Queridos todos:
Vengo a despedirme. No es un adiós, es un hasta luego. He visto que hay algunos comentarios que, por algún motivo que desconozco, no han salido, todos ellos muy amables.
Me conmueve muchísimo que vengáis a verme después de tanto tiempo en silencio. Todo está bien pero, para mi nuevo sendero, creo que es importante desligarme ya de la Ninfa (tan querida por mí) pero demasiado personal para mis nuevos propósitos.
Los que me queréis sabréis dónde buscarme y, si no, siempre podéis enviarme un correo y os pasaré mi nueva dirección para encontrarme. No me voy, me quedo, cerquita y espero veros de nuevo, aunque con otro color de voz (extrañaré éste pero no puedo ser tan personal si quiero vivir de esto).
Os echo de menos, cada día, por ello os espero en mi nuevo rincón. Si quereis, allí estaré. Pronto la Ninfa se esfumará de la red -aunque la guardaré a buen recaudo- pero es su destino dejar sitio a otros proyectos, al menos por el momento.
Mil gracias por haberme acompañado todo este tiempo y os espero en otro lugar. Si tenéis dudas, ya sabéis, tengo un correo donde buscarme.
Un beso tristón de la Ninfa (que por ahí sigue, ya escondidita del todo) pero que os lleva en su corazón.
Hasta luego, elfos míos...
lunes, octubre 14, 2013
domingo, junio 30, 2013
¡Malditos domingueros!
Estoy contentísima. Vamos, no quepo en mí de gozo.
No, claro que no, ya sabéis que lo mío es el despotrique vil y a mansalva. Como me han jorobado el día he decidido hacer algo constructivo con él y contároslo para que, al menos, alguno se distraiga mientras yo echo un poco de bilis fuera.
Pues nada, que me he estrenado hoy en día playero solitario. Un sol de muerte, 33 grados a 30 de junio en Galicia (eso aquí es noticia y no es una manera de hablar) y, por fin, me obligo, con cierto entusiasmo y todo, a dejarme acariciar por los cálidos y esquivos rayos de Lorenzo a la orilla del mar.
Salgo tarde (tampoco es que me apasione esto del tumbing-playing, así que con cita vespertina me llega y me sobra) y, por supuesto, está todo petado de domingueros como yo misma. Sin embargo, encuentro un bonito lugar no muy alejado y dejo mi cochecito-leré mejor aparcado de lo que cabía esperar.
Allá se hallaba la Ninfa tan feliz, sorprendida de lo a gustico que se encontraba, de no estar aburrida como un hongo y pensando en alargar una horita más su entancia cuando se le acercan dos pibes. Uno de ellos, muy educado -el chico de la Cruz Roja-, me pregunta: "Perdona, ¿es tuyo un León blanco, matrícula...?". Susto de muerte. "¡Sí! ¿Qué pasa?". Al lado de él, un tipejo igualito que el Portero de Aquí no hay quien viva vestido con un polo naranja-pijodealdea, me espeta: "Estás tapando un camino y te han puesto cuarenta denuncias".
Salto en la toalla (por suerte no estaba en top less) y me sorprendo. El coche estaba aparcado al borde una leira (pequeño terreno de campo en Galicia), con un trozo de tierra en forma de camino de vacas, si acaso. A mayores, me comentan muy ufanos: "Y te han roto el limpiaparabrisas". "¡Qué cafres!", contesto. "Es que estás aparcada en un camino, chavala", responde el Portero de Aquí no hay quien viva.
A las siete y media de la tarde (sólo dos horas después de mi llegada), desperté del Sueño de mi Tarde de Verano. La broma me ha costado la gasolina, el limpiaparabrisas roto, el idiota del portero con su mercedes todo-leiras repitiéndome que me lo merecía y que ya vería las denuncias de la Guardia Civil .("La Guardia Civil me la paso por el forro de los cojones", le dije al cacique veraniego, "aquí no hay ninguna señalización, ni camino asfaltado ni nada. Esto es un camino de tierra y un campo").
Con perdón de la Benemérita y los que me leéis he tenido que hacer uso de mis registros lingüísticos más barriobajeros, pero es que, como ahora los porteros palurdos van en carruajes de alta gama y las reinas moras, como yo, no contamos con galanes que nos defiendan, hay que hacer de matona para que a una se la respete.
