No llevo bien los duelos yo. De hecho, es más que probable que no haya superado con éxito más de uno y no me refiero exclusivamente a los de tipo amoroso, he tenido motivos para estar de luto desde que tengo uso de razón.
No es una queja, simplemente, mirando hacia atrás me he dado cuenta de que, por numerosas circunstancias, he tenido que echar tierra -muchas veces erradamente- sobre episodios dolorosos y que, a pesar de todas estas oportunidades, hasta hace apenas unos días, no había aprendido nada. Sólo era capaz de ver dolor, no enseñanzas, crecimiento, lecciones de vida. He sido una experta en lamentarme y este blog es buena prueba de ello.
He tardado la mitad de mi vida (suponiendo que sea longeva...) en abrir los ojos. He sido como esos perros pequeños y estúpidos que descubren su cola y se dedican a perseguirla como poseídos pensando que es el enemigo. Así me he comportado yo conmigo misma todos estos años. No he sabido ver que el origen de todas mis desgracias, es más, el hecho de considerarlas como tales, ha sido responsabilidad mía. No es fácil caer en la cuenta así que tampoco voy a ser demasiado dura ni autoflagelarme. Simplemente, he despertado.
Estoy en el momento de cerrar ciclos, esos ciclos que son algunos de mis duelos pendientes, que me han ahogado por mi resistencia a dejarme arrastrar de nuevo por las lágrimas o la desesperación. La intención era buena pero el resultado, hasta este momento, ha sido desastroso.
Ha llegado el punto de inflexión, al menos, yo así lo creo. He comenzado a verme y a ver mi entorno con perspectiva. Comienzo a tomar las riendas de mis emociones y a recuperar el poder sobre mi existencia. El primer paso es hacer mis duelos pendientes. Uno de ellos tiene un punto de intangibilidad, un aire Puentes de Madison muy fastidioso pero así es. El otro ha comenzado ya su camino con la tristeza natural y necesaria.
No es tristeza por un amor perdido sino por no haberme dado cuenta de que jamás existió ni el amor ni el supuesto sujeto del mismo. Tras desear dar pasos atrás, creyendo que había algo que rescatar, he descubierto aspectos que no han dejado ningún género de dudas sobre su inexistencia.
Si es ciertamente penoso descubrir que no eres la única, más lo es todavía darte cuenta de que no lo has sido en ningún momento, que los sentimientos eran unilaterales y, para el otro, sólo un juego en el que el ego y el número de presas eran el principal objetivo. Ni fui la única ni la más importante, sólo un apunte más, nada que recordar. No llegué ni a favorita del sultán. Menuda ninfa de tres al cuarto.
Sin embargo, con mi nueva actitud vital, me he dado cuenta de que no sólo no me daña sino que me alegra saberlo. Soy la única responsable de darle el poder de hacerme daño a cualquier otra persona que no sea yo misma. Hoy he contemplado desde fuera a alguien a quien no conozco. Le he visto ofreciendo ternura y me recordó a los días en que me la otorgaba a mí. La gran diferencia radica en que esos besos y abrazos paternales eran auténticos y los que yo viví sólo eran el resultado -tengo que aplaudirlo y lo digo muy en serio- de la mejor interpretación teatral de alguien que tiene la capacidad de vivir varias vidas paralelas y, en consecuencia, ninguna.
Hace no mucho tiempo esto me hubiese causado un dolor terrible, tanto a nivel emocional como de autoestima. Hoy no, hoy me alegra saber que puedo enfrentarme a ello sin que se me encoja el corazón. Senti pena mirando a alguien a quien no conocia, teniendo que admitir que los recuerdos hermosos que quería conservar eran sólo míos, fruto de la mentira, que lo que yo creía bondad genuina es algo... que no puedo comprender. Siempre he confiado en las personas con las que he estado porque parto de la idea de que somos adultos y que quien está conmigo lo hace porque quiere y que, cuando no es así, no tiene más que decirlo. Desafortunadamente, no todo el mundo piensa igual.
