Hoy vengo dispuesta a hacer un post de esos más frívolos y amenos. La Ninfa que rebusca en los recovecos del amor y los sentimientos asusta a unos, disgusta a otros y -sobre todo- es sometida a juicios de valor con demasiada frecuencia.
No siempre escribimos de forma cien por cien autobiográfica. Es como pensar que un poeta escribe todo sólo para una persona determinada. Escribir sobre sentimientos es sólo un modo de canalizar la sensibilidad de cada cual, de nuestro modo de vivir el amor y transmitirlo. No es una radiografía de la vida personal de uno. Si ese mensaje tiene o no destinatario real es indiferente. La lectura tiene esa cualidad universal: nos permite descubrirnos a través de ella, identificarnos o ratificarnos. Y todo lo demás son elucubraciones.
Hace unos días ´me echaba unas risas con el Duendecillo, que dice que debería escribir un texto sobre mis consejitos sobre todo lo que una señorita de pro debe y no debe hacer a la hora de tener una cita y elegir al candidato adecuado. Probaré a hacer recuento improvisando, como siempre.
Normas de conducta elemental femenina para no pasearse con tipejos de esos que incrementa la media de capullos nacionales: (Dirigida principalmente a las mozas especialmente jóvenes)
-Eliminar el argot vallecano o de donde sea a la hora de quedar con un muchachote. Prohibidas las palabras y expresiones pibe, "ej que", "que te den por culo", "yo privo litro", etc, etc, etc.
-No ir vestida como un putón en la primera cita pero tampoco desaliñada. Apuesta por una imagen femenina y saca partido de tus puntos fuertes. Eso sí, no de todos a la vez, que queda muy ordinario.
-De ningún modo quedar en un parque a hacer botellón ni con pringados que te llevan a un bar a "pillar" por muy progre y pasota que se quiera parecer. Hasta un porrero debe tener el buen gusto de invitar.
-Pagar alguna ronda si el sujeto te deja (señal de elegancia es no permitirlo) pero jamás, jamás, ser la tonta del bote que apoquina siempre.
-No llevarse al catre a un tipejo que hayas conocido de copas. Si quiere algo, que te llame otro día. Tal y como es Madrid hay grandes posibilidades de que no lo haga y, así, una muesca menos en tu revólver. Ya sabemos que van a desaparecer pero siquiera que mantengan interés unas horas...
-Permitir cualquier gesto caballeresco. Apuesta por el femininismo en vez de por el feminismo denostado. Tú sabes que eres divina y él debe comportarse como si lo fueses.
-Evita acostarte con nadie en la primera cita. Más que nada para que te paguen una segunda cena...
-Evita sentimiento alguno y reincidencia excesiva en las relaciones sexuales. Te acabas pillando (ergo encoñándote) y la posibilidad de que salga algo decente de ahí es casi negligible...
No caigo ahora, seguro que hay cientos más. Cuando el Duendecillo me recuerde las chorradas que le digo a lo largo del día, alargo la lista.
Buenas tardes con sonrisa :-)
lunes, abril 27, 2009
lunes, abril 20, 2009
No puedes perderme
Qué deseos de escribir, de comunicar, de dar salida a tantas sensaciones que me embargan, que me sobrepasan, que quiero liberar a gritos... y he de callar, sabedora de que una sólo es dueña de sus silencios.
Quizá el problema es que, esta vez, las palabras no son mis aliadas, no son el catalizador, no puedo ni debo pronunciarlas en alto... o se romperá el encantamiento. O sí lo son pero no bastan, no me bastan. Es tan grande mi deseo, tan diáfano, tan irracional que no sería púdico transmitirlo.
Me muero de ganas de ti, me muero de ganas desde hace tanto tiempo... que ya no me cuento historias, no me autoconvenzo, no intento esconderte en el apartado cerrado del imposible.
Si no puedo tenerte, como es probable, tal vez habrá otros que disfruten mi cuerpo, que me hagan vibrar, que me tomen... o casi. Pero yo sé y tú sabes que ayer, hoy y mañana, viva lo que viva, juegue a lo que juegue, soy tuya.
Sé que temes al amor porque sufriste demasiado la pérdida. Sé que elegirás donde no te llenen demasiado para que el hueco, si acaba, sea pequeño. Sé que la apreciarás dócil, sumisa, aunque mi espíritu indómito te haya tocado el corazón. Aunque no puedas evitar tender el brazo para que el halcón se pose en él cuando te sobrevuele. Igual que luego lo lanzas a volar de nuevo, alto, muy alto, lejos. A sabiendas de que, después de todo, siempre volverá.
