miércoles, abril 30, 2008

Persiguiendo al sol

Me voy de puente, como todos vosotros, supongo. En Madrid es fiesta para todos, seguimos celebrando el haber echado a patadas a los gabachos de nuestros ibéricos territorios. Y, tras mil vueltas, vuelvo al hogar, con buenas perspectivas porque la tierra de uno es como la madre, no será la mejor pero es la tuya, única e insustituible.

El sol sigue luciendo en Madrid y parece que, más tímidamente, lo hará también en Galicia donde me esperan mis raíces y mis amigos. Unos días de desconexión para afrontar una nueva etapa. Continúo cerrando capítulos de esta larga novela que es la existencia. Siempre me sorprende ver cómo lo que parecía una pasión termina por ser sólo un sentimiento adormecido, lejano. Dice una canción de Pereza algo así como que “cuando empezamos creíamos que nunca podría acabar y ahora que se acabó no sabemos cómo pudo empezar”. Qué gran verdad.

Con el paso de los años, voy conociendo gente valiosa que no encaja conmigo por mucho que todos nos empeñemos, por mucho que queramos buscar puentes de encuentro. Hay quien persigue esa sensación de “estar en una nube” que a mí se me antoja adolescente (divertidísima, por supuesto, pero imposible de calificar como amor después de los 17 años). Hay quien quiere una nube y no un amor y no lo sabe. Hay quien ama al amor y se pierde a las personas.

Luego estamos los otros, a qué negarlo, que no vemos una nube ni en medio de una borrasca. Yo estoy en proceso de recuperar un poco de ilusión (porque la palabra candor no me pega mucho…) y de darme una oportunidad para perder y que no pase nada.

Persiguiendo al sol, opté por pasar el domingo en el Retiro con los pequeños roedores. El Retiro es una suerte de Babel rodeada de verdes prados y un precioso lago donde enormes e infectados peces se ponen las botas con las sobras de los visitantes. En un día de pleno verano, titiriteros, guiñoles, artistas de calle, vendedores de globos, cantantes callejeros y un sinfín de buscavidas hacen el agosto en cualquier buen fin de semana de abril.

Son de todos los colores y todas las naciones. Una de las artistas _con un espectáculo de momentos de diversión desigual, en directa relación entre lo que la muchacha sentía que transmitía y lo que nos llegaba a los mirones_ reclamaba del respetable un castizo “olé” que llegó tibio y apagado. Preguntó a voces si este público era el español. Y yo miré a mi alrededor. Ciertamente, el público no era ni mucho menos autóctono. No me atrevería a decir cuántos de allí eran de Madrid (uno o dos con suerte y en primera generación), menos todavía que los contadísimos españoles. Sudamericanos, europeos del este, centroeuropeos, asiáticos, indios… de todo pero los españoles estaban en clara y manifiesta minoría.

Supongo que es una buena señal. Señal de que nos hacemos más cosmopolitas y acogedores o de que fuera las cosas van aún peor que aquí. Yo misma soy emigrante en mi nueva ciudad, eso sí, esforzada en la integración como si fuese una causa vital.

Parece que alguno de mis queridísimos va a desembarcar en Madrid también en poco tiempo. Mi ángel de la guarda ha encontrado el amor y ha sido aquí. No tengo mucha fe en verle demasiado pero, en cualquier caso, saberle más cerca es siempre una buena noticia. Al contrario de otros casos que conozco, él, más aparentemente pragmático y menos enamorado del amor, ha echado el resto, los muebles y lo que haga falta para estar con la que podría ser la mujer de su vida. Aunque yo no creo en eso del “para toda la vida”, no quita que me encante creer que pueda ser verdad, sobre todo para los demás. Lo que está claro es que los que son como él tienen muchos más números para ganar en esta extraña lotería del amor o lo que coño sea que nos empuja a los brazos de otra persona.

Yo le veo y me corroen la envidia y la alegría por él, a partes iguales. Y su fe, tranquila, sosegada y constante me salpica un poquito y me hace pensar que hasta puede ser que un amor (aunque no sea para toda la vida) puede tropezarse conmigo y con mi amor en algún momento de este extraño divagar que llamamos existencia.

Mientras tanto, el Pharmaton parece que hace su efecto y la “histenia” se va alejando al mismo tiempo que las lluvias. Le pongo ilusión y alegría de vivir al nuevo mes, al nuevo capítulo, a la nueva primavera.

Y todo lo demás, se me dará por añadidura.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola:

Pásalo muy bien en Galicia. Estuve una vez y me sorprendió; tan diferente a los páramos castellanos por los que vago. Recuerdo una noche, una carretera estrecha en medio de la vegetación, las luces del coche... No me extraña vuestra sospecha sobre las meigas. ¿Acaso también en los bosques secretas ninfas?

Por cierto: te libras de una filípica sobre el sol y tus nubes (o su ausencia). Es tiempo para disfrutar como los pequeños roedores.

Saludos.

Luissi dijo...

La canción de Pereza dice
"nunca pensamos que fuera acabar,
y hoy como pudo empezar"

No es precisamente lo que uno espera de una canción llamada "Tristeza" aunque pueda llegar a ser muy triste

En lo que me toca, yo, un ateo confeso, no creo que pueda ser ejemplo de hombre de fe, todo lo contrario, soy un hombre convencido. De lo que siente y de lo que vive, el primer sorprendido pero también el primero que sin buscar no ha dudado en perseguir lo que ha encontrado, lo que quiere. Y siempre he tenido un poco de suerte

¡Venga que ya tardas!

María dijo...

Mi querida Ninfa:

Esa es la actitud, justo ésa. Piensa que las cosas buenas de esta vida llegan casi siempre de forma inesperada, así que mucho mejor si nos pilla de buen humor y con espíritu optimista. Y la primavera es un buen momento (una vez paliada la dichosa astenia) para recordarlo.

Pásalo bien y disfruta mucho del puente.

Muchos besos.

Pau Llanes dijo...

disfruta del viaje (es del viaje de lo que disfrutamos mucho más que de sus metas)... Y de los seres que nos acpmpañan (no de sus máscaras)... Saludos... Pau

Félix Amador dijo...

Lo demás vendrá por añadidura. Tiempo al tiempo, mi pequeña ninfa, ya sabes que las cosas cambian cuando menos lo esperas.

Confío en que vuelvas relajada y con una sonrisa en los labios. Promete sol. Espero que también alegrías para el fin de semana.

Un besazo.

angelos dijo...

Siempre me resultó curioso ese amor tuyo por el sol.
Normalmente relaciono, quizas erroneamente, que las ninfas de los bosques umbrosos y de sus fuentes son siempre las mas ninfas de las ninfas, envueltas de claroscuros, de secretos ancestrales y de frescor.

Bienvenida a la primavera. Espero que disfrutes del sol, de tu tierra y de los tuyos...

Besos