¡Dios mío, qué mono tengo de escribir!
Estoy temporalmente comunicada vía internáutica porque he vuelto a trabajar pero, obviamente, éste no es el lugar más adecuado para dar rienda suelta a mis… ¿Cómo llamarlo? ¿Despropósitos de la loca cuerda? Es posible.
Estoy en plena mudanza _que no se acaba nunca_ y, ante lo apasionante del tema, voy a pasar palabra y volver a uno de mis favoritos: el ÚNICO.
Y es que, charlando con unas amigas sobre sus estupendas experiencias pasionales del verano, me contemplé a mí misma analizando con cierta sorpresa cómo han cambiado las cosas.
Hace 50 años, para acceder al sexo, la gente debía casarse, tener establecida una relación formal y, supuestamente, dar el paso en cuestión con la desmedida importancia que se le daba a uno de nuestros actos más naturales y, si me descuido, inconscientes. Era el comienzo.
Un poco más adelante, no se casaban ya, pero sólo te acostabas con el novio formal _sobre todo el primero con el que “hacías el amor”, luego ya se iba desdramatizando la cosa. A veces pienso que robar o matar debe ser algo parecido. La primera vez, mucho miedo, sudores y demás pero luego… Bueeeno, ya uno no lo ve como algo tan llamativo o de tanta consecuencia_.
En fin, a lo que iba. Que después de ver que lo de los novios formales (e informales) está difícil por no decir imposible y de que _en cada vez más casos, afortunadamente_ las mujeres ya no sentimos esa necesidad empalagosa de emparejarnos, se entra en el ruedo del rollete.
Al principio el ritmo no dejaba de ser el tradicional. Te conocías, tonteabas, tonteabas, seguías tonteando, quedabas y, finalmente, os acostábais. No había compromiso pero, de algún modo, se establecía un lazo. ¡Que frecuentabas al muchacho, vamos! Os podíais llamar, mandar mensajitos y quedar con cierta frecuencia. La cosa se acaba autodestruyendo solita pero, mientras dura, sin ser para echar cohetes, entretiene.
Y llegamos al estadio final. Resulta que, ahora, el affaire, o lo que sea que una tiene, se acaba exactamente en el momento que comienza. Recibirás mensajitos, llamadas y demás hasta que llegue el momento esperado por el mozo de turno. Así, después de alguna velada interesante, agradable, con cena y todo, te vas a la cama con el joven y…. ¡Zas! Una vez finalizado el acto de copulación (ni follar le vamos a llamar, leche, que cada día se queda la cosa en menos) ya puedes empezar a olvidarle. Antes siquiera de que cruce la puerta de la habitación.
Lo bueno: que no tienes tiempo de empeñar tu corazón. No vas a sufrir por un fulano que apenas conoces, con el que no repetirás sábanas de seda ni te dará tiempo a crear la menor complicidad. Ya sabes _y si no es así, lo supones para no llevarte chascos_ que no le volverás a ver. Con suerte mensajito de cortesía. Fin.
Lo malo: como te guste el muchacho tendrás que aguantarte y buscarte otro entretenimiento. No llegan a conocerte y no eres más que un cuerpo. Cuando han logrado catarlo, lo que lleva dentro no interesa, principalmente porque lo desconocen.
No hay posibilidad de que la cosa se convierta en algo más divertido porque no os conocéis de nada y no tendréis ninguna oportunidad de hacerlo.
Lo peor: esa sensación de vacío que da que hayas compartido intimidad con alguien que no quiere intimar con tu cerebro, ni siquiera demasiado con tu cuerpo. Que en el primer beso ya estés firmando el acta de renuncia y que es como la ceremonia de la mantis: te lo comes al tiempo que lo matas. Al sentimiento, la atracción o lo que sea que padezcas en ese momento.
Seguramente el tipo a ti no llegase a interesarte demasiado pero… No le conocerás, no te conocerá y jamás lo sabrás.
De verdad, chicos… ¿Y si fuera ella?
martes, agosto 28, 2007
jueves, agosto 16, 2007
La gran familia y UNA más!