Ahora mismo no sé si volver a ir a la playa en coche. Tengo que arreglar el "limpia", me expongo a nuevos actos vandálicos, no me he podido quedar hasta la hora que me ha dado la gana, la gasolina está carísima y me han arruinado el día.
¿Y ahora cómo sé yo si el limpia tiene que ser de concesionario o no?
Espero que gane España -que lo veré sola con Desperados- o me da algo...
No, claro que no, ya sabéis que lo mío es el despotrique vil y a mansalva. Como me han jorobado el día he decidido hacer algo constructivo con él y contároslo para que, al menos, alguno se distraiga mientras yo echo un poco de bilis fuera.
Pues nada, que me he estrenado hoy en día playero solitario. Un sol de muerte, 33 grados a 30 de junio en Galicia (eso aquí es noticia y no es una manera de hablar) y, por fin, me obligo, con cierto entusiasmo y todo, a dejarme acariciar por los cálidos y esquivos rayos de Lorenzo a la orilla del mar.
Salgo tarde (tampoco es que me apasione esto del tumbing-playing, así que con cita vespertina me llega y me sobra) y, por supuesto, está todo petado de domingueros como yo misma. Sin embargo, encuentro un bonito lugar no muy alejado y dejo mi cochecito-leré mejor aparcado de lo que cabía esperar.
Allá se hallaba la Ninfa tan feliz, sorprendida de lo a gustico que se encontraba, de no estar aburrida como un hongo y pensando en alargar una horita más su entancia cuando se le acercan dos pibes. Uno de ellos, muy educado -el chico de la Cruz Roja-, me pregunta: "Perdona, ¿es tuyo un León blanco, matrícula...?". Susto de muerte. "¡Sí! ¿Qué pasa?". Al lado de él, un tipejo igualito que el Portero de Aquí no hay quien viva vestido con un polo naranja-pijodealdea, me espeta: "Estás tapando un camino y te han puesto cuarenta denuncias".
Salto en la toalla (por suerte no estaba en top less) y me sorprendo. El coche estaba aparcado al borde una leira (pequeño terreno de campo en Galicia), con un trozo de tierra en forma de camino de vacas, si acaso. A mayores, me comentan muy ufanos: "Y te han roto el limpiaparabrisas". "¡Qué cafres!", contesto. "Es que estás aparcada en un camino, chavala", responde el Portero de Aquí no hay quien viva.
A las siete y media de la tarde (sólo dos horas después de mi llegada), desperté del Sueño de mi Tarde de Verano. La broma me ha costado la gasolina, el limpiaparabrisas roto, el idiota del portero con su mercedes todo-leiras repitiéndome que me lo merecía y que ya vería las denuncias de la Guardia Civil .("La Guardia Civil me la paso por el forro de los cojones", le dije al cacique veraniego, "aquí no hay ninguna señalización, ni camino asfaltado ni nada. Esto es un camino de tierra y un campo").
Con perdón de la Benemérita y los que me leéis he tenido que hacer uso de mis registros lingüísticos más barriobajeros, pero es que, como ahora los porteros palurdos van en carruajes de alta gama y las reinas moras, como yo, no contamos con galanes que nos defiendan, hay que hacer de matona para que a una se la respete.
Ahora mismo no sé si volver a ir a la playa en coche. Tengo que arreglar el "limpia", me expongo a nuevos actos vandálicos, no me he podido quedar hasta la hora que me ha dado la gana, la gasolina está carísima y me han arruinado el día.
¿Y ahora cómo sé yo si el limpia tiene que ser de concesionario o no?
Espero que gane España -que lo veré sola con Desperados- o me da algo...
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Noche "Desperada"
Pues es que estoy sola y me aburro. Éste es el temazo del que versa hoy el post.
Podría hablar de un montón de intimidades pero me he vuelto inexplicablemente pudorosa. Con tanto palo vital y tan poquita ilusión, se hace una arisca hasta para el blog.
Practico todo lo que puedo eso de las afirmaciones positivas pero he de reconocer que hay días en que no me nace. Hoy me apetecería estar en compañía de alguien amado y, en cambio, me encuentro a solas con una botella de "Desperado" (también la amo bastante pero no es igual), haciendo zapping ante una programación absolutamente infame.
Podría haber ido a la playa pero no me apetece hacerlo sola y menos con lo cara que está la gasolina. La verdad es que hace unos años iba sola constantemente pero ahora ya no me hace gracia.
