Estoy contentísima. Vamos, no quepo en mí de gozo.
No, claro que no, ya sabéis que lo mío es el despotrique vil y a mansalva. Como me han jorobado el día he decidido hacer algo constructivo con él y contároslo para que, al menos, alguno se distraiga mientras yo echo un poco de bilis fuera.
Pues nada, que me he estrenado hoy en día playero solitario. Un sol de muerte, 33 grados a 30 de junio en Galicia (eso aquí es noticia y no es una manera de hablar) y, por fin, me obligo, con cierto entusiasmo y todo, a dejarme acariciar por los cálidos y esquivos rayos de Lorenzo a la orilla del mar.
Salgo tarde (tampoco es que me apasione esto del tumbing-playing, así que con cita vespertina me llega y me sobra) y, por supuesto, está todo petado de domingueros como yo misma. Sin embargo, encuentro un bonito lugar no muy alejado y dejo mi cochecito-leré mejor aparcado de lo que cabía esperar.
Allá se hallaba la Ninfa tan feliz, sorprendida de lo a gustico que se encontraba, de no estar aburrida como un hongo y pensando en alargar una horita más su entancia cuando se le acercan dos pibes. Uno de ellos, muy educado -el chico de la Cruz Roja-, me pregunta: "Perdona, ¿es tuyo un León blanco, matrícula...?". Susto de muerte. "¡Sí! ¿Qué pasa?". Al lado de él, un tipejo igualito que el Portero de Aquí no hay quien viva vestido con un polo naranja-pijodealdea, me espeta: "Estás tapando un camino y te han puesto cuarenta denuncias".
Salto en la toalla (por suerte no estaba en top less) y me sorprendo. El coche estaba aparcado al borde una leira (pequeño terreno de campo en Galicia), con un trozo de tierra en forma de camino de vacas, si acaso. A mayores, me comentan muy ufanos: "Y te han roto el limpiaparabrisas". "¡Qué cafres!", contesto. "Es que estás aparcada en un camino, chavala", responde el Portero de Aquí no hay quien viva.
A las siete y media de la tarde (sólo dos horas después de mi llegada), desperté del Sueño de mi Tarde de Verano. La broma me ha costado la gasolina, el limpiaparabrisas roto, el idiota del portero con su mercedes todo-leiras repitiéndome que me lo merecía y que ya vería las denuncias de la Guardia Civil .("La Guardia Civil me la paso por el forro de los cojones", le dije al cacique veraniego, "aquí no hay ninguna señalización, ni camino asfaltado ni nada. Esto es un camino de tierra y un campo").
Con perdón de la Benemérita y los que me leéis he tenido que hacer uso de mis registros lingüísticos más barriobajeros, pero es que, como ahora los porteros palurdos van en carruajes de alta gama y las reinas moras, como yo, no contamos con galanes que nos defiendan, hay que hacer de matona para que a una se la respete.
Ahora mismo no sé si volver a ir a la playa en coche. Tengo que arreglar el "limpia", me expongo a nuevos actos vandálicos, no me he podido quedar hasta la hora que me ha dado la gana, la gasolina está carísima y me han arruinado el día.
¿Y ahora cómo sé yo si el limpia tiene que ser de concesionario o no?
Espero que gane España -que lo veré sola con Desperados- o me da algo...
domingo, junio 30, 2013
¡Malditos domingueros!
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Noche "Desperada"
Pues es que estoy sola y me aburro. Éste es el temazo del que versa hoy el post.
Podría hablar de un montón de intimidades pero me he vuelto inexplicablemente pudorosa. Con tanto palo vital y tan poquita ilusión, se hace una arisca hasta para el blog.
Practico todo lo que puedo eso de las afirmaciones positivas pero he de reconocer que hay días en que no me nace. Hoy me apetecería estar en compañía de alguien amado y, en cambio, me encuentro a solas con una botella de "Desperado" (también la amo bastante pero no es igual), haciendo zapping ante una programación absolutamente infame.
Podría haber ido a la playa pero no me apetece hacerlo sola y menos con lo cara que está la gasolina. La verdad es que hace unos años iba sola constantemente pero ahora ya no me hace gracia.
Cambia uno con los años. Antes yo disfrutaba paseando sola por las calles, yendo a tomar café con una revista, hasta yendo al cine. Ya no me gusta hacer nada en soledad. Me he cansado, supongo. Tengo demasiado espacio o algo así.
A mí me encanta compartir en el sentido más amplio de la palabra. Me gusta compartir la vida, las cosas, las alegrías, los problemas, la casa... Todo. Me gusta compartirlo todo. Soy gregaria de nacimiento y, curiosamente, solitaria por destino.
Desde que he regresado a Galicia (supuestamente mi tierra) sólo he hecho una verdadera amiga. Por lo demás, estoy resola en una ciudad que ya no reconozco como mía. Intento adaptarme pero sigo sintiéndome de paso. Será por esto que hasta la gente de aquí piensa que no soy gallega. Y no me sorprende.