Pues estaba yo preocupada con repetirme y no tener demasiado que contar cuando... ¡Zas! Mi nunca bien ponderado ex maridín me abastece de chismorreo.
Le voy a poner algo de emoción al tema... Me encontraba embalando mi vida con mi pequeña roedorcilla de estrella invitada cuando, de pronto, me suelta: "¿Sabías que Ana va a tener otra niña?". Palidezco. "¿Qué Ana?" _pregunta estúpida esperando equivocarme en mi correctísima interpretación de sus palabras_ "La de papi. Ya tiene una foto y algo de barriguita".
Creo que más que pálida me puse verde. O azul. De algún color extraño, fijo. Y digo para mis adentros "Dios mío, están locos...". No lo bastante para adentro porque mi niña me interroga: "¿Por qué dices que están locos?". Ahora el rapto de locura lo tengo yo y le digo a la primogénita de tan prolífico padre la verdad, para variar.
Y la verdad es que no tiene ni para darle de comer a los dos primeros y, en el colmo de la irresponsabilidad, en su necesidad desesperada de despejar cualquier duda sobre su virilidad, _sí, yo lo sé, tengo mis motivos..._ además de pagar del modo que puede el salario de la dama atacada de furor uterino que convive con él, se pone a traer más niños al mundo a los que no tiene NADA que ofrecer y, encima, tampoco muestra especial interés en ejercer de otra cosa que de amito de casa. En fin, que esto no hay por dónde agarrarlo. Cada vez estoy más contenta de poner tierra de por medio y sacar a mis hijos de este culebrón venezolano.
Pasada la primera impresión, ahora tendré para chanzas durante una buena temporada porque mi filosofía es la de al mal tiempo, buena cara y, después de todo, siempre supe que no me subiría la pensión... Lo lamento por los peques pero como cada día está más loco, en el sentido más estricto de la palabra, mejor para todos que esté lejos, lejos, lejos.
Mientras, me paso el día entre cajas, papel de periódico y porquerías. Aprovecho para tirar inutilidades varias y para poner un poco de ilusión en este difuso futuro que se me antoja más atractvo por ignoto.
Hace un tiempo del "carallo", como decimos en mi tierra, y si no me largo antes es porque no me da tiempo a terminar con todo el paquetaje. Tengo que buscar una interna, empadronarme y encontrar cole, libros y demás para mis hijos en menos de un mes, además de finalizar la mudanza. No está mal para un marathon. Pero es lo que toca. Tengo ganas de ir a la piscina y descansar porque esto que leen,señores, son mis "vacaciones".
Espero hacerme mi sitito en la jungla. Por de pronto, he encontrado un piso precioso, nuevo y con todas las comodidades para mis pequeños roedores y su pija madre. Ya sólo me falta un poco más de pasta, un hombre guapo que me mime, me pasee y me apasione y estaré servida.
Lo sé, lo sé. Esto no va a ocurrir pero, jolín, éste es mi blog, ya que no procreo como una loca concededme este granito de desvarío.
Pues nada, algún madrileño de merecer ya he conocido. Otra cosa es que luego nos reconozcamos pero por algo se empieza. Ya le he cogido al truco a la noche capitalina aunque no la transito demasiado pero me adapto, me adapto.
Mi ex no-novio se ha dedicado a mandarme mensajes explicándome sus deseos de recrear las noches de pasión que "sólo viví contigo" _mira tú, eso ya lo sabía yo_. Creo que se ha cabreado un poco porque no le he dado cita corriendo y sólo le he avisado cuando me pareció bien, tarde, mal, a rastro y sin promesas de sexo salvaje para "repetir". Digo yo que en el sexo está todo inventado así que si lo que le falta en sus noches locas soy yo, está bien fastidiado...
Tras una botellita de buen vino y media de licorcito de orujo (¡Hic!) en amigable charla con CH que me ha visitado y prometido devolverme encuentro en los madriles, tras destripar al género masculino y recordarnos lo mal que está el mercado, me vuelvo a mi estupenda cama de Thempur, donde duermo sola como una reina.
