Estoy deslomada. Felizmente deslomada, eso sí, porque tengo trabajo. Otra cosa es mi megaestresante jefe, que es buena gente pero está como una moto. Afortunadamente para mí, una buena compañera me alienta cuando ve que está más antipático porque a ella le tocó aguantarlo años y me dice que no deje que me afecte a mí. Y en eso estamos.
Esta vida nómada resulta fatigosa, hay que reconocerlo. Si no fuese por los buenos ratos con algunas personas de por aquí todo sería trabajo y más trabajo. Y eso que a mí me gusta trabajar pero saber llevar a mi jefe tiene truco. De momento, no me ha echado (fuera, porque bronca ya me ha zampado una…) y sigo al pie del cañón.
Es curioso cómo uno retoma la vida laboral. La semana pasada me desperté atacada de los nervios porque el reloj ponía que eran las nueve y cuarto y yo seguía en cama. No me duché, empecé a correr como una loca mientras miraba compulsivamente el reloj sin entender nada. Pensaba: “¡Qué horror, qué horror, llegaré muy tarde y, encima, tengo la sensación de no haber dormido nada!”. Y vuelta a mirar el reloj pero sin ser capaz de coordinar las ideas.
Ya estoy vestida de arriba abajo, dispuesta casi a salir (me faltaba el abrigo) y, cuando me agacho a coger algo en el cajón, veo el reloj despertador que me prestó M. que pone: 3.30.¡ LAS TRES Y MEDIA DE LA MAÑANA! O sea, que yo no hacía más que mirar el reloj y lo que ocurría es que las manecillas estaban AL REVÉS. Vamos, que ponía las tres y cuarto y yo miraba las tres como si fuesen las nueve. No espero que lo entendáis. Estaba catatónica. ¿Eso se llama estrés o locura? ¿O cosas de Ninfa?
Heme aquí desvistiéndome para volver a la cama _esta parte fue bastante feliz, la verdad_ y tratando de no pensar en la situación en que me hubiese visto cuando saliese a la calle y viese que era de noche… Bueno, me libré.
Eso sí, sufro mucho preparando los viajes estupendos para mi jefe y su nueva novia. Padezco una envidia malsana. De verdad. Una cosa es que uno no pueda disfrutar de las bonanzas del dinero y otra es pasarse el día preparándoselas a los demás. Es espantoso, lo digo de verdad. Viajecitos, hoteles, lujos, ella acoplada a todos los viajes de negocios por la cara… Y yo aquí, sin tener la menor esperanza de tener una vida ni remotamente parecida. No somos nada.
No me voy a quejar. Lo mío es trabajar, echarme unas risas y hacer que mis niños tengan una vida mejor. Ya vendrán las liviandades _los lujos me temo que no_ y las preocupaciones.
Y alguna alegría para el cuerpo, que eso no se descarta nunca.
5 comentarios:
jajaja..., compra en los chinos un reloj despertador REDONDO por arriba...jajaaj, qué bueno!
y todo llega...
Jejejee! Redondo por qué??
para no ver la hora al revés!!...espera, espera...pensaba que habías colocado el reloj al revés!...joder, a ver si me graduo las gafas, jaja!
Me encanta verte estresada, a mi me pasan cosas parecidas.
Todavía no estoy estresada y no sé por qué te encanta...
Por cierto, hoy soñé con tu empresa y tu futuro era espantoso, jajajaa!
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