Cambia uno con los años. Antes yo disfrutaba paseando sola por las calles, yendo a tomar café con una revista, hasta yendo al cine. Ya no me gusta hacer nada en soledad. Me he cansado, supongo. Tengo demasiado espacio o algo así.
A mí me encanta compartir en el sentido más amplio de la palabra. Me gusta compartir la vida, las cosas, las alegrías, los problemas, la casa... Todo. Me gusta compartirlo todo. Soy gregaria de nacimiento y, curiosamente, solitaria por destino.
Desde que he regresado a Galicia (supuestamente mi tierra) sólo he hecho una verdadera amiga. Por lo demás, estoy resola en una ciudad que ya no reconozco como mía. Intento adaptarme pero sigo sintiéndome de paso. Será por esto que hasta la gente de aquí piensa que no soy gallega. Y no me sorprende.
El asunto es que estoy escribiendo por puro aburrimiento y, claro, el texto también es aburrido. Me parece que esta noche de verano debería pasarla en brazos de alguien que me sintiese, si ese alguien existiera, tomando los Desperados a dos manos, riendo hasta el amanecer y pensando, por un momento, que soy importante para alguien. No es así esta noche.
Habrá que seguir esperando.
Podría hablar de un montón de intimidades pero me he vuelto inexplicablemente pudorosa. Con tanto palo vital y tan poquita ilusión, se hace una arisca hasta para el blog.
Practico todo lo que puedo eso de las afirmaciones positivas pero he de reconocer que hay días en que no me nace. Hoy me apetecería estar en compañía de alguien amado y, en cambio, me encuentro a solas con una botella de "Desperado" (también la amo bastante pero no es igual), haciendo zapping ante una programación absolutamente infame.
Podría haber ido a la playa pero no me apetece hacerlo sola y menos con lo cara que está la gasolina. La verdad es que hace unos años iba sola constantemente pero ahora ya no me hace gracia.
Cambia uno con los años. Antes yo disfrutaba paseando sola por las calles, yendo a tomar café con una revista, hasta yendo al cine. Ya no me gusta hacer nada en soledad. Me he cansado, supongo. Tengo demasiado espacio o algo así.
A mí me encanta compartir en el sentido más amplio de la palabra. Me gusta compartir la vida, las cosas, las alegrías, los problemas, la casa... Todo. Me gusta compartirlo todo. Soy gregaria de nacimiento y, curiosamente, solitaria por destino.
Desde que he regresado a Galicia (supuestamente mi tierra) sólo he hecho una verdadera amiga. Por lo demás, estoy resola en una ciudad que ya no reconozco como mía. Intento adaptarme pero sigo sintiéndome de paso. Será por esto que hasta la gente de aquí piensa que no soy gallega. Y no me sorprende.
El asunto es que estoy escribiendo por puro aburrimiento y, claro, el texto también es aburrido. Me parece que esta noche de verano debería pasarla en brazos de alguien que me sintiese, si ese alguien existiera, tomando los Desperados a dos manos, riendo hasta el amanecer y pensando, por un momento, que soy importante para alguien. No es así esta noche.
Habrá que seguir esperando.
jueves, junio 06, 2013
Desilusiones
Creía que lo había dejado.
Esta frase encierra muchas cosas. Creía que había dejado el blog. Creía que había dejado de meter la pata, de seguir atrayendo personas tóxicas a mi vida, que había aprendido la lección y que tenía ya una buena capa impermeable para miedos, fantasmas y cobardes.
Y ya veis. Me han instado a que volviese. A escribir, se entiende. No tenía ganas ni tiempo ni interés ni necesidad. Quizá la profunda desilusión vital que siento en este momento me ha devuelto a este rincón de desahogo natural. Mi trabajo no me llena. No gano casi nada ni tengo perspectivas de que mejore. Aumenta el trabajo pero mi calidad de vida, no. Lo poco que gano lo invierto en fisioterapia para una espalda agotada de cargar con preocupaciones, cuentas que no salen, tristezas viejas que repiten y ordenadores que me destrozan las verticales.
Había mejorado mucho mi actitud en general. Bueno, la he mejorado pero estoy de bajón. Supongo que por eso vengo aquí a soltar un poco de bilis para sanear mi alma. He aprendido mucho en estos meses. Me quiero más, he dejado tirado casi todo lo viejo (incluido "amigos" o compañeros de viaje tóxicos), he integrado algunas luces nuevas, trato de ser más positiva (me cuesta, no es tarea sencilla reprogramarse, especialmente cuando las cosas siguen saliendo al revés y continúo sin encontrarles sentido). Sin embargo, me falta mucho para ser ni siquiera la mitad de lo que debería, no digo ya lo que quisiera.
