Por lo general, la "gente", como su propio nombre indica y en modo grupal, tiende a actuar de un modo que poco tiene con el concepto más estricto de la humanidad. Otra cosa es cuando conoces personas. Hay personas cuyo lugar en este mundo es tan grande y tan anónimo que, a poco que las conozcas, te das cuenta de que son indispensables, no sólo para uno, sino para todos aquellos que tengan la fortuna de cruzarse en su camino.
Mi médico (lo de médica aunque es correcto no consigo que me suene bien) es uno de estos seres únicos en su especie. Un médico de familia en la Seguridad Social suele ser un personaje que te receta sin mirarte a los ojos, que no te conoce ni reconoce y que, agobiado por un sistema administrativo que es una basura, tiene que atender a los pacientes a la velocidad de la luz. Es posible que a alguno le interesen las personas y le guste su trabajo pero a pocos se les nota.
Mi doctora no. Es una persona diferente no sólo a los demás médicos. Es diferente en sí misma. Desprende humanidad, buen rollo y empatía. La primera vez que fui aluciné con la hora y pico de retraso que había que esperar con respecto a la cita. Cuando entré, lo comprendí. Yo iba presa de una tristeza y desperación profundas. Estaba tocando fondo. Mis problemas personales (a todos los efectos), aunque por causas externas, y el peso de llevarlos en soledad estaban acabando con mis fuerzas.
Iba tan sólo a buscar medicación y encontré un ser dispuesto a escuchar, a ayudar, a empujar, a apoyar, a aconsejar. Con la sabiduría y actitud de una madre. La clase de apoyo afectivo que yo no podía tener en Madrid, lejos como estaba de los míos.
En los siguientes meses se convirtió en un segundo ángel de la guarda, que se preocupaba por mí, que me daba consejos para buscar trabajo, que preguntaba donde conocía para ver si había un puesto que me sacase del pozo económico y, mucho peor aún, emocional. Nunca me mandó al psiquiatra porque, como ella señala, "no estás enferma, lo que pasa es que tienes problemas y tu vida es difícil. Así que ven cada semana, no te puedo dejar sola".
Con ella lloré, me reí, ironicé. En Navidad me despidió con un gran abrazo lleno de sincero sentimiento. Le contaba yo a Ana que, al límite de mis posibilidades, sólo serviría un milagro. Por ese milagro me contó que ella rezaba y muchas personas que conocía también. A su gente le pedía que orasen por "una paciente mía que lo está pasando muy mal". Yo no sé si rezar sirve o no, aunque después de mucho tiempo he vuelto a hacerlo y a pedir también, pero tengo claro que la energía positiva de todas las personas que te desean bien sí ayuda y apoya.
La última vez que la visité dio botes de alegría (aún cuando yo tengo muy presente que, tal como están las cosas, hoy estás y mañana puede que no). Como le señalé "va a ser verdad que hay milagros". Un milagro sin lugar a dudas es que existan médicos con esa humanidad, esa preocupación personal y real por un paciente de los tropecientos mil que tendrá y le contarán sus batallas, al igual que yo. Se ha negado a darme un informe médico (aunque me dé varias recetas) para mi medicación por la dolencia crónica que padezco. El motivo, con una gran sonrisa de oreja a oreja: "Es que si no, no me vienes a ver". ¿Cómo sería posible no quererla?
Ana tiene una enfermedad (no me ha precisado cuál pero es grave). A simple vista está sana, vital, alegre. Por el momento está ganando la batalla. Yo soy una de las que se une a las oraciones para que Ana no sufra ningún mal. Es una ser pleno de luz, muy necesario en esta sociedad de locos en la que nos toca vivir.
Son muchas las personas que se benefician y curan sus males gracias a su magnífica y enérgica humanidad. Es un ser indispensable, estoy segura, en su entorno y para muchos pacientes. Nunca he encontrado un médico como ella. Con esa actitud, esa entrega, esa fuerza y, sin embargo, esa ternura.
