jueves, diciembre 28, 2006

Remedios gatunos

Llevo toda la tarde observando a un individuo sin saber si era quien yo pensaba que era. Qué cosas. He llevado a mis niños a un parque temático de esos de colchonetas y tal donde la gente pija celebra los cumpleaños de sus vástagos.

Al rato, me fijé en un hombre muy alto (me encantan los tipos laargos, siempre reparo en ellos), atractivo, completamente trajeado. Se pasó todo el tiempo que estuvo allí hablando por teléfono en plan ejecutivo. El asunto es que CREO (porque no tengo la certeza pero por muy poquito...) que es uno de los trofeos de caza de una queridísima amiga mía en el pasado puente de la Constitución.

El muchacho en cuestión dijo que se llamaba de una manera, que había estado casado, luego lo arregló con un divorcio y, cuando mi amiga estaba a punto de rematar la faena, anunció que tenía novia.

Pues estaba yo allí, cual maruja feliz con otra amiga cuando le comento que el feliz papá era perenganito. Y cuál será mi sorpresa que cuando me dice que lo conoce, que no se llama así y que la chica con la´que estaba allí era su novia del instituto, así que... ¿Todo mentira?

Claro, con tanta información contradictoria empezaron las dudas. ¿Es él, no lo es? Por más que lo miraba no podía ver nada que indicase que no era el mismo. Claro, una noche de fiesta no me permite recordar todos los detalles. No llevaba traje, obviamente, y no fui quien se lo comió esa noche (si no, lo diferenciaría entre un millón). Le miré fijamente, cruzamos las miradas varias veces, él siempre la apartó. Bien podría ser porque no me conocía de nada o porque sí.

En fin. El individuo en cuestión es un muchimillonario empresario, majete en los años de juventud y atento esposo en el rato en que le vi. Una parte de mí quería que no fuese él, que esa pareja tan bonita fuese de verdad, la otra, desenmascararle si es un mentiroso.

En realidad, cuántas parejas de pega hay a nuestro alrededor. En esos momentos pienso que si mi pareja me hiciese carantoñas como este hombre, después de diecisiete años, y fuesen de verdad, no puede esperarse mayor suerte (partiendo de que le correspondiese, claro). Mi otra cara se dice: "¡Pufff, diecisiete años con el mismo, presumiblemente el único... qué aburrimiento!".

En esa misma dualidad tal vez se mueva el supuesto corneador. A ratos añoro que alguien me espere con ilusión, que sienta ganas de verme. Otros, me gusta ser libre como los pájaros. De todos modos, puedo engañarme cuanto quiera pero soy consciente de que, más tarde o más temprano, todos queremos una mano que estrechar con ternura y confianza. El problema surge cuando eres consciente de que esa posibilidad o momento vital pueden haber pasado ya de largo por tu vida.

¿Qué hacer? Living la vida loca, claro, ¿Qué otra opción queda? Lo malo de las aventuras es que son divertidas pero sólo eso. Que no compartes más que liviandad, juego y novedad. Uno de mis principales problemas es que debo rehuir repetir demasiado con una aventura. Al tercer encuentro sexual corro riesgo de encoñamiento. Por su parte o por la mía. Pero riesgo al fin y al cabo.

Y si te encoñas, estás perdida. Quieres verle más, que te llame, poder llamarle, le deseas a cualquier hora, no sabes si él también, tampoco sabes si sólo eso... Un sindiós. Te apetece ser tierna y no puedes mostrarte porque igual lo espantas. Si eres un toxo, como yo procuro hacer ver, se quejan. Un lío.

Resumiendo. Que si no fuese a mudarme, empiezo a pensar seriamente en la última idea de una amiga mía. Que me busque un gato. Sí, un gato de verdad. Los perros me gustan más pero hay que pasearlos y no tengo ganas ni tiempo. Cuando los pitufos desaparecen, mi sobredosis de tiempo me permite pensar demasiado. Me agradaría tener algo que acariciar de vez en cuando. Sentarme en el sofá y que alguien lo haga conmigo. Que ese alguien _el gato, claro_ se alegre de que exista aunque sea del modo egoísta en que los gatos lo hacen. Porque le doy una vidorra.

Al menos, alguien se frotaría contra mis piernas, me daría calorcito y ronronearía si le acaricio.

Menos da una piedra.

9 comentarios:

Patri dijo...

Si te decides, preferiblemente que sea una gata. Te lo dice alguien que su mejor compañera y amiga fue una felina.

Besotes cielo

Anónimo dijo...

Hola Ninfa!Yo comparto mi vida con una gata y no me despierta ninguna ternura y no me soluciona ningun problema afectivo, la verdad no da trabajo ninguno y a los peques les encanta, tiene una paciencia de santa porque los niños son unos terroristas gatunos.Si lo que necesitas es roce...

Treinta y tantos dijo...

Pues creo que un gato no soluciona la necesidad de afecto, por lo menos el mío no lo hace. Será porque es macho. Maúlla a las cinco de la mañana si le parece bien; se espachurra encima de mí en el sofá y se deja acariciar, pero sólo cuando él quiere; me ignora cuando no le dejo hacer perrerías y eso sí, si quiere comer me hace la pelota hasta conseguir ser insoportable. Bueno, bien mirado casi es como un macho humano, ji, ji.
Un beso!!

ninfasecreta dijo...

Lobo, si de lo que hablase es sólo de roce, ya lo tendría solucionado. O tengo aspecto de andar necesitada???

¿Te has leído la parte anterior??

Ainss, hombres...

ninfasecreta dijo...

Si, treintaytantos, yo he tenido gata y me parecía un bicho asquerosamente egoísta... como un macho humano, jajajaa!

Shutt dijo...

Bueno, que te voy a contar sobre machos, humanos o no, tenemos un problema y es que como nos guelga entre las piernas pues creemos que todo esta golgao o nos lo pasamos por ahi, una pena, una verdadera pena.

Por cierto tambien podrias comprarte un pescadito y mirar todo el dia como te lanza besitos a travez del cristal de la pecera pero eso si por favor nada de "reptiles" que ya nos arrastramos nosotros solos lo justo, jejeje.

Como siempre tu escrito me ha encantado y esa forma de describir esa duda existencial de si era o no era el "trajeao" la victima de tu amiga me ha dejao intrigado, deberias intentar averiguarlo ¿vale?.

Niña, Feliz Año Nuevo y espero (mas bien quiero) que el 2007 sea el el principio de los mejores años de nuestras vidas.

Felicidades.

ninfasecreta dijo...

Sí, chico, que falta nos hace a los dos, verdad???

Pd: Lo del pez es una idea cojonuda, jajajaa!

Anónimo dijo...

Estooooo, el susodicho se llama concretamente como dijo que se llamaba, su email es exactamente el que dijo que era (su nombre era parte de su email) y trabaja exactamente donde dijo que trabajaba.

Me mandó un email desde su despacho de la facultad y llevaba el membrete con todos su datos personales, incluidos apellidos, departamento, dirección y número de teléfono fijo.

Ma gustao lo del 'trofeo', perrrrraaaaa, pero yo no me lleve nada, fue solo uso y disfrute momentaneo, jejeje.

Ya sabes quien soy, me pongo como anónima porsi, que estas cosas las carga el diablo ;-)

ninfasecreta dijo...

Jossh, chica, seguro??

Ej que parecía el hermano gemelo, podióooo!!

P.d: has hecho bien, que aquí to el mundo cotillea,ejejejee