Me he resistido y mucho. Es más, no iba a escribir nada hoy tampoco pero recibo amables presiones de aún más amables amigos y/o lectores que reclaman su cachito de Ninfa para desayunar.
Como bien he señalado ya, la Ninfa está hibernando, castigada hasta que su fragilidad deje de serlo y no se permita el lujo de ser vulnerable. Una diosa, por muy menor que sea, nunca debe olvidar que lo es y eso pasa por mantener la dignidad y el respeto propio y ajeno. No importa si el precio es alto, no haber nacido ninfa.
Así pues, una amiga me ha pedido que le pida a alguna pariente de la Ninfa que no esté enjaulada que, por Dios, nos cuente algo. Y aquí estoy, la mujer atribulada en plena transición.
Mi actual gran aventura es encontrar piso. Parece fácil, una chorrada... ¿verdad? Pues no, a mí me resulta muy complicado.
En primer lugar, yo tengo que enamorarme del inmueble. Necesito sentir el deseo de acomodar allí a mis hijos (precisan ya habitaciones separadas), de sentarme en el salón y mirar cómo llueve (porque va a llover todo lo llovible, que lo sé yo) a través de un gran ventanal. En fin, que de todo lo que vi en casi dos semanas buscando como loca hogar en la capital de Galicia, sólo me enredó como una hidra un piso tan perfecto, que parecía un sueño. Pero los sueños, sueños son.
La culpa es del cretino del dueño, que se metió a diseñador de cocinas, y el cretino del fabricante que se lo permitió.
Veamos, la casa queda algo alejada del centro (del centro de Santiago, un concepto que, visto desde Madrid, es... insignificante). Cierto que tendría que llevar a los niños al cole en coche y que Santiago es una ciudad donde el tráfico es lo peor de lo peor (en ciertos aspectos, que matizaré otro día que tenga ganas de meterme con el Ayuntamiento, peor que Madrid. Ya destriparé este tema). Pero también me hará falta conducir para ir a trabajar así que el mal sería menor.
Sigamos. Tiene un salón como un campo de fútbol con tres grandes ventanales que dan a una zona de jardín primorosamente cuidada -ya de comer la lluvia, disfrutar del verde. El entorno es alucinante-, las tres habitaciones son exteriores, los baños nuevos, como toda la casa, el parqué hermoso, etc, etc, etc. Hasta lo que sería la pared de la cocina es un ventanal del techo al suelo. Impresionante.
Fui con mi ángel de la guarda y nos preguntábamos dónde estaba el fallo. Vi que no había tendedero, me extrañó un poco porque no había posibilidad de tender fuera puesto que es totalmente exterior. Aún así, seguía fascinada.
Volví a la cocina, que tenía un diseño hermoso, de esos "fashion", en color marrón oscuro, tan mona... Hasta que caí en un pequeño detalle. ¿Y la lavadora? ¿O el hueco de la lavadora? ¿El lavavajillas? ¿El hueco del lavavajillas? ¡Ahí estaba el quid!
El merluzo dice que pone la lavadora en el trastero. Un poco latoso pero, teniendo en cuenta que lograr que la ropa seque en el exterior en Galicia roza el milagro, tampoco me preocupó tanto. Pero... ¿dónde voy a poner mi maravilloso lavavajilas Míele, que lleva 13 años conmigo, que lava mejor que Ariel y sin el cual no puedo vivir? Pues en ninguna parte. Manda narices.
Única opción: comprar uno de 45 cm porque el merluzo diseñó él mismo la cocinita (evidentemente, éste es de los que lavan la ropa en casa de su madre y no usa platos porque para eso ya están las bandejas de cartón de Telepizza) y no deja opción a meter nada de 60 cm. Vaya por Dios.
Intento desestimar la casa. Pero me he enamorado y, como algunos sabréis, cuando me enamoro lo hago hasta las trancas. Así que pienso en ella día y noche. Veo otros pisos, ninguno me gusta y, para suerte del merluzo todos tienen la misma pega: no hay trastero. Y yo sin trastero no puedo vivir por razones obvias. Voy con la casa a cuestas como buena tortuga y, de tanto repartir cosas, me estoy quedando sin nada. Y no quiero seguir quedándome sin trocitos de mi hogar.