Con Ana volví a rezar. A sentir que era una buena madre, que lo hacía bien, que creían en mí. Ahora rezo yo, por si sirve de algo, para que se siga librando con éxito su lucha diaria, con ese optimismo y con ese coraje que sólo alguien lleno de luz como ella puede desprender. Por eso rezo, porque tanto generosa como egoístamente me consta que su lugar está entre nosotros.Una de las pocas criaturas que nos hacen recordar que, después de todo, la vida es bella.
Y si hace falta otro milagro, lo hacemos.
13 comentarios:
Pues si, larga vida a la doctora! salud y felicidad para ella y los suyos!
pues es curioso, Ninfa, porque yo fui a buscar ayuda también a mi médica de cabecera y al no estar ella me antendió otro que me pareció tan encantador, tan cachondo y tan con los pies en el suelo que me cambié a su consulta y desde entonces me aconseja y me anima sin haberme conocido más que dos días como si me conociera de toda la vida.
¿ves como no todo el mundo es malo?;)
un besote
Criky, como bien sabes, yo nunca he pensado que todo el mundo fuera malo, ni mucho menos. De eso pueden dar fe mis amigos de siempre, raras avis tb y únicos en su especie.
Besos
Ves, pues tienes suerte. A mi médico casi le tengo que dar el diagnóstico hecho porque apenas levanta la cabeza del ordenador para saludar. Según él todos mis males son siempre de los nervios o musculares y si voy en invierno casi me saca la receta del Frenadol a la entrada porque fijo que es gripe lo que tenga. Lo de que no tengan tiempo para cada paciente no me sirve de escusa. Tratan con algo muy serio, nuestra salud.
No riñas con anónimos chica, Tú escribe de lo que te sslga que para eso este es tu blog. ¡Vaya bronca! jejeje
Rezar sirve para creer. Si tienes fe en que algo se arreglará, terminará arreglándose.
¿que no todo el mundo es malo? Lo que pasa es que hay algunos que se portan bien con los demás para joder la estadística, pero al final, esto es lo que es.
Broma. No quiero desanimarte. El año no ha empezado tan mal, ¿no? De aquí, todo va para arriba. Seamos optimistas. Yo rezaré por ti.
Besotes.
(La vida es bella porque hay gente se empeña en cuidar de nosotros como ángeles de la guarda, tal como en la película.)
¿Compleja y arisca con esos ojazos?
La vita e bella para los feos, y fea para quien no lo merece.
Arriba los corazones.
Existen los milagros Ninfa, están en el corazón de las buenas personas como un gran tesoro de incalculable valor :)
Cuídate. Te envío un abrazo apretadito.
Mis mejores deseos de recuperación para tu médico. Personas así hacen que valga la pena seguir creyendo que no todo está perdido.
Un beso, tesoro.
Yaaa toy po´aquí, jejeje.
Llevas más razón que un Santo Ninfa, “la humanidad como conjunto es un rebaño de borregos pero como individuos…”
Yo tuve un doctor así como el que tienes – ojala lo tengas durante años. Este tipo de personas aparecen poquito sobre la tierra, tan poquito que algunos lo llaman “bondad”, otros “humanidad”, muchos “Ángeles” pero la mayoría solo lo llaman para pedir “la baja una semanita del curro” pero son personas que dedican su vida a ayudar a los demás y se les reconoce muy poco su labor emocional, psicológico y, en ocasiones, espiritual – sin medicación psicotramsilium aneurologica tramquimacintica – son pocos los que son así pero todos los médicos están contra las drogas, el tabaco y demás…
Salu2 y Bsossssssss
Hay que saber ver el lado positivo de las cosas como lo hace tu médica,gente así en tu vida es la que te levanta el ánimo, y te ayuda a querer seguir luchando,no siempre está todo perdido.
Ten fe, que la fe mueve montañas.
Un beso fuerte mi niña.
Conocer gente así hace que tengas ganas de ser mejor persona.
Enhorabuena por haberla conocido, y por tener la capacidad de apreciarla.
estoy sintiendo cuanta gente buena te esta apopyando desde tu blog. son tus seguidores. No defallezcas. por ti y por tus ni;os.
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