Ya lo decía mi madre: “Noches alegres, mañanas tristes”. Hemos respetado escrupulosamente nuestra cita del jueves con la noche madrileña (bueno, con la tarde también hemos tenido un detalle puesto que las primeras cañas cayeron a las ocho…). Y, a pesar de mi lamentable aspecto a estas horas, estamos estupendas de la muerte mis compañeras zombies y yo.
Unimos al grupo al sureño antiestereotipos que se sumó en pro del “buen ambiente laboral”. Hay dos posibilidades: que lo haya pasado fantástico o que quedase hasta el último pelo de tanta mujer charlata y despellejadora. A la altura y hasta por encima, comos siempre, ya está fichado para que nos convirtamos en sus fans desatadas en su próximo concierto. No estoy muy segura de si le alegra o le va a dar mucha vergüenza (por lo ruidosas…) pero no le libra nadie. Es agradable conocer un andaluz que no está encendido con el flamenco y todo eso. Es que yo soy muy del norte para el tema musical. La diferencia cultural me puede.
Camiseta ajustadita, hombros al aire, un pantalón que me sobró toda la velada y los labios rojos, rojos, rojos. Un sistema tradicional (aún no he salido matadora de verdad porque voy directamente de la oficina pero, el primer sábado que me vista de mujer… ¡Tíembla Madrid!) pero que acostumbra a dar sus frutos.
Por lo demás, chicos guapos a patadas en la noche _¡de verdad, de verdad, muchos pero muchosss!_ divertidos y nada plastas. Aquí la cosa es diferente. Los chicos bailan, charlan, buscan buen rollito y, cuando te vas, te dan las gracias por haberles salvado la noche y lo simpatiquísima que eres tú y tus amigas. No es necesario (salvo excepciones, claro) quitárselos de encima a gorrazos y, algunos como un borrachín graciosísimo que nos encontramos, nos colmó de abrazos y buenos deseos. Una encantadora criatura de visita por la capital nos echaba 21 a todas (casualmente los que tenía él) y yo me sentía una chica muy mala, mala. ¡Vamos, como a mí me gusta!
Me tocará hoy dormir una buena siesta que tengo fiesta de cumpleaños de noche, juerga el sábado y nuevo cumple el domingo. Me da que no voy a descansar gran cosa, al menos físicamente, pero si no fuese por estos ratos…
Mi aspecto matutino es acorde con las tres horas de sueño tras baile y alcohol a más no poder. Me quedado dormida _¡maldito móvil del diablo!_ . Hemos filosofado sobre todo lo divino y lo humano y resulta que el conflicto hombre-mujer es básicamente el mismo, al menos en la península. Menos mal que ya tengo callo para jefes, adversidad e inmaduros emocionales y ya me resbala literalmente el asuntillo.
Por último, he padecido un sueño horroroso donde no llegaba a recoger a mis hijos al colegio y no encontraba la manera de darles todo el tiempo necesario. Las preocupaciones del día a día que se hacen dueñas del área lunar.
Ahora, a trabajar, desayunar y seguir caminando.
Hacia donde sea
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