Sé (y sabes) que yo soy tu destino pero hay muchos futuros posibles. Seguramente no escogerás uno en el que esté incluida pero nadie puede quitarnos lo que hemos sido, somos y todavía seremos.
Es ya mucho tiempo, son años. He tenido muchas relaciones, de todos los tipos y sé que tú eres ÉL. También soy consciente de que te aterra. No temas, no te perseguiré, nunca lo hago. No voy a pedirte nada, etiquetas, fidelidad, promesas. No hay condiciones, no hay límites, no hay opciones. No tengo perspectivas, sólo te siento dentro y fuera de mí. A mi lado o a cientos de kilómetros. No tengo ganas de seguir engañándome con pasiones pasajeras, de intentar olvidar lo inolvidable, de sustituir a lo insustituible. No pretendo nada más que amarte cuando te dejes, de darme cuando me tomes, de doblegarme cuando decidas domarme. Que decidas ser mi amo al fin...
Simplemente te pertenezco, soy tuya. Nunca he dejado de serlo. Y no importa lo que pase, dónde estés ni con quién. Dónde esté yo ni en brazos de quién. Recuerda siempre que no te haré daño. Contigo o sin ti, sientas o no, me tomes o no, me ames o no.
Porque por mucho que te asuste o por mucho que lo desees...
No puedes perderme.
.
Quizá el problema es que, esta vez, las palabras no son mis aliadas, no son el catalizador, no puedo ni debo pronunciarlas en alto... o se romperá el encantamiento. O sí lo son pero no bastan, no me bastan. Es tan grande mi deseo, tan diáfano, tan irracional que no sería púdico transmitirlo.
Me muero de ganas de ti, me muero de ganas desde hace tanto tiempo... que ya no me cuento historias, no me autoconvenzo, no intento esconderte en el apartado cerrado del imposible.
Si no puedo tenerte, como es probable, tal vez habrá otros que disfruten mi cuerpo, que me hagan vibrar, que me tomen... o casi. Pero yo sé y tú sabes que ayer, hoy y mañana, viva lo que viva, juegue a lo que juegue, soy tuya.
Sé que temes al amor porque sufriste demasiado la pérdida. Sé que elegirás donde no te llenen demasiado para que el hueco, si acaba, sea pequeño. Sé que la apreciarás dócil, sumisa, aunque mi espíritu indómito te haya tocado el corazón. Aunque no puedas evitar tender el brazo para que el halcón se pose en él cuando te sobrevuele. Igual que luego lo lanzas a volar de nuevo, alto, muy alto, lejos. A sabiendas de que, después de todo, siempre volverá.
Sé (y sabes) que yo soy tu destino pero hay muchos futuros posibles. Seguramente no escogerás uno en el que esté incluida pero nadie puede quitarnos lo que hemos sido, somos y todavía seremos.
Es ya mucho tiempo, son años. He tenido muchas relaciones, de todos los tipos y sé que tú eres ÉL. También soy consciente de que te aterra. No temas, no te perseguiré, nunca lo hago. No voy a pedirte nada, etiquetas, fidelidad, promesas. No hay condiciones, no hay límites, no hay opciones. No tengo perspectivas, sólo te siento dentro y fuera de mí. A mi lado o a cientos de kilómetros. No tengo ganas de seguir engañándome con pasiones pasajeras, de intentar olvidar lo inolvidable, de sustituir a lo insustituible. No pretendo nada más que amarte cuando te dejes, de darme cuando me tomes, de doblegarme cuando decidas domarme. Que decidas ser mi amo al fin...
Simplemente te pertenezco, soy tuya. Nunca he dejado de serlo. Y no importa lo que pase, dónde estés ni con quién. Dónde esté yo ni en brazos de quién. Recuerda siempre que no te haré daño. Contigo o sin ti, sientas o no, me tomes o no, me ames o no.
Porque por mucho que te asuste o por mucho que lo desees...
No puedes perderme.
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domingo, abril 19, 2009
¿Carne, corazón o carpe diem?
¿Dónde está la barrera entre la pasión, el amor, la perversión o el vicio? ¿Existe realmente? ¿Es compatible el amor con ofrecerlo todo (TODO) sin condiciones, a sabiendas de que otras lo hicieron y no fueron más que carne? O no el amor, ya no apuesto por encontrarlo, pero sí me repugna la idea de ser una muesca más en el revólver de algún conquistador al más tradicional uso. A todas nos asusta el temor a no ser más que una hembra para el descanso del guerrero.
