martes, noviembre 27, 2007

Del abrazo con sentimiento inesperado

Vaya semanita, señores. De la parte del servicio doméstico (qué cosa tan refinada parece dicha así…) prefiero no hablar hasta hallar soluciones. Baste decir que la susodicha asistenta me ha dejado dos vísperas de puente colgada con enfermedades repentinas y no ha ido recoger a los niños.

He tenido de todo, desde ataque de rabia, autocompasión e instintos asesinos. Ahora, con el fin de semana aguado por la impresentable en cuestión, espero a que las cosas se solucionen, despacio y con mucho esfuerzo, para no perder las buenas costumbres. Os mantendré informados de tan apasionante asunto y que tanto me desquicia.

En fin, a lo suyo. Al fin me pasé por casa, o sea, mi tierra natal. De modo fugaz , porque dos de los cuatro días que tenía los pasé al volante (¡NUNCA MÁIS!), pero al menos pude ver a alguien.

A mi hermana A. la he visto lo suficiente para decidir que voy a pasar más días de Navidad en mi tierra de los previstos porque me necesita. Está como una cabra postparto, con su bebé, atacada de una maternidad galopante acompañada de un hombre mayormente inoperante, como casi todos en estas lides.

Sigue perdida para la causa, esto es, no sale aunque diga que quiere y proteste todo el rato, no mea más que si el niño duerme y, fuera de Gran Hermano, que le apasiona, y los achaques de la criatura, apenas hemos podido entrar en ninguna otra materia. A pesar de los pesares, creo que le hace falta tenerme cerca aunque sea para darle alguna palmadita de apoyo y tratar de enseñarle la luz al final del túnel de la “babyetapa”.

También me ha dado tiempo a mosquearme con una “amiga” que me dejó colgada nada más aterrizar, así que está castigada hasta la vuelta y ya veremos.

Mi prima, más guapa que nunca la condenada, sigue matándome de envidia con el precioso piso que está montando y su inigualable buen gusto para hacerlo. Es curioso, hace unos años, cuando compré mi piso, también tuve mi temporada de interiorismo desatado pero ahora, tras tantos esfuerzos y muebles tirados, me encanta ver pero no tengo las fuerzas ni la ilusión para acometer ningún proyecto decorativo. Se va desgastando una hasta para eso, vaya por Dios.

Mis amiguísimos de siempre, pues tal cual. Como en casa con todos nuestros roedores destrozando la suya (¡Cómo mola…!) y en tránsito hacia la Navidad.

La noche de copas estuvo curiosa. Me encontré algún amigo, algún ex amante que otro y caras conocidas. He de decir que hubo un encuentro que me impactó especialmente.

Yo acostumbro a pensar que, salvo relaciones muy cercanas, el poso que se deja en relaciones poco ortodoxas es inexistente. No acostumbro a guardar rencor por nada y mis relaciones en relaciones más o menos platónicas (o no) son siempre afables.

Sin embargo, esa noche me encontré a una persona en la que no creía haber dejado la menor huella. Nos vimos y esperaba un saludo cálido, cordial. Sin embargo, para mi sorpresa, recibí uno de los abrazos más… epatantes de los últimos años. Es difícil describirlo. Fue un abrazo, largo, fuerte, denso. Nada de brazos blandos o besos de cumplido. Me estrechó con fuerza, me quedé pegada a ese abrazo durante unos largos segundos y me transmitió… un afecto profundo, sincero, intenso. Reconozco que aún me conmociona pensar en ese contacto, por inesperado y candente. Y me emociona pensar que, por unos segundos, esa persona se sintió realmente feliz de verme. A pesar del tiempo y la distancia, ese cariño no sólo no parecía haber desaparecido sino que aparecía ante mí vivo, alegre, reforzado.

Tal vez es sólo fruto de mi imaginación pero me gustó mucho encontrarme una sorpresa de tal valor humano. Ese alguien parecía sinceramente feliz de reencontrarme y, para cuando me recordó que le llamase cuando fuese por Santiago, no me quedó otra que reconocer que su número pertenecía al grupo de los borrados por falta de utilidad en mi agenda.

Sorprendentemente, a todo el mundo le molesta que le borre de mi lista (hombres y mujeres) a pesar de que mi buen criterio queda demostrado después de nueve meses sin noticia alguna de quien espera no ser borrado. En cualquier caso, éste no es el asunto.

Me encantaría pensar que, de vez en cuando, me equivoco con las personas y son capaces de reconocerme aunque, quizás, ello sea fruto de la distancia. De todos modos, no puedo sino solazarme y sentirme embriagada de que, a pesar de los pesares, la ninfa traviesa aún sea capaz de generar un afecto tan genuino en alguien que estuvo por su vida sólo de paso.

Me debes una llamada perdida y una visita. Yo también me sentí feliz de verte. Y un poco triste.

Paradojas de la vida

10 comentarios:

Félix Amador dijo...

¿Promete?

¿Es para desconfiar?

Recuperar un polvo perdido puede ser gratificante o una trampa o.....

Ya contarás.

ninfasecreta dijo...

No me meteré en trampas, ya soy mayorcita.

Segundas partes nunca fueron buenas pero es bonito ver que la gente conserva buenos sentimientos, después de todo.

Gracias por visitarme, lo considero todo un honor.

ninfasecreta dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Querida Ninfa,me ha encantado lo que has puesto y te garantizo que soy espontaneo y sincero,en el libro de la vida los capitulos mas largos no son los mas importantes y hay gente que a pesar del tiempo ocupado en mi vida no merece ni un apreton de manos.
Hay buena gente y gente buena, hay personas a las que admiras y personas admirables y tu estas en el segundo grupo en ambos casos.
La vida nos ha ensñado a valorar lo importante porque nadie nos ha regalado nada.No es cuestion de segundas partes es cuestion de personas.
que sepas que me has emocionado!
Tendras mi llamada "perdida" y mi visita.
bs

ninfasecreta dijo...

Me alegro de que te haya gustado porque es sincero al cien por cien (como yo casi siempre).

No sé si merezco tus palabras y elogios pero, en todo caso, son dignas de ser agradecidas. No sé si formo parte de algún capítulo de tu libro vital pero está claro que tienes un corazón grande en el que quepo incluso yo.

Supongo que el haberte emocionado es parte de el sentimiento que he transmitido.

Un beso, Lobo

El Maestro Gramático dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
El Maestro Gramático dijo...

Te mando un abrazo bloguero fortísimo.

El maestro gramático.

Pepe Castro dijo...

Enhorabuena por haber tenido oportunidad de pasar por una experiencia así. Además lo has escrito tan bonito que me he estremecido.
Un besote.

ninfasecreta dijo...

Pepe, qué vas a hacer? Me tienes en ascuasss!!

ninfasecreta dijo...

Por cierto, maestro, muchas gracias por tu abrazo. Aún no sé a qué se debe pero se agradece.

Besito