viernes, mayo 18, 2007

Reflexiones y una pizca de melancolía

Quiero escribir. Por eso estoy aquí. Quiero escribir y no quiero desnudarme en exceso. No me conviene hablar de mí. Hay muchos ya que me conocéis, algunos me queréis, otros _aunque sea a través del blog_ no me soportáis pero, de un modo u otro, estamos vinculados.

No quiero ser monotemática y hablar de sentimientos pero me ocurre como a Gala, que me deja fascinada siempre que diserta sobre el amor, su tema favorito. Conozco sus respuestas casi de memoria pero siempre dice algo nuevo, de otro modo y me atrapa con su verbo culto, sabio, valiente. Yo no hablo ni escribo como él _qué más quisiera_ pero empatizo con sus monotemas.

Sigo a caballo entre dos vidas que pretendo unificar: mis hijos y mi trabajo. Padezco el acoso emocional de un padre pretencioso y soberbio que me amenaza de vez en cuando delante de mis hijos con “medidas sorpresa”. Ya sé que no puede hacer gran cosa pero es imposible que no me afecte. Sólo conozco a una persona que me desquicie y ése es mi ex marido. Hemos discutido más en tres años separados que doce y medio juntos, es curioso. Y eso que no entro al trapo que si no…

Estoy físicamente cansada _una gripe y una afonía que me han dejado muda para deleite de los que han de aguantar habitualmente mi verborrea incesante_, emocionalmente viva y sola, como siempre, laboralmente, animada unos días y muy preocupada otros. Como veis, no puedo ser más vulgar.

Me contengo cada día para no dedicarle estas líneas a alguien que ya no está y quiero mucho. Para que esto no se convierta en un escaparate de la amistad perdida y de la añoranza. Sin embargo ¿Cómo evitar ser quien una es? ¿Por qué mantener siempre la medida de lo que se dice y lo que no?

Tengo nuevas cómplices. Amigas tan parecidas y diferentes a mí que pasan por lo mismo y todo es totalmente distinto, sin embargo. Quiero para ellas el futuro que yo sé que a mí me está vedado. Quiero creer que hay cuentos de hadas para ellas al menos. Como siempre digo, a mí se me dan bien los amantes y muy mal el amor. En fin, siquiera de momento, queda algo para el ego y el cuerpo.

Sigo descubriendo Madrid poquito a poco. Concierto al aire libre en las Vistillas, más eventos, más cosas nuevas. Me gusta la capital pero, de un tiempo a esta parte, también me gusta mucho el sur. Cada vez tengo mejores amigos allí, el clima perfecto, lástima que está la cosa tan difícil allá. Aunque es probable que mi lugar no sea ése. Pero me hubiera encantado descubrirlo.

Pues ya veis, reflexiones en alto, novedades que os pueda/quiera/deba contar: cero y toda una vida por delante. Me voy a pintar la sonrisa del fin de semana y aparcar la melancolía. No me pega y no me traerá nada de lo que le pido. Mujer siempre pragmática al fin. Al menos en teoría

Así que, paciencia, si no se puede volver a detener el tiempo con hechizos pasajeros, al menos no olvidaré nunca que "sólo los madrileños tienen siempre prisa...".

Y yo soy de provincias.

8 comentarios:

pringaillo dijo...

Ánimo!!! Siento no tener nada más ingenioso que decir.

Anónimo dijo...

¿Para qué dedicar? No hacen falta dedicatorias para los que saben ver.
Besos de otro provinciano :-)

José del Rincón dijo...

Es concierto al aire libre, ¿fue la Música para los Reales Fuegos Artificiales de Haendel por El Concierto Español, dirigido por Emilio Moreno?

Un beso provinciano.

ninfasecreta dijo...

Pocho, yo, además de provinciana, soy inculta en el ámbito de la música clásica. Me va más el corte moderno así que lamento reconocer que es harto improbable que me dé por acudir a conciertos de Haendel...

José del Rincón dijo...

No tienes nada que lamentar: a cada cual le va lo que le va. El concierto que yo te dije también fue al aire libre, coincidía en el tiempo y hubo fuegos artificiales, así que... Y respecto a lo de ser provincianos, ya somos dos.

El Maestro Gramático dijo...