Y no es que algunas mujeres -pero sólo algunas- no estemos encantadas de ser el descanso de NUESTRO guerrero, pero el nuestro. Algunas somos sexualmente osadas, vitalmente valientes pero emocionalmente vulnerables. Nos gusta creer (aunque seamos lo bastante maduras para saber que no es así y practicar a pies juntillas el "ojos que no ven, corazón que no siente")que somos especiales. A todas nos pasa esa idiotez. Nos educaron así y somos así. No lo considero un defecto, sólo hemos domesticado el animal equivocado.
A mí me gustan los retos, la aventura, el riesgo. Hace varias vidas que quiero entregarme por entero, a lo grande, ser poseída en el sentido más pleno y obsceno de la palabra. Y lo seré. Haré frente a mis miedos, a mis prejuicios no sexuales sino sentimentales. Aprenderé de nuevo a tomar distancia salvo que me pidan que me acerque.
No hay más certezas que mis propios deseos. Ya no necesito ponerle nombre a ninguna relación, no sueño con una pareja, no quiero nada ortodoxo, no pretendo ser la elegida. Sólo quiero evitar ser un pedazo de carne para quien no lo es para mí.
Estoy en proceso de vuelta al carpe diem sin renunciar a nada. Ni a la posiblidad de que me descubran algún día ni de disfrutar de las aventuras con la misma desidia y egoísmo que cualquier hombre.
Seguro que estarán encantados.
Y no es que algunas mujeres -pero sólo algunas- no estemos encantadas de ser el descanso de NUESTRO guerrero, pero el nuestro. Algunas somos sexualmente osadas, vitalmente valientes pero emocionalmente vulnerables. Nos gusta creer (aunque seamos lo bastante maduras para saber que no es así y practicar a pies juntillas el "ojos que no ven, corazón que no siente")que somos especiales. A todas nos pasa esa idiotez. Nos educaron así y somos así. No lo considero un defecto, sólo hemos domesticado el animal equivocado.
A mí me gustan los retos, la aventura, el riesgo. Hace varias vidas que quiero entregarme por entero, a lo grande, ser poseída en el sentido más pleno y obsceno de la palabra. Y lo seré. Haré frente a mis miedos, a mis prejuicios no sexuales sino sentimentales. Aprenderé de nuevo a tomar distancia salvo que me pidan que me acerque.
No hay más certezas que mis propios deseos. Ya no necesito ponerle nombre a ninguna relación, no sueño con una pareja, no quiero nada ortodoxo, no pretendo ser la elegida. Sólo quiero evitar ser un pedazo de carne para quien no lo es para mí.
Estoy en proceso de vuelta al carpe diem sin renunciar a nada. Ni a la posiblidad de que me descubran algún día ni de disfrutar de las aventuras con la misma desidia y egoísmo que cualquier hombre.
Seguro que estarán encantados.
jueves, abril 16, 2009
Crónica de una pasión
Esta vez me he dejado ver por dentro y por fuera. No he sentido miedo, no he dudado, no he pretendido que tuviese más trascendencia que ser y sentirme libre. Y lo he logrado.
He tardado mucho o tal vez no, tal vez éste era el momento perfecto. Lo es porque nunca he estado tan segura de nada, porque con todos tus defectos, ningún otro te llega a la suela de los zapatos, porque quería que me tomases toda, sin condiciones, sin tabúes, sin miedos. Porque deseaba que entendieses que soy tuya. Y así lo hiciste.
Me esperabas agazapado en la oscuridad, silencioso, expectante... Aún no creías en mi, aún dudabas. Me atrapaste de un sólo zarpazo para descubrir mis medias de blonda, mi lencería oscura como nuestros deseos... Y nada más.
Nuestro simple roce nos convierte en los dos animales, diseñados a medida, que somos. La gata salvaje que tanto te gusta y tanto deseas someter jugó a arañar, a morder, a lamer. Puso su experiencia, su pasión desenfrenada, su sabiduría a tu disposición... Y la tomaste toda.
El calor, la humedad, la fuerza, ese encuentro de pieles candentes se hicieron dueñas de tu cama. No podíamos ni queríamos parar. No dejamos un sólo espacio sin cubrir, ningún deseo por cumplir, ninguna sensación por percibir. Fuimos locos, fuimos sexo, fuimos Uno.
Te lo di todo, lo que sólo estoy dispuesta a darte a ti, lo que tú sabes que no es ni será de nadie más. Te entregué mi cuerpo, mi alma, mis deseos y, por fin, te diste cuenta.
