Como veis, contra todos mis principios, me he presentado a un concursito. Es el del post anterior (os lo voy a ir recordando para que me votéis, ¡jejeje!). No me quita el sueño el viajecito a New York pero sí me apetecería que la Escuela de Escritores (creo que se llama así) llegase a leer alguno de mis textos y me regalasen un cursito de esos tan atractivos.
Me atrajo el reto de contar mi año en menos de 365 palabras y aunque me dejé miles de cosas en el tintero (qué fácil y resumido se ve ahora todo y qué dificil es salir adelante día a día) no me disgusta el resultado.
Todo parece indicar que recuperaré a la primera interna que tuve, Rocío. Una niña muy joven a la que nadie quería dar trabajo que se organiza de lujo, atiende a los niños de maravilla y es honesta donde las haya. Un bicho raro, vamos. Así que, valorado que los peques y yo no podemos seguir así de solos y necesitamos un respaldo, la he vuelto a buscar y aunque no puedo darle la totalidad del sueldo de una interna, tiene carta blanca la mayor parte del día para hacer algo por horas. Para mí será un esfuerzo pero más factible y ella ganará más dinero sin vivir en la esclavitud en que la tienen dentro de la casa del Opus, con uniforme y cuatro críos.
Creo firmemente que la estabilidad puede llegar con ella y necesito serenidad porque ya estoy cansada de saltar obstáculos.
Tengo una entrevista con un jefazo para posibles colaboraciones. De todos modos, es esta clase de entrevista que te hacen porque se lo ha pedido otro señor importante, por hacerle un favor a él. Cuando de entrada te dicen que no buscan a nadie significa, traducido a la lengua popular: “Tengo que verte porque a fulano le cumplo el capricho pero no hay trabajo”. Ya lo he vivido antes pero no se pierde nada por intentarlo.
A lo mejor, alguno rompe la tradición y me ofrece una colaboración que me dé la calma. En cualquier caso, yo siempre voy sin expectativas, así no hay desilusión posible.
Mi relato me trae por la calle de la amargura porque me parece que no voy a ser capaz de adivinar qué quiere quien me lo encargó (que para más inri es una persona que me importa mucho) entre otras cosas porque no me lo dice y el tiempo ya juega en contra.
Hoy es uno de esos días que escribo por escribir, porque me gusta, porque tengo tiempo pero no he hecho nada extraordinario (como siempre) ni estoy especialmente inspirada para contar desastres nuevos.
Decir que últimamente sueño con unas vacaciones al sol del Caribe, sin hacer nada, ligando bronce y durmiendo a cualquier hora del día o de la noche.Una tontería, claro, porque lo más lejos que iré será a Málaga y en coche _punto éste último del que ya me estoy arrepintiendo…_ pero, Dios, qué sensación sería ahora tirarse al sol, daikirí en mano, acariciada indolente por el sol, sin pensar en nada, sintiéndote millonaria durante una semana _o cinco días, tampoco me voy a poner exigente_.
Hubo un tiempo, cuando era semipija y estaba casada con dos sueldos y sin niños, en que viajaba mucho. En realidad empecé mucho antes, ahorraba todo el año y me pulía toda la pasta del trabajo en esos días vacacionales. Nunca he visto dinero mejor gastado fuera de las necesidades de mis hijos. Gastar en viajar es gastar en vivir.
Yo he tenido la suerte de descubrirlo pronto y, aunque ahora no puedo, he visto bastante mundo, he disfrutado de mis lujos anuales y he sido absolutamente feliz como sólo lo soy cuando estoy a miles de kilómetros de la vida cotidiana.
Hice turismo de piedras, como digo yo, oséase, cultural y poquito de sol. Mi cansancio existencial me conduce ahora una mezcla pero reconozco que, desde el estrés de la permanente preocupación, unos días sintiéndome la reina de Saba deben ser lo más.
