¿Cómo se mide la traición? ¿Por peso, por profundidad, por la víctima elegida, por el modo en que se practica, por el daño causado, por el número de damnificados...?
Supongo que la traición y la mentira no son asuntos de gran trascendencia para quien está habituado a practicarlas. Después de todo, son actitudes y situaciones que dañan a los otros, no al traidor.
Hay muchas modalidades de traición. La amistosa es triste por cuanto la base de ella es la lealtad, el apoyo, la sinceridad, el poder contar con el otro. Yo he vivido la traición de personas que amaba como hermanas. Siempre he dicho que mis amigos eran mi familia elegida. Sigo conservando estupendos amigos, a pesar de los pesares pero, lamentablemente, soy consciente de que vienen y van y que, salvo grandes excepciones, todos tienen su vida en la que uno no va a ser indispensable jamás. Quizá porque ellos sí tienen familias más tradicionales o, simplemente, porque es un tipo de amor que no todos sentimos del mismo modo.
A pesar de los pesares, yo opino que la amistad real se basa en la generosidad y no en la exclusividad. Por ello, a diferencia del amor, existen menos motivos para traicionarla... pero, aún así, la lealtad sigue siendo un bien escaso.
Está la traición laboral. Ésta, para ser honesto, es poco sorprendente y sólo te pilla el toro cuando eres muy joven. Valoro mucho el buen ambiente laboral pero sí tengo claro que los compañeros son sólo eso y, si por las razones que sean, eres tú o ellos, tendrás que caer. No los culpo en este caso. Otra cosa es medrar a la salud de la buena fe de uno pero... tampoco sorprende.
Por último, nos queda la traicion amorosa. En el amor, si no es verdadero -y tengo serias dudas de que exista como tal- quizá este concepto podria ser menos grave que la amistosa por cuanto el amor no se elige, lo mismo que no decides dejar de querer o hacerlo de modo voluntario. Sin embargo el daño es inmensamente mayor porque el amor si es exclusivo, o eso creemos, y aùna todas las cualidades de la amistad y ese sentimiento irracional y devastador que te hace volar o desintegrarte. Cuando se traiciona al amor, el dolor que se causa es el mayor que el ser humano conoce. Porque se traiciona la fe, la confianza, la esperanza de ser amado, los proyectos, la ilusión, la autoestima del otro,. Se traiciona al AMOR. A ese sentimiento que muchos no llegan a conocer jamás, cambiándolo por razonamientos terrenales, presuposiciones,comparaciones erróneas.
No hay un amor igual a otro, lo mismo que no hay una traición igual a otra. En los asuntos del corazón, el engaño puede ser inocuo, si la víctima no se entera o no duda, o no padece las consecuencias de él. Está mal pero... ojos que no ven, corazón que no siente.
En la otra modalidad, las dudas, miedos y dolores del cornudo/a son utilizados en su propia contra para convencerle de que es él quien comete el error, quien provoca el malestar, quien duda sin sentido. Así, se puede manipular y obligarle a confiar para poder seguir haciendo una doble vida, mintiendo a unos y otros, y haciendo que el verdugo logre convencer a su inconmensurable ego de que hace lo correcto y no tiene nada que objetar a su propia conducta.
Se causa dolor a sabiendas y se da uno la vuelta para cambiar de brazos mientras abandona al otro con los ojos arrasados de lágrimas por desprecio, abandono, ausencia de deseo... sin explicaciones, sin remordimientos. Y poder volar así, feliz, a otros brazos (también engañados) que reciben todas las atenciones que a los que sufren se les niega con mentiras, excusas, humillaciones. El traidor no se flagela, no siente remordimientos ni compasión por el otro. Sólo se siente mal si le pillan porque, por un instante, no puede mantener la estupenda imagen qeu tiene de sí mismo. Aún así, un gran traidor está encantado de haberse conocido e independientemente de que sea consciente de que lo que haya hecho esté bien o no, no necesita más que poder seguir alimentando su mediocridad emocional con nuevas víctimas.
Es terrible la traicion al amor. No me canso de decir que el amor es un sentimiento que hay que respetar, por encima de todas las cosas, aunque no sea recíproco. Pero si no puedes siquiera respetar el sentimiento, hay que respetar a las personas y, en último caso, ser lo bastante humano para apartarte de quien te ama antes de convertirlo en nadie.