Sin embargo, me siento bien con mi propia reacción. No siento rabia ni rencor ni ansias de venganza. Por primera vez en mi vida entiendo que la permanente búsqueda del amor me ha hecho meter la pata muchas veces. Mi transparencia, más. Prácticamente he puesto en las manos de las personas que me han hecho daño un manual de "Cómo engañar a una Ninfa listilla". Les he dado las pistas, los medios, la justificación. Les he explicado cómo, cuándo y dónde había que mentir y herir. Y ahora que me hago responsable de mis errores me encuentro mejor que nunca.
Por primera vez no me he descubierto pensando que era yo la que tenía la culpa, la que no le merecía. la que tenía mala suerte. No, esta vez, de modo inconsciente -y eso es lo más maravilloso- me encontré oyendo decir a mi yo más profundo que el que no estaba preparado para tener a alguien como yo, quien no ha alcanzado la madurez emocional y vital para merecerse alguien como yo, es él.
Y no le odio. Le he querido mucho. Seguramente aún quiero al que pensaba que era. Ahora siento una agridulce melancolía al pensar que esa fantástica persona -independientemente de que me correspondiese o no- no existe, al menos tal y como se ha presentado ante durante algún tiempo. Pero asumo que ha venido a enseñarme. Nada es azar.
Me ha quedado largo el post y corto el espacio para decir muchas cosas. Quien me siga pensará que me voy enamorando por ahí a cada rato. No es así, me he enamorado tres veces en mi vida pero todas ellas tras mi divorcio, todas ellas reflejadas de algún modo aquí. Pretendía no volver a exponerme, previendo ya que no saldría bien. Y claro, con semejante capacidad para proyectar porquería, por supuesto no ha salido bien. O sí.
Soy más humilde hoy pero con más poder. Estoy sola y nunca mejor acompañada. Estoy creciendo a marchas forzadas y esta vez no es un órdago. He dado lo mejor de mí, no me arrepiento, pero tengo que aprender a no dar poder, a no ser un juguete, a aceptarme, valorarme, perdonarme, disfrutarme, apoyarme y quererme.
Y es mi deseo de año nuevo para mí y para todos aquéllos que estén dispuestos a luchar por iluminar sus vidas.
Así pues, gracias Caballero, gracias Valiente y, sobre todo, gracias, gracias, gracias a Dores y a Chelo, mis dos estrellas-guía.
Y la canción no puede ser otra que la que sigue con la diferencia de que, realmente, así me siento, así soy y así voy a ser.
7 comentarios:
Nunca es tarde si la dicha es buena..... dicen. Muchos no llegan a conocerse nunca.
Lo que si hacemos todos tarde o temprano es balance, y probablemente el suyo debera ser necesariamente bastante mas demoledor que el tuyo. Llegará con las cachas del revolver llenas de muescas...pero seguro que algo encontrara a faltar....
Mis mejores deseos para ti queridisima Ninfa.
Besos
Pd: En tu descargo hay que decir que tus lamentos son literariamente exquisitos, excelsos en ocasiones....
jajaja
Querido Angelos, mi más fiel seguidor y amigo en la red:
No sé si hará balance o no, algunas personas están incapacitadas para amar y no lo saben, así pues, eso les evita mucho sufrimiento... por ahora.
Muchas gracias por tu apoyo a mis lamentos y por regalarme una palabra que hacía mucho que no leía ni escuchaba: "excelsa". Por personas como tú es por lo que yo sigo escribiendo.
Besos excelsos!
FELICIDADES!!!!
Me encanta este largo post y el estado de ánimo que demuestra. Parece que por fin has roto el hechizo :)
Tengo muchas ganas de darte un abrazo.
Un beso, preciosa.
Pienso que es un error echarte las culpas encima. Darlo todo puede ser un error, pero sólo si uno se equivoca al elegir a quién. Pero un error es sólo un error, no "culpa". La culpa es del que no lo valora.
Un beso.
A ver si es verdad que comienzas una nueva etapa, más optimista. Que lo veamos.
Bueno... borrón y cuenta nueva, que ahora que tomas las riendas empiza realmente lo bueno!!!
Un besazo.
Me ha encantado tu post, muestras unos sentimientos a flor de piel y los describes conociéndote más, un aprendizaje emocional tremendo. Te felicito, y encantada me quedo. Un saludo
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