lunes, febrero 08, 2010

El centro de la cama (y la cuestión)

Pues pretendía yo dejar mi blog paralelo -aquél que fundé en su día a resguardo de curiosos- para mis sentimientos más íntimos, pero todo indica que no va a poder ser. No es un secreto que son muchos ya aquéllos que acceden a este rincón y me conocen personalmente, así que la privacidad es cada vez menor. Es curioso, hay quien me lee porque me conoce y quien no lo hace, precisamente por lo mismo.

He intentado entrar a ese blog más secreto -aún siguen sus escritos flotando en la red- pero he olvidado el correo y la contraseña que utilicé para darlo de alta (en mi línea) y me engorra un tanto crear otro nuevo. A ver si se me ilumina el escaso cerebro que conservo y reabro mi rincón catárquico donde poder desangrarme en privado. Me he quedado un poco frustrada, necesitaba soltar algo de lastre pero... qué le vamos a hacer.

Sigo con mis avances -o lo que sean- en materia de decoración. He elegido un cuadro algo... diferente para para la cabecera de mi cama. Buscaba un objeto que le diese vida a ese cuarto demasiadas veces solitario aunque, ciertamente, esto sea por decisión propia.

En fin, que me he dejado llevar y arrastrarme por la misteriosa mujer de espaldas y vestido rojo que presidirá la cabecera de mi cama. Necesito color en mi vida y el dormitorio es un buen lugar para comenzar. También he dado otro curioso paso adelante: he decidido dormir en el centro de la cama. Ya sé que hay cosas más importantes en la vida pero yo me entretengo como a mí me da la gana.

Al asunto: he comentado ya más de una vez que, tras separarme, intenté ocupar todo el espacio de mi estupendo colchón pero no hubo manera, me quedaba en mi esquinita y dejaba el sitio a... nadie. Así que hace unos días, puse una sola almohada en el centro de la cama y a mí misma también, como si fuese una de esas princesas que ocupan su suntuoso lecho hasta que llega la criada con el desayuno. Aquí no viene ni la criada ni nadie a pero yo estoy entrenando por si algún día me pasa, no hay que perder la esperanza.

No está mal, me parece que estoy equilibrando el colchón, que no dejo lugar a intrusos ni a la necesidad de ellos y la cama no parece tan grande desde el medio. Lo malo es por la mañana: el despertador está muy lejos, tengo que hacer un largo recorrido para apagarlo las cuatro veces que a mí me gusta hacerlo. Otro problema es cuando aparece alguno de los niños enfermo o similares para dormir conmigo. Cierto que cabemos pero no es lo ideal. Luego, la parte optimista de mí (ésa que, en su fuero interno, opina que estaría mejor compartir plumas y alguna cosa más con un amante)se dice que es poco práctico adquirir una costumbre para luego perderla. Observando estas disquisiciones es más que evidente que tengo mucho tiempo libre, me temo, pero quería escribir y cualquier excusa es buena, especialmente cuando pretendo guardarme un poco más las entrañas, que ya poca vergüenza me queda.

Llueve algo menos en las húmedas tierras de penumbra, hay un poco más de color en mi cuarto y mi corazón... aguarda expectante.

Lo que no sé es a qué.

2 comentarios:

RKincaid dijo...

Querida ninfa,

Sigo con mucha atención tus explicaciones sobre en centro de la cama y me interesan mucho los argumentos tanto a favor como en contra de ocuparlo. Como bien sabes me encuentro en una situación parecida y al final, esto no deja de ser una reflexión casi puramente personal.

Creo que debes ocupar el centro de la cama como has empezado a hacer. El problema del despertador me resulta conocido pero lo he resuelto de forma satisfactoria colocándolo directamente sobre la cama, en una esquina. No lo he tirado ni una sola vez al suelo y así por las mañanas lo tengo al alcance.

Respecto a los niños... todos sabemos que los niños no respetan las mínimas normas de convivencia en una cama y mucho menos estando enfermos. El hecho de ocupar uno de los laterales no garantiza que el niño en cuestión no acabe tirándote de la misma.

Por último, quiero referirme a esa parte optimista de tí. La que predice que la costumbre de dormir en el centro es una costumbre a perder. Piensa una cosa: si alguien ha de compartir plumas y algo más deberá ser capaz de hacerse un hueco por sí mismo. No debe ser una pieza de un puzzle que encaje en el sitio que le tengas preparado, sino más bien alguien capaz de crear y satisfacer una necesidad desconocida al mismo tiempo. No reserves el hueco y deja a quien sea luchar por él.

Un beso sincero y lejano

ninfasecreta dijo...

Querido Rkincaid, me sorprende la profundidad de tu comentario y lo bien que has sabido leer entre líneas y en ellas... Hay pocos que pasen con nota el examen de un comentario de texto.

Me ha encantado lo del hueco, tienes toda la razón, que se lo trabajen o que duerman en su casa.

Tu situación es más positiva que la mía pero,bueno, todo se andará. Y si no, pues no pasa nada, estoy acostumbrada a caminar sola.

Un besazo