Es triste que el amor traiga en este mundo más dolor que felicidad. No tendría que ser así, no era ése el plan cuando se creó, estoy segura.
Con los años y las pérdidas comienzas a pensar seriamente en no amar demasiado a tus amigos porque te abandonarán, no amar a los hombres, porque te destrozarán y no sentir demasiado por nada porque todo está destinado a terminar.
La traición es la antítesis de la humanidad. Y, sin embargo, sigue siendo quien la rige. Quizá porque el mundo es de los traidores.
Y por eso el mundo es cada día un lugar peor en el que vivir y morir.
domingo, octubre 31, 2010
domingo, octubre 24, 2010
Inspirador sufrimiento
Hace unos días uno de mis lectores comentaba que iba a ser muy difícil que yo escribiese de fuera adentro, como era mi propósito. Es duro admitirlo pero, ciertamente, ya casi no recuerdo cómo se hace. Es un hecho también que es más fácil transmitir emociones cuando éstas son tristes, quizá porque nada es más intenso que el dolor del alma.
Casi todos preferimos las canciones de desamor. Tal vez porque somos algo masoquistas o, más bien, porque ésa sí es una experiencia que, por suerte o por desgracia, hemos vivido y/o padecido la inmensa mayoría de los mortales. Una vida mayormente feliz es la excepción. Sin embargo, el sufrimiento es universal. No me parece justo ni con el menor sentido pero la estadística es implacable.
El caso es que nada es más inspirador que el dolor: los más hermosos poemas son melancólicos, las películas más entrañables tratan sobre amores y vidas atormentadas, los libros más profundos desmenuzan los más bajos instintos humanos. Y todos nos hemos visto reflejados en la adversidad.
No me gusta darle vueltas a las malas sensaciones. De hecho, tras mucho practicar pasándolas moradas y autoflagelándome, he aprendido a no regodearme, a mirar lo que tengo y no lo que no tengo.
Sin embargo, la parte menos racional de nuestro cerebro es bastante más dura de roer. Cuando sufro por algo o alguien la ansiedad se hace dueña de mi alma. No lloro, no me lamento e intento apartar los malos pensamientos, pero mi cuerpo me devuelve la pelota con terribles migrañas y una ansiedad que no me deja respirar.
No es tan simple levantarse cada mañana y decir: hoy no estaré ansiosa, no pensaré en lo que me hace daño, eso no existe, es el pasado. Lo mismo que cuesta matar la esperanza de que todo se arregle a sabiendas de que es muy improbable que ocurra.
Yo quisiera disfrutar de una amnesia selectiva. Tener esa paz mental que te permita alcanzar la serenidad, dejar pasar la vida sin esperar un nuevo golpe o, simplemente, no dejar que los recuerdos amargos condicionen.
Me gustaría tener una receta mágica para evitar el dolor de cabeza, la desesperanza, la desilusión. Y, paradójicamente, también quisiera matar la esperanza de que todo se vuelva hermoso como en las películas. O que las personas que se niegan a vivir el momento destruyan el presente, el pasado y el futuro.
Lamentablemente, no la tengo. Yo sólo quiero estar tranquila, amar tranquila, vivir tranquila. Pero es dificilísimo.
Qué raro... Ya he vuelto a escribir desde dentro y, claro...
Me he perdido.
Casi todos preferimos las canciones de desamor. Tal vez porque somos algo masoquistas o, más bien, porque ésa sí es una experiencia que, por suerte o por desgracia, hemos vivido y/o padecido la inmensa mayoría de los mortales. Una vida mayormente feliz es la excepción. Sin embargo, el sufrimiento es universal. No me parece justo ni con el menor sentido pero la estadística es implacable.
El caso es que nada es más inspirador que el dolor: los más hermosos poemas son melancólicos, las películas más entrañables tratan sobre amores y vidas atormentadas, los libros más profundos desmenuzan los más bajos instintos humanos. Y todos nos hemos visto reflejados en la adversidad.
No me gusta darle vueltas a las malas sensaciones. De hecho, tras mucho practicar pasándolas moradas y autoflagelándome, he aprendido a no regodearme, a mirar lo que tengo y no lo que no tengo.