A veces me pregunto por qué algunas personas no asumimos que estamos destinados a ser unos solitarios. Y otras por qué siempre nos tropezamos con inseguros que no quieren sanar pero no tienen empacho en seguir causando daños colaterales al resto con sus miedos, su falta de valor para luchar. Está bien que uno quiera morirse de pena o ser una víctima de sí mismo el resto de su vida pero, ¡coño! ¿no podríais quedaros en casa o meteros en un convento donde no jodáis a los que sí estamos dispuestos a seguir adelante?
No sé cuál es mi camino. Hay momentos en que quisiera abandonarlo todo y salir a buscar lo que realmente me llene. No me gusta trabajar encerrada en casa para no lograr casi nada. Detesto convertir mi hogar en mi cárcel. Echo horrorosamente de menos la vida que dejé atrás en otra ciudad. La soledad sigue siendo mi demoledora compañera porque cuando intento paliarla, sólo atraigo seres oscuros, inseguros que me hacen sentir peor que antes de llegar.
Dicen los que creen en esas cosas que atraes lo que eres. Si es así, está claro que no soy digna de ser amada o no lo creo. O soy muy cobarde. O me asusta el compromiso. O soy un hombre. Porque, francamente, eso es lo que me encuentro.
El asunto es que mi vida global me disgusta en este momento. No tengo salud, tampoco tengo dinero, ése que dicen que no da la felicidad... y, desde luego, no tengo amor. Con respecto a esto último, francamente, apuesto por lobotomizarme porque he estado más de dos años sin sentir y cuando estaba de lo más tranquila, cómo no, ha aparecido el vampiro emocional de turno que llega, toma lo que necesita y, cuando le viene bien, echa tierra sobre el asunto. Y toda mi energía al carallo.
Espero que se me pase pronto y recupere fuerza. Lo de la ilusión de vivir por vivir nunca ha sido lo mío, siempre he necesitado estímulos. Temo ser una ingrata, en verdad, pero así soy yo. Y lo de los futuros posibles de color de rosa no me pega. A quién vamos a engañar.
No sé si quedará algún masoquista por ahí que lea esto...
Esta frase encierra muchas cosas. Creía que había dejado el blog. Creía que había dejado de meter la pata, de seguir atrayendo personas tóxicas a mi vida, que había aprendido la lección y que tenía ya una buena capa impermeable para miedos, fantasmas y cobardes.
Y ya veis. Me han instado a que volviese. A escribir, se entiende. No tenía ganas ni tiempo ni interés ni necesidad. Quizá la profunda desilusión vital que siento en este momento me ha devuelto a este rincón de desahogo natural. Mi trabajo no me llena. No gano casi nada ni tengo perspectivas de que mejore. Aumenta el trabajo pero mi calidad de vida, no. Lo poco que gano lo invierto en fisioterapia para una espalda agotada de cargar con preocupaciones, cuentas que no salen, tristezas viejas que repiten y ordenadores que me destrozan las verticales.
Había mejorado mucho mi actitud en general. Bueno, la he mejorado pero estoy de bajón. Supongo que por eso vengo aquí a soltar un poco de bilis para sanear mi alma. He aprendido mucho en estos meses. Me quiero más, he dejado tirado casi todo lo viejo (incluido "amigos" o compañeros de viaje tóxicos), he integrado algunas luces nuevas, trato de ser más positiva (me cuesta, no es tarea sencilla reprogramarse, especialmente cuando las cosas siguen saliendo al revés y continúo sin encontrarles sentido). Sin embargo, me falta mucho para ser ni siquiera la mitad de lo que debería, no digo ya lo que quisiera.
A veces me pregunto por qué algunas personas no asumimos que estamos destinados a ser unos solitarios. Y otras por qué siempre nos tropezamos con inseguros que no quieren sanar pero no tienen empacho en seguir causando daños colaterales al resto con sus miedos, su falta de valor para luchar. Está bien que uno quiera morirse de pena o ser una víctima de sí mismo el resto de su vida pero, ¡coño! ¿no podríais quedaros en casa o meteros en un convento donde no jodáis a los que sí estamos dispuestos a seguir adelante?