Y no hacer nada. No entiendo a la gente que no puede estar sin hacer nada. A mí se me da de lujo. Si acaso, puedo sacrificarme y tomar unas copas, ponerme un modelito y disfrutar de una enorme cama con el partenaire adecuado.
Ésa es otra. Cuando viajaba con mi maridito iba a preciosos hoteles de cinco estrellas (sí, paso de ser mochilera, yo soy una ninfa disfrutadora de la vida…) con camas King Size que quitaban el sueño. El problema es que, dada nuestra apasionante vida sexual, la utilizábamos para estar lo más lejos posible el uno del otro y esas habitaciones diseñadas para no salir de ellas pierden mucho si no se disfrutan por completo.
Qué mayor placer hay que abrir el minibar, antes y después del orgasmo, sin prisa por salir a ninguna parte, revolviendo la cama, aprovechando el superbaño y los geles de olores maravillosos, envolviéndose en toallas enormes que volverán a caer antes de empezar siquiera a vestirse para luego, ya agotados, arreglarse y salir a cenar, a recuperar fuerzas. Y para cuando vuelvas, la habitación impoluta de nuevo, las luces del velador encendidas y la cama abierta… ¿De verdad que no lo estáis viendo?
Pufffff, definitivamente, necesito unas vacaciones.
O un electroencefalograma plano que esta cabeza mía que no descansa me matará.
7 comentarios:
Menuda bofetada de aire fresco que nos ofreces hoy con este estilo tan amazonico que lleva el sudor tropical por las nubes azules y que llaman al pegaso a descanzar sabiendo que apareces mas que animada, y me animas aun mas.
Gracias Ninfa por hacernos sentir tanta velocidad que nunca se habia ido, pero que al igual que nadie pilla el lentor cerebral que utilizo para poder intentar expresarme, me pones en caja con gusto haciendonos sentir estas palabras tan definidas y autenticas que tintan este vida tan divertida y encantadora que llevas.
Por lo de los votos para ir a Nova York, dinos como se hace, te votamos desde toda la galaxia, porque eres una luz, como mujer, como madre, como escritora, como lo que quieres y lo que te hara feliz.
Mira por las nubes del Pegaso Azul, me atrevi a hablar de mi.
jejeje, mari, que cansaita estoy y que ganas de pillar una hamaca tengo, pol diosssss.
Lo mismo tiro pa los madriles con Antonio para fin de año del 29 al 1.
Seguramente tu estaras en Santiago, pero bueno, ya lo hablamos la semana que viene.
Un beso.
Ah, Pegasus, tienes que pinchar el botón del post anterior (el de los Saltos mortales). Somos pocos, no dará pa mucho pero weno, jajajaa!
(Al menos, probé, con lo pasota que soy...)
He votado. No por cumplimentar una actividad que luego me sugiera exigir reciprocidad (representada en votos o algo mas peligroso). En realidad lo he hecho por una cuestión ética y estética. Estética, pòrque está bien escrito. Sin vueltas.
Y ética, porque hace tiempo estoy tras la Musa, la inspiración divina que hace que de no saber decir con gracia la tabla de multiplicar del dos nos convierte en escritores de la Divina Commedia.
Y veo que tu has encontrado la musa en ti misma, lo cual es particular porque es muy difícil. Alguien dijo que encontrarse a uno mismo es una paradoja de cuarta, que lo mágico es encontrar a alguien. Enocntrarse a sí, puede que lo sea. Contarse, no. Felicidades.
He pulsado el botón de VOTAR a pesar de que ahora mismo te odio: estaba pensando en mis cosas, planeando el puente como si tal cosa y me has puesto los dientes largos ocn lo de las vacaciones, la cama king size y el hotel. ¡¡¡¡¡¡¡Quiero unas vacaciones!!!!!!!
Ya.
Sí, ya.
Jajajajaa! Félix,yo también me odio...
Gastar en viajar es gastar en vivir.
Me la apunto, es genial.
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