Sin embargo, la parte menos racional de nuestro cerebro es bastante más dura de roer. Cuando sufro por algo o alguien la ansiedad se hace dueña de mi alma. No lloro, no me lamento e intento apartar los malos pensamientos, pero mi cuerpo me devuelve la pelota con terribles migrañas y una ansiedad que no me deja respirar.
No es tan simple levantarse cada mañana y decir: hoy no estaré ansiosa, no pensaré en lo que me hace daño, eso no existe, es el pasado. Lo mismo que cuesta matar la esperanza de que todo se arregle a sabiendas de que es muy improbable que ocurra.
Yo quisiera disfrutar de una amnesia selectiva. Tener esa paz mental que te permita alcanzar la serenidad, dejar pasar la vida sin esperar un nuevo golpe o, simplemente, no dejar que los recuerdos amargos condicionen.
Me gustaría tener una receta mágica para evitar el dolor de cabeza, la desesperanza, la desilusión. Y, paradójicamente, también quisiera matar la esperanza de que todo se vuelva hermoso como en las películas. O que las personas que se niegan a vivir el momento destruyan el presente, el pasado y el futuro.
Lamentablemente, no la tengo. Yo sólo quiero estar tranquila, amar tranquila, vivir tranquila. Pero es dificilísimo.
Qué raro... Ya he vuelto a escribir desde dentro y, claro...
Me he perdido.
jueves, octubre 21, 2010
Ya no
Ya no.
Ya no esperaré impaciente tu llegada, tus excusas tardías, tus abrazos tiernos.
Ya no.
Ya no me repetirás que soy la única, tu encaje perfecto, la más bella, la mejor.
Ya no.
Ya no compartiremos risas de pequeñas maldades, de frases cómplices, de situaciones absurdas que nos encanta repetir.
Ya no.
Ya no "resucitarás" de tus sueños para hacerme el amor, ya nunca podré acariciarte como te prometí, cuando llegase esa miniluna de miel para la que no quisiste encontrar tiempo.
Ya no.
Ya no soñaremos con viajes donde redescubriríamos la emoción de la primera vez en todo su esplendor.
Ya no.
Ya no me besarás a escondidas, ni me repetirás que estoy preciosa, incluso con mis gafas de patito feo.
Ya no.
Ya no volverás a repetirme que no estoy sola y yo no volveré a creer que he dejado de estarlo.
Ya no.
Ya no creeré que me amaste porque siempre elegiste no hacerlo, a pesar de tus palabras.
Ya no.
Ya no tendrás que inventar mentiras para ser y sentirte libre. No tendrás que volver a hacerme daño para alejarme de ti. Serás libre, como tanto deseabas, para halagar a otras, para enamorar a otras, para huir de la cárcel que, según dijiste, fui para ti.
Ya no.
Y yo ya no deberé sentir mariposas en el estómago recordándote cuando llamabas a la puerta, cuando me abrazabas en mi cama, cuando me llenabas y creía que yo también te llenaba.
Ya no.
Sólo espero que no tarde en llegar el día en que ya no duela, ya no desgarre, ya no sienta nada tras el shock del desengaño, la vergüenza y la humillación. Sólo espero poder olvidar, perdonar, alcanzar la dulce inconsciencia de la indiferencia. El día en que tu sólo recuerdo no me martirice tanto como lo amo.
Pero ese día aún no ha llegado.
Aún no.
Ya no esperaré impaciente tu llegada, tus excusas tardías, tus abrazos tiernos.
Ya no.
Ya no me repetirás que soy la única, tu encaje perfecto, la más bella, la mejor.
Ya no.
Ya no compartiremos risas de pequeñas maldades, de frases cómplices, de situaciones absurdas que nos encanta repetir.
Ya no.
Ya no "resucitarás" de tus sueños para hacerme el amor, ya nunca podré acariciarte como te prometí, cuando llegase esa miniluna de miel para la que no quisiste encontrar tiempo.
Ya no.
Ya no soñaremos con viajes donde redescubriríamos la emoción de la primera vez en todo su esplendor.
Ya no.
Ya no me besarás a escondidas, ni me repetirás que estoy preciosa, incluso con mis gafas de patito feo.
Ya no.