No sé cuál es mi camino. Hay momentos en que quisiera abandonarlo todo y salir a buscar lo que realmente me llene. No me gusta trabajar encerrada en casa para no lograr casi nada. Detesto convertir mi hogar en mi cárcel. Echo horrorosamente de menos la vida que dejé atrás en otra ciudad. La soledad sigue siendo mi demoledora compañera porque cuando intento paliarla, sólo atraigo seres oscuros, inseguros que me hacen sentir peor que antes de llegar.
Dicen los que creen en esas cosas que atraes lo que eres. Si es así, está claro que no soy digna de ser amada o no lo creo. O soy muy cobarde. O me asusta el compromiso. O soy un hombre. Porque, francamente, eso es lo que me encuentro.
El asunto es que mi vida global me disgusta en este momento. No tengo salud, tampoco tengo dinero, ése que dicen que no da la felicidad... y, desde luego, no tengo amor. Con respecto a esto último, francamente, apuesto por lobotomizarme porque he estado más de dos años sin sentir y cuando estaba de lo más tranquila, cómo no, ha aparecido el vampiro emocional de turno que llega, toma lo que necesita y, cuando le viene bien, echa tierra sobre el asunto. Y toda mi energía al carallo.
Espero que se me pase pronto y recupere fuerza. Lo de la ilusión de vivir por vivir nunca ha sido lo mío, siempre he necesitado estímulos. Temo ser una ingrata, en verdad, pero así soy yo. Y lo de los futuros posibles de color de rosa no me pega. A quién vamos a engañar.
No sé si quedará algún masoquista por ahí que lea esto...
miércoles, enero 02, 2013
Esos frustrados que son la sal del ego y la vida...
Este post está dedicado a aquellos individuos que se creen que esto es un periódico o la Puerta del Sol, lugares que reinvidican como espacios de "libertad de expresión". Este blog, como todos los que no son editados por entidades públicas y con ánimo de lucro, son totalmente privados. Que yo tenga la gentileza de permitir que sea leído públicamente no infiere que tenga la menor OBLIGACIÓN de soportar insultos, vejaciones y ataques de personajes frustrados que no tienen el valor de decirme a mí personalmente lo que sea que les pique ni de, aún más, mostrar su verdadera identidad.
De esa misma ignorancia procede la estupidez de reclamar libertad de expresión en mi casa, cuando yo estoy facultada para moderar los comentarios de quien me dé la real gana, porque estos textos son privados, independientemente de que yo permita que los lea quien a mí me salga del pie. Que un frustrado que no haya logrado más que (supongo, puesto que el susodicho ni ha tenido el valor de decir su nombre y no tengo la menor idea de quién es) tomar un café conmigo y, viendo lo que veo, con todo criterio no he querido volver a frecuentarlo, me odie profundamente por tal tontería, es su problema, máxime cuando de todo esto debe hacer años.
He de decirte, con todo, 1970, ya que no tienes valor para dar la cara ni tu nombre ni decirme lo que tengas que decir en persona -sabedor de que soy de armas tomar- que mi mayor entretenimiento es ver cómo te pones en evidencia día tras día esperando mis posts para insultarme, mientras disfruto borrándolos y tú padeces como un crío de cuatro años cada vez que los extermino. Tu animadversión hacia mi persona, el modo en que me difamas, muestran un enorme interés hacia mí que, si no fueses tan rematadamente vulgar, hasta me halagaría. Seguiré borrando todas las tonterías que intentes publicar como lo que son, spam.
Si quieres practicar la libertad de expresión, escribe tu propio blog, pero primero aprende a puntuar...
Aquí te dejo un post antiguo para que veas que eres uno de tantos que me han divertido y divertirán y que te lo pienses un poquito antes de continuar haciendo el ridículo. Y si eres un hombre, dinos quién eres y qué es eso tan graaave que te he hecho. Porque yo no sé ni quién eres... y eso tiene que ser muy duro para ti, imagino.
Por cierto, definición erudita de libertad de expresión: "La libertad, tal como es descrita, es para “expresar”, no para provocar. Obviamente, una persona que te pare en la calle y te llame “hijo de puta” no está ejerciendo ningún derecho protegido constitucionalmente. El periodista Anthony Lewis, famoso por su defensa a ultranza de la libertad de expresión frente a las presiones políticas, ha dicho que “si el resultado de su uso fuese la violencia, y esa violencia fuese provocada, entonces tendría el valor de un acto criminal”.
