sábado, noviembre 13, 2010

"Public relations"

Ya lo decía mi abuela: noches alegres, mañanas tristes. Es lo que tiene la nocturnidad alevosa de las juergas, que te levantas con la boca pegada y dos problemillas llamados, dolor de cabeza y sed desesperada, más conocidos como resaca.¡Pero bueno, vale la pena!

Mi situación de pluriempleada incluye, en ocasiones, el hacer de relaciones públicas en eventos que organizan las administraciones para las que trabajo. Sin duda alguna, es lo que mejor se me da. Me gusta organizar a la gente y mangonearla con mucha educación. Además, conoces personas diferentes y, a veces, cuando das con personajes animados, la noche se alarga...

Hubo suerte, así que nos corrimos la juerga del millón (sin que yo desembolsase un duro, cuestión importante porque, como es costumbre, no tengo).Con mi reincorporación al mercado, tras meses de casta exclusividad sin saber que estaba haciendo el primo, parece que llevo un cartel en la frente que pone "Disponible" en fluorescente. No sé si es cuestión de actitud pero es estupendo para el ego, así que me dejo querer y halagar, eso no hace daño a nadie.

Por lo demás, estoy haciendo cambios y remodelando mi casa interior. Uno de ellos es tomar clases de salsa. Me chifla bailar y, aunque no me gusra el postureo de los que lo convierten en una herramienta de vanidad, no he podido resistir la tentación cuando me invitaron.

Estos lugares dan también para un estudio sociológico, centrándonos en el animal investigación habitual de este blog: el hombre.

En materia de baile, al menos en mi caso, no me preocupa nada el aspecto del oponente; lo que me interesa es que lo haga bien y me sepa llevar. Es por esto que acabas teniendo "contacto" con tipos que, en otras circunstancias, no hubieses valorado para nada más, siendo honesta y superficial.

Y hay cierta variedad: unos son gorditos y poco agraciados pero le ponen mucho interés al asunto: cuentan los pasos, cuando te dan vueltas va la cosa un poco forzada (las mollas quitan espacio...) pero ellos siguen cuenta que cuenta, gira que gira cuando corresponde -nada de improvisar, no sea que se líe la cosa- mientras una intenta no tocar mucho la camisa sudorosa del avezado partenaire. Son tenaces, no te sueltan así como así aunque te equivoques y acabas hablando con quien sea de el sexo de los ángeles para que te dejen en paz, aunque te mueras de ganas de bailar.

Los hay talluditos que se miran al espejo para ver qué tal ha quedado la posturita e intentan tontear en la medida que la música lo permite. Van a clase para ligar y, aunque alguno podría ser físicamente aceptable, mi psicólogo me ha prohibido terminantemente enredarme con cuarentones: ya se sabe, están en postadolescencia y se creen que el modo picaflor los convierte en conquistadores. Habida cuenta de que no voy detrás de la cartera de nadie, he decidido que vuelvo a mirar sólo a los tíos buenos por debajo de la década maldita: te garantizan calidad y cantidad en el sexo, van al gimnasio, no te venden motos ni falta que hace y más de uno tiene un cuerpo de escándalo.

También hay de éstos en clase. Los macizos altos como a mí me gustan suelen ser patosos, la estatura y el buen bailar no suelen ir de la mano pero aquí compensa obviar ese detalle. El ritual es un poco accidentado: yo hago el papel de botijo, mientras el pobre muchacho se tiene que doblar por la mitad para dar una vuelta. En este caso, aunque mi prioridad es el baile, me "sacrifico" y cambio la danza por el tonteo, que es más... estimulante.

Por último, nos queda el profesor de baile. Puede ser más feo que picio que todas se pegan por él. Es normal, es el mejor bailarín y eso, además de ser mucho más satisfactorio a la hora de mover las caderas -en el buen sentido-, le concede un plus de atractivo. Otra cosa es que liguen con él pero, sin lugar a dudas, es el amo del gallinero en los ambientes danzantes.

Pues nada, nunca he sido mala moviendo el trasero pero es innegable que la sensualidad de la salsa me hace sentir más... hembra. Puede sonar machista pero es todo lo contrario. Aquí, la ama del gallinero soy yo.

Y ya no recordaba lo mucho que me gusta...


5 comentarios:

Chipsoni@ dijo...

Que bien, que bien, que bien, bailandoooo, me paso el dia bailandooooo.
Di que si princesita, que el que baila su mal espanta.. ¿o era el que canta?.. lo que sea, que te muevas, que moverse es vivir.

Un besote grande.

ninfasecreta dijo...

Jajajaa, pues sí, no hay como moverse y desconectar para la ver la vida de otro color!

Había pensado plantarme por ahí en el puente de la Constitución pero el AVE se va de mi escaso presupuesto. Por si acaso, si te ape venir a Madrid, voy a ir para allá a arrasar. Ya tengo a alguno salivando... ;)

Pero este año te voy a ver, caiga quien caiga, para hacer que la noche malagueña tiemble con en los viejos tiempos!!!

Más besos para ti!

Chipsoni@ dijo...

Te cojo la palabra!!!

angelos dijo...

Jo Ninfa

Me descuido un poco y vas tu y coges carrerilla.....!!!!

jajaja


Yo fui siempre muy poco bailongo y so que dicen que no lo hacia mal del todo..

Besos

ninfasecreta dijo...

Querido Angelos, tú que eres de los que más puede presumir de saber de mí ya sabes que lo mío son los saltos mortales!!

A ver cuándo te vienes a bailar por las Galicias!!

Besos