La que no se consuela es porque no quiere.
Le voy a poner algo de emoción al tema... Me encontraba embalando mi vida con mi pequeña roedorcilla de estrella invitada cuando, de pronto, me suelta: "¿Sabías que Ana va a tener otra niña?". Palidezco. "¿Qué Ana?" _pregunta estúpida esperando equivocarme en mi correctísima interpretación de sus palabras_ "La de papi. Ya tiene una foto y algo de barriguita".
Creo que más que pálida me puse verde. O azul. De algún color extraño, fijo. Y digo para mis adentros "Dios mío, están locos...". No lo bastante para adentro porque mi niña me interroga: "¿Por qué dices que están locos?". Ahora el rapto de locura lo tengo yo y le digo a la primogénita de tan prolífico padre la verdad, para variar.
Y la verdad es que no tiene ni para darle de comer a los dos primeros y, en el colmo de la irresponsabilidad, en su necesidad desesperada de despejar cualquier duda sobre su virilidad, _sí, yo lo sé, tengo mis motivos..._ además de pagar del modo que puede el salario de la dama atacada de furor uterino que convive con él, se pone a traer más niños al mundo a los que no tiene NADA que ofrecer y, encima, tampoco muestra especial interés en ejercer de otra cosa que de amito de casa. En fin, que esto no hay por dónde agarrarlo. Cada vez estoy más contenta de poner tierra de por medio y sacar a mis hijos de este culebrón venezolano.
Pasada la primera impresión, ahora tendré para chanzas durante una buena temporada porque mi filosofía es la de al mal tiempo, buena cara y, después de todo, siempre supe que no me subiría la pensión... Lo lamento por los peques pero como cada día está más loco, en el sentido más estricto de la palabra, mejor para todos que esté lejos, lejos, lejos.
Mientras, me paso el día entre cajas, papel de periódico y porquerías. Aprovecho para tirar inutilidades varias y para poner un poco de ilusión en este difuso futuro que se me antoja más atractvo por ignoto.
Hace un tiempo del "carallo", como decimos en mi tierra, y si no me largo antes es porque no me da tiempo a terminar con todo el paquetaje. Tengo que buscar una interna, empadronarme y encontrar cole, libros y demás para mis hijos en menos de un mes, además de finalizar la mudanza. No está mal para un marathon. Pero es lo que toca. Tengo ganas de ir a la piscina y descansar porque esto que leen,señores, son mis "vacaciones".
Espero hacerme mi sitito en la jungla. Por de pronto, he encontrado un piso precioso, nuevo y con todas las comodidades para mis pequeños roedores y su pija madre. Ya sólo me falta un poco más de pasta, un hombre guapo que me mime, me pasee y me apasione y estaré servida.
Lo sé, lo sé. Esto no va a ocurrir pero, jolín, éste es mi blog, ya que no procreo como una loca concededme este granito de desvarío.
Pues nada, algún madrileño de merecer ya he conocido. Otra cosa es que luego nos reconozcamos pero por algo se empieza. Ya le he cogido al truco a la noche capitalina aunque no la transito demasiado pero me adapto, me adapto.
Mi ex no-novio se ha dedicado a mandarme mensajes explicándome sus deseos de recrear las noches de pasión que "sólo viví contigo" _mira tú, eso ya lo sabía yo_. Creo que se ha cabreado un poco porque no le he dado cita corriendo y sólo le he avisado cuando me pareció bien, tarde, mal, a rastro y sin promesas de sexo salvaje para "repetir". Digo yo que en el sexo está todo inventado así que si lo que le falta en sus noches locas soy yo, está bien fastidiado...
Tras una botellita de buen vino y media de licorcito de orujo (¡Hic!) en amigable charla con CH que me ha visitado y prometido devolverme encuentro en los madriles, tras destripar al género masculino y recordarnos lo mal que está el mercado, me vuelvo a mi estupenda cama de Thempur, donde duermo sola como una reina.
La que no se consuela es porque no quiere.
domingo, agosto 12, 2007
Hasta siempre, Familia
Aquí me encuentro, releyendo títulos, textos, sentimientos antiguos, pasados, omnipresentes y fugaces.
