Son días de muchos sentimientos entrecruzados, entrelazados, amordazados, estrangulados. Son momentos para pensar en cosas importantes y en las que no lo parecen. El exceso de tiempo en soledad propia y ajena da tiempo a darle vueltas a muchas cosas.
Conozco personas que han malgastado su vida, destrozando sus cuerpos y sus mentes, apartándose y apartando todo lo bueno de su entorno. Conozco seres que viven vacíos concentrados en su ombligo y otros que mueren sumergidos en el vacío que ellos mismos han creado a lo largo de su estéril existencia. Hay gente que recoge lo que siembra y, en demasiados casos, la cosecha es terrible.
Sigo creciendo y viviendo experiencias que, tal vez, no deberían haber sido tan reiteradas. Nadie está preparado a sobrevivir a tantos que han compartido parte del camino en su vida pero, desgraciadamente o quizá por ventura, los golpes te hacen algo más inmune al dolor. Puedo verme desde fuera como a una extraña, con perspectiva, haciendo lo que debo, sintiendo lo que puedo, afrontando lo que venga.
Me invade la enorme tristeza de no estar triste cuando quisiera estarlo. Matar el amor (de la clase que sea, fraternal, romántico, amistoso) es un crimen que pocos son conscientes del enorme precio que habrán de pagar. Creemos que estamos por encima del bien y el mal, que no pueden tocarnos, que el dolor ajeno es eso, ajeno, un daño que, hayamos causado o no, no nos atañe.
Es amargo descubrir que aquello que creíste que era lo más hermoso y real de tu vida nunca existió, era una mera ilusión, no había diferencia alguna con nada de lo vivido antes. Si acaso un detalle que lo ensucia más: la mentira.
He visto morir solas a demasiadas personas. He tenido que matar en mi corazón demasiados seres que se han cruzado en mi vida. Unos han muerto físicamente, otros se los ha llevado el olvido, el desprecio o el desencanto.
Continúo creciendo. Estoy serena, me siento fuerte. Hay demasiado horror ahí fuera para ser tan poco agradecida de mirar a mis hermosos niños, más bellos aún por dentro que por fuera, aprendiendo cosas que no les oculto porque es mejor que la teoría de la universidad de la vida les llegue de la mano de quien más les quiere y querrá nunca.
Vuelvo a sentirme valiosa. Nunca dejé de serlo pero se me olvidó que hay personas (por llamarlas de alguna manera) que usan a los demás porque su vanidad no les permite reconocer sus errores, tan grandes, tan indispensables, tan especiales se creen. Y son tan miserablemente pobres... que ni siquiera se dan cuenta.
Me dispongo a reencontrarme con mi Mejor Yo, parafraseando a Salinas y cometiendo la osadía de cambiar el pronombre. Todo el proceso está en marcha y yo, con una cicatriz más y una parte de mi sangre menos en el mundo, me levanto una vez más con determinación y fuerza redoblada.
Se ha ido alguien que no tiene amigos ni pareja. Ni siquiera una familia que en verdad le quisiera. Por consuelo queda que él tampoco quería a nadie por acción, decisión y elección. Aún así, no puedo evitar sentir lástima por él, por nosotros, por nuestra extraña familia, tan hueca, tan desestructurada.
Me gustaría creer que habrá otro mundo como ése que me prometieron de niña y que, allí, tenga una segunda oportunidad, que haya aprendido algo y su próxima aventura existencial _donde quiera que ésta tenga lugar_ dé frutos, le permita dar y recibir amor, descubrir la belleza de la generosidad, del afecto genuino.
Son días extraños, duros, pero no tengo miedo. He visto la terrible faz de la muerte con mucha frecuencia, quizá por eso no la temo. Yo también cruzaré ese puente. Támbién lo haré sola, nadie nos acompañará ahí. Sólo espero que, cuando eso ocurra, mis manos no estén vacías, mi legado sea el futuro de mis hijos y, quién sabe, que tal vez alguien me eche de menos un tiempo.
Son días extraños. Son días de soledad.
8 comentarios:
Hoy vine a buscarte aquí. Sabía que ibas a estar, que éste es el cajón donde guardas todo, las cosas pequeñas y las grandes, las pocas felices y las demasiadas amargas. Estoy perpleja con la forma en la que siempre crece tu álbum de ausencias, tan joven y ya tan poblado.
Hoy te imagino caminando diez centímetros por encima del suelo, diez centímetros por encima de todo lo malo, diez centrímetros más celeste que los que seguimos abajo. No sé quién te regala tantas oportunidades para la cartarsis, quién te quema tantas veces para que vuelvas a ser fénix, quién tiene tanto empeño en que demuestres al mundo que eres una superviviente. No creo que sea necesaria tanta saña para que los demás nos demos cuenta -una vez más, y ya van infinitas- de que eres especial y de que tus pies sobrevuelan el fango y la tristeza, aunque te cueste tanto mantenerte a cierta distancia, con todo lo que tira de tí hacia abajo. Ya sabíamos que eres una pequeña reina...
Te quiero mucho aunque, como todos, yo también te tengo demasiado abandonada
un besazo, guapa, tu tendrás a "cienes" de gentes acompañandote porque tu lo vales, que vales mucho.
Un achuchón grande!
Mi queridísima Prima... Hace mucho tiempo que desistí de entender la vida, que me he vuelto agnóstica por experiencia y que intento (y no siempre lo consigo) poner cierta distancia entre lo que pasa y lo que soy.
No soy especial, créeme, las circunstancias forman y forjan. Tampoco comprendo cuál es el motivo de que todo sea tan difícil, de que los afectos sean escasos y de que tenga la sensación de que veo una amarga película repetida una y otra vez. Me gustaría encontrar algo de serenidad y tranquilidad pero he de aprender a encontrarla dentro de mí. Fuera sé que mi único destino es la supervivencia... que no es poco.
Te quiero muchísimo y no me tienes abandonada. Te has preocupado y te sigues preocupando por mí más que casi nadie, has hecho por mí mas que nadie, me has devuelto un espacio digno tanto laboral como personal.
Eres una mamá preciosa y maravillosa y la mejor prima que se pueda desear. Mi mejor hallazgo en los últimos años y uno de los mejores motivos para vivir aquí.
Y lo sabes, preciosa. Aunque se me dé tan mal decir estas cosas en directo...
Mil besos
Tú querida, no tengo yo eso tan claro, siempre he creído que estaré sola, como todos los míos.
En cualquier caso, muchas gracias, por siquiera pensarlo. Me conformaría con que mis niños me despidan con amor, que no ´lágrimas.
Un besazo enorme
Mi ninfa, dentro de la soledad de los días, te leo y te leo y no me canso.
Recibe un abrazo.
Gracias y bienvenida, Niña de la Ventana Azul...
Ánimo ninfa. Hay un proverbio griego que dice ad astra per aspera, que viene a decir "a las estrellas por el camino difícil". A mi me da mucho que pensar. Los caminos difíciles que recorremos son de los que después nos sentimos orgullosos. Además, por alguna razón, parece que aunque nos den la opción de escoger, estamos predestinados.
:D
(te leo, y te asiento afirmativamente, sigue escribiendo así de bien)
Mira que yo te extraño un dia si y otro tambien...
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