Es otro de esos días, uno de tantos, en los que comienzo a escribir sin tener la menor idea sobre qué. Simplemente, es una necesidad, como comer o ver a los amigos. Estoy de minivacaciones en mi tierra, viendo a mi gente, recibiendo besos y hasta "saudades" de Miriam, la que fue mi asistenta brasileña unos meses y continúa ayudando en esta casa de la que ya soy sólo una okupa.
Observo cómo nada ha cambiado a mi alrededor, excepto yo, que sigo siendo la misma pero con una vida totalmente diferente. Y me gusta. Me gusta este ir y venir, siempre he sido una friky de aeropuerto. Me encanta cambiar el escenario (anteayer en Madrid, ayer en Barcelona, hoy en Compostela...) y también los actores sin reemplazar jamás a los personajes principales. Me gusta esta paz y aquel ajetreo de la gran ciudad. Añoro a mis amigos que me añoran pero tampoco tienen demasiado tiempo para mí, al igual que yo tampoco ya para ellos.
Conozco nuevas caras, nuevos pensamientos. Siguen caminando a mi lado por vías paralelas, siempre destinada a no cruzarme con nadie. Soy la mujer que no conoce las intersecciones. Tengo cierta curiosidad por saber quién será el próximo que se cruce en mi existencia y, al tiempo, una agradable sensación de sufrir ni padecer por nadie. Miro a mis hijos, que crecen cada día más bellos, más sonrientes. Me miro a mí que logro mantener mi alma sin arrugas y el ánimo de lo que ahora mismo soy: una privilegiada.
Sobre todo, me mantengo expectante ante cualquier acontecimiento venidero. Impaciente por naturaleza, sin poder esperar para conocer las buenas y hasta las malas noticias. Me guardo los mimos y saco la coquetería, la más legendaria de mis armas junto a una lengua peligrosamente afilada.
Continúo mirando a la gente por dentro y por fuera. Hace poco le respondía en una conversación al desertor Duque de Ramales que, vista la porquería que había dentro del género masculino, había decidido quedarme con lo de fuera y por lo menos disfrutar de los platos apetitosos.
No sé cómo va a ser mi vida a partir de agosto, si cambiará para bien o para mal. Vivo al día pensando en el mañana. Siempre al filo de la paradoja. Salgo a bailar y a reír sin mayor ánimo que recordarme que estoy muy viva.
Escribo por escribir, como señaló el genial Fiti: "Porque escribo igual que sangro, porque sangro todo lo que escribo".
Y ahí os dejo, unas gotas de mi sangre, para quien quiera beberlas...
10 comentarios:
Seré el primero en beber esas gotas de sangre, que me saben a miel, dulce miel de una 'dulce princesa'. Me saben a aventura, a amistad, a lealtad, a secreto compartido, a complicidad, al Madrid de los Austrias. Dejan un sabor de boca tan dulce como los buenos e imborrables recuerdos. Me apunto. Me apunto siempre a beber esa sangre. No hay sabor igual, ni mayor privilegio que paladear ese sabor.
Muchas gracias, noble Señor, en este rincón del ciberespacio os aguardo para seguir contando historias o naderías... Y ese dulce sabor se destila, como ya sabéis, sólo para los que ven más allá de las apariencias.
Y os pasaré lista!!
Creo que fue un paisano tuyo quien puso de moda en el mundo un magnífico lema: "la arruga es bella", y tú ahora añades: "...y un privilegio lucir un alma tersa"; me temo querida ninfa secreta que, ser vehículo de destinos ajenos que sólo alquilan un transito concreto, quizás no deje arrugas, pero seguro que sí surcos y grietas.
Ahora bien, como esto no deja de ser una simple hipótesis literarias, feliz próximo cruce con la exquisitez culi-naria.
Señor anónimo:
Si con lo de vehículo de tránsito de destinos ajenos te refieres a tu propia trayectoria, entiendo perfectamente tu acritud al escribir.
Si pretendes insultarme, pues tendrás que buscar alguna manera de ofender que se ajuste a la realidad. Por lo demás, del aspecto o tersura de mi alma sólo saben los cuatro afortunados que la conocen y pueden opinar con criterio.
Sobre los cruces culi-narios, insisto, imagino que te refieres a tu propia experiencia...
Ah! Nadie que escriba anónimamente puede decir "querida ninfa secreta" con sentimiento... (aunque es obvio que por algún motivo, te produzco el contrario, lo cual no deja de congratularme: qué fantástico que la envidien a una sea por lo que sea).
Verbo afilado y temperamento, no tengo duda que tienes un rato largo; admiro tu prosa y jamás competiría contigo en ese aspecto, por tanto la envidia, si la hubiera, algo de lo que no estoy tan seguro, sería más sana que enferma; creo sinceramente que deberías aceptar el elogio y la crítica con la misma elegancia, no todo pueden ser adhesiones en esta vida.
Al referirme a tu alma, lo hacía basándome en el texto que has publicado: "...logro mantener mi alma sin arrugas y el ánimo de lo que ahora mismo soy: una privilegiada", desde luego que no tengo criterio, ni soy uno de los afortunados conocedores de ella (el alma). En mi descargo diré que no pretendía en modo alguno insultar a nadie, sólo emitir una opinión que, equivocada o no, generaliza bastante y en absoluto me parece ofensiva.
Te pido disculpas por el tono irónico, por ese "querida ninfa", y por la estúpida "boutade" con que finaliza.
Al menos, eres elegante rectificando.
Quien me siga sabe perfectamente que no tengo el menor problema con las críticas salvo cuando se entra en el plano personal. De hecho, ha habido algunas insultantes directamente y, con una única excepción que rayaba la enfermedad, no las elimino.
Así que, como ves, la he aceptado con elegancia, la misma con que tú emites tu crítica. Que pueda usar mi verbo afilado para rebatirlas no es más que un derecho tan lícito como tu actitud de desacuerdo.
Si estabas generalizando, las disculpas son mías. Y acepto tus disculpas por el inapropiado tono irónico y boutades añadidas.
Que tengas un buen día.
Ah! Y con respecto a mi alma, créeme que considerarme un privilegiada a día de hoy, también es un acto de humildad.
Si estás muy aburrido y miras atrás en el blog, entenderás por qué.
Lo haré, muchas gracias. Comentarios ni uno más, acojonadito me tienes.
Pues será una pena. Qué es la vida sin un poco de discrepancia para ponerle pimienta??
Y no creo que, escribiendo tan bien como escribes, te tenga ni medio acojonado...
Besitos
¡Tú si que sabes tratar a un hombre! Esa equidistancia entre ángel y demonio... ¿Pimienta dices? Lo tuyo es el especiero al completo.
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