Hoy me he quitado un gran peso de encima. Mi niña irá al colegio que le corresponde con su hermano y, esto que parece tan sencillo y hasta pueril, es fruto de una verdadera batalla campal contra los muros funcionariales, la soledad y el desánimo.
He reflexionado estos días. Hay muchísimas personas _normalmente no internautas_ que critican este medio como vía de comunicación y conocimiento. Resulta que es “freak” o friky, como decimos ya todos, ligar por Internet, hacer amigos o tener relaciones del tipo que sean.
Particularmente, creo que friky se es por naturaleza y actitud. No tiene nada que ver con el medio que utilizas para interrelacionarte. Los que dicen que es horrible ligar en Internet dicen que lo suyo es hacerlo en las barras de los bares. ¿Y qué es lo que se encuentra allí? Polvos de una noche, charlas inconexas, mensajitos hasta que caes y el vacío. Ni siquiera se llega a la amistad y menos en una ciudad tan grande como Madrid que, como no te lo propongas, no vuelves a verte nunca más. Eso no es friky, cierto, es común, es la vulgaridad, es todo lo que se puede encontrar en la calle.
Te dicen que en las barras no se encuentra nada bueno. Cierto. ¿Puede alguien explicarme qué otro lugar hay para conocer hombres buenos, disponibles, valientes emocionales y que, además, te gusten? ¿En el trabajo? Los de mi quinta están todos pillados y, como todos sabemos, donde se come no se caga. ¿Por la calle? Eso sólo sucede en las películas. ¿En una fiesta glamourosa? Eso sólo le ocurre a Carrie Bradshow en Sexo en Nueva York.
Si quieres ampliar tu círculo de amigos, o tienes buen rollo en el trabajo o amigas solteras con ganas de fiesta (mis amigas de toda la vida están amarradísimas y nada fiesteras) o… No se me ocurre nada.
Y os diréis: ¿Qué tiene todo esto que ver con el inicio, el colegio, la batalla campal y la madre del cordero? Os lo explico.
En estos días que he pasado al borde de la desesperación, cruzando Madrid para nada, sin respuestas y con puertas de papeleros (Ay, perdón, funcionarios…) cerrándose en mis narices, he encontrado apoyo, solidaridad y ayuda real de personas que nada tienen que ganar con el bienestar de mi pequeña roedora ni el mío. Ni siquiera me conocen/conocían demasiado. He visto cómo a mi grito de auxilio han acudido, a través de la red, un diputado que no conocía de nada y me ha tratado como si fuese alguien (que lo soy aunque no lo parezca) y ha entendido la dimensión de un problema insignificante para la Administración pero gigantesco para mí. Un hombre bueno que no ha dudado en llamar a quien fuese para regalarme un favor que no pide para él. El mail del diputado también me lo dio otro hombre bueno que sabía de mis avatares. El tercer hombre bueno me ha escuchado y aguantado el monotema de mis preocupaciones, de mi sentido de la responsabilidad vulnerado por el muro de la burocracia y las charlas insustanciales sobre lo delgada que me he quedado en estos tres meses.
A todos les conocí en la red. Todos me brindaron su ayuda a través de la red. Todos ellos me han brindado más atención y ayuda que muchos de mis amigos. Tengo trabajo gracias a la red y ¿Quién sabe? A lo mejor, un día hasta soy capaz de encontrar el esquivo amor en la red o en dónde sea. Y si no, seguro que amistades sí.
En cualquier caso estoy aquí para compartir con todos vosotros y, muy especialmente con ellos, el final de una pesadilla que me ha costado varios kilos de mis carnes, estrés, caída del pelo a puñados, desazón, tristeza y sentimiento de fracaso al ver a mi hija triste pensando que no había un sitio para ella en esta inmensa ciudad.
Quiero daros las gracias queridos Antonio, David, Xai y señor diputado por haber estado ahí, por tanto apoyo y tanta comprensión. Y por haberme dado una razón más para creer que he elegido el camino correcto.
Espero seguir encontrándoos en la red o en donde sea.
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