Ahora el final de toda una etapa es ya una realidad. Abandono la que fue mi casa durante los últimos tres años, me cargo mis niños a la espalda, tomo aire y vuelo en dirección a una nueva vida.
Repaso mis palabras. Reencuentro personajes que adornaron mi vida, la enriquecieron o sólo pasaron de puntillas. Alguno incluso podría considerarse sobrante. Todos han conformado un trocito de mí en los últimos años.
Me voy de verdad. Mis amigos/as me abrazan con lágrimas en los ojos porque saben que nos perdemos. Les miento, digo que volveré, que me verán mucho porque les quiero, porque me los llevaría conmigo pero no estoy en sus vidas y yo debo emprender la mía tan lejos y tan distinta de las suyas. Sin embargo, ya nada me ata aquí.
Mis hijos estarán a mi lado al fin, mi trabajo, mi nueva casa, mis nuevos amigos me esperan a muchos kilómetros. No tengo una casa a la que volver aquí. Sé que la distancia no hace el olvido pero... la memoria es efímera casi siempre.
Quisiera no perderos pero os perderé. Este paseo sin retorno me ha demostrado que pocos afectos resisten al tiempo y la distancia. Yo seguiré queriéndoos siempre porque los poquísimos que me conocéis de verdad sabéis que soy una sentimental, a ratos ñoña incluso, aunque lo disimulo con mi corrosivo sentido del humor. No puedo conservaros porque tenéis vuestras propias familias, vuestras propias vidas en las que, por mucho que os cueste reconocerlo _porque también me queréis con el alma_ yo no tengo lugar hace mucho. No os culpo. La vida, las circunstancias y hasta nuestras personalidades nos condujeron a caminos diferentes.
Le digo adiós a Ana, nueva mamá angustiada, hermana del alma, la de más mala leche. Tan lejos y tan cerca de mí. Tan de verdad siempre.
A mis Tatas, tan dulces, tan tiernas, mis hermanas de ultramar que me recogen cada Navidad dejando pálido al anuncio del Almendro.
A sus maridos, que me soportan por allí y sacan siempre una copita a su alcohólica, extravagante y excesivamente habladora amiga.
A "Tuni", grande, generosa, valiosa y desperdiciada. La única que estoy convencida que lo mejor que podría hacer por sí misma es venir conmigo. Pero no lo hará. Nadie está tan loco _o desesperado_ como yo.
A mi Ángel de la Guarda aunque éste me preocupa menos, le perdí hace tiempo en brazos de su amor, y sé que no sufrirá. Él es así, extremo y neutro, derrochador y cutre, valiente y cobarde, único en su especie. Con el trabajo que le he dado, es posible que lo mejor para él es que desaparezca. Lo malo es que le voy a dejar la casa vacía. ¡Qué le vamos a hacer! Todavía no me puedo permitir el lujo de regalar nada... Tendrás que conformarte con mi agradecimiento, mi cariño y mis ácidas críticas que, en el fondo, hasta puede que eches de menos.
A mi prima, que no es mía, que casi no la puedo ver pero la tengo dentro. Que me quiere y la quiero aunque no nos haya acompañado el tiempo de contacto en largos años aunque yo no necesito de esas extrañas mediciones para elegir a los míos. Tampoco tengo lugar en su vida, tiene otro orden, otras prioridades, otras inquietudes. Al menos en apariencia.
A personas que empecé a conocer demasiado tarde y hubiera sido maravilloso poder hacerlas parte de mi elenco de lujo. Como Agustín, tan sensible, con tanto talento, tan dulce y apasionado. Tan persona, tan hombre.
Al Señor Duque le perdí, si es que alguna vez le tuve, en dirección sur un par de días después de su cumpleaños y aún tiemblo leyendo lo que pude escribirle hace ya meses. Tan gran amigo, tan profundo cómplice, tan imposible como todos los milagros.