Ya no volverás a repetirme que no estoy sola y yo no volveré a creer que he dejado de estarlo.
Ya no.
Ya no creeré que me amaste porque siempre elegiste no hacerlo, a pesar de tus palabras.
Ya no.
Ya no tendrás que inventar mentiras para ser y sentirte libre. No tendrás que volver a hacerme daño para alejarme de ti. Serás libre, como tanto deseabas, para halagar a otras, para enamorar a otras, para huir de la cárcel que, según dijiste, fui para ti.
Ya no.
Y yo ya no deberé sentir mariposas en el estómago recordándote cuando llamabas a la puerta, cuando me abrazabas en mi cama, cuando me llenabas y creía que yo también te llenaba.
Ya no.
Sólo espero que no tarde en llegar el día en que ya no duela, ya no desgarre, ya no sienta nada tras el shock del desengaño, la vergüenza y la humillación. Sólo espero poder olvidar, perdonar, alcanzar la dulce inconsciencia de la indiferencia. El día en que tu sólo recuerdo no me martirice tanto como lo amo.
Pero ese día aún no ha llegado.
Aún no.
martes, octubre 19, 2010
Bajo tierra
De un tiempo a esta parte, y habida cuenta de que ciertas personas parecen empeñadas en amargarme la vida, me ha dado por trabajar con el pensamiento positivo y cosas de ese estilo en las que, tengo que confesar, nunca había creído.
No sería honesta del todo si digo que ahora creo ciegamente y que me va de lujo. Me temo que no es tan simple pero, al menos, intento aprender a eliminar de mi cabeza todo aquello que me hace daño. No es mano de santo (por desgracia) pero, al menos, te concentras en algo más positivo que la ira, la autocompasión y el dolor. No desaparecen así como así pero he encontrado nuevas fuerzas para enfrentarlo. O eso creo.
Antes me culpaba de todo lo malo que me pasaba y sigue pasando. Creía que era culpa mía por crédula, por fría, por apasionada, por valiente y por cobarde. Vamos, que me había convertido en el chollo de todos aquellos falsos amigos y amantes varios de tres al cuarto, porque siempre encontraba un modo de ver que el daño me lo había causado yo y, por lo tanto, no era digna de ser respetada y amada por mis amigos y parejas.
Ahora he aprendido -a fuerza de muchos palos y algo de reeducación mental- que soy muy valiosa y que cada desprecio, daño o actitud egoísta de los que quiero o he querido (también practico mucho lo de pasar página, soy una máquina) no es más que un reflejo de su pobreza espiritual. Tengo la conciencia tranquila cuando he ofrecido todo, porque soy así de boba, siempre que quiero a alguien del modo que sea, familiar, amistoso o amoroso, lo doy todo. Por lo general, se vuelve contra mí, soy quien sufre al final cuando me fallan o me recriminan pero dentro de mi cambio de chip, trabajo para sufrir menos, olvidar más rápido y no dar más a quien no lo merece.
Alguien me ha dicho un día que no estaba preparados para "enterrarse en una relación conmigo". Después de otro comentario gratuito sobre mi cocina (en donde no hay ni pizca de suciedad pero se vive y hay niños), es de los más desagradables que he recibido. Pero visto lo visto, observo que quien habla de enterramientos es porque ya está muerto, quien miente y compra atención, sexo y ego, no vale nada y que las personas que amamos a nuestros amigos y a nuestras parejas, aunque no se lo merezcan, siempre tenemos menos que perder.
Si alguien te falla, sobra en tu vida. Yo quiero una vida plena, como la que ofrezco y el que no sepa verlo, que siga su camino a la mediocridad.
Yo soy una Ninfa, nadie con dos dedos de frente me trataría como a un ser vulgar, salvo que ese alguien sea el colmo de la vulgaridad. Hay que ver cómo engañan las primeras impresiones.
En fin, queridos amigos fallecidos e intentos fallidos de hombre: volved a vuestras fosas, hace mucho que estáis bajo tierra.
Y eso es lo que os merecéis.
No sería honesta del todo si digo que ahora creo ciegamente y que me va de lujo. Me temo que no es tan simple pero, al menos, intento aprender a eliminar de mi cabeza todo aquello que me hace daño. No es mano de santo (por desgracia) pero, al menos, te concentras en algo más positivo que la ira, la autocompasión y el dolor. No desaparecen así como así pero he encontrado nuevas fuerzas para enfrentarlo. O eso creo.