Aquí incluyo un texto, ya añejo, sobre este mismo asunto, porque los trolls os repetís como el ajo, a ver si aprendes algo, pelma... Será mi última alusión a tus insultos y, recuerda, aunque te mates a faltarme al respeto, los borraré todos, me divertiré con ellos y me importarán un pepino. Yo de ti, pasaría página.
Post "Trolls, anónimos y cobardes"
"El mundillo del blog es un universo verdaderamente peculiar. Cuando comencé a escribir _ya lo he señalado en numerosas ocasiones_ mi único afán era dar salida a esa necesidad de canalizar sentimientos del mejor modo que sé y no perder mi supuesto don así como recuperar el cariño por las letras, perdido durante largo tiempo de resistencia pasiva.
Cuando empiezas, al menos yo, no te haces la menor ilusión de que te vaya a leer nadie. No imaginé que tendría lectores y menos aún que los fidelizaría. He conocido a gente estupenda que ha querido conocer a la persona que está detrás del personaje, me han conocido algunos que se sienten más seguros observándome desde el personaje y luego, como grandes estrellas invitadas, están los "trolls" o anónimos con mala leche.
Hay una gran variedad de éstos. Un año al frente de este cuaderno me ha ofrecido la oportunidad de ir reconociéndolos. Está el anónimo inocente: novato en las líderes de la lectura de blog que, como no conoce los mecanismos y no usa nick, postea anónimamente. Da su opinión, lo que le gusta, lo que no, epero sin más intenciones añadidas.
Otro elemento es el anónimo conocido: individu@ (casi siempre varón) que te conoce y no quiere que te des cuenta de que te lee, te sigue o te mortifica. Los hay que saben que les reconocerás por el estilo (estos son los anónimos amigos y especiales) y están los que _aunque también los reconocemos por la ausencia del mismo_ sufren cierta animadversión contra la figura del blogguero y aprovechan el anonimato para ponerte verde y entrar siempre en el plano personal.
Por último, el "Troll": el troll es una suerte de frustrado que se dedica a ir por los blogs descalificando a quien escribe aunque no tiene valor ni para ponerse nombre. Existen algunos que rayan la enfermedad, así que, a pesar de lo horrible que les pareces, los exabruptos y la porquería que es tu blog, no pueden dejar de leerte compulsivamente (eso sí, se aburren, tú eres estúpida, no evolucionas y eres un ser anodino) y criticarte del mismo modo.
Repetidas veces, algún cobarde faltón responde a los rebates de la blogguera aludiendo a su falta de autocrítica. Curioso: ellos pueden criticarte pero, si argumentas en contra, no aceptas las críticas. Existe también en ellos una penosa tendencia a entrar en la descalificación personal. Afirman que si uno escribe públicamente y admite comentarios, tiene que aceptar que le menosprecien, juzguen o pongan en cuestión.
Esto no es así, señores. Quien escribe, publica porque tiene un don que necesita canalizar. Porque escribir es una manera de comunicar. Cuando alguien toca un instrumento en público no es para que le llamen exhibicionista o se le pueda poner a parir por no ser perfecto. Lo hace porque puede y necesita hacerlo.
La crítica es buena cuando es constructiva y va dirigida al estilo, a la forma de escribir. Si no nos gusta como escribe alguien, al menos yo, no le leo. Si creo que puedo aportar algo, lo aporto pero jamás entro a juzgar y mucho menos a nivel personal.
Cuando admito comentarios no es para que me halaguen como muchos que entienden poco de literatura y comunicación creen. Es, simplemente, una vía de contacto con los lectores. Un troll se cree que eso es el foro del desahogo de sus frustraciones.
Critican tu modo de ver la vida, cuestionan tus comportamientos y tu alma. Eso sí, desde el anonimato de los cobardes, claro está. No te conocen y te juzgan e incluso osan decirte qué camino has de tomar. No entran en el acuerdo o desacuerdo en temas genéricos. Están en desacuerdo con tu existencia, con tu capacidad de transmitir _mejor o peor pero real al fin_, incluso con tu popularidad.
Pues eso, deberían darnos las gracias por encontrar un lugar donde mostrarse tan feos como son en total libertad y nosotros deberíamos estar mudos y no responder para que se queden a gusto. Pero resulta que no va a poder ser, así que, queridos frustrados, seguid leyendo... y sufriendo.
Va por vosotros... lunáticos :D
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