martes, octubre 19, 2010

Bajo tierra

De un tiempo a esta parte, y habida cuenta de que ciertas personas parecen empeñadas en amargarme la vida, me ha dado por trabajar con el pensamiento positivo y cosas de ese estilo en las que, tengo que confesar, nunca había creído.

No sería honesta del todo si digo que ahora creo ciegamente y que me va de lujo. Me temo que no es tan simple pero, al menos, intento aprender a eliminar de mi cabeza todo aquello que me hace daño. No es mano de santo (por desgracia) pero, al menos, te concentras en algo más positivo que la ira, la autocompasión y el dolor. No desaparecen así como así pero he encontrado nuevas fuerzas para enfrentarlo. O eso creo.

Antes me culpaba de todo lo malo que me pasaba y sigue pasando. Creía que era culpa mía por crédula, por fría, por apasionada, por valiente y por cobarde. Vamos, que me había convertido en el chollo de todos aquellos falsos amigos y amantes varios de tres al cuarto, porque siempre encontraba un modo de ver que el daño me lo había causado yo y, por lo tanto, no era digna de ser respetada y amada por mis amigos y parejas.

Ahora he aprendido -a fuerza de muchos palos y algo de reeducación mental- que soy muy valiosa y que cada desprecio, daño o actitud egoísta de los que quiero o he querido (también practico mucho lo de pasar página, soy una máquina) no es más que un reflejo de su pobreza espiritual. Tengo la conciencia tranquila cuando he ofrecido todo, porque soy así de boba, siempre que quiero a alguien del modo que sea, familiar, amistoso o amoroso, lo doy todo. Por lo general, se vuelve contra mí, soy quien sufre al final cuando me fallan o me recriminan pero dentro de mi cambio de chip, trabajo para sufrir menos, olvidar más rápido y no dar más a quien no lo merece.

Alguien me ha dicho un día que no estaba preparados para "enterrarse en una relación conmigo". Después de otro comentario gratuito sobre mi cocina (en donde no hay ni pizca de suciedad pero se vive y hay niños), es de los más desagradables que he recibido. Pero visto lo visto, observo que quien habla de enterramientos es porque ya está muerto, quien miente y compra atención, sexo y ego, no vale nada y que las personas que amamos a nuestros amigos y a nuestras parejas, aunque no se lo merezcan, siempre tenemos menos que perder.

Si alguien te falla, sobra en tu vida. Yo quiero una vida plena, como la que ofrezco y el que no sepa verlo, que siga su camino a la mediocridad.

Yo soy una Ninfa, nadie con dos dedos de frente me trataría como a un ser vulgar, salvo que ese alguien sea el colmo de la vulgaridad. Hay que ver cómo engañan las primeras impresiones.

En fin, queridos amigos fallecidos e intentos fallidos de hombre: volved a vuestras fosas, hace mucho que estáis bajo tierra.

Y eso es lo que os merecéis.


5 comentarios:

Chipsoni@ dijo...

Nada que decir más que: Aaaaaaménnnnnnn!!!!!

Me alegra verte bloguerilmente activa otra vez, a ver si yo tambien me animo, pero es que ahora mismo mi vida se ha convertido en tal vorágine, que no se de que escribir, jajaja.

Un besazo, corazón.

La Orquídea dijo...

No sabes cómo me encanta oírte hablar así: tranquila pero con fuerza y convicción.

Un abrazo fuerte, compañera.

ninfasecreta dijo...

Chippi, querida, ésa vorágine es muy divertida y saludable. Ojalá yo estuviese de humor para retomarla... ;)

Querida Orquídea,gracias, las cosas podrían haber sido mucho mejores pero ya sabéis cuál es mi frase favorita: "No arrojes margaritas a los cerdos..."

Besosss a las dos

angelos dijo...

Reconozco que a veces, leyendo depende que cosas, tengo cierta verguenza de genero.

Lo importante es, al final, no tener nada que reprocharse.Actuar como se es. Nada mas.

Eres La Ninfa. No dejes que te amen de otra manera.


Besos

ninfasecreta dijo...

Gracias corazón angeloso. La frase final es preciosa...

Más besos