Antes me culpaba de todo lo malo que me pasaba y sigue pasando. Creía que era culpa mía por crédula, por fría, por apasionada, por valiente y por cobarde. Vamos, que me había convertido en el chollo de todos aquellos falsos amigos y amantes varios de tres al cuarto, porque siempre encontraba un modo de ver que el daño me lo había causado yo y, por lo tanto, no era digna de ser respetada y amada por mis amigos y parejas.
Ahora he aprendido -a fuerza de muchos palos y algo de reeducación mental- que soy muy valiosa y que cada desprecio, daño o actitud egoísta de los que quiero o he querido (también practico mucho lo de pasar página, soy una máquina) no es más que un reflejo de su pobreza espiritual. Tengo la conciencia tranquila cuando he ofrecido todo, porque soy así de boba, siempre que quiero a alguien del modo que sea, familiar, amistoso o amoroso, lo doy todo. Por lo general, se vuelve contra mí, soy quien sufre al final cuando me fallan o me recriminan pero dentro de mi cambio de chip, trabajo para sufrir menos, olvidar más rápido y no dar más a quien no lo merece.
Alguien me ha dicho un día que no estaba preparados para "enterrarse en una relación conmigo". Después de otro comentario gratuito sobre mi cocina (en donde no hay ni pizca de suciedad pero se vive y hay niños), es de los más desagradables que he recibido. Pero visto lo visto, observo que quien habla de enterramientos es porque ya está muerto, quien miente y compra atención, sexo y ego, no vale nada y que las personas que amamos a nuestros amigos y a nuestras parejas, aunque no se lo merezcan, siempre tenemos menos que perder.
Si alguien te falla, sobra en tu vida. Yo quiero una vida plena, como la que ofrezco y el que no sepa verlo, que siga su camino a la mediocridad.
Yo soy una Ninfa, nadie con dos dedos de frente me trataría como a un ser vulgar, salvo que ese alguien sea el colmo de la vulgaridad. Hay que ver cómo engañan las primeras impresiones.
En fin, queridos amigos fallecidos e intentos fallidos de hombre: volved a vuestras fosas, hace mucho que estáis bajo tierra.
Y eso es lo que os merecéis.
lunes, octubre 11, 2010
¿El amor mueve el mundo?
Siempre me he reído de esa frase. La dicen constantemente en televisión, los famosos, los presentadores y hasta las marujas de la calle. "El amor mueve el mundo". Menudo pedazo de tópico.
Al margen de que está meridianamente claro que lo que mueve el mundo es el dinero (¿Qué si no dirige las posibilidades de acceso a la salud, al bienestar, a la compañía y hasta el amor -falso o no, a quién coño le importa, el tema es que lo parezca...-?).
A mí la ausencia de dinero en un momento dado me cambió la vida. Los falsos amores me rompieron el corazón pero, no hay mal que por bien no venga, acabas por no creer nada de lo que te cuenten. Ofrecer ternura y comprensión es totalmente contraproducente: te toman por idiota.
Mi experiencia demuestra, por pura estadística, que no hay como no enamorarse para que te suban a los altares y a la inversa: enamórate del mentecato de turno que le gusta que le den por saco -siempre lo niegan pero cuando se repite un patrón una y otra vez es que es un sodomita vocacional- y, en vista de que no lo zapateas te despreciará, rebajará y postergará. No todos serán así (espero) pero son muchos... Luego se quejan de sus malas experiencias previas... ¡Qué tontería! ¡Si lo que les pone cachondos es que los ninguneen, los presionen, los desprecien...!
No hay nada de malo en ello, es una elección o, más bien, una tendencia emocional. Sin embargo, deberían aceptar lo que son -aunque no sea políticamente correcto aceptar que eres un calzonazos vocacional- y no mezclarse con gente que está en una dinámica dirigida al respeto bidireccional.
Yo aprecio el respeto y el valor por encima de todo en cualquier relación: amistosas, profesionales o amorosas. Lo practico por pura coherencia aunque he de admitir que es un error en el mundo en que vivimos. Pero una es como es y es tarde para cambiar: tolerante pero con carácter, valiente pero vulnerable, sentimental pero consciente de que es un error de bulto.