Y esto es sólo el principio
(Estoy sin sonido en el ordenador... Espero que podáis escuchar esta estupenda letra)
He tardado mucho o tal vez no, tal vez éste era el momento perfecto. Lo es porque nunca he estado tan segura de nada, porque con todos tus defectos, ningún otro te llega a la suela de los zapatos, porque quería que me tomases toda, sin condiciones, sin tabúes, sin miedos. Porque deseaba que entendieses que soy tuya. Y así lo hiciste.
Me esperabas agazapado en la oscuridad, silencioso, expectante... Aún no creías en mi, aún dudabas. Me atrapaste de un sólo zarpazo para descubrir mis medias de blonda, mi lencería oscura como nuestros deseos... Y nada más.
Nuestro simple roce nos convierte en los dos animales, diseñados a medida, que somos. La gata salvaje que tanto te gusta y tanto deseas someter jugó a arañar, a morder, a lamer. Puso su experiencia, su pasión desenfrenada, su sabiduría a tu disposición... Y la tomaste toda.
El calor, la humedad, la fuerza, ese encuentro de pieles candentes se hicieron dueñas de tu cama. No podíamos ni queríamos parar. No dejamos un sólo espacio sin cubrir, ningún deseo por cumplir, ninguna sensación por percibir. Fuimos locos, fuimos sexo, fuimos Uno.
Te lo di todo, lo que sólo estoy dispuesta a darte a ti, lo que tú sabes que no es ni será de nadie más. Te entregué mi cuerpo, mi alma, mis deseos y, por fin, te diste cuenta.
Y esto es sólo el principio
(Estoy sin sonido en el ordenador... Espero que podáis escuchar esta estupenda letra)
sábado, abril 04, 2009
¿Dentro o fuera?
Me he propuesto dejar de hablar de mí misma en el blog. Lo prometo. Pero cuando intento pensar en escribir, me resulta mucho más fácil destilar pensamientos.
He sido periodista muchos años. Estoy acostumbrada a escribir asépticamente, a opinar más o menos apasionadamente pero siempre guardando la distancia profesional. Pretendía escribir en un formato crónica. Sin embargo, pensar en tratar temas de forma generalista choca con esta etapa de introspección casi permanente.
No sé por qué soy tan desproporcionadamente reflexiva. Tal vez sea la edad, el exceso de tiempo libre o ese punto de soledad que nos hace a algunos buscarnos por todos los rincones de nuestra piel pretendiendo, quizá, descubrir que somos tan autosuficientes que estamos dispuestos a pasar el resto de nuestras vidas sin compañero.
En este nuevo siglo, donde se premia el no sentir, todos parecemos trabajar en nuestro posado de proselitismo de la libertad, a tal punto, que somos esclavos de ella.
A mí me gustaría creer que lo que tengo llena mi vida, una vida que si bien no está ni mucho menos vacía, podría estar muchísimo más llena. Y no tiene que llenarla nadie. Sólo tienen que permitirme dejarles pasar a mi corazón. Sólo tengo que permitirme elegir personas adecuadas y no posibles/imposibles. Sólo tengo que dejar de ser yo misma.
Así que sigo mirando dentro, desmenuzando mis secretos, mis pecados, mis amores, mis pasiones. Pero no puedo evitar tener miedo de rendirme, de claudicar, de perderme la vida.
Y no es que no quiera salir es que no pinto nada fuera.
He sido periodista muchos años. Estoy acostumbrada a escribir asépticamente, a opinar más o menos apasionadamente pero siempre guardando la distancia profesional. Pretendía escribir en un formato crónica. Sin embargo, pensar en tratar temas de forma generalista choca con esta etapa de introspección casi permanente.
No sé por qué soy tan desproporcionadamente reflexiva. Tal vez sea la edad, el exceso de tiempo libre o ese punto de soledad que nos hace a algunos buscarnos por todos los rincones de nuestra piel pretendiendo, quizá, descubrir que somos tan autosuficientes que estamos dispuestos a pasar el resto de nuestras vidas sin compañero.
En este nuevo siglo, donde se premia el no sentir, todos parecemos trabajar en nuestro posado de proselitismo de la libertad, a tal punto, que somos esclavos de ella.
A mí me gustaría creer que lo que tengo llena mi vida, una vida que si bien no está ni mucho menos vacía, podría estar muchísimo más llena. Y no tiene que llenarla nadie. Sólo tienen que permitirme dejarles pasar a mi corazón. Sólo tengo que permitirme elegir personas adecuadas y no posibles/imposibles. Sólo tengo que dejar de ser yo misma.
Así que sigo mirando dentro, desmenuzando mis secretos, mis pecados, mis amores, mis pasiones. Pero no puedo evitar tener miedo de rendirme, de claudicar, de perderme la vida.
Y no es que no quiera salir es que no pinto nada fuera.
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