Encontré uno en el centro-centrísimo, con dos habitaciones interiores pero exterior en parte, con garaje y buen precio. Colegios y madre cerca. Tengo que cogerlo (me lo repito y me lo repito mientras reprimo mi deseo de llamar a la inmobiliaria para que me reserven mi pisazo de diseño). Pero no hay trastero -ya tengo la disculpa_ y además no lo he visto personalmente ni podré hacerlo antes del 15 de agosto. Después he recordado que la casa de mi madre es un gran trastero, que seguro que alguna cosa podría meter allí pero... sueño con el piso del merluzo.
Y aquí tengo al corazón y a la razón, como de costumbre, peleándose hasta con lo que no procede. DEBO alquilar el piso del centro aún cuando la falta de trastero es un grave problema. QUIERO alquilar el piso de mis sueños, lleno de luz y verdor pero alejado de todo lo que entretiene a los críos, colegios incluidos.
Y aquí estoy, esperando a que alguien intente convencerme de que haga lo que quiero y no lo que debo. Odio tomar estas decisiones sola. Así que os doy vela en este entierro y que sea lo que Dios quiera.
Si es que no han alquilado ya mi pisazo...
7 comentarios:
Què gusto me da leerte de nuevo, venga!
El pisazo harà que te olvides de lo que tienes que manejar para llegar al cole, el pisazo hará que respires cuando sientas que la monotonía o los recuerdos te ahoguen, el pisazo hará que veas la lluvia como el mejor regalo!
...pienso yo.
Besos y un abrazo fuerte!
Yo no tendría duda. ¿Quieres un sitio donde vivir o algo a lo que puedas llamar hogar?
No pensaba que seguías creyendo en "el Príncipe Azul", en este caso, "el Príncipe Azul de los pisos".
Un beso y disfruta de tu tierra
mari, haz lo que QUIERAS, mientras PUEDAS, o sea, pilla el piso del merluzo!! jajaja (qué graciosa)
Mira, yo casi siempre hago lo que debo, pero de vez en cuandos e me cuela y quiero y suele ser un reventón de tanta contención, asi te diría que volverte a Santiago es un debo tannnnn grande que te mereces un quiero ya.
Elige el tuyo y a por él.
No obstante, mi opinión a este concreto es que se que a ti vivir en el centro te mola, que tener a tu mamuchi cerca te va a dar un poco de tregua en el tema de tirar sola de tu casa, que no chupar caravanas diarias para llevar a los niños al cole es un lujo y que si el precio es bueno, te puedes gastar lo que ahorres en visitar a las amigas!!!!
Bueno, seguro que hagas lo que hagas, lo harás de forma meditada y luego te acostumbrarás a lo bueno y a lo malo felizmente, como hacemos todos.
Holaaaaa!!!!!! que ilusión encontrarte por aquí...
Yo prefiero no dar consejos, que a veces nos resulta fácil darlos cuando no sabemos arreglar nuestra propia vida (al menos, eso es lo que a mi me pasa...)
Yo tendría exáctamente el mismo dilema, sobretodo porque si te vas al debo seguirás pensando en el quiero... y si te vas al quiero y no sale, pues tal vez pienses ¡me he vuelto a equivocar1 (equivocarse es ser, hacer y vivir intensamente, apostar al límite y ser una Diosa, solo las Diosas resurgen y se hacen fuertes...)
Te mando muchísimos besos (y, la verdad es que espero que la próxima entrada no se haga tanto de rogar!!)
Me parece haber leído por ahí que ya tienes nuevo hogar…y es que noticias así son muy buenas, me permito felicitarte por la decisión a pesar de no saber cuál ha sido, siempre es lindo leerte, por favor no dejes pasar mucho tiempo sin escribir, besotes lejanos¡¡ :)
Yo tambien dí mil vueltas cuando compré mi casa. Me encantó de primeras y despues de mil comparaciones me quedé con ella. Los peros que tenía lo he ido subsanando y ahora estoy encantado. Eso sí, rezo porque no se joda el frigorífico porque mi vendedor tambien era creativo el cabrón y solo me cabe un tipo de nevera concreto y me costo un huevo encontrarlo.
Publicar un comentario