lunes, octubre 08, 2007

La deuda con el viento

Cuando ella abandonó sus piedras sólo le quedó pendiente una deuda con el viento. No era el viento de las piedras, era viento con sabor a mar, a Atlántico, a fuerza, a ternura y a pasión.

Le contaron que el viento lloró su marcha, que dejó su recuerdo flotando y que atravesó los umbrales gritando su nombre. Ella no debía oírle, tenía que cumplir su destino.

Un destino que nada tenía que ver con ese viento que podía atravesarla de parte a parte, aunque hubiera sido hermoso llevárselo con ella y que, silencioso, invisible, le besase el pelo, le acariciara el alma, le devolviera todas las sensaciones de aquel cuerpo suyo nacido para la pasión y empeñado en la soledad.

El viento siguió su camino, porque el aire no se detiene nunca, como ella, como los tiburones. Ninguno de los tres se queda inmóvil más que para morir. Acarició otras almas, besó otros cuerpos, dejó de gritar su nombre y se rindió a la evidencia de que nunca se tendrían.

Un día, el viento cambió, momentáneamente, su rumbo. Paseó por otras piedras pero su aroma le llamó de nuevo. El viento se envolvió en él al tiempo que la envolvía a ella. Y, por un instante, viento y espíritu libre, mar y piedras, fueron uno.

El viento siguió su camino, cerca del mar, de la lluvia, de las piedras. Ella se quedó soñando con futuros imposibles, con sueños irrealizables, con piezas de perfecto encaje que la vida se empeña en separar.

Y, por una vez, deseó dejar de ser ella misma para convertirse en aire, para ser parte de él y poder volar en libertad… Hacia su donde su corazón la lleve.

Ahora es ella quien busca a su ser ingrávido y maldice a las puertas y ventanas por haberse quedado abiertas y dejarle escapar. Por mantenerla encerrada y no poder salir, volátil, en pos de su dulce movimiento, de las caricias en el pelo, para convertirse en “Ella”, la adecuada, la parte de la parte y no el camino lleno de escollos, de obstáculos inútiles, de tiempo perdido. Deseó no estar prendida en las piedras para que el viento pudiese besarla, rozarla, paladearla.

Mira las paredes, abre los balcones, las terrazas, esperando que entre de nuevo, que la posea como sólo el viento puede hacerlo: en su totalidad, sin fisuras, sin espacios, sin razones materiales. Pero el aire no le pertenece, vuela por otras sendas, camina por otros muros, buscándola, tal vez, en otros puertos.

Al viento le pide que regrese, que no se equivoque en su búsqueda, que no escuche los cantos de falsas sirenas…

Y que la rescate.


(Este post está dedicado. Feliz cumpleaños... Viento)

6 comentarios:

Anónimo dijo...

VIENTOS MAOHI:
Los Maohi tienen nombres propios para cada viento, dependiendo de por donde sople o lo que traiga o su intensidad o el momento del día.
El viento del noroeste se llama To´erau, un viento tropical o ecuatorial, distinto de cualquier otro viento en Tahití. Del sureste llega el Maraamu mucho más cálido y seco. El To´erau era amado porque traía la lluvia y la vida, obedecía el capricho de Tumu Ruperupe, dios de la lujuria y la abundancia.
Al igual que la cultura inuit conoce muchas formas de referirse a la nieve, también los maohi conocen así los vientos. Fueron los mejores navegantes del mundo, y en su paraiso oceánico, conocer el viento y poder preveerlo era la diferencia entre vivir y morir

Pepe Castro dijo...

Estaba paseando por la orilla del mar, de mi adorado Mediterráneo, cuando me invadió una racha de viento repentinamente. Me tranquilizó y me confió un secreto: venía desde el Atlántico buscándome, sabedor de que mantengo una sana amistad con ella. Me preguntó dónde podía encontrarla, y le di los pocos datos que conocía sobre su paradero. Primero me aseguré de que sus intenciones no dejasen lugar a la duda, pues tengo un especial aprecio por ella. Ante la parquedad de mis explicaciones, casi montó en cólera, con lo que estuve a punto de caer sobre la escollera. Al fin, resignado, se marchó por donde vino, ululando como sólo antes lo había oído en mi imaginación.

P.S.: Preciosa réplica, aunque para hacer justicia ¿no debería estar en primera persona?
Un besote.

ninfasecreta dijo...

Y quién ha dicho que la deudora del viento soy yo...???

Pepe Castro dijo...

Así lo interpreté en el texto que fue la precuela de éste ¿no? Estupendo, por cierto.
Y si no lo eres, pues me has inspirado para escribir mi comentario, si no te importa.
Besotes ventoleros.

Félix Amador dijo...

Poética figura la del Viento. Me ha dejado pensando.

¿Tu vida es así de complicada?

ninfasecreta dijo...

Jajajaja! Sí, Félix, así y más complicada todavía...

Aunque, insisto, yo no he dicho que fuese "Ella"...