

A ver que podemos hacer para que la vuelta a casa sea un dia en sentido contrario ;-).

Te raptaré princesita!!!!

ninfasecreta dijo...

Ráptame, ráptame, pofaaa!!!