La ansiedad es un sentimiento destructivo. Intento reforzar la coraza combatiéndola con todos los medios que están en mi mano. Ya sólo aspiro a sentirme bien, a tener serenidad y paz y que ésta no dependa de nadie. Recomienzo mi proyecto vital convencida de que estaré siempre con mis hijos, mientras ellos permanezcan a mi lado. Luego, sola. No será nada nuevo, he sido una solitaria desde niña, aunque tengo buenos amigos, pero no puedo ni debo depender de ellos.
Un buen golpe te hace reaccionar a veces. Si un amigo que sabe que sufres, no coge el teléfono, no es un amigo. Si un amor, pone por delante su bienestar y activa el "ojos que no ven, corazón que no siente"... no es más que un patético avestruz. A mí me gustan los hombres, la verdad, pero parece que ya no quedan.
Espero y deseo que éste sea mi último post en grado tan personal. Quiero volver a ser cronista y haceros sonreír con mi exacerbado espíritu crítico, hablando de naderías que son la base de la vida.
Voy a apostar por la cotidianeidad, por todas esas pequeñas cosas que son la vida, que nos pasan desapercibidas y pueden hacernos sonreír o emocionarnos. Quiero escribir desde fuera hacia dentro y no al revés. Os aseguro que será más divertido y terapéutico para todos.
Quiero un gato persa. Un hermoso gato que esté encantado de que lo acaricie y me haga compañía (egoístamente, lo sé, pero lo mismo hacen los hombres y, además de desaparecer, no son tan suaves y hermosos). Si alguien tiene un cachorrito para dar en adopción me hará feliz a mí y a los pequeños roedores. Para pagar el capricho no estamos.
En cualquier caso, doy gracias por lo vivido y aprendido.
Lo que nos define no es caer, es cómo nos levantamos.
Al margen de que está meridianamente claro que lo que mueve el mundo es el dinero (¿Qué si no dirige las posibilidades de acceso a la salud, al bienestar, a la compañía y hasta el amor -falso o no, a quién coño le importa, el tema es que lo parezca...-?).
A mí la ausencia de dinero en un momento dado me cambió la vida. Los falsos amores me rompieron el corazón pero, no hay mal que por bien no venga, acabas por no creer nada de lo que te cuenten. Ofrecer ternura y comprensión es totalmente contraproducente: te toman por idiota.
Mi experiencia demuestra, por pura estadística, que no hay como no enamorarse para que te suban a los altares y a la inversa: enamórate del mentecato de turno que le gusta que le den por saco -siempre lo niegan pero cuando se repite un patrón una y otra vez es que es un sodomita vocacional- y, en vista de que no lo zapateas te despreciará, rebajará y postergará. No todos serán así (espero) pero son muchos... Luego se quejan de sus malas experiencias previas... ¡Qué tontería! ¡Si lo que les pone cachondos es que los ninguneen, los presionen, los desprecien...!
No hay nada de malo en ello, es una elección o, más bien, una tendencia emocional. Sin embargo, deberían aceptar lo que son -aunque no sea políticamente correcto aceptar que eres un calzonazos vocacional- y no mezclarse con gente que está en una dinámica dirigida al respeto bidireccional.
Yo aprecio el respeto y el valor por encima de todo en cualquier relación: amistosas, profesionales o amorosas. Lo practico por pura coherencia aunque he de admitir que es un error en el mundo en que vivimos. Pero una es como es y es tarde para cambiar: tolerante pero con carácter, valiente pero vulnerable, sentimental pero consciente de que es un error de bulto.
La ansiedad es un sentimiento destructivo. Intento reforzar la coraza combatiéndola con todos los medios que están en mi mano. Ya sólo aspiro a sentirme bien, a tener serenidad y paz y que ésta no dependa de nadie. Recomienzo mi proyecto vital convencida de que estaré siempre con mis hijos, mientras ellos permanezcan a mi lado. Luego, sola. No será nada nuevo, he sido una solitaria desde niña, aunque tengo buenos amigos, pero no puedo ni debo depender de ellos.