El asunto es que estoy escribiendo por puro aburrimiento y, claro, el texto también es aburrido. Me parece que esta noche de verano debería pasarla en brazos de alguien que me sintiese, si ese alguien existiera, tomando los Desperados a dos manos, riendo hasta el amanecer y pensando, por un momento, que soy importante para alguien. No es así esta noche.
Habrá que seguir esperando.
Podría hablar de un montón de intimidades pero me he vuelto inexplicablemente pudorosa. Con tanto palo vital y tan poquita ilusión, se hace una arisca hasta para el blog.
Practico todo lo que puedo eso de las afirmaciones positivas pero he de reconocer que hay días en que no me nace. Hoy me apetecería estar en compañía de alguien amado y, en cambio, me encuentro a solas con una botella de "Desperado" (también la amo bastante pero no es igual), haciendo zapping ante una programación absolutamente infame.
Podría haber ido a la playa pero no me apetece hacerlo sola y menos con lo cara que está la gasolina. La verdad es que hace unos años iba sola constantemente pero ahora ya no me hace gracia.
Cambia uno con los años. Antes yo disfrutaba paseando sola por las calles, yendo a tomar café con una revista, hasta yendo al cine. Ya no me gusta hacer nada en soledad. Me he cansado, supongo. Tengo demasiado espacio o algo así.
A mí me encanta compartir en el sentido más amplio de la palabra. Me gusta compartir la vida, las cosas, las alegrías, los problemas, la casa... Todo. Me gusta compartirlo todo. Soy gregaria de nacimiento y, curiosamente, solitaria por destino.
Desde que he regresado a Galicia (supuestamente mi tierra) sólo he hecho una verdadera amiga. Por lo demás, estoy resola en una ciudad que ya no reconozco como mía. Intento adaptarme pero sigo sintiéndome de paso. Será por esto que hasta la gente de aquí piensa que no soy gallega. Y no me sorprende.
El asunto es que estoy escribiendo por puro aburrimiento y, claro, el texto también es aburrido. Me parece que esta noche de verano debería pasarla en brazos de alguien que me sintiese, si ese alguien existiera, tomando los Desperados a dos manos, riendo hasta el amanecer y pensando, por un momento, que soy importante para alguien. No es así esta noche.
Habrá que seguir esperando.
jueves, junio 06, 2013
Desilusiones
Creía que lo había dejado.
Esta frase encierra muchas cosas. Creía que había dejado el blog. Creía que había dejado de meter la pata, de seguir atrayendo personas tóxicas a mi vida, que había aprendido la lección y que tenía ya una buena capa impermeable para miedos, fantasmas y cobardes.
Y ya veis. Me han instado a que volviese. A escribir, se entiende. No tenía ganas ni tiempo ni interés ni necesidad. Quizá la profunda desilusión vital que siento en este momento me ha devuelto a este rincón de desahogo natural. Mi trabajo no me llena. No gano casi nada ni tengo perspectivas de que mejore. Aumenta el trabajo pero mi calidad de vida, no. Lo poco que gano lo invierto en fisioterapia para una espalda agotada de cargar con preocupaciones, cuentas que no salen, tristezas viejas que repiten y ordenadores que me destrozan las verticales.
Había mejorado mucho mi actitud en general. Bueno, la he mejorado pero estoy de bajón. Supongo que por eso vengo aquí a soltar un poco de bilis para sanear mi alma. He aprendido mucho en estos meses. Me quiero más, he dejado tirado casi todo lo viejo (incluido "amigos" o compañeros de viaje tóxicos), he integrado algunas luces nuevas, trato de ser más positiva (me cuesta, no es tarea sencilla reprogramarse, especialmente cuando las cosas siguen saliendo al revés y continúo sin encontrarles sentido). Sin embargo, me falta mucho para ser ni siquiera la mitad de lo que debería, no digo ya lo que quisiera.
A veces me pregunto por qué algunas personas no asumimos que estamos destinados a ser unos solitarios. Y otras por qué siempre nos tropezamos con inseguros que no quieren sanar pero no tienen empacho en seguir causando daños colaterales al resto con sus miedos, su falta de valor para luchar. Está bien que uno quiera morirse de pena o ser una víctima de sí mismo el resto de su vida pero, ¡coño! ¿no podríais quedaros en casa o meteros en un convento donde no jodáis a los que sí estamos dispuestos a seguir adelante?
No sé cuál es mi camino. Hay momentos en que quisiera abandonarlo todo y salir a buscar lo que realmente me llene. No me gusta trabajar encerrada en casa para no lograr casi nada. Detesto convertir mi hogar en mi cárcel. Echo horrorosamente de menos la vida que dejé atrás en otra ciudad. La soledad sigue siendo mi demoledora compañera porque cuando intento paliarla, sólo atraigo seres oscuros, inseguros que me hacen sentir peor que antes de llegar.
