martes, mayo 15, 2007

En ocasiones veo culos

En ocasiones veo culos. Sí, como lo leéis. Esta mañana, me he desayunado un croissant y la raja trasera de la señorita enfrente de mí encaramada a la barra (razón por la cual, la línea del pecado me quedaba a la altura de la nariz). Esto de las modas es la pera. Va a acabar teniendo razón mi madre.

Si ya resultaba antiestético eso del pantalón allá abajo y el tanga dos tallas menos de las necesarias allá arriba marcando chicha, ahora... directamente, ha desaparecido. Lo más fashion ahora es que se ve la raya del culo, ni braga, ni tanga de mercadillo ni nada de nada. El culo de toda la vida, vamos.

Yo no sé cómo vive el sexo masculino esta moda (hay quien dice que el tanga marcando chicha es sexy) pero yo lo llevo fatal. El otro día en el aeropuerto había una mujer con una talla 44 por lo menos y el pantalón por la mitad de tan soberano trasero. Y no estoy exagerando, podría defecar sin moverse del sitio y perdonad la vulgaridad.

No sé si esto a los hombres les parece atractivo. A mí, desde luego, no. Porque ese pedazo de nalgas pegadas a presión bajo un cintúrón y el "canalillo" a la altura de las narices me produce cierto repelús. Ni el culo más bonito resiste tan mal gusto.

Y digo yo... ¿No tienen frío? ¿No se dan cuenta _no me lo puedo creer..._?Directamente... ¿Son memas?

No me voy a meter a moralista porque más minifaldera que yo pocas he conocido, me gustan los escotes, me gusta la ropa ajustada, me gusta insinuar. Pero señores, la raya del culo es la raya del culo. Y tiene un uso que resulta de todo menos sexy, al menos a la vista de las inocentes heterosexuales como yo a la hora de comer o desayunar. ¿Qué ha quedado de la ropa interior sensual y sólo visible para los elegidos? ¿O del culito prieto en pantaloncito sin que te salgan "líneas de flotación" inexistentes por culpa de la puñetera moda?

En fin, habrá opiniones para todos los gustos _y culos_ pero, yo, sinceramente, sigo prefiriendo desayunar con croissant sin línea perpendicular. Ya me contarán los caballeros si estoy equivocada, anticuada o voy por el sendero correcto.

Eso sí, yo, el culo, no lo enseño!!

6 comentarios:

José del Rincón dijo...

No pretendo eririgme en portavoz del sexo masculino, pero la bajada de la línea de flotación del pantalón me resultaba muy antiestética al principio. Por más que uno consiga adaptarse –a fuerza de costumbre- a los dictados de la moda, hay ciertas imposiciones que resultan casi antinaturales. Una, la subida de las sujeciones laterales de los biquinis en los ochenta: por más que yo me llegara a acostumbrar a ellas, noté, como si fuera un respiro, la bajada de esas tiritas laterales a su sitio y su vuelta a la horizontalidad. Otra es la bajada de la línea de flotación de los pantalones, a la que también me costó acostumbrarme. Pero resulta que uno no es de piedra, y entre la costumbre y lo mirón que soy, acabó gustándome lo que terminé viendo. Ahí está la diferencia, Ninfa, entre tu heterosexualidad y la mía: que nos ha pillado en diferente acera.

Por cierto, Ninfa, ¿cuándo podré verte en minifalda?

Un beso.

Anónimo dijo...

Pues mira… depende de qué culo y de qué surco, me ponen más que un croissant y un desayuno. Los modelos estéticos son sui géneris y como tal hay que aceptarlo. A mí particularmente, me parece más hortera que un caballero, si por tal nombre se les puede denominar, enseñe el dedo gordo del pie embutido en unas chanclas… en Madrid, y no en la playa. El estilo, el atractivo y por supuesto, la sensualidad, tienen una definición tan abstracta y tan precaria que más vale no generalizar demasiado…

Si la talla es la cuarenta y seis, mucho me temo que daría igual si la falda es de esparto y que llegue hasta los pies o que fuera mini-falda de satén, pantaloncito subido, en caída libre o del revés, ahora bien… un culo proporcionado y “curviprieto”, que se quite lo que quiera o que lo deje entrever, es sobre todo… un gran placer.

Anónimo dijo...

¿Hoy la cosa va de culos?, pues iremos de culo, intentando no perderlo por el camino, claro.

¿Qué tendrá el ser humano para darle tanto a la manivela del gusto?, después de todo, por más vueltas que damos, al mismo sitio llegamos. Que si mollas apretadas, que si ranuras inspiradoras, que si tal bocado es o no suculento, en fin que disfrutamos viendo, tanto como viendo lo que ven los demás. Uno, por edad y desplazamientos ha presenciado evas (y adanes) enfundadas en los ropajes más variopintos, maquilladas con las pinturas de guerra más coloridas y peinadas con los más estrafalarios despeinados, y al final llegas al convencimiento que el travieso de Eros te acecha tras cualquier esquina de tu vida cotidiana. Incluso en el desayuno apresurado de media mañana mientras pones a parir a tu jefe (de pensamiento, claro, que la hipoteca aprieta).

Otra cosa es la proximidad “o-cular” en el desayunar. Deglutir un croissant en compañía de un culo (peludo o depilado, prieto o fofo) no es motivo de mucha inspiración erótico-estética, al menos en un contexto de bar matinal humeante, pero ahí está, para el que guste, y quiera, pueda y le dejen, degustar.

Alguien dijo que la cultura nos moldea y nos hace hombres (y mujeres, claro, que no está en mi ánimo provocar a las generalas del género), nos aprisiona y dirige, pero a la vez te muestra las salidas y te invita a infligir las reglas.

Bueno Ninfa, resumiendo mal, un placer haber vuelto a tu página y leerte.

Treinta y tantos dijo...

Ja,ja. Totalmente de acuerdo.

Hace cuanto que no me pasaba por aquí, pó Dió. Mi vida laboral me está matando, en serio.

Besos!!

El Maestro Gramático dijo...

Y yo veo muchos menos de los que quisiera. No tanto en cantidad, como en calidad. Me pongo malo de pensar en aquellos culos, ¡ay!, que nunca podré ver y que tanto desearía hacerlo.

ninfasecreta dijo...

Jajajaa! Ah, sí? Como cuáles??