Hace mucho que no entraba por aquí. Hace tiempo que decidí, voluntariamente, dejar de escribir en este blog y en todas partes. Hace meses que estoy de brazos caídos y, por eso mismo, no quise seguir adelante con unos textos tristes, desesperanzados y deprimentes. Hace tiempo que se fue la Ninfa. Hace tiempo que creo que no existe.
Una larga noche de insomnio me ha traído hasta aquí. He leído a mis viejos amigos blogueros. También están tristes y apagados. Es la primavera. O la crisis. O la vida, que no es tan bella como dicen los amantes de las frases hechas.
Hace tiempo que había pensado en entrar a despedirme. A decirle a mis fieles, adorables todos, que tanto me han dado, que tanto me han hecho sentir, que tanto hemos reído y llorado juntos, que se había terminado.
Me cuesta dejar atrás a la Ninfa literaria. La otra me ha abandonado hace tiempo, hace año y medio largo... No sé si para siempre, no sé si existió y era sólo mi fantasía pero era mejor cuando aún quedaba capacidad para soñar. Porque, como decía Wendy cuando la ninfilla Campanilla se moría... "Si no crees en la magia, su luz se apagará". Y así es.
No veo luz. Ni en este país, con su imparable crisis, ni en la Ninfa (bueno, hace mucho que no la veo a ella) ni en mí misma. Por eso me fui, para no transmitir una imagen que me disgusta, que no atrae ni regala nada bueno.
No sé si volveré pero debía despedirme.
Os echo de menos.
La Ninfa también.