Un buen golpe te hace reaccionar a veces. Si un amigo que sabe que sufres, no coge el teléfono, no es un amigo. Si un amor, pone por delante su bienestar y activa el "ojos que no ven, corazón que no siente"... no es más que un patético avestruz. A mí me gustan los hombres, la verdad, pero parece que ya no quedan.
Espero y deseo que éste sea mi último post en grado tan personal. Quiero volver a ser cronista y haceros sonreír con mi exacerbado espíritu crítico, hablando de naderías que son la base de la vida.
Voy a apostar por la cotidianeidad, por todas esas pequeñas cosas que son la vida, que nos pasan desapercibidas y pueden hacernos sonreír o emocionarnos. Quiero escribir desde fuera hacia dentro y no al revés. Os aseguro que será más divertido y terapéutico para todos.
Quiero un gato persa. Un hermoso gato que esté encantado de que lo acaricie y me haga compañía (egoístamente, lo sé, pero lo mismo hacen los hombres y, además de desaparecer, no son tan suaves y hermosos). Si alguien tiene un cachorrito para dar en adopción me hará feliz a mí y a los pequeños roedores. Para pagar el capricho no estamos.
En cualquier caso, doy gracias por lo vivido y aprendido.
Lo que nos define no es caer, es cómo nos levantamos.
domingo, octubre 10, 2010
Vuelve la Ninfa
Querida Ninfa... ¡´Cuánto tiempo te he tenido olvidada! Se me han ido los días entre el trabajo, las emociones, los silencios a gritos, la vida misma que me ha tenido tan entretenida como confundida.
Es fácil perder el hábito de escribir... o el deseo... En realidad, sigo pensando en modo blog, inventando frases con esta o aquella anécdota que me darían para un comentario. Pero he entrado en una rueda de desidia, pudor y autocontrol que me han mantenido alejada de mi Ninfa.
La Ninfa es un ser de luz, seguro y mágico. Yo quise que se conociese en su faceta más humana y, claro, ha salido perdiendo. Sin su polvo de oro protegiéndola e iluminándola los vulgares mortales se confunden y la minusvaloran. Pero ha despertado, me ha soltado cuatro frescas y me ha dicho a mí (su envoltura más carnal y vulgar) que me aparte de ella. He atraído una negatividad que no le corresponde, mi pequeña hada es el paladín de la autoestima y la capacidad de desprender y generar amor.
Ha vuelto con renovadas fuerzas. Esta vez no nos permitiremos dolor, autocompasión y derrotismo. Ha abrillantado sus alas justo donde se las rasgaron, se ha desprendido de lastres, ha arreglado su precioso vestidito y ha vuelto a mirar por encima de mis pequeños y limitados ojos. Ya no me mira a mí, ni me escucha. Camina hacia la luz.
Y no habrá temporal ni cobardes ni mentiras ni afrentas que la frenen.
Ha vuelto. Y ha vuelto para quedarss.
Bienvenida, Ninfa Secreta.
Es fácil perder el hábito de escribir... o el deseo... En realidad, sigo pensando en modo blog, inventando frases con esta o aquella anécdota que me darían para un comentario. Pero he entrado en una rueda de desidia, pudor y autocontrol que me han mantenido alejada de mi Ninfa.
La Ninfa es un ser de luz, seguro y mágico. Yo quise que se conociese en su faceta más humana y, claro, ha salido perdiendo. Sin su polvo de oro protegiéndola e iluminándola los vulgares mortales se confunden y la minusvaloran. Pero ha despertado, me ha soltado cuatro frescas y me ha dicho a mí (su envoltura más carnal y vulgar) que me aparte de ella. He atraído una negatividad que no le corresponde, mi pequeña hada es el paladín de la autoestima y la capacidad de desprender y generar amor.
Ha vuelto con renovadas fuerzas. Esta vez no nos permitiremos dolor, autocompasión y derrotismo. Ha abrillantado sus alas justo donde se las rasgaron, se ha desprendido de lastres, ha arreglado su precioso vestidito y ha vuelto a mirar por encima de mis pequeños y limitados ojos. Ya no me mira a mí, ni me escucha. Camina hacia la luz.
Y no habrá temporal ni cobardes ni mentiras ni afrentas que la frenen.
Ha vuelto. Y ha vuelto para quedarss.
Bienvenida, Ninfa Secreta.
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