“Como siempre digo: A mí se me dan bien los amantes y muy mal el amor” En Cordura solo para locos 18 de mayo del 2007.
Y así es como tiene que ser, Ninfa: Es normal que no se te dé bien el amor y te felicito por tus amantes. (No veas cómo los envidio)
El amor no se le da bien a nadie porque el amor solo existe en nuestra cabeza. Existe el enamoramiento: Ese espasmo, ese desarreglo hormonal, ese sinvivir maravilloso, que nos gusta tanto y que dura dos años y medio. Ese fuego y yelo, y ese dolor dulce, que decían los clásicos. “Quien lo probó lo sabe”, dijo otro clásico muy envidiado en su tiempo. Envidiado más por sus múltiples y guapas amantes, que por ser el mejor y más prolífico dramaturgo. Los clásicos, como nosotros, confundían el amor con el enamoramiento.
La razón de por qué sufrimos tanto cuando el amor/ enamoramiento se acaba está en que ponemos al amor en un lugar que no le corresponde: Me estoy refiriendo al ranking en el que solemos colocar al amor entre las cosas que importan: Pensamos que el amor es lo más importante que hay en nuestras vidas. Es lo más excelso y maravilloso que nos pude ocurrir. Parte de la culpa de la posición tan privilegiada que ocupa la tienen los muchos siglos de tradición literaria con sus hiperbólicas antítesis a las que me acabo de referir. Pero esto es literatura.
Una de las características que poseen las cosas importantes es su durabilidad. El amor a los hijos, que nada tiene que ver con el enamoramiento, solo acaba porque la vida se tiene que acabar. Pero fuera del campo afectivo, también hay en la vida cosas mucho más importantes que el amor: Piensa, Ninfa, en cualquiera de tus aficiones. Cualquiera de ellas, si no todas, son más importantes que el amor: Tu casita, donde tienes tus libros y donde escribes esas cosas tan interesantes que he leído con delectación en tu blog, permanece. Tu casita no te dice un día de repente y sin saber por qué, que hoy no te quiere ver, que ya no siente lo mismo, que las cosas que hacíais juntas tu casita y tú ya no le llenan como antes. Y, entonces, tu casita va un día y te cierra la puerta.
¿Cómo puede ser algo tan, tan importante en nuestras vidas y durar dos telediarios? Hay un contrasentido flagrante aquí. No le demos más vueltas. El amor es importante pero no vale tanto como para hacer de él el centro de nuestra vida. La etimología de la palabra enamoramiento lleva encerrada su esencia: Enamorado quiere decir que “estoy en amor”. “En estos momentos estoy en amor”. ¡Y qué guay, qué bien estoy! “¡Viva la estupidez transitoria!” me respondiste un día en estas mismas páginas cuando yo todavía era un comunicante anónimo Y está muy bien el amor pero pongámoslo en el lugar que le corresponde y sufriremos menos por su causa y lo disfrutaremos más.
Recibe un virtual beso de tu incondicional admirador,
El Maestro Gramático.

ninfasecreta dijo...

Bueno, la verdad es que yo tengo perfectamente claro que el amor no es para siempre, lo mismo que ninguna clase de felicidad pero te hace sentir vivo mientras dura.

No hago del amor el centro de mi vida (prueba de ello es que llevo tres años sin pareja y no es que no haya tenido oportunidades) pero a todos nos gusta sentirnos amados, auque sea por un tiempo.

NO suelo sufrir por él porque soy muy pragmática: cuando se acaba una ilusión siempre recuerdo que eso era lo que tenía que pasar indefectiblemente y tb que como áquel que se va, otro vendrá.

Pero vivir la estupidez transitoria es como viajar: temporal pero una gran inversión emocional.

En cualquier caso, ya te digo, hace mucho que no me enamoro _muchos años si es que lo he estado alguna vez_ pero me gustaría sentirme especial aunque sepa, de sobra, que será con fecha de caducidad.

Por cierto, he intentado leerte y no encuentro tu blog...

El Maestro Gramático dijo...

No tengo la suficiente disciplina como para ponerme a escribir de manera periódica y sí el suficiente pudor como para impedirme inaugurar un blog. Aunque, a veces, me siento tentado a hacerlo. Quizá algún día me incorpore a la “bloguería” porque, como sabes, lo mejor que se puede hacer con las tentaciones es caer en ellas.
Te veo muy sensata en esto del amor, Ninfa. Mucho más de lo que dejaba traslucir la frase que entresaqué de tu blog y que, por lo que dices, sueles repetir a menudo: “Se me dan bien los amantes pero mal el amor”. Lo que se debe hacer es disfrutar de los amantes. Y se disfrutan mucho más sabiendo que”tienen fecha de caducidad”, como muy bien dices. Cuando una chica me dice TE QUIERO; yo me lo creo. Sí, sí, no te rías, Ninfa. Me lo creo. Me lo creo porque sé que hay en esa frase una elipsis: La chica dice la verdad pero ha olvidado pronunciar el adverbio AHORA. Ella lo que dice es TE QUIERO, aunque lo que quiere decir es TE QUIERO AHORA. Y eso es una verdad como un castillo. Cuando esto sucede, lo que se debe hacer es vivirlo intensamente, como apuntas en tu amable respuesta. Las cosas efímeras se disfrutan más que las que creemos eternas. Eso de que me juren amor eterno como en las películas, a mí me desinfla un poco. Si uno se lo cree de verdad, el batacazo es tremendo cuando descubre que la eternidad dura diez y siete meses. Meses que, encima, ha dejado pasar sin darles el valor extraordinario que tienen porque los creía eternos.
Un Besito.