Dicen los que creen en esas cosas que atraes lo que eres. Si es así, está claro que no soy digna de ser amada o no lo creo. O soy muy cobarde. O me asusta el compromiso. O soy un hombre. Porque, francamente, eso es lo que me encuentro.
El asunto es que mi vida global me disgusta en este momento. No tengo salud, tampoco tengo dinero, ése que dicen que no da la felicidad... y, desde luego, no tengo amor. Con respecto a esto último, francamente, apuesto por lobotomizarme porque he estado más de dos años sin sentir y cuando estaba de lo más tranquila, cómo no, ha aparecido el vampiro emocional de turno que llega, toma lo que necesita y, cuando le viene bien, echa tierra sobre el asunto. Y toda mi energía al carallo.
Espero que se me pase pronto y recupere fuerza. Lo de la ilusión de vivir por vivir nunca ha sido lo mío, siempre he necesitado estímulos. Temo ser una ingrata, en verdad, pero así soy yo. Y lo de los futuros posibles de color de rosa no me pega. A quién vamos a engañar.
No sé si quedará algún masoquista por ahí que lea esto...
Esta frase encierra muchas cosas. Creía que había dejado el blog. Creía que había dejado de meter la pata, de seguir atrayendo personas tóxicas a mi vida, que había aprendido la lección y que tenía ya una buena capa impermeable para miedos, fantasmas y cobardes.
Y ya veis. Me han instado a que volviese. A escribir, se entiende. No tenía ganas ni tiempo ni interés ni necesidad. Quizá la profunda desilusión vital que siento en este momento me ha devuelto a este rincón de desahogo natural. Mi trabajo no me llena. No gano casi nada ni tengo perspectivas de que mejore. Aumenta el trabajo pero mi calidad de vida, no. Lo poco que gano lo invierto en fisioterapia para una espalda agotada de cargar con preocupaciones, cuentas que no salen, tristezas viejas que repiten y ordenadores que me destrozan las verticales.
Había mejorado mucho mi actitud en general. Bueno, la he mejorado pero estoy de bajón. Supongo que por eso vengo aquí a soltar un poco de bilis para sanear mi alma. He aprendido mucho en estos meses. Me quiero más, he dejado tirado casi todo lo viejo (incluido "amigos" o compañeros de viaje tóxicos), he integrado algunas luces nuevas, trato de ser más positiva (me cuesta, no es tarea sencilla reprogramarse, especialmente cuando las cosas siguen saliendo al revés y continúo sin encontrarles sentido). Sin embargo, me falta mucho para ser ni siquiera la mitad de lo que debería, no digo ya lo que quisiera.
A veces me pregunto por qué algunas personas no asumimos que estamos destinados a ser unos solitarios. Y otras por qué siempre nos tropezamos con inseguros que no quieren sanar pero no tienen empacho en seguir causando daños colaterales al resto con sus miedos, su falta de valor para luchar. Está bien que uno quiera morirse de pena o ser una víctima de sí mismo el resto de su vida pero, ¡coño! ¿no podríais quedaros en casa o meteros en un convento donde no jodáis a los que sí estamos dispuestos a seguir adelante?
No sé cuál es mi camino. Hay momentos en que quisiera abandonarlo todo y salir a buscar lo que realmente me llene. No me gusta trabajar encerrada en casa para no lograr casi nada. Detesto convertir mi hogar en mi cárcel. Echo horrorosamente de menos la vida que dejé atrás en otra ciudad. La soledad sigue siendo mi demoledora compañera porque cuando intento paliarla, sólo atraigo seres oscuros, inseguros que me hacen sentir peor que antes de llegar.
Dicen los que creen en esas cosas que atraes lo que eres. Si es así, está claro que no soy digna de ser amada o no lo creo. O soy muy cobarde. O me asusta el compromiso. O soy un hombre. Porque, francamente, eso es lo que me encuentro.
El asunto es que mi vida global me disgusta en este momento. No tengo salud, tampoco tengo dinero, ése que dicen que no da la felicidad... y, desde luego, no tengo amor. Con respecto a esto último, francamente, apuesto por lobotomizarme porque he estado más de dos años sin sentir y cuando estaba de lo más tranquila, cómo no, ha aparecido el vampiro emocional de turno que llega, toma lo que necesita y, cuando le viene bien, echa tierra sobre el asunto. Y toda mi energía al carallo.
Espero que se me pase pronto y recupere fuerza. Lo de la ilusión de vivir por vivir nunca ha sido lo mío, siempre he necesitado estímulos. Temo ser una ingrata, en verdad, pero así soy yo. Y lo de los futuros posibles de color de rosa no me pega. A quién vamos a engañar.
No sé si quedará algún masoquista por ahí que lea esto...
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