Ahí te dejo Galicia. Me quedan unos días para decir adiós, recoger mis bártulos y volar tal vez para siempre o tal vez no. Bien sé yo que nada hay seguro ni establecido más que la muerte. Me despido de mis galaicos conocidos, amigos y otras hierbas a las que probablemente no veré. Aprovechad para invitarme a una copa de champagne si estáis a tiempo y, si no es así, alzad un brindis silencioso algún día que os sintáis con deseos de celebrar.
Ya tengo un piso precioso que llenar de trastos, un cierto grado de estabilidad laboral y un destino. Me ha costado años, sangre, sudor y sólo yo sé cuántas lágrimas. Ha sido un camino lleno de espinas,largo, demoledor a veces.
Pero aquí estoy. Como siempre, dispuesta a comerme el mundo a bocados. Y si no, a comerme lo que sea que merezca la pena, que algo habrá. Ya se sabe, "que no me entere yo de que ese culito (el mío, que a mí me ha tocado siempre salvarlo) pasa hambre".
Pues eso mismo. Espero que todos los que amo os tropecéis de vez en cuando en mi camino. Ya sabéis, "De Madrid al cielo". Lugar de paso. Nunca penséis que es demasiado tarde para visitarme. Mi casa está siempre abierta a los míos y a todos los buenos que estén por venir.
Y, como de costumbre, con un ojo atrás, camino hacia adelante con expectación...
Esperando acertar.
Ahora el final de toda una etapa es ya una realidad. Abandono la que fue mi casa durante los últimos tres años, me cargo mis niños a la espalda, tomo aire y vuelo en dirección a una nueva vida.
Repaso mis palabras. Reencuentro personajes que adornaron mi vida, la enriquecieron o sólo pasaron de puntillas. Alguno incluso podría considerarse sobrante. Todos han conformado un trocito de mí en los últimos años.
Me voy de verdad. Mis amigos/as me abrazan con lágrimas en los ojos porque saben que nos perdemos. Les miento, digo que volveré, que me verán mucho porque les quiero, porque me los llevaría conmigo pero no estoy en sus vidas y yo debo emprender la mía tan lejos y tan distinta de las suyas. Sin embargo, ya nada me ata aquí.
Mis hijos estarán a mi lado al fin, mi trabajo, mi nueva casa, mis nuevos amigos me esperan a muchos kilómetros. No tengo una casa a la que volver aquí. Sé que la distancia no hace el olvido pero... la memoria es efímera casi siempre.
Quisiera no perderos pero os perderé. Este paseo sin retorno me ha demostrado que pocos afectos resisten al tiempo y la distancia. Yo seguiré queriéndoos siempre porque los poquísimos que me conocéis de verdad sabéis que soy una sentimental, a ratos ñoña incluso, aunque lo disimulo con mi corrosivo sentido del humor. No puedo conservaros porque tenéis vuestras propias familias, vuestras propias vidas en las que, por mucho que os cueste reconocerlo _porque también me queréis con el alma_ yo no tengo lugar hace mucho. No os culpo. La vida, las circunstancias y hasta nuestras personalidades nos condujeron a caminos diferentes.
Le digo adiós a Ana, nueva mamá angustiada, hermana del alma, la de más mala leche. Tan lejos y tan cerca de mí. Tan de verdad siempre.
A mis Tatas, tan dulces, tan tiernas, mis hermanas de ultramar que me recogen cada Navidad dejando pálido al anuncio del Almendro.
A sus maridos, que me soportan por allí y sacan siempre una copita a su alcohólica, extravagante y excesivamente habladora amiga.
A "Tuni", grande, generosa, valiosa y desperdiciada. La única que estoy convencida que lo mejor que podría hacer por sí misma es venir conmigo. Pero no lo hará. Nadie está tan loco _o desesperado_ como yo.
A mi Ángel de la Guarda aunque éste me preocupa menos, le perdí hace tiempo en brazos de su amor, y sé que no sufrirá. Él es así, extremo y neutro, derrochador y cutre, valiente y cobarde, único en su especie. Con el trabajo que le he dado, es posible que lo mejor para él es que desaparezca. Lo malo es que le voy a dejar la casa vacía. ¡Qué le vamos a hacer! Todavía no me puedo permitir el lujo de regalar nada... Tendrás que conformarte con mi agradecimiento, mi cariño y mis ácidas críticas que, en el fondo, hasta puede que eches de menos.
A mi prima, que no es mía, que casi no la puedo ver pero la tengo dentro. Que me quiere y la quiero aunque no nos haya acompañado el tiempo de contacto en largos años aunque yo no necesito de esas extrañas mediciones para elegir a los míos. Tampoco tengo lugar en su vida, tiene otro orden, otras prioridades, otras inquietudes. Al menos en apariencia.
A personas que empecé a conocer demasiado tarde y hubiera sido maravilloso poder hacerlas parte de mi elenco de lujo. Como Agustín, tan sensible, con tanto talento, tan dulce y apasionado. Tan persona, tan hombre.
Al Señor Duque le perdí, si es que alguna vez le tuve, en dirección sur un par de días después de su cumpleaños y aún tiemblo leyendo lo que pude escribirle hace ya meses. Tan gran amigo, tan profundo cómplice, tan imposible como todos los milagros.
Ahí te dejo Galicia. Me quedan unos días para decir adiós, recoger mis bártulos y volar tal vez para siempre o tal vez no. Bien sé yo que nada hay seguro ni establecido más que la muerte. Me despido de mis galaicos conocidos, amigos y otras hierbas a las que probablemente no veré. Aprovechad para invitarme a una copa de champagne si estáis a tiempo y, si no es así, alzad un brindis silencioso algún día que os sintáis con deseos de celebrar.
Ya tengo un piso precioso que llenar de trastos, un cierto grado de estabilidad laboral y un destino. Me ha costado años, sangre, sudor y sólo yo sé cuántas lágrimas. Ha sido un camino lleno de espinas,largo, demoledor a veces.
Pero aquí estoy. Como siempre, dispuesta a comerme el mundo a bocados. Y si no, a comerme lo que sea que merezca la pena, que algo habrá. Ya se sabe, "que no me entere yo de que ese culito (el mío, que a mí me ha tocado siempre salvarlo) pasa hambre".
Pues eso mismo. Espero que todos los que amo os tropecéis de vez en cuando en mi camino. Ya sabéis, "De Madrid al cielo". Lugar de paso. Nunca penséis que es demasiado tarde para visitarme. Mi casa está siempre abierta a los míos y a todos los buenos que estén por venir.
Y, como de costumbre, con un ojo atrás, camino hacia adelante con expectación...
Esperando acertar.
miércoles, agosto 01, 2007
¿Hay alguien ahí?
Llevo, aproximadamente, unos dos siglos sin escribir.
Quería hacerlo cuando hubiese apuntalado o desapuntalado mi vida laboral (dejando al margen que no he tenido tiempo ni para respirar) pero sigue todo en el aire, hasta el último día. Qué cansancio, señores.
Hemos estado toda la empresa trabajando en nuestro evento más importante del año y regresamos con cierto síndrome de Estocolmo, tras 15 días de trabajo enloquecido y la compañía permanente de unos y otros. Es como un Gran Hermano. Todo el día viviendo por y para el evento, con los compañeros atacados como tú y al final te abrazas con todos ellos y descubres por qué los de la tele lloran como si el impresentable de turno que sale de la Casa se marchase al Corredor de la Muerte.
Ahora he regresado, no sé todavía si alquilar piso o pedir en la calle (¡Joé, cómo me aburro de repetir estas cosas!)
Me quiero quedar en Madrid, estoy empeñada en hacerlo. Pero no es tan fácil como pudiera parecer.
Me duele todo el cuerpo de trabajar y de ausencia de sexo. Ya sé, ya sé, siempre acabo hablando de lo ÚNICO pero es que mi faceta más frívola me relaja. En cualquier caso, es cierto, tengo que conocer a más hombres por estos pagos, que me estoy oxidando, como el Caballero del legendario libro.
Unos mimos me vendrían de lujo pero tampoco hay que pedir peras al olmo. Creo que saldré de cacería por aquí y por allá (o sea, Madrid y Santiago) para pasar un poco el rato y desconectar de la locura laboral.
Me he dado algún capricho en las rebajas. Un pijamita corto de Lolita que algún hombre morboso e inteligente debería ver (creo que pido demasiado), ropita interior y alguna cosilla más. Llevo un perfume activador de feromonas masculinas pero me preocupa que se me acerque tanto veinteañero de la línea inferior (o sea, menor de 25) y le tenga que explicar que soy una mujer demasiado pecadora para su tierna edad.
Estoy guapa y no me sirve para nada. Mañana mis compañeras de trabajo y yo cerraremos un balneario para darnos el merecido relax tras tan duros meses.
Y digo yo que por qué no podrían traer tíos buenos como los de las fiestas de Play Boy (en tía) para ser utilizados por nosotras como cachos de carne. O para mirarlos como cachos de carne si no se dejan más.
Esta semana sabré si me quedo o si me voy y esta incertidumbre acaba con un santo. No tengo machaca oficial ni extraoficial así que tendré que salir a buscarme el pan “in the heat of the night” o, fabricármelo en casita, aunque sea de tapper…
Bueno, ya veis, todo ideas deslabazadas. En realidad, sólo quería deciros que he vuelto y que os espero.
Si es que queda alguien ahí….
Quería hacerlo cuando hubiese apuntalado o desapuntalado mi vida laboral (dejando al margen que no he tenido tiempo ni para respirar) pero sigue todo en el aire, hasta el último día. Qué cansancio, señores.
Hemos estado toda la empresa trabajando en nuestro evento más importante del año y regresamos con cierto síndrome de Estocolmo, tras 15 días de trabajo enloquecido y la compañía permanente de unos y otros. Es como un Gran Hermano. Todo el día viviendo por y para el evento, con los compañeros atacados como tú y al final te abrazas con todos ellos y descubres por qué los de la tele lloran como si el impresentable de turno que sale de la Casa se marchase al Corredor de la Muerte.
Ahora he regresado, no sé todavía si alquilar piso o pedir en la calle (¡Joé, cómo me aburro de repetir estas cosas!)
Me quiero quedar en Madrid, estoy empeñada en hacerlo. Pero no es tan fácil como pudiera parecer.
Me duele todo el cuerpo de trabajar y de ausencia de sexo. Ya sé, ya sé, siempre acabo hablando de lo ÚNICO pero es que mi faceta más frívola me relaja. En cualquier caso, es cierto, tengo que conocer a más hombres por estos pagos, que me estoy oxidando, como el Caballero del legendario libro.
Unos mimos me vendrían de lujo pero tampoco hay que pedir peras al olmo. Creo que saldré de cacería por aquí y por allá (o sea, Madrid y Santiago) para pasar un poco el rato y desconectar de la locura laboral.
Me he dado algún capricho en las rebajas. Un pijamita corto de Lolita que algún hombre morboso e inteligente debería ver (creo que pido demasiado), ropita interior y alguna cosilla más. Llevo un perfume activador de feromonas masculinas pero me preocupa que se me acerque tanto veinteañero de la línea inferior (o sea, menor de 25) y le tenga que explicar que soy una mujer demasiado pecadora para su tierna edad.
Estoy guapa y no me sirve para nada. Mañana mis compañeras de trabajo y yo cerraremos un balneario para darnos el merecido relax tras tan duros meses.
Y digo yo que por qué no podrían traer tíos buenos como los de las fiestas de Play Boy (en tía) para ser utilizados por nosotras como cachos de carne. O para mirarlos como cachos de carne si no se dejan más.
Esta semana sabré si me quedo o si me voy y esta incertidumbre acaba con un santo. No tengo machaca oficial ni extraoficial así que tendré que salir a buscarme el pan “in the heat of the night” o, fabricármelo en casita, aunque sea de tapper…
Bueno, ya veis, todo ideas deslabazadas. En realidad, sólo quería deciros que he vuelto y que os espero.
Si es que queda alguien ahí….
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