jueves, octubre 04, 2007

A la hoguera

Ayer me echaron a la hoguera. Pasé de Ninfa a Bruja (que no meiga). Fui juzgada, condenada y arrojada al fuego purificador contra el peor de los pecados: la libertad de expresión.

Mi corrosivo sentido del humor no parece ser para todos los gustos, algo respetable siempre y cuando no se me etiquete por decir, pensar o ironizar cómo y sobre lo que me dé la gana.

Yo no caeré en la tentación _que también la tengo, soy humana, pero trato de no hacer lo que no me gusta que me hagan_ de ponerme a juzgar a quien me crucifica sólo por no ser lo que su cabeza ha decidido que sea. O por no pensar a la antigua usanza y tratar de aparentar ser una damisela intocada esperando a un príncipe azul. O por no haber decidido que esa persona debía ser mi príncipe de buenas a primeras porque ya tengo una edad y procuro no tirarme a ninguna piscina de cabeza. Afortunadamente, no lo hice. Qué buena consejera mi legendaria intuición.

Lo que sí haré, ahora y siempre, es defender la presunción de inocencia del resto del mundo y, mucho más, claro está, la mía.
Aunque eso sí, para algunas personas, las cosas sólo se hacen bien si se tiene su mismo criterio. Un criterio victoriano, anticuado y casi dictatorial. Les llaman principios.

En nombre de sus principios te retiran la palabra por utilizar expresiones que se les escapan, por no tener capacidad para ver a través de otros ojos que no sean los suyos o para aceptar que hay más verdades que la individual y que no siempre los que pensamos, actuamos, vivimos y hablamos diferente somos los malos.

Una chica decente, no “superficial”, profunda, educada y digna de ser deseada por este tipo de señores, no puede utilizar las palabras “cacería” ni de broma. O en serio. No puede pensar lo que quiera o ligarse a quien quiera porque está muy feo. Porque eso la convierte en una mujer sin principios, incoherente, falsa.

Además de tener la osadía de no elegir al que elige, la ninfa pecadora vive como tiene a bien, sale cuando tiene a bien, ironiza y escribe de broma, en serio, triste, alegre, inventa, cuenta la verdad, es personaje a ratos y piel de verdad, otros.

Mi blog no es un espacio por el que yo tenga que dar cuentas al mundo. No es una biografía, no es un lugar donde conocerme a través de las letras prescindiendo de mi persona y de mi alma.

Mi blog es parte de la libertad intrínseca a una Ninfa, la clase de libertad que al cien por cien no puede tener ningún ser humano.

Aún así, yo me permito el lujo de seguir siendo agradecida. De quedarme con lo bueno y olvidar lo malo. No porque sea mejor que nadie. Simplemente, porque sé que soy y hago más feliz a los que me rodean. El rencor, la inquina, la distancia sólo hace heridas purulentas. Yo quiero seguir sana.

¡Ay, de los que juzgáis porque con igual dureza seréis juzgados!
¡Ay de los que acusáis, porque también seréis acusados! ¡Ay de los inmisericordes porque no seréis perdonados, de los que no sabéis amar porque nunca seréis amados!

Ay de los que crucifican.. así de solos os quedaréis vosotros con vuestra propia cruz:

La intolerancia.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Así se habla!

Anónimo dijo...

EL ABAJO FIRMANTE ESTA DE ACUERDO CON LO QUE DICES (y tiro del hilo de San Mateo).

Con la vara que midas se te medirá. ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

6 »No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen y se vuelvan y os despedacen
(Mateo, Maohi)

Chipsoni@ dijo...

No hay nada más patético que la intolerancia unida al escaso sentido del humor o lo que sería peor, al malentendido sentido del humor, osea, que sólo te hagan gracias tus coñas y las de los demás te sienten mal.

Anda y que les zurzan!

pd: al final no subo a Madrid este finde, estoy de obras hasta las orejas, ya te aviso con tiempo cuando lo haga.

Joao dijo...

Zaratustra se entris­teció y habló así a su corazón:

«No me comprenden: no soy yo la boca que nece­sitan estos oídos. Quizás porque he vivido demasiado tiempo en las montañas y he escuchado demasiado a los arroyos y a los árboles, les hablo ahora como a cabreros. Serena está mi alma y luminosa como la montaña en las primeras horas del día. Pero me juzgan como de corazón frío y como un bufón de siniestras burlas. Y helos aquí que me miran y que ríen. Y mientras ríen, me siguen aborreciendo. Hay hielo en sus risas..

Vamos a ser y hacernos, a los pocos, siempre se puede dar una segunda oportunidad a los que no comprenden que somos unicos....

.